Capítulo 1
Rayos, creo que ya debería levantarme, de lo contrario no llegare a verlo. Simplemente no sé cuándo broto esta obsesión en mí, pero lo que si se, es imparable. Lo amo de tal modo que de seguro mataría por él. Los celos que siento al ver a cualquier persona cerca de él son inmensos. La pared que he llenado con fotos suyas son mi motivación cada día, el verlo en ellas y saber que luego podré verlo en carne y hueso me enloquece… La lujuria me invade. Es inevitable que a mi mente acudan escenas en las cuales mi hermano se abalanza sobre mí, y me hace suya, ¡Lo deseo tanto! . Como sea… ya es hora, me bañare, me pondré la ropa más ajustada que encuentre en el armario e iré a su encuentro, quizás esta vez tenga suerte.
La muchacha descendió las escaleras lentamente cerciorándose de que su hermano se encontrara en la planta baja, pero no logro verlo. Se encamino al living y tampoco hubo rastro alguno de él, en la cocina, igual. Resumiendo, recorrió toda la casa y no logro encontrarlo. Al obtener tal resultado pensó en dos posibilidades: una, había salido, y la segunda, se encontraba en su habitación. Sin embargo, le aterraba entrar en aquel cuarto, si el llegase a descubrirla de seguro se enfadaría mucho. Al fin y al cabo opto por llamar a la puerta. Dio dos golpes leves con su mano, pero nadie respondió, volvió a golpear pero obtuvo la misma respuesta. Encolerizada fue a preguntarle a la maid de la mansión si sabía algo del paradero de su hermano.
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El pobre chico se retorcía de dolor en el suelo, intentando de alguna manera amortiguar el peso de aquellos golpes que no cesaban. Al elevar la mirada podía divisar cuatro horribles rostros robustos y cubiertos de acné, que reían estúpidamente mientras lo insultaban. Sin embargo, un poco más alejado podía verse un quinto rostro. Este era completamente diferente al de los demás. Su tez era pálida como la nieve, y no mostraba signo alguno de imperfección facial. Sus ojos eran grises y penetrantes. Su cabello oscuro y lacio caía sobre su frente obstruyéndole apenas la mirada. Pero, había algo en el que aterraba, aquella sonrisa malévola que se dibujaba de lado a lado mostraba claramente, que disfrutaba lo que veía. De repente, noto que el quinto individuo, el que hasta ahora no había hecho más que observar, comenzó a acercarse. Los dolores eran cada vez más punzantes, y cuando creyó que todo había terminado recibió un fuerte golpe en el vientre que lo dejo sin oxígeno.
Al sonar la campana se retiraron, dejándolo así, inconsciente, tirado en el piso del baño público escolar.
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Definitivamente, si su compañero no llegaba cuando el profesor entrara, tomaría papeles en el asunto. Desde hace un par de días venia actuando de manera extraña. Traía puesta más ropa de la usual, como si quisiera ocultar su cuerpo. Alguien lo estaba molestando, y él se hacia la idea de quien podría llegar a ser.
El profesor entro, espero a que los alumnos se pusieran de pie para poder saludar, y una vez que logro hacerlo se dirigió a su pupitre para poder dejar sus cosas. Sin embargo, antes de poder cumplir su labor, un grito hizo que se detuviera.
~ ¡Profesor!
Al voltearse vio a un alumno de contextura menuda y vestimenta desarreglada, parado en frente suyo con el ceño fruncido.
~ Si, ¿Qué sucede?
~ Mi compañero Louis no ha vuelto al salón aun. ~ Señalando al fondo del salón exclamo ~ ¡Sospecho que esos hijos de perra le hayan hecho algo!
~ ¡Señorito, el vocabulario!
El joven de ojos grises quedo sorprendido al ver una reacción tan hostil por parte de ese pequeño chico, a pesar de haber estado más de medio año juntos, nunca lo había notado. Como se veía interesante decidió responder a la provocación.
~ Deberías tener al menos un testigo antes de acusar de esa manera, enano. ~ Dicho esto una sonrisa afloro en su rostro.
~ ¡Suficiente! ~ Sentencio el profesor rojo de furia ~ Ambos irán a dirección en este preciso momento. No permitiré esta clase de vocabulario vulgar dentro del ámbito escolar.
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La charla no duro más de treinta minutos. Ambos debieron firmar, pero no mucho más que eso. Uno de los porteros había hallado a Louis, en el baño, sin embargo como aun permanecía inconsciente debieron llevarlo a la enfermería. Al joven de ojos grises no pudo culpárselo de nada, se sabía que tenía un carácter agresivo, pero sus notas eran excepcionales y su apellido era más que respetable, incluso temido. Ningún testigo afirmo haberlo visto, o eso es al menos lo que la mayoría decía. El único que lo paso mal, fue el pequeño chico explosivo de cabellos rubios y ojos celestes. Además de firmar fue sancionado por dos días, y por más que pataleara e intentara pegarle al joven niño rico, lo único que logro fue otro día de suspensión escolar.
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Se encuentra en el colegio como de costumbre señorita Heder
~ ¿Qué?, ¿Acaso los viernes no accedía mas tarde debido a la ausencia del profesor?
~ Me temo que no, señorita. De hecho partió a la mañana bien temprano
~ ¿Eres idiota o qué? .Cuando sea así debes avisarme, de lo contrario, le diré a mis padres que te despidan. Encontrar un remplazo para ti no será problema, basta con llamar a la perrera para que envíen un can. Exacto, incluso un animal podría realizar un trabajo más eficientemente de lo que tú lo haces, basura.
~ M… mil disculpas, me asegurare de avisarle la próxima ocasión.
~ ¡Por supuesto que lo harás! ~ acercándose a su oídos ~ tu futuro depende de ello.
En ese momento, la maid hubiera querido abofetear y escupirle en la cara. Odiaba a esa perra consentida y malcriada. Le había costado mucho obtener un trabajo con tan buena paga, pero soportarla a ella, era hacer de cuenta que el sueldo era una miseria.