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Alguien para amar por Kirinatha Kou

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Notas del fanfic:

NOTAS DEL CAPÍTULO

-Universo Alterno

-Todos los personajes pertenecen a Eiichiro Oda

-Posible Ooc (aunque más que posible es algo seguro xD Trato que los personajes se adapten a la historia y bueno…hago mi mejor esfuerzo)

-Me siento con el deber de decir que ahora llevo mis fics en un cuadernito viejo xD  ya no me fiare de la tecnología nunca más ;-; ¡Nunca Más!

Notas del capitulo:

Andre-Chwan sé que me quieres matar por irresponsable, pero espero esta historia no te defraude :v Solo, ya no estés celosa UwU)r

Veamos que más decir…a sí…Tengo fics pendientes y eso, lo sé, pero mi ordenador me hizo una pésima jugada así que mande todo al carajo y dije “es hora de hacerlo como antes” y con lápiz y papel en mano, prácticamente esta idea se escribió sola (?

Disculpen errores y horrores y no olviden leer notas finales c:

 

CAPITULO PRIMERO. Entre rosas y favores.

 

-Solo lo haré por seis meses-conecto los auriculares al mp3 de color gris y se los pasó por debajo de la camiseta amarilla que llevaba puesta.

-Si. Los últimos seis meses de tu estadía te la pasaras trabajando y luego te iras a quien sabe dónde- ella aparto la mirada y se llevó una galleta a la boca. Él le gustaba desde el primer día en que lo vio entrar al salón; toda su vida universitaria y tantos intentos fallidos por llamar su atención, tantos esfuerzos en vano, tanto de parte de ella y nada por parte de Law. Pero eso era una de las razones por las que se había enamorado, él pertenecía a todas y a ninguna parte ¿Cómo iba a competir ella contra el deseo errante que lo acompañaba en todo momento? Trafalgar Law, bien podía ser la reencarnación de un nómada, un motociclista o un aventurero en busca de emoción  y si había algo que superara su amor a viajar era su pasión por la medicina.

La sangre y los paisajes que puedes ver a los lados en la carretera eran los únicos y verdaderos amores de ese hombre.

-Les escribiré- su promesa era vacía. Una vaga esperanza ¿lo haría? Talvez una tarde de primavera bajo una ceiba en Uruguay o una mañana nublada en un expreso en Canadá. Así era su vida. Tan libre que lo atrapaba.

Bonney opinaba lo opuesto. No iba a volver a saber de él. En las vacaciones de verano él prometía algo similar, pero nadie sabía nada de él hasta que iniciaban las clases de nuevo; y se le hacía gracioso pensar que si acaso se molestaba en escribirle algo, el destino se encargaría de hacer que se perdiera en el camino o cualquier infortunio posible que pudiese evitar que esa carta llegara a donde se suponía debía llegar.

Suspiro resignada y lo vio alejarse con sus audífonos conectados a sus tímpanos y su mente desconectada del mundo. Tuvo un impulso, uno que le duro unos pocos segundos, quiso seguirlo, detenerlo y decirle que lo amaba. Él sonreiría y le diría que no iría a ninguna parte. Pero las cosas no funcionaban así, Law no era así y ella tampoco lo era. Se comió las últimas dos galletas. Nunca había corrido tras un hombre y no iba a empezar ahora.

Law no regreso la mirada. Ella iba a estar bien, lo había estado antes de su llegada, durante y lo iba a estar después de su partida. Tampoco pensó en si olvidaba algo en el apartamento, ya habría tiempo para comprar cosas nuevas. Nunca llevaba demasiado equipaje, los objetos no significaban nada.

La música en cambio, era una cuestión distinta. Podía ir a muchos lugares y conocer a muchas personas, tener las anécdotas más entretenidas y en su memoria, los paisajes más hermosos pero el mayor provecho que podía sacarle a una experiencia de sus tantos viajes, era una canción que significara algo. Todo podía perderse, todos podían desaparecer, pero una canción iba a perdurar siempre junto al sentimiento que esta tuviera implícito.

-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u-u

Empezó a lloviznar y los vidrios del taxi comenzaron a empañarse. Los transeúntes iban y venían, unos a prisa, otros con calma.
Los colores de la ciudad parecían más opacos, como si hicieran contraste con el gris cenizo del cielo.

Había aceptado el trabajo temporal por una razón: Luffy. Ese pequeño niño era molesto como una abeja cerca de la miel  y leal como un Pastor Alemán. Conoció al pelinegro en una cafetería e indudablemente era una persona imposible de olvidar.

FLASH BACK

-Ne ¿Torao?- caminaban tranquilamente por el parque del centro de la ciudad. Estaban haciendo trabajo de graduación pero era imposible persuadir a Luffy cuando se encaprichaba con algo.

-Es Law, Trafalgar Law- no sabía ni porque se molestaba en repetirlo. Había sido Torao desde el principio e iba a ser Torao incluso ahora que se iba.

-te acabas de graduar en enfermería ¿no es así?- Luffy se topó con la mirada penetrante de su acompañante. Quizá debería ser más claro, pensó -Es que necesito un favor. Bueno, no es para mí, es para un amigo-

-¿Qué clase de favor necesita?- para sorpresa del menor, Law no dio una de sus típicas negativas.

-Bueno, él tiene que irse por un tiempo y necesita un enfermero con experiencia para que cuide y vigile a su pareja por unos seis meses-

-No sé por qué crees que alguien le confiaría a su novia a un desconocido, pero asegúrate de explicarle que recién me especialicé en traumatología- Vale, no iba a decirle directamente que no era un simple enfermero pero Luffy posiblemente no iba a entender eso.

-¿¡Enserio!? Gracias, gracias Torao- el pequeño lo atrapo entre sus brazos en un cálido y sincero abrazo mientras restregaba la cabeza en su torso cuan cachorro. Law dudo en si llevar o no su mano a esa melena oscura, el calor que emanaba de su cuerpo y la calidez de sus ojos negros era algo que nunca iba a olvidar. La primera persona de la que se había encariñado realmente.

-Ya fue suficiente- lo apartó con cuidado, no porque le incomodara, sino porque él iba a quedar atrás. Junto con los tres últimos años en la facultad, sus compañeros, la ciudad e incluso el gato que alimentaba en la esquina del apartamento que rentaba. Luffy le sonrió y siguió caminando a su lado en silencio.

END FLASH BACK

El taxi se detuvo frente a una casa blanca, de jardín amplio y molduras de color café. La segunda planta tenía un pequeño balcón y dos ventanas magnas de vidrio traslucido. El conductor ya había sacado su bolso del maletero y se había retirado.

Aun podía darse la vuelta, marcharse tranquilamente, no hacer de simple niñera de nadie y luego explicarle a Luffy que había cambiado de opinión. Una promesa era una promesa.

Toco el timbre y en su espera su mente divago perdiéndose entre el zumbido de las abejas y el suave vaivén de las rosas amarillas. Habían pasado unos tres minutos desde su llegada al pórtico y nadie atendía hasta que la puerta se abrió.

Un hombre alto, de rasgos fuertes y piel de un tono moreno pálido. Acarreaba tres pendientes dorados en una oreja y su cabello era de un extraño tono verde.

Llevaba unos jeans cafés y una camiseta blanca. Botas estilo militar y una cazadora negra. Le faltaba un ojo, pero eso no reducía la intensidad de su mirada, fiera y oscura. Law sintió la desconfianza y la manera descarada en que parecía juzgarlo de pies a cabeza.

-¿Tu eres…Torao?- incluso decir ese “nombre” tan extraño se le tornaba incómodo. Luffy era su mejor amigo desde siempre, pero ver a ese sujeto con tan mala pinta le hacía dudar de su propio juicio al confiar en el cabeza de chorlito que tenía por amigo.

-Trafalgar Law- le rectifico. Iba a poner a hacer planas con su nombre a Luffy.

-Roronoa Zoro. Pasa- Law recogió su bolso y entro. La sala de invitados era bastante hermosa, unos sofás de color canela y una mesita redonda en el centro. No habían demasiadas cosas y en las paredes color hueso, algunos cuadros con fotografías y otros con paisajes. -Antes de mostrarte la habitación donde te quedaras te presentare al cocinero- detrás del sofá había una pequeña tarima en donde estaba ubicado un comedor de madera para cuatro personas. En el centro, algunas de las rosas del jardín morían lentamente en un florero de porcelana. Si en la casa había un cocinero le facilitaba su trabajo. Cuando por años estás acostumbrado a cocinar para una sola persona calcular más de una ración se volvía algo tedioso.

-Debo advertirte. El cocinerucho es alguien terco, no querrá que le ayudes en absolutamente nada. Vigílalo de cerca y no hagas caso a cualquier insulto que te diga- antes que el pelinegro pudiera preguntar a que se refería exactamente, entraron a la cocina. La luz del sol entraba perfectamente por una ventana iluminando los gabinetes de madera pulida y las bases de marfil. En el centro de la habitación había una barra de granito negro y algunos jarrones en forma de distintas legumbres.

-Marimo, que bueno que vienes quiero que me alcances la pimienta…- el dueño de la voz parpadeo un par de veces. Paso de tener una expresión de interrogante a una de enfado -¡Te dije que no necesitaba una puta niñera! Dile a ese tatuado que se largue- Law comenzó a reordenar las piezas de ese rompecabezas. El cocinero, como el peliverde le había llamado, era un joven rubio en silla de ruedas, le faltaba la pierna derecha ¿Seria ese sujeto a quien tendría que cuidar por seis meses?

-Escucha cejillas, ya habíamos hablado de esto. Tú no te quedaras solo en casa y ahí se termina la discusión- Zoro camino hasta aproximarse a él. Law se mantuvo al margen y se recargo en el marco de la puerta.

-No quiero. Tú no puedes elegir por mí ¿y por qué carajos piensas dejarme con alguien que tiene pinta de delincuente?- a esas alturas, Trafalgar estaba hastiado. Pero ya era muy tarde para darse la vuelta y fingir que no había aceptado.

-Claro, pero si fuera una mujer no te estarías quejando ¿verdad?- le ataco con cizaña. El silencio se apodero del lugar por unos instantes -Dijiste que lo harías por mí, Sanji- el peliverde se puso en cuclillas frente al tal Sanji y el moreno recargado en la puerta experimento una sensación muy extraña, desconocida. La manera en que se miraban…

Una conversación muda. Una batalla de voluntades, suplica y reclamo, para finalmente…

-Bien- bufo resignado -Y para que sepas, nunca me quejaría de los cuidados de una mujer. Sus manos son suaves como los pétalos de una rosa- Zoro negó un par de veces. Eso era algo que nunca iba a cambiar de su cocinero.

-Él es Trafalgar Law. Luffy me aseguro que era un buen sujeto- le dijo al oído mientras se ponía de pie. Sanji tuvo el impulso de rezongarle un “y tú le creíste” pero opto por guardar silencio al sentir como el peliverde tomaba la silla de ruedas y la empujaba con suavidad hasta estar cerca de Law “Este es el Ero-Cook o como lo llama la gente, Roronoa Sanji”

 

 

Notas finales:

Gracias por leer~

Sé que prometí doble actualización en Pink (¿Ya dije que mi compu me lo borro?) Así que los compensare, por ahora me adelantare escribiéndolos y luego los subiré UwU

Si tienen alguna Duda, comentario, sugerencia, declaraciones de amor (okay eso último no xD Nadie me quiere :’v) No vacilen en decírmelo :D

Nos vemos pronto y cuídense c:

K. Kou~


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