El Tirano y la estrella
-Vamos mi Señor, admito que fue una falta de respeto y está en contra de las leyes del reino de Teiko-
El pelinegro estaba totalmente nervioso, solo a él se le había ocurrido enamorarse de un rebelde sin causa, esas personas a las que les excita tomar lo ajeno, insultar a los altos mandos y torear con las autoridades. Y esa misma era la razón por la que estaba ahí, buscando la manera de sacar a su amante de aquel aprieto en el que se había metido por hacer sus obras de arte con tiza por todas las paredes de Teiko.
Y aunque rebelde y todo, lo suyo no era el arte precisamente, así que lo que atino a hacer fue solo condenarse a muerte por el nada flexible rey de Teiko.
-Shuuzou ya te lo había advertido…te dije que si no le ponías correa a ese vándalo que tienes de pareja…-
-Lo sé, lo sé mi señor…pero…- Nijimura bajo la cabeza en son de respeto, sabía que aunque él se tomara ciertos atrevimientos, como interrumpirle o regañarle de vez en cuando, esta vez lo que necesitaba era mostrarle todo el respeto del mundo si quería sacar a su amante de esa situación
–Dígame que es lo que quiere a cambio de que no le mande ejecutar- estaba desesperado, sabía que esta vez su pareja la había cagado de manera monumental, y no le quedaba de otra que rebajarse, si era necesario humillarse por su pareja.
-Shuuzou, no entiendo que es lo que vez en ese delincuente, eres mi consejero y uno de mis amigos de confianza, puedes tener a quien desees, hombre, mujer, doncel, una sirena o un ángel de tierra si quisieras, por que un simple mortal y para colmo un bueno para nada-
Nijimura solo apretó los puños, sabía que tal vez lo que decía su Rey no era del todo mentira, o exageraciones, el mantenía a su amante, le daba lujos, y le sacaba de en cuanto problema se metía, y vaya que metía la pata muy seguido. Su vida probablemente estaría mucho mejor, más tranquila y sobre todo…si su vida seria aburrida sin ese hombre que ponía su mundo de cabeza, le volvía loco en todo sentido, No podía perderlo, y menos así, por una niñería.
-Lo sé… pero…yo le quiero a él Mi señor… por favor-
El Rey lo pensó un poco, Nijimura era su mano derecha, pero tal vez solo tal vez, ejecutar a ese hombre solo por hacer una caricatura burlesca de su persona y plasmarla por todo el reino, haciéndolo quedar como un hazme reír , tal vez, solo tal vez era demasiado. Quería pensar que así era, pero cada vez que veía a alguien riéndose de esa jugarreta, o hablando de ella, quería vomitar sangre, del coraje que le producía que la gente se mofara de él, quien era su rey, y quien dictaba todo en Teiko.
-No lo mandare a ejecutar, pero estará encerrado de por vida…-
-QUEE??- Nijimura levanto la cabeza, mirando al rey desconcertado y molesto ciertamente
-Shuuzou, sabes que te aprecio mucho, y por esa razón he dejado pasar muchas de las fechorías de tu amante, pero esta vez se ha pasado, me ha dejado en ridículo y eso es una ofensa directa que por más que quiera no puedo pasar desapercibida…-
-Lo entiendo mi Señor, pero si pudiera pedirme algo…lo que sea que quiera…sé que no necesita casi nada, usted es el rey y lo tiene todo, pero si hay algo aunque lo crea imposible, algún capricho, para que pueda perdonar la ofensa de mi amado…iré hasta el fin del mundo con tal de que se le retiren los cargos…-
Nijimura capto la atención de Midorima con esa propuesta, el rey lo estuvo pensando, había algo que quería, y ciertamente no había podido conseguir por varias razones y una de ellas era que tenía que atender el reino. Había una princesa de un reino vecino, de la cual se sentía completamente atraído, no solo porque si se aliaban los reinos ambos salían beneficiados. También gustaba de ella, era hermosa y definitivamente le daría el heredero que necesitaba para seguir con su legado.
Pero, aunque ella parecía estar muy interesada en el rey de Teiko, la condición para aceptar desposarse con él y juntar los reinos era, que le bajara una estrella, la más hermosa del cielo. Era una cosa que parecía de broma, pero la chica argumentaba que su abuela le contaba una historia que se decía real, la historia de una estrella que había sido bajada del cielo por un príncipe y obsequiada a la princesa del reino enemigo como muestra de su infinito amor y compromiso con ella y con la alianza de los reinos.
Por esa razón, se empeñaba en tener una historia de amor como esa… ¿que muestra de amor más grande que una estrella del cielo?
El interés del Rey en esa princesa de cabellos rosa era tanto, que mando investigar acerca de eso, y algunas personas hechiceros y brujas habían acordado que las estrellas efectivamente podían ser bajadas del cielo a la tierra, era una tarea muy difícil y casi imposible, pero cierta bruja les había asegurado poder hacerlo, -“solo se tiene que hacer un trato con la luna, y ella accederá a bajar a la tierra a una de sus hijas.”- Había dicho la bruja.
Tal vez era su oportunidad de conseguir la estrella y enriquecer su reino.
-Muy bien Shuuzou, solo porque eres tu…levanta...- Nijimura se puso de pie, no sin antes mostrar sus respetos con una leve inclinación.
-Le dejare libre, pero a cambio tienes que bajarme una estrella, la más hermosa del firmamento, la más iluminada…-
Nijimura se quedo sorprendido, pero sabía que no era imposible, ya que el mismo le había conseguido la información al Rey.
-Te daré una semana para conseguirme la estrella, si no la tienes para entonces, ve despidiéndote de tu amante-
-Muchas gracias Mi Señor…- Nijimura le hizo una leve referencia, y entonces le dio la espalda para seguir su camino a la salida de la sala real.
-Una cosa más Shuuzou…-el pelinegro se dio media vuelta para volver a mirar al rey…- Te he dicho muchas veces que me digas Shintarou…-
Nijimura esbozo una sonrisa – Lo siento…con permiso Shintarou…-
---TO BE CONTINUE---
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