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Eternamente irritante por Blue FireWorks

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Notas del fanfic:

 

 

—¡Ya te he dicho que no! ¡Si ni quiera sabes dónde está mi casa!—gritaba por teléfono al estúpido ex-novio de su mejor amiga que insistía en llevarle los apuntes de la universidad a su casa.


—No seas malagradecido, nos veremos ahora ''Oli''.


—¡Es Oliver, idiota!


El otro no escuchó ese grito porque ya había colgado.


Este tipo es gilipollas, ni siquiera sabe dónde está mi casa—pensó el chico para sus adentros. Bueno, de cualquier manera podría conseguir los apuntes el día siguiente en la universidad. Los necesitaba porque había faltado ya cuatro días a clase debido a un maldito virus que le contagió su 'querida' hermana.


Sin saber muy bien qué hacer encendió la televisión para ver qué programación estaban dando. El timbre sonó y después volvió a apagar el televisor.


Seguramente será Jack, por fin—dijo aliviado, pero al abrir la puerta su alivio se disipó.


—¿Pero? ¡Tú!—vio a un chico más alto que él, con el pelo negro y los ojos de un color muy oscuro, era Diego, el ex-novio de su mejor amiga.


—Sí, yo—soltó una carcajada— ¿Entonces...? ¿Vas a dejarme pasar o qué?


—Claro que no, si me haces el favor puedes darme los apuntes y marcharte, mañana te los devuelvo.


—No, también yo los necesito—dijo con una sonrisa.


—¿Y por qué te has ofrecido a dejármelos?


—Ya te lo dije antes, me lo pidió Jack—empujó a Oliver levemente para poder pasar.


—Perdona pero no te he invitado a entrar—dijo levantando una ceja.


—Bah, ya me invito yo solo—Diego se sentó en la mesa del comedor y puso las libretas que tenía en la mano sobre esta— ¿A qué estás esperando? Trae algo para que apuntes.


—No, será mejor que saque una foto y listo, así tendrás tiempo libre—dijo buscando su móvil en la encimera de la cocina.


—Pero yo quiero explicártelo...


—No es necesario, se me da genial ese tema—mintió.


—¿Qué tema?—inquirió Diego al darse cuenta de la mentira.


—Pues... el último que dimos.


—¡Error! ¡Es un tema nuevo! Además ni quiera sabes de qué asignatura es—Oliver palideció.


—Esto... ¡Ah! ¡Sí! ¡Lo comentó el otro día!


—¡Nop! Es de ciencia y tecnología del medio ambiente—el rubio, es decir, Oliver soltó un bufido. Su madre tenía razón, ser ingeniero industrial no iba a ser nada fácil.


—Vale, vale, ahora vuelvo—dijo antes de entrar a su habitación para traer los cuadernos, cuando dirigió la mirada a la puerta de su cuarto vio allí a Diego—¿Qué haces ahí?


—¡Vaya! Tienes una cama grande—admiró ignorando su pregunta—¿Vives con tu novia?


—Mira que eres un cotilla, sal fuera de aquí—respondió medio empujándolo hasta el salón-comedor.


—Pero responde mi pregunta, Oli.


—Ni se te ocurra volver a llamarme Oli, mi nombre es OLIVER, no ese diminutivo estúpido—se quejó.


—Vale, vale, pero dímelo.


—¿Qué te importa?—reprochó él, Diego le miró insistente—. Pues vivo solo.


—En realidad ya lo sabía—sonrió y Oliver le miró con mala cara—¿Y tienes novia?


—¿Por qué me estás interrogando?


—Ya veo, entonces tienes ¿novio?—Oliver se sentó en la mesa de mala gana, frente a él.


—Claro que no y tú deja de interrogarme, empieza de una maldita vez.


—Como quieras, Oli—se encogió de hombros.


—¡Te dije que no me llames así!


—Vale, perdona—dijo divertido antes de comenzar las explicaciones. Oliver debía reconocer que a Diego se le daba mejor de lo que esperaba.


La tarde continuó de forma medianamente ''normal'' Diego era buen profesor aunque se pasaba todo el tiempo llamándolo Oli, decidió ignorarlo, no valía perder tiempo en eso así podrían seguir con el estudio más rápidamente. Cuando terminaron de copiar los apuntes y hacer los deberes eran ya las 8 de la noche.


—¡Terminamos, Oli!—dijo levantándose de la mesa y sentándose ahora al lado de Oliver.


—¿A qué esperas?—dijo el rubio al ver que Diego no hacía nada, ni se movía.


—A que me des las gracias—sonrió ampliamente.


—Bueno, pues gracias por la visita, gracias por los apuntes, gracias por la explicación. No hace falta que vengas nunca más a mi casa, gracias—dijo mientras recogía las cosas del moreno y lo empujó hasta fuera de la casa.


—Un placer. ¡Lo repetiremos otro día, Oli!—dijo en forma de despido mientras se iba por el ascensor.


—¡Ni lo sueñes! ¡Y no me llames Oli!—gritó Oliver antes de que entrara en él.


Entró en el apartamento y cerró la puerta soltando un suspiro.


 


Al día siguiente despertó con dolor de cabeza, pero no se podía permitir faltar más a clase. Así que se tras una ducha matutina se vistió, peinó y desayunó. Salió del apartamento cerrando la puerta con llave y presionó el botón del ascensor. Cuando subió a él tocó el que lo llevaría a la planta baja, se extrañó cuando el ascensor se detuvo en la tercera planta, alguien había presionado el botón. Las puertas se abrieron dejando a la persona que menos deseaba ver esa mañana, Diego.


—¿En serio? ¿Me estás acosando?—bufó Oliver molesto.


—¡Ya quisieras! Vivo aquí, Oli—dijo entrando al ascensor.


—No jodas, ¿en serio?—lo había llamado Oli, otra vez, pero decidió ignorarlo, por ahora.


—Claro, apartamento 34.


Bajaron ambos del ascensor para dirigirse a la parada de autobús.


—¿Desde cuándo?


—Hace como unas dos semanas, creo.


Se callaron ambos de repente, hacía frío y a cualquiera que hablara se le iba a congelar la voz y la garganta. El autobús llegó rápido. Oliver se apresuró para subir antes que Diego, pagó al chófer y se sentó en el cuarto asiento a partir del conductor, se sentó al lado de la ventana y puso la mochila en el asiento continuo para evitar así que Diego se sentará a su lado. Sin embargo, no le sirvió de nada, el moreno apartó la maleta de Oliver, se la dio y se sentó.


—¿Sabes? Eres un anti-social, Oli.—sonrió.


—Y tu idiota, Diego.


—Venga, sólo intento ser amable.


—Tu amabilidad me molesta—concluyó él.


El resto del camino estuvieron en silencio, hasta llegar a su destino, la universidad de ingeniería industrial.


—Bájate ya, Diego. —dijo cuando el vehículo paró en su parada correspondiente.


—¡Pídelo por favor!


—No seas idiota, llegaremos tarde—lo empujó pero Diego tenía más fuerza que él y entrelazó las dos manos con él, Oliver no quería rendirse tan fácilmente pero tuvo que hacerlo al percatarse de que el otro tenía más fuerza. A Diego le tomó por sorpresa ya que seguía haciendo fuerza y terminó cayéndose encima de Oliver. Este último estaba nervioso, tenía a Diego a menos cinco centímetros de su cara.


—¡Joder! ¡Quítate de encima!—le dio un fuerte empujón a Diego para apartarlo y esta vez lo consiguió.


—¿Por qué estás tan rojo, Oli?— el rubio salía a toda prisa del autobús.


—No estoy rojo y no te atrevas a volver a llamarme Oli.—se dio cuenta de que Diego lo seguía.


—¿Qué tiene de malo? Es tu nombre, ¿no?—iban a toda prisa para llegar rápidamente a la clase.


—Mi nombre es Oliver, no Oli. Eso es un estúpido diminutivo.


Ya había llegado al aula correspondiente, Oliver tocó la puerta con los nudillos y a continuación entraron. La clase no había comenzado aun.


—Disculpe por llegar tarde, señorita López. Tuve un inconveniente esta mañana—se adelantó a decir Diego.


—No se preocupe, está disculpado, Kauffman. ¡Oh! Oliver, pensé que no vendría, dijeron que estaba enfermo, ¿está mejor?


—Eeh... ¡Sí, estoy mucho mejor!


—¿Está seguro? Tienes las mejillas sonrosadas—Oliver bajó la mirada un momento para luego levantarla y hablar.


—Sí, sí, estoy bien, no se preocupe y gracias...—Diego ya se había sentado en la segunda fila, observó que su sitio estaba ocupado por Jack, el cual se encogió de hombros al ver que Oliver estaba mirando en su dirección. El salón estaba casi lleno, sólo había dos asientos libres, al lado de Diego y en la última fila de la clase.


Sin dudarlo, con la intención de ir a la última fila se giró en dirección de esta.


—Oliver, mejor siéntate delante, al lado de Diego. Solo para que te concentres mejor.


Otra vez Diego, mierda. Se sentó de mala gana al lado del moreno, buscó su libreta y bolígrafos y los puso sobre la mesa.


La profesora comenzó con la clase. Oliver no estaba prestando atención, estaba pensando en el incidente del autobús, —Joder, Diego estaba demasiado cerca, falto poco para que... ¿Y si hubiera pasado? ¡No! ¡Ni hablar! ¡No!—. Una voz lo sacó de sus pensamientos.


—Oli—susurraba Diego—Oli.


—No me llames así.


—Es que estás rojo.


—Estoy enfermo, idiota.—se tapó la cara con la manga de la chaqueta.


—¿Seguro? ¿Seguro que no es por lo de antes?


Prefirió fingir que no se acordaba.


—¿El qué de antes?


—Es decir... estábamos muy...—se calló al ver que la profesora los observaba, pero luego continuó con la clase.


—Si te refieres a lo del autobús, no te preocupes, está olvidado. Sólo no lo hagas de nuevo.


—¿Y si en la próxima nos besamos de verdad?


Oliver enrojeció nuevamente, pero esta vez de rabia.


—No habrá próxima vez y no habrá beso.


—Está bien. Hagamos una apuesta, Oli.


—No voy a apostar nada y no me llames Oli.


—Si estamos en una situación parecida con cualquier otra persona, tendremos que darle un beso.


—Ni de coña.


—Bueno... no será una apuesta, será un trato, ¿de acuerdo?

Notas finales:

GRACIAS POR LEER


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