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Crónicas de un adolescente enamorado por SeventeenWorld

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Notas del fanfic:

OT13+1 (O sea, le agregaré a Mingming porque el Mingry is rial) Estoy tentada a emparejar a DK con Dino, pero... no estoy segura, coméntenme si quieren que los incluya en las parejas (de todos modos aparecerán UuUr).

La historia busca que la historia de todos se relacionen entre sí.

 

Notas del capitulo:

Saben que amo el H8shi, así que tenía que empezar poe ellos.

—    ¡Kwon Soonyoung!

Los cabellos rubios volaron hacia atrás con el rápido movimiento de cabeza. El mencionado se puso de pie y alarmado contestó un vago “presente”. La clase entera estalló en carcajadas y Soonyoung sentía como lentamente se hacía pequeño en su lugar.

—    ¿Estaba durmiendo, señor Kwon? —La profesora por sí solo no gustaba de él, y con actos como estos sólo lograba hacer que le odiara más.

—    Yo… uh… tal vez.

—    Salga de mi clase.

Soonyoung giró la mirada y se encontró con un Jihoon conteniendo la risa, Junhui negando con la cabeza y un Wonwoo notablemente divertido. Se rascó la cabeza y tomó sus cosas, no era buena idea molestar a la señorita Kim.

No era que le aburriera la clase, o algo por el estilo, la culpa la tenía la estúpida batalla de baile del fin de semana; había terminado dos horas después de lo esperado, tuvo que escalar a la ventana de su habitación para no despertar a nadie a las tres de la mañana. Al final, había ganado, que era lo importante… claro que la clase de matemáticas igual importaba, pero en la clase no le daban una medalla y dinero.

Caminaba por los pasillos de la escuela, listo para irse a los jardines traseros, los que estaban junto a las canchas de baloncesto y soccer, dispuesto a seguir con su siesta. Hasta que una mano en su hombro lo detuvo. Se sobresaltó y volteó a la defensiva, hasta que supo de quién se trataba.

—    Soon, tranquilo —rió con las manos a la altura del pecho.

—    Jeonghan hyung, casi te golpeo —suspiró mientras bajaba los puños que en algún momento subió.

—    ¿Qué haces aquí? No deberías estar en clases.

—    Er —chascó la lengua—, digamos que me dormí un poco y… —el mayor se cruzó de brazos, queriendo reprocharle algo— ¿pero tú qué haces aquí?

—    Tengo entrenamiento.

Fue hasta ese momento que Soonyoung notó la vestimenta de su hyung. Yoon Jeonghan era un chico un año mayor que él, de larga cabellera castaña y sonrisa de ángel; titular y estrella del equipo de soccer de la escuela, pero sobre todo, gran amigo de Soon. Cuando el rubio entró al instituto, Jeonghan fue el primero en hablarle y ayudarle a encontrar su salón solo porque chocaron en la entrada.

—    ¡Jeonghan! —La gruesa y juguetona voz del capitán del equipo acercándose a ellos cortó la plática—. ¡Oh! Hola niño. —Sonrió al ver al rubio y colocó una de sus manos en la cintura de Jeonghan.

—    Qué hay, hyung…

Cabe mencionar que Choi Seungcheol era novio de Jeonghan, y que no le agradaba mucho a Soonyoung. No es que fuera una mala persona, sino que su actitud era un tanto pesada. Como esa manía de llamarlo niño o su excesiva posesividad con Jeonghan, su complejo de superioridad y su sonrisa juguetona, pero tal vez lo más molesto era que fuera tan coqueto con todo ser viviente ¡y al ángel parecía no molestarle esto último!

—    Será mejor que regreses, ángel —le guiñó un ojo al joven que sostenía por la cintura—. Vuelve a clases, niño.

Pareció que Jeonghan notó la cara de fastidio en el normalmente alegre rostro del rubio, es por eso que una vez estando solos habló.

—    No es tan malo si lo conoces.

—    Si tú lo dices —volvió a sonreír—. Creo que sí debo volver, mi siguiente clase va a comenzar y no será buena idea perder dos horas el mismo día.

—    Claro, igual tengo que irme. Nos vemos luego… niño.

—    ¡Hyung! —Lo último que escuchó fue la contagiosa voz de su mayor alejarse.

Regresó a pasos lentos hasta la clase de coreano, su menos favorita. Entró al salón y no se sorprendió que solo pocas personas estuvieran ahí, pues aún faltaban cinco minutos para que la clase iniciara. Se sentó en las bancas del medio, donde él y sus amigos acostumbraban a hacerlo. Se colocó los audífonos y cerró los ojos. Despertó de su pequeña siesta por un empujón en su hombro.

—    Señor dormilón —Junhui tomó asiento a su lado, mientras dejaba su mochila sobre la mesa—. Tuviste que haber visto a Jihoon, casi lo sacan a él también por reírse como demente.

—    Me hubiera gustado que lo sacaran, seguro se ponía rojo o rosa como su estúpido cabello.

—    ¡¿Mi qué?! —Soonyoung esquivó un golpe en la cabeza que el pequeño Jihoon le lanzó.

—    Es que en serio, no sé por qué rosa.

—    Me gusta —aún enojado, se sentó frente al rubio.

—    Escuché que el profesor no llegará —el último integrante del cuarteto maravilla se sentó frente a Junhui, con una sonrisa de felicidad en el rostro.

Wen Junhui era el mayor de los cuatro, un muchacho chino de cabellos castaños, alto y de sonrisa linda, pero un tanto… excéntrico. La clase de personas que cree en fantasmas, monstruos y vida en otros planetas, además de que no conocía la palabra vergüenza. Jeon Wonwoo era menos intenso, un chico cualquiera se podría decir… bueno, hay que admitir que tenía un atractivo misterioso; no es que el joven pelinegro fuera serio —en ocasiones era todo lo contrario— pero sus rasgos felinos lo hacían parecer un chico rudo, a pesar de eso era muy amable y gracioso. Lee Jihoon probablemente era quien menos encajaba con ellos; si hay algo qué resaltar de él era su baja estatura —aunque nadie debía mencionarla—, era castaño por naturaleza, pero desde que inició el curso escolar se tiñó de color rosa, los ojos casi igual de rasgados como los de Soonyoung, y con una risa malévola; Jihoon no era una mala persona… sólo era un poquito agresivo… o un muy agresivo, no era buena idea meterse con él.

—    ¡Pues vámonos entonces! —El rubio tomó sus cosas y se giró hacia la entrada, pero regresó de inmediato a su lugar cuando la mano de Junhui lo jaló.

—    Esperemos quince minutos, si no llega, nos vamos —el mayor de todos, además de ser excéntrico, era la mamá del grupo. No podía dejar de preocuparse, regañarlos y alimentarlos (aunque esto último no molestaba a nadie).

—    Sí, mamá. —Wonwoo soltó una risita y Soonyoung le respondió con otra.

—    Soon, ¿cómo te fue ayer?

—    ¡Genial! Como siempre. Aunque terminó a las tres de la mañana.

—    ¿Sigues yendo a esas cosas? —Mamá Junhui despertó—. Deja de hacerlo.

—    ¡No es ilegal!

—    Apostar en la calle es ilegal, además, eres menor de edad. ¿Qué si te rompes un brazo?

—    Ugh —se quejó.

—    … ¿y ganaste? —Preguntó el chino, sinceramente curioso.

—    ¡Por supuesto! —Su sonrisa volvió—. Tú también eres bueno en el baile, creo que serías el único desafío si fueras conmigo un día.

—    Para tu buena suerte, nunca iré a una pelea callejera.

—    Batalla de baile.

—    Creo que ya pasaron los quince minutos —interrumpió el pelinegro, sin quitar los ojos del reloj de su celular.

Los cuatro salieron del salón, corriendo por si al maestro se le ocurría llegar al último instante. Subieron hasta la sala de usos múltiples, un espacio para los alumnos que por lo general se encontraba vacío. Tenía los pisos cubiertos de duela y toda una pared de espejos; Soonyoung la convirtió en su salón de prácticas desde el día que la descubrió abandonada.

—    Jun hyung, de verdad deberías ir conmigo algún día —el rubio tomó la chapa de la puerta mirando hacia atrás, desafiando la paciencia de su amigo—, es muy aburrido sólo ganar y…

—    Disculpa.

Soon escuchó una dulce y ligera voz frente a él. Era un muchacho de su estatura, menudo y de grandes ojos, con una sonrisa nerviosa en los labios y una nariz alargada y estilizada, con el cabello teñido de un color difícil de explicar, casi como un helado de frambuesa con vainilla. El chico venía desde dentro de la sala, lo cual hizo cuestionarse dos cosas a Soonyoung; primero ¿qué hacía él ahí? Y segundo, ¿quién era?

—    Disculpa, me… me dejarías pasar —no se le notaba tímido, el ligero tartamudeo en su voz era más como el de una persona que no encuentra las palabras para expresarse—. ¿Uh?

—    Soon, quítate —escuchó a Jihoon empujándolo hacia un lado.

—    Sí, sí, lo siento —se hizo a un lado y el contrario pasó por su lado con una sonrisa amable.

El desconocido se perdió en el descenso de las escaleras, con la mirada de Soon siguiendo su camino. La para nada discreta risa de Jihoon lo trajo de nuevo a la realidad; el de cabello rosa golpeó la espalda del rubio sin contener las carcajadas.

—    Si lo mirabas por un segundo más te quedarías visco —Junhui entró a la sala, con una sonrisa burlona en los labios.

—    ¿Te gustó? —Wonwoo pareció ser el único en dignarse a hablar sin exageraciones.

—    ¡Cómo crees! —Se dio media vuelta—. Vamos.

 

Notas finales:

¿Que les pareció?

Recuerden que la historia relacionará la historia de todos, así que espero les guste. Y me dejen sus comentarios. La amo♥

 

Pia.


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