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Fire Meet Gasoline por KatsumiKurosawa

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Notas del fanfic:

Fire Meets Gasoline nació hace dos años, cuando empecé a escribir Moondance.

Sólo la idea.

Lo nombré recientemente gracias a la cación de Sia: Fire Meets Gasoline xD

Escribí esa idea cuando conocí a una Baeri shiper bien harcorts xD

Para Mitsuki <3

Fire Meet Gasoline

Por Katsumi Kurosawa

Capítulo 1

La niñera

 

            El trozo de papel que tenía entre las manos le había cambiado la vida en un segundo a Dong Youngbae.

Lo miraba como si fuese una alucinación, como si fuera una mala broma, como si la letra impresa en él no correspondiera a quien la firmaba

“No puedo seguir con esto Youngbae.

 Me voy lejos y no volveré.

Cuida a Danah”

            Sus manos temblaban, no podía ser cierto ¿Por qué en este momento? ¿Qué había hecho mal? Él siempre había dado todo de sí mismo, era su naturaleza.

Corrió a la habitación que compartió por un año con su pareja para encontrar el lado de ella totalmente vacío. Sus cosas tampoco ocupaban aquel femenino mueble tocador frente a la cama, pegado a la pared, en donde solía sentarse y ponerse hermosa mirando su reflejo en el enorme espejo en forma de luna llena.

            La pequeña Danah dormía inocente de que su madre la había abandonado para siempre por razones desconocidas. ¿Por qué dejó a la bebé sola? ¿Qué clase de monstruo deja solo a un bebé y se larga?

            Youngbae se sentó en la punta de la cama mirando su propio reflejo en el tocador, imaginándola ahí, poniéndose los aretes que le regaló en su aniversario número tres y mirándolo con una sonrisa a través del espejo.

            Los lagrimales le escocían como una vez en la que le saltó el zumo de una toronja. Sus ojos desbordantes de lágrimas no pudieron más y dejaron correr gruesas gotas de agua…

            ¿Era acaso por haberse casado tan jóvenes y porque ella estaba embarazada? ¿Acaso era un hombre aburrido y patético? Demasiado religioso, demasiado hogareño, demasiado tranquilo ¿Acaso no la hacía feliz…?

            Las lágrimas no cesaban. Comenzaba a ahogarse con sus sollozos… el dolor era tan fuerte que no le dejaba respirar.

            Estaba ahí, incrustado en su pecho como miles de agujas atravesándole. La mujer que amaba, la madre de su hija, el amor de su vida… se había ido.

            Lo habían abandonado.

            Se recostó en la cama matrimonial convulsionando por sus sollozos, sollozos desgarradores que podrían romper el hielo del corazón más frío.

            Pasó al menos media hora y sentía que no podía recuperarse. Los sollozos se relajaron pero su semblante pálido e ido seguía derramando lágrimas, logrando que le doliera la cabeza por deshidratación.

            El llanto repentino de la pequeña Danah le hizo detener su ataque de angustia. Se levantó torpemente a buscar la cuna blanca donde yacía la que para él era la bebé más hermosa de la tierra.

            Danah también lloraba con angustia. Como si supiera lo que estaba pasando pero quizá sólo lo sentía.

            Secó sus lágrimas con unas toallitas para bebé que había cerca y tomó a Danah entre sus brazos, comenzó a mecerla y a cantar una canción.

            El llanto cesó. No había aliciente más grande para la pequeña Dong Danah que la hermosa y dulce voz de papá…

            -Niño que sueñas… descansa aquí… hay una estrella que espera por ti… -cantaba con suavidad mientras paseaba con la bebé envuelta en su mantita rosa- Frío en el mundo de día habrá… pero en la noche la calma vendrá. Todo en la vida siempre es así…

            Los ojos enormes del bebé, heredados de su madre, le miraron fascinados por largo rato

            −Niño que sueñas descansa aquí, niño descansa… muy cerca de… mí~la tranquilidad devolvió a la pequeña a los brazos de Morfeo− No me dejaré vencer, Danah…. Por ti… seré padre y madre para ti de ahora en adelante y no dejaré que nada te falte…

………….

            Si seguía llevando a Danah todos los días al trabajo iba a ser despedido.

            Su torpeza para cuidar a su propia hija era palpable. Cambiarla era un problema siempre así como darle de comer cuando debía y definitivamente mal inclinar el biberón mientras tocaba el piano para que los niños le siguieran con sus flautas dulces no era sencillo; Apenas y podía arrullarla y eso lo hacía desde que nació porque su esposa adoraba escucharle cantar.

            Su esposa…

            Agitó el biberón antes de ponerlo en la boquita de la pequeña, suspirando resignado. Su jefe era muy comprensivo pero si seguía llevando a Danah a la escuela, sería despedido.

            Total, maestros de música habían muchos.

            Había puesto aquella mañana un anuncio en el periódico desde que se dio cuenta de que no podía solo con su hija. En el anuncio, él pedía una niñera que le ayudase en el horario requerido.

            Sentía que Danah era muy pequeña para dejarla en alguna guardería que tuviera una sección de Lactancia, así que prefería dejarla con una persona que cuidara exclusivamente de ella.

            Sólo en las mañanas, de lunes a viernes.

            Las mujeres que se habían presentado en esa semana, lo devoraron con la mirada, como si fuese un pedazo de carne listo para ser engullido. Tenía suficiente de mujeres como para que su propia futura niñera se lo quisiera ligar cada vez que él volviese a casa.

            Estaba por decidirse en la dulce anciana que se presentó sin ninguna intención para con él. Sin embargo no estaba tan seguro de que a su edad pudiese aún con la bebé y Dana parecía no tenerle mucho aprecio a la anciana.

            − ¿Te agrada la señora Song, Danah? –le cuestionó recibiendo una mirada curiosa. Sólo se escuchaba la succión de sus diminutos labios al biberón- Es la única que no busca violar a papi, amor… -susurró como si la pequeña se hubiese negado, pero esta se había quedado dormida succionando de biberón entre sueños.

            La colocó en el portabebé y la observó largo rato. Que criatura más bella era… tan bella como su madre…

            Sus ojos s cristalizaron.

            − ¿Por qué nos abandonaste…? –preguntó al aire. Qué estupidez. No era como si ella pudiera responder a su pregunta en donde quiera que estuviese.

            Pero Dios, ella se había ido dejándolo no sólo a él sino al bellísimo pedazo de cielo que dormitaba en su portabebé rosado.

            Entendía que ella no quisiera estar más con él… Pero ¿Y Danah? ¿Qué clase de monstruo abandonaría así a sangre de su sangre…?

            “Yo amaba a ese monstruo… yo aún amo a ese monstruo…” un par de lágrimas se escaparon después de haber luchado una y otra vez contra su voluntad.

Ding dong.

Silencio. Sólo escuchaba su respiración agitada al llorar.

Ding Dong.

            El timbre de la casa sonó dos o tres veces.

            Youngbae miró a su hija quien ni se inmutó por el sonido y cuando se aseguró de ello, se paró con su asiento secándose las lágrimas con las manos. Cuando se hubo recuperado, abrió la puerta.

            −Buenas tardes ¿El señor Dong? Vengo por el anuncio del periódico…

            Wow.

            En la mente del rubio había un incesante bip.

            “Es precioso… Qué… que bellos ojos… qué linda nariz… qué bonitos labios… ok Youngbae, ese no es un pensamiento adecuado…”

            Pero era cierto. Frente a él había un chico de no más de 20 años, con la piel blanca y rasgos delicados. Unos ojos brillantes, divinos… custodiados por unas ojeras contrastantes con su piel tan pálida.

            Pero…

            No podía pensar en otra cosa… Wow…

           Ese niño era divino.

           “Estás sonando muy poco heterosexual… Youngbae”

         −Eh… disculpe, ¿Está bien? –el chico estaba desconcertado. Obvio, Youngbae no había dicho una palabra desde que abrió la puerta y se le quedaba viendo fijamente con una cara inexpresiva.

       −Ah disculpa, sí, yo soy Dong Youngbae, mucho gusto… −estrechó su mano haciendo una reverencia.

        −Lee Seunghyun… −así que ese pequeño panda tenía nombre…

          −Pasa… pasa…

        La espaciosa sala le dio la bienvenida al jovencito. La habitación era cómoda, había un televisor de pantalla plana y unos sillones color beige muy esponjosos rodeándola.

          El mayor le invitó a sentarse mientras el chico observaba la sala con detenimiento.

         −Le comentaba, vengo por el anuncio del periódico… −conversó animado mirando con los brillantes ojos a la bebé que dormía en su portabebé− Oh por Dios… es preciosa… −mostró aquella bella sonrisa arrodillándose ante la pequeña. Acarició su diminuta manita y fue muy evidente que había quedado prendado de la bebé.

         Aquello le había dado una punzada en el corazón al mayor. Podía confiar al tesoro más grande de su vida a esa persona que la miraba como lera: un tesoro.

        −Necesito que este ángel tenga un cuidador… −le sonrió con calidez− Soy profesor de música en un colegio privado, por lo cual necesito que alguien cuide de mi Danah mientras no estoy.

          −Pues, vi el anuncio y tengo una prima pequeña que cuidé desde que nació… mis vecinos también me dejaban a cargo a sus bebés cuando tenía quince, tengo experiencia en esto de los bebés −el muchacho sonrió con dulzura incorporándose y sentándose frente a Youngbae− Traigo incluso todo lo que pide Señor Dong, los papeles.

          −Claro, déjame revisarlos. Debo estar seguro de que dejo a mi preciosa Danah en buenas manos… −tomó el folder que el pelinegro le ofrecía y sin querer rozó sus suaves dedos.

         La puta madre, si hasta le había dado escalofríos…

         Ojeó sin ojear aquellos papeles.

         Lee Seunghyun, 19 años.

            Es muy joven… soy siete años mayor…

      SeungRi estudiaba Artes Dramáticas en la universidad por las tardes, aparentemente.

       Entre los papeles que pedía, también preguntaba por una auto-descripción.

        −Huérfano… −leyó sintiendo una punzada de dolor en el corazón. Había quedado de padre huérfano hacía un año.

       Su madre lo había abandonado de pequeño, hacía no mucho se había enterado de su fallecimiento. Un chico con esa aura de inocencia como SeungRi, no parecía para nada haber pasado por algo así.

         −Vivo… con mi madrastra… −su semblante se oscureció y pareció no querer entrar en detalles− No quiero importunarla por lo que busco un empleo de medio tiempo.

      Los ojillos risueños de Youngbae le miraron enternecidos puesto que Seungri dejó ir treinta toneladas de ternura en su voz con ese comentario.

     Danah y él tenían algo en común, sus madres los habían abandonado. Por lo tanto, dando un salto de fé, Bae simplemente sonrió para darle su veredicto.

          −Creo… que estás contratado.

……………………………..

            SeungRi caminó felizmente a su casa. Saltaba de alegría aún, un mes después con ese empleo, podía escapar de los pensamientos suicidas que le pasaban por la cabeza con frecuencia, dada su situación.

            No podía evitar volver a casa en la noche, pero era mucho mejor tener el menor tiempo en esa casa del terror que le perteneció a su padre.

            Su vida dio un giro absoluto cuando su padre se enamoró de su madrastra. Esa mujer jamás le cayó bien y no hacía absolutamente nada para que esto tuviera una razón verdadera, la mujer era educada y fina.

            Pero tan falsa…

            Él sentía que no estaba con su padre por amor…

            Cuando un infarto fulminante mandó al cielo a su padre, se había quedado en las manos de esa mujer y entonces lo supo, ella jamás amó a su padre.

            Ella sólo quería su fortuna pero oh sorpresa, su padre jamás cambió su testamento por lo que todo le pertenecería a SeungRi cuando fuese mayor de edad… ya faltaba poco para eso…

            Pero a esa perra tramaba algo… no sabía qué pero últimamente se sentía muy nervioso ante la mirada enigmática que Lee Honey le lanzaba.

            Aquel día estaba particularmente contento.

            El señor Dong le había invitado un café antes de irse a la universidad y sentía que se hacían cada vez más cercanos y por alguna razón, aquello le agradaba porque estaba muy solitario últimamente.

            Abrió su casa con sus llaves y la encontró en una oscuridad incómoda.

           − ¿Honey-ssi? –preguntó sin obtener respuesta.

     Pero no tardó mucho tiempo sin que algo sucediera y no precisamente algo bueno. Fue golpeado un par de veces hasta quedarse inconsciente.

      Cuando despertó, estaba amordazado y amarrado a una cama. Abrió los ojos con horror intentando reconocer el lugar y le daba pavor darse cuenta de que lo reconocía. Era la habitación de su madrastra… aquella que hubiese compartido con su padre…

     −Gracias por todo, chicos –la voz de la mujer le había dejado helado. Le estaba pagando dinero a unos hombres, podía verlo por la puerta semi-abierta y esos tipos se iban− Oh SeungRi… despertaste… −ronroneó ella mirándole hambrienta.

      Aquello no tenía buena pinta. Su cuerpo dolía. Estaba cansado… ¿Qué quería esa loca?

          −No es justo que me desprecies de ese modo cuando yo te he querido tanto todo este tiempo –le dijo con fingida tristeza− No sabes cuánto te quiero yo… −y su voz se convirtió en un siseo de víbora.

      Estaba vestida con una bata de seda color roja. Había llevado sus manos blancas, con uñas rojas y largas acariciando la cinta que mantenía unida la bata hasta que se la quitó, mostrándole el divino cuerpo de aquella mujer madura.

       Lee Honey podía doblarle la edad, pero no estaba nada mal. Sin embargo, SeungRi la odiaba lo suficiente para poner sus ojos en ella…

    −Vas a ser mío, SeungRi… −ella sonrió ampliamente arrancándole la sábana que ocultaba su desnudez− Mío…

 

Continuará...

Notas finales:

En serio llegaste hasta aquí Wow xD

Siento que está un poco aburrido :v pero asdasdasd :v :v :v

 

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