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-Una historia de adolescentes- por Estrella31

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Notas del fanfic:

Un ficsito que recién veo que tenía guardado y que me he animado a seguir.

Los personajes lamentablemente no me pertenecen, sino Saint Seiya no sería para niños. Son de propiedad de Masami Kurumada.

Notas del capitulo:

¡Hola! Bueno, sé que me faltán muchos fics continuación de mis anteriores, pero encontré a este pequeño entre mis documentos y me animé a continuarla porque me gusto como estaba quedando y no quize que se quedara en la sombra siempre.

Este es el primer capi, por si acaso voy advirtiendo que tal vez me anime a ponerle lemon más adelante *Tiembla* aunque nunca he escrito uno y tal vez me desanime ¡No sé! Pero quiero que lo tengan presente.

Tal vez se vea una historia dulce, pero tendrá drama más adelante. ¡Que lo disfruten!

 

Era un día hermoso, el sol brillaba en el hermoso cielo celeste adornado de unas caprichosas nubes que por momentos opacaban al astro rey. 

Un joven de 15 años, con cabellos rubios observaba con sus hermosos ojos turquesas como las nubes tapaban al sol. Si, le parecían más interesantes las formas que podía formar en su mente con las nubes que tomar atención a esa aburrida clase de literatura. Suspiro. No, tenía que prestar atención a esta en particular, sino, reprobaría el curso.

Al costado de él, un niño de cabellos castaños en su misma situación de reprobar, lo miraba con una mirada reprobatoria. Tendría que sacarlo de sus pensamientos.

El niño de cabellos rubios recibió un codazo de su vecino.

 

- ¡Au! ¡¿Qué haces gato?! – susurró sobándose el brazo.

 

- No aprendes Milo, ¡por estas distracciones estas a punto de reprobar! – le contestó de la misma manera.

 

- Es que la profesora es muy aburrida... – se quejó bostezando a medias.

 

- Sino quieres reprobar será mejor que...

 

-  SEÑOR DILAN, ¡¿ACASO HAY ALGO QUE QUIERA COMPARTIR CON LA CLASE?! – Preguntó la maestra a un Aioria con los ojos muy abiertos, siendo observado por todo el salón.

 

- No... no maestra... – tartamudeo, siendo acompañado de una risa disimulada de su vecino.

 

** **

 

Cuando la maestra hubo saciado su curiosidad de saber si Aioria había puesto atención a su clase con preguntas orales, este se sentó pesadamente en su asiento. No mucho tiempo después sonó el tan ansiado timbrazo de recreo.

Aioria y Milo salieron juntos del salón sin decir palabra.

Cuando llegaron cerca de la sombra de un árbol del campo de recreo se sentaron a descansar.

 

- Oye... ¿no estás enojado conmigo? – Preguntó Milo divertido

 

- ¡NO! ¡¿Qué va?! , Solo recibí un castigo por tu culpa...- respondió sarcásticamente mirando el suelo con los brazos cruzados.

 

- ¡AIORIA, MILO! – los llamó un niño muy hermoso que se acercaba a ellos.

 

- Rayos... – se lamentó el de cabellos rubios mientras miraba algún punto del suelo.

 

Afrodita era un chico muy hermoso, hace algún tiempo había mostrado interés en conquistar a Milo, pero este no le atraía en lo absoluto; ya no sabia que decirle para que lo dejara en paz. Para Milo se le vino todo el recreo abajo, para Aioria, su oportunidad perfecta para vengarse.

 

- ¡Hola Afrodita! – saludó Aioria poniéndose de pie.

 

- Hola Afrodita... – contestó de mala manera el segundo mirando algún punto del suelo.

 

- ¡Milo, ven, te he traído algo especial! ¿Qué tal si lo comemos juntos en la terraza del colegio? – dijo con mucho entusiasmo, mirando al de cabellos rubios.

 

- Emmm... no lo creo, es que ya comí. – respondió tratando de zafarse de la situación el nombrado.

 

- Pero Milo, hace un rato me decías que te podrías comer una ballena entera ...– respondió Aioria fingiendo sorpresa.

 

- Maldito gato idiota...  – susurró Milo mirándolo feo.

 

- ¡¿QUE DICES MILO?! ¿Qué si aceptas, verdad? – respondió Aioria divertido mirando a un entusiasta Afrodita.

 

- ENTONCES, ¡¿Qué Esperamos?! – dijo Afrodita tomándolo de la  mano y haciendo que este se levante.

 

- Espera, yo no he aceptado... – dijo Milo tratando de zafarse del agarre haciendo parar a Afrodita.

 

- ¡Vamos Milo! ¡Si hace un rato me decías que te morías por comer algo! – contestó Aioria divertido y dándole un empujoncito.

 

- ¡VAMOS, VAMOS! – dijo Afrodita caminando y llevándose casi a rastras a Milo.

 

El de cabellos rubios volteó y le hizo un gesto de que lo iba a matar, a lo que Aioria le respondió con una exclamación: ¡DIVIERTETE! , antes de echarse a reír.

 

** **

 

 

Milo y Afrodita caminaron hasta la terraza de la escuela, al llegar, el de cabellos celestes acomodo una pequeña manta en el suelo para poder comer mientras el de cabellos rubios miraba sin interés hacia abajo mas específicamente el patio donde corrían algunos alumnos, otros jugaban fútbol... como los envidiaba en ese momento.

 

- ¡Ven Milo, ya termine de preparar todo! – le dijo el de cabellos celestes.

 

- Aioria morirá lentamente, ¡No! Lo torturaré primero, luego le clavaré agujas a su muy maldito cuerpo, luego lo golpearé hasta que me pida clemencia...  – pensaba el rubio imaginándose todo tipo de tortura para su “amigo”

 

- ¡Milo, se está enfriando!

 

- ¡¡AAAhhh!! YA VOY – contestó desganado acercándose a donde se encontraba Afrodita.

 

La comida fue un tanto monótona, la mayoría de las risas y diálogos eran de Afrodita que trataba de llamar la atención a un desganado Milo que comía rápidamente. Bueno, la compañía no era buena, pero la comida era otro asunto tenía que reconocer.

 

Cuando terminaron, Afrodita se acercó a la reja desde donde se veía el patio central con los estudiantes aun disfrutando del descanso convenciendo a Milo que hiciera lo mismo.

 

Afrodita estaba nervioso, esa le parecía una perfecta oportunidad para declararse... OTRA VEZ. Pero estaba tomando el valor para decirlo y eso le tomaría algunos minutos que parecían eternos por el silencio incomodo que se formó entre ellos.

 

Por su parte, Milo miraba sin mucho interés hacia abajo. Cuando de pronto, le pareció ver una limosina estacionarse frente a la escuela. Vio como algunas personas vestidas de negro, empezaron a bajar. Uno de ellos se acercó a la puerta de la limosina y la abrió.

 

De pronto, perdió noción de donde estaba o con quien estaba, se quedó con los ojos como platos mirando al niño que bajó del auto acompañado del que parecía su padre.

El padre del niño se acercó al intercomunicador y enseguida se abrieron las puertas.

 

Milo no lo podía creer, ¡Era el niño más hermoso que había visto! , su cabello rojo le fascinaba, sus andar tan galante, su ropa tan fina y elegante... ¿Amor a primera vista? No, él no creía en esas cosas, pero algo en él se había removido y no podía dejar de mirarlo. Lo siguió con la mirada hasta que se perdió en el edificio de la escuela.

 

Afrodita que parecía no haberse percatado del niño nuevo, ya que estaba perdido buscando las palabras para declararse, se armó de valor y lo llamó bajito.

 

- Milo...

 

En eso sonó el timbre, señalando el fin del descanso.

 

- ¡Lo siento Afrodita, tengo que irme! – Dijo un Milo con prisa - ¡Nos vemos!

 

Milo se alejó corriendo como alma que lleva el diablo mientras Afrodita se quedó de pie, decepcionado de haber fallado.

 

- Nos vemos Milo...

 

** **

 

Aioria esperaba ansioso en la puerta del salón. La curiosidad de saber como había salido la “cita” de su amigo lo estaba impacientando, hasta que lo vio acercarse, mirando hacia atrás distraídamente y avanzando a paso lento, como si buscará a alguien...

 

- ¡Oye Milo! – le dijo burlón y acercándose al de cabellos rubios - ¿Cómo te fue en tu cita, eh?

 

Milo poco o nada de atención le había puesto. Su mirada estaba buscando a ese chico que había visto, así que, sin darse cuenta, se paso de largo a Aioria mientras avanzaba a otro pasillo buscando al chico.

 

Justo cuando pasaba por su lado, Aioria se dio cuenta que Milo no le prestó atención y antes de que se fuera, lo tomó del brazo y lo obligó a mirarlo. Milo parecía sorprendido, como si recién se diera cuenta que ya estaban cerca del salón.

 

- Oye, ¿Qué te pasa? ¡Te estoy hablando! – dijo fingiendo enfado.

 

- Aioria, ¿No lo has visto?

 

- ¿eh? ¿A quien? – pregunto extrañado – Si te refieres a Afrodita, supongo que ahora tiene clase, pero eso tu ya lo sabes...

 

- ¡¿Afrodita?! ¡No! – Ahora si había reaccionado – No, yo me refiero a...

 

- Señor Dilan y Señor Skylios, creo que su clase esta a punto de empezar y si no quieren recibir castigo, será mejor que entren de una vez.

 

Milo y Aioria se quedaron de piedra. Voltearon despacio para confirmar sus sospechas. ¡Rayos! ¡Era el director! Como si hubieran visto un fantasma, se disculparon rápidamente, tocaron la puerta y como era de esperarse el maestro les mira con cara de pocos amigos, pero finalmente les dejo pasar.

 

No había que adivinar como el director recordaba sus nombres; tantas veces ir a su oficina por sus travesuras en primaria le habían costado cierta “popularidad” en el alumnado y sobre todo, en el director, que siempre los tenia en la mira por si algo se le ocurría a ese par.

 

Al entrar, Milo y Aioria eran observados por todos incluido maestro irritado por la interrupción mientras se dirigían a sus asientos en completo silencio que se desvaneció al escuchar nuevamente al maestro que continuo su clase de “teorías atómicas”.

 

La clase fue tranquila, salvo por el examen oral que le tomo el profesor a Aioria (no era su día) y que felizmente superó ya que estaba también dedicando su tiempo a estudiar esa materia.

 

Milo durante el transcurso de la clase no podía sacarse de la cabeza al chico “pelirrojo” mientras que Aioria trataba de prestar atención y se reprimía las ganas de dormir. Aunque ganas no le faltaban.

 

** **

 

 

Al terminar las clases, Aioria y Milo salieron, pero Aioria quería saber sobre la cita, así que empezó a preguntarle sobre eso a un rubio distraído.

 

- y, ¿Cómo te fue? – Le decía Aioria caminando a su costado.

 

- Bien... gracias...

 

- ¿Eh? ¡¿Solo eso?! Dime más, ¡vamos Milo cuenta! – Decía un Aioria exasperado – Dímelo rápido que pronto vendrá mi hermano a recogerme...

 

- ¿Qué cosa?

 

- ¡Ayyy! Sobre la cita con Afrodita...

 

- ¿AH? – Ahora si Milo volvía a prestarle atención. - ¿Afrodita?

 

- ¡Sí! Rayos, ¿Qué te pasa? Pareces un idiota, ¡Hace rato te pregunto lo mismo y tu parece como si andases en la luna! Otra cosa, ¿A quién buscabas hace un rato?

 

- Aioria, no me vas a creer, pero hoy vi...

 

Fue interrumpido por el claxon de un auto que se estacionó afuera justo en frente de la escuela.

 

Aioria por reflejo miró el auto y luego a Milo mirándolo amenazante. Era su hermano, pero el chisme se lo tendría que contar ese bicho.

 

- Me tengo que ir, pero de esta no te salvas, te quiero ver conectado hoy en la tarde para que me cuentes porque andas raro hoy. Si no te conectas, ¡te golpearé! – le decía amenazante agarrándolo del brazo.

 

- ¡Ja! No me hagas reír gato, a ver, ¿Tú y cuantos más? – le decía devolviéndole la amenaza y soltándose.

 

- ¡AHH! Solo conéctate, ¿entiendes? ¡Adiós! – le decía Aioria, separándose y corriendo hacia el auto al cual subió con prisa.

 

Milo vio como el vehículo se alejaba hasta que lo perdió de vista. Por inercia, volteó a ver la escuela y no pudo dejar de preguntarse si volvería a ver a ese niño. Parecía de su edad, tal vez este en su curso, No lo sabía, pero tendría que concentrarse en el examen de pasado mañana de literatura. Su maestra ya le había dicho que ni sus notas perfectas de deportes le salvarían de tomar el curso en verano.

 

- Rayos...- murmuró – Ahora que recuerdo la maestra me pidió que mis padres firmaran mi examen anterior... – suspiró. Sería un largo camino a casa...

 

Salió corriendo de la escuela, pensando en como le diría a sus padres que firmarán el examen sin que trajera consecuencias. Tan preocupado estaba que no se percató que uno de ojos color caoba lo observaban desde el edificio...

 

Continuará...

Notas finales:

Waaa! Sí, no me canso de escribir sobre adolescentes, pero tengo como excusa que esta es una historia antigua, ¿eh?

Nos vemos en el siguiente capi! :)


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