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La cruda realidad por Bo Pendragon

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Notas del capitulo:

Ninguno de los personajes me pertenece y todo eso, si fueran míos serían gays x3

 

 

El corazón de Shizuo latía descontrolado. Su respiración estaba cada vez más acelerada a pesar de estar completamente inmóvil, de pie en medio de esa habitación que acababa de quedarse prácticamente a oscuras. Aún sostenía en la mano la lámpara de mesa que, segundos antes, había iluminado por ultima vez la sonrisa socarrona del que consideraba su peor enemigo.

 

Izaya estaba tendido en el suelo a unos metros de él, la distancia que había recorrido tras recibir el golpe. No se movía.

 

Dio unos pasos hacia él, vacilante.

 

—Izaya, deja de hacer el idiota y sigue peleando —la habitación estaba sumida en el silencio—. ¿Me oyes? Te estoy diciendo que te levantes.

 

Pero nadie contestó. La poca luz que entraba por la ventana iluminaba el cuerpo delgado y el rostro pálido del más joven. Tenía los ojos cerrados y de su frente chorreaba un hilo de sangre que resbalaba hasta el suelo, manchando la alfombra. Se acercó hacia él y se arrodilló a su lado. Le temblaba todo el cuerpo. Muchos sentimientos se arremolinaban en su pecho. Miedo, ira, culpabilidad, tristeza e impotencia. Era curioso, siempre había pensado que se sentiría feliz cuando aquello pasara. Alargó una mano temblorosa y la depositó sobre el pecho del otro. La movió suavemente, zarandeándole.

 

—No tiene gracia —dijo— así que ya puedes parar. ¿Intentas hacerme sentir mal para que no te mate? Porque lo voy a hacer, ¿me oyes?

 

Nada.

 

Golpear a Izaya Orihara siempre había sido su mayor pasión. Desde que le conoció supo que era de

 

lo peor. Lo malo era que el chico tenía una agilidad impresionante y jamás había sido capaz de atestarle un golpe en condiciones. Quería darle con todas sus fuerzas, lanzarlo lejos de una patada y que nunca volviera. Entonces ¿por qué se sentía así ahora que lo había conseguido? Le había dado un golpe muy fuerte en un punto malo de la cabeza.

 

"Estúpida pulga", se decía a sí mismo mientras tecleaba el número de Shinra en su teléfono móvil, "¿acaso te estás haciendo el muerto porque querías ver cómo reaccionaba en una situación como esta? Cuando te despiertes, juro que te mataré de verdad para que veas lo que es bueno."

 

Al otro lado del teléfono sonó la voz de su antiguo compañero de clase.

 

—¿Qué pasa, Shizuo?

 

—Shinra, necesito que vengas de inmediato. Izaya está mal.

 

—¿Izaya? ¿Qué ha pasado? Mandaré una ambulancia. ¿Dónde estáis?

 

—En su casa. Date prisa.

 

—Está bien, quédate ahí hasta que llegue, ¿de acuerdo?

 

—Sí.

 

Shinra colgó y en la habitación volvió a hacerse el silencio. Shizuo se levantó y encendió la luz, ya que la lámpara de mesa no iba a servir más. La luz iluminó a Izaya. Uno de sus pómulos se estaba empezando a poner morado y tenía la ropa rasgada por algunas zonas. Había cosas tiradas por todas partes. Realmente había sido una buena pelea. Se arrodilló a su lado y le miró fijamente. Durante unos dolorosos instantes le dio la impresión de que no estaba respirando, pero finalmente vio su estómago subir y bajar unos milímetros. Aquello le hizo relajarse un poco, pero seguía teniendo la sensación de que la vida de aquella maldita rata estaba en peligro.

 

Tras unos minutos que se le hicieron eternos, sonó la puerta. Cuando abrió, Shinra y otros médicos tumbaron a Izaya en una camilla y le sacaron del apartamento. Una vez todos estuvieron fuera del edificio, su amigo se acercó a él con una expresión extraña.

 

—Vaya, y yo que pensaba que ustedes dos os odiábais. Tienes corazón después de todo, por lo que veo.

 

Frunció el ceño y se puso rojo hasta las orejas. Estuvo a punto de golpear a Shinra, pero se contuvo.

 

—Le odio, por eso mismo no puedo dejar que muera. Necesito seguir golpeando a ese idiota.

 

El hombre de las gafas rió y luego le dedicó una mirada seria.

 

—Has hecho bien en llamar. Tiene más de una costilla rota y temo que alguna se haya clavado en un pulmón. Su respiración era muy débil. Aún no está fuera de peligro, pero si no fuera por ti su muerte habría sido segura.

 

Shizuo chasqueó la lengua y miró hacia otro lado. Sabía que Izaya ni de lejos hubiera hecho lo mismo por él. Shinra le preguntó si quería irse con ellos a la farmacéutica, a lo que se negó en rotundo. Mientras observaba la ambulancia alejarse se dijo a sí mismo que debía distanciarse de aquella sabandija lo más que pudiera.

 

* * *

 

Cuando Izaya Orihara despertó, lo primero que vio fue el tejado blanco de una habitación que no era la suya. Al intentar incorporarse se mareó y sintió un dolor punzante en la cabeza. Decidió que lo mejor sería quedarse tumbado. ¿Qué hacía allí? Lo último que recordaba era que Shizuo llegó a su casa y se pusieron a pelear... oh.

 

Así que ese bastardo había logrado que le ingresaran en el hospital. Y a juzgar por cómo le dolía todo el cuerpo debía haberse llevado más de un buen golpe. Pero él también le había dado. Su "querido" Shizu-chan debía de tener algún que otro corte en el cuerpo. Pero ese hombre se había levantado y había echado a andar cuando hizo que le disparasen, así que ni siquiera debía notar algo tan superficial como un corte. La puerta de la habitación se abrió y por ella apareció una cara conocida.

 

—Por fin te has despertado. ¿Cómo te sientes?

 

Shinra y él habían ido juntos al instituto, por lo que se conocían desde hacía años.

 

—Me duele todo el cuerpo. Parece ser que ese bestia descerebrado me dio una buena paliza.

 

Shinra rió.

 

—Bueno, ya sabes cómo es Shizuo. No sabe controlar su fuerza —le tendió un vaso de agua que Orihara aceptó de buena gana—. Pero que sepas que si sigues vivo es gracias a él. Me llamó cuando vio que te había hecho demasiado daño.

 

El sorbo de agua que estaba bebiendo se le fue por mal lado y comenzó a toser como un condenado. El médico le miraba, expectante. Obviamente quería ver su reacción ante esas palabras. ¿Realmente Shizuo había hecho algo así?

 

—Menudo idiota —dijo con una sonrisa socarrona—. Así que siente pena de los demás, qué tierno.

 

—Tenías una costilla clavada en el pulmón izquierdo. Habrías muerto si te hubiera dejado ahí.

 

No cambió la expresión de su rostro, pero tampoco dijo nada más. Shinra le dijo que tendría que estar allí uno días y luego salió de la habitación. Una vez sólo, Izaya relajó los músculos de la cara, borrando aquella sonrisa falsa.

 

¿Shizuo se había apiadado de su vida? Vaya. Realmente esa era una reacción que no esperaba de su parte. Pero bueno, él casi nunca podía predecir lo que ese hombre iba a hacer. Por eso precisamente le gustaba hacerle la vida imposible, ponerle en situaciones extrañas para ver sus reacciones y divertirse a su costa. Era sencillamente genial.

 

Pero debía admitir que estaba realmente sorprendido. Había estado al borde de la muerte a la que tanto temía, y tenía que agradecerle el seguir ahí a Shizuo. Durante un fugaz instante, se sintió culpable por haber intentado asesinarle mil veces. Pero sólo por un instante. Terminó de beberse el vaso de agua y volvió a recostarse en la cama, dispuesto a dormir un poco más.

Notas finales:

¡Hola a todos! Esto ha sido una pequeña introducción a mi historia, que espero que os haya gustado. Seguiré subiendo capítulos conforme los escriba. Se aceptan, reviews tanto buenos como malos, y sugerencias. ¡Hasta pronto!


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