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Cuerdas. por fxctheworld

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Notas del capitulo:

Espero les agrade este one shot, y, tomen muchos pañuelo porque lloraran </3

2015, En la ciudad de Domino. Escuela primaria.


- Niños, - Llamó la profesora haciendo que los infantes guardaran silencio.- este es su nuevo compañero. Su nombre es Yami, como ven es algo especial. Pero entre todos tenemos que conseguir que se sienta a gusto el tiempo que este con nosotros. ¿De acuerdo? bien, vamos a empezar con la clase.


La profesora llevaba a un niño de cabellos tricolores quien se encontraba en silla de ruedas a la fila, donde estaría el resto de las clases.


Los dos chicos de los asientos últimos de las dos filas, al verlo y ver el estado en que se encontraba decidieron alejar sus bancas exageradamente de el.


Logrando que el chico de ojos carmesí se sintiera mal.


- ¿Recuerdan lo importante que hablamos ayer de la importancia de las comas? - Habló la profesora recordándoles a sus alumnos la clase anterior.


En frente de Yami, había una chica, que al voltearse esta le sonrió amigablemente.


Vestía con el uniforme del colegio, su cabello era similar al de Yami, sólo que su pelo estaba abajo y tenía mechones morados. Yami los tenía carmesí como sus ojos. La chica poseía unos ojos amatistas verdaderamente hermosos. Sus mechones estaban abajo haciendo forma de copete, mientras que el chico los tenía parados de punta, y algunos de lado de su frente.


El chico se mostró confundido ante la acción de la chica por sonreírle, y no actuar como los demás niños quienes murmuraban y lo miraban con horror.


Nuevamente, ella se volteo no sin antes mirarlo mientras sonreía.


.


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La profesora tomó la silla de ruedas de Yami, para llevarlo al patio de juegos donde todos los niños jugaban, en especial aquella niña.


Quien se encontraba jugando a la cuerda con otras dos compañeras. La profesora se detuvo, dejando al pequeño Yami en medio patio.


- Ahora vuelvo.


Yami miró a todos lados sin poder moverse un poco, sólo sus ojos y un poco su boca, pero no podía hablar, eran lo único que podía mover.


Miro a su izquierda a unos 3 niño jugar con una pelota de futbol, el cuanto deseaba poder jugar como aquellos niños. Moverse con libertad, y no tener que estar atado a una silla de por vida, y que todas las personas lo vieran como un fenómeno, la única que lo aceptaba así era su madre.


O eso creía el...


Yami volteo su vista a aquella niña que le había sonreído amigablemente, estaba jugando con otras dos niñas más. Una tenía el pelo castaño y ojos azules, la otra parecía tener cabello rubio. La pequeña reía divertida, hasta que...


La niña paró de jugar al ver que el niño nuevo estaba solo a mitad del patio, así que decidió acercarse a él, nuevamente mostrando su amabilidad.


- Pero Yugi ¿a dónde vas? - Preguntó una de las niñas.


La pequeña de nombre Yugi, se le acercó tímidamente al niño con la intención de hablarle. Al ver su silla de ruedas, levantó su vista para luego sonreírle ampliamente.


- Hola Yami, soy Yugi. - Saludó la pequeña presentándose ante el niño tricolor, que era muy similar a ella.- Te pareces mucho a mi, excepto por el tipo de cabello y los ojos. - Río suavemente ante la extraña coincidencia de los dos infantes.- Bienvenido a la escuela. - Ella estiró su mano con la intención que la tomara.


Yami con sus ojos vio las intenciones de aquella de niña, de nombre Yugi. Quería con todas su fuerzas estrechar su mano, pero por su condición no podía.


Ella un poco decepcionada al ver que no aceptaba su saludo, bajo la mano. Pero sus ánimos no se fueron.


- ¿Sabes caminar? ¿Hablar? - Rasco su nuca al no obtener respuesta alguna.- ¿No sabes nada? ¿Qué te pasa? -Hizo una ligera mueca.- eres un poco raro... Mira, es muy fácil - Nuevamente Yugi sonrió mostrando su entusiasmo.- ¿Quieres mover una mano? haces así. - La tricolor mostró su mano haciendo la acción de moverla. - Y la mueves. - Hizo una pausa, el ojicarmesí sólo la veía atento.- Y si quieres hablar, haces así. Ho-la. - Hizo gestos con su boca, indicándole como debía hablar.- Y lo haces.


- ¡Yugi, ven a jugar con nosotras! - Le habló una chica de cabellos castaños a su amiga, ella volteo asintiendo para luego mirar al niño y retroceder para ir con sus amigas, no sin antes mirarlo otra vez.


- ¿Y si te pica un brazo, como te rascas? - Preguntó inocente la niña colocando sus manos abajo de ella y meciéndose.- Yo cuando me pica un brazo no me puedo aguantar. - Sonrió nuevamente yéndose a jugar con sus amigas.


Yugi no duró mucho tiempo jugando, ya que cuando dirigió su mirada a Yami y al ver como lucía tan solitario, paró, provocando el enojo de sus amigas.


- ¡Oh Yugi pero que haces! - Replico la castaña, pero Yugi la ignoró y tomó otra cuerda que había ahí yendo hacía donde Yami.


 - ¿Quieres jugar conmigo a la cuerda? Mira, es muy divertido. - La de ojos amatistas le mostró la cuerda sonriente.


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Yugi ató la cuerda a uno de los bordes de la ventana del patio, para luego ponerla en frente de Yami. Tomó el final de la cuerda para levantarla en el aire y que cayera al frente de los pies del tricolor, al hacerlo ella tomó con cuidado la silla de ruedas y cruzar dicha cuerda. Simulando que Yami había saltado la cuerda. Para después repetir el procedimiento.


Las niñas que veían dicha escena, miraron con extrañeza a Yugi.


- Pero que rara es Yugi. - Dijo la castaña con cara de horror, la rubia concordó con ella.


Yami escuchó como llamaban aquella niña un poco similar a él, e hizo una ligera mueca de decepción. No las culpaba, ¿Quién querría juntarse con alguien como él? aún no creía que aquella niña dejará de jugar con sus amigas sólo para venir a donde él estaba.


Yugi no se inmutó en escucharlas, rascó su nuca al ver que Yami parecía estar aburrido. Luego volteo a ver a los demás niños que jugaban futbol, se le ocurrió una idea.


- Ya sé lo que te pasa, a ti lo que te gusta es el futbol. - Sonrió animada.


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- ¡Máxima concentración, el delantero va a chocar! ¡Es el máximo goleador del campeonato, pero la portera es la más genial de la competencia! - Exclamó con voz de locutora Yugi, quien estaba atrás de una portería dibujada con gises.


En su mano tenía la cuerda donde estaba amarro el pie de Yami justo al frente de ella, quien traía el balón en dicha parte de su cuerpo.


Yugi sonrió tirando de la cuerda, provocando que el pie de Yami pateara el balón y se acercará a la portería.


- ¡Impresionante patada le ha dado al balón, que se acerca como una bala a la portería! - Exclamó nuevamente la tricolor viendo el balón, pero este se paró casi a llegar a su destino. Yugi dejo caer la cuerda para acercarse al balón y arrojarlo a la portería, que resonó el balón al chocar contra la pared, dando señal que había anotado Yami. Quizá su primer gol y su primera jugada. - ¡¡GOOOOL, GOL, GOL!!


Gritó la pequeña levantando el chaleco del ojicarmesí atorándolo en su dicha cabeza puntiaguda, en forma de celebración. Tomo la silla de ruedas con cuidado pero sin perder los ánimos del juego.- ¡Yami ha metido gol, el máximo jugador de la liga! ¡GOL, GOL GOL!


Mientras tanto las mismas niñas y otros dos niños veían la escena nuevamente extrañados. Pero a Yugi no le importaba en absoluto, solo quería jugar con su nuevo amigo.


- Pero que rara es Yugi. - Volvió a comentar la niña, quienes los demás concordaron.


Yugi se detuvo, bajo el chaleco del uniforme de la cabeza de Yami, mientras que la tricolor sonreía satisfecha.


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Al día siguiente.


Las clases nuevamente han terminado, llego la hora más esperada para Yugi, el receso.


- Profesora déjeme a mi, yo puedo. - Se ofreció Yugi en cuidar de Yami durante el receso para jugar con el.


La profesora asintió alegre, era la primera alumna que se acercaba de esa forma a Yami. - Esta bien Yugi, ve.


Y así fue como la tricolor tomó la silla de ruedas y se lo llevo al patio a jugar, no sin antes llevarse una cuerda.


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- Chocolate, choco choco la la, choco choco te te, choco la, choco te, chocolate. - Habló la pequeña jugando con las manos de Yugi, quienes estaban amarradas a una cuerda y a las manos de ambos.


Yami sonrió de forma animada, ese juego nunca lo había jugado. Claro que vio como otros niños lo jugaban, pero jamás pensó que el llegaría a jugarlo, sobre todo de esa manera. No le importaba si era por método de cuerdas, él se divertía con aquella niña. El pensó que hacía todo esto por lastima, pero al notar la preocupación de la niña de ojos amatistas que tenía por él, cambió de idea.


No había momento en que la niña no le sonriera animadamente, no fingía para nada. Muchos de los niños pensarían que Yugi sólo hacía eso por lastima o por querer hacerlo sentir mejor.


Si no, era porque, de alguna forma a Yugi le pareció agradable aquel niño similar a ella y además porque deseaba ser su amiga y que el la considere como una.


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Ahora mismo se encontraban en el otro extremo del patio, sobre unas bancas los dos sentado leyendo un libro, bueno Yugi le leía un libro. Le costó un poco de trabajo levantarlo y sentarlo, pero todo esfuerzo valía la pena para ella.


- Érase una vez una bruja enamorada de un príncipe. - Leyó el pequeño libro que traía la niña, nuevamente las manos de los niños estaban atadas a una cuerda, para que Yami se sintiera participe de la actividad cuando pasaran de página.


El sólo prestaba atención a la lectura, de vez en cuando miraba a Yugi y sonreía.


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- Uno, dos.


Repetía consecutivamente Yugi, moviendo las piernas de Yami con las cuerdas, ella creía que tal vez sí hacía esa especie de actividad él podría caminar y moverse libremente. Y así poder jugar los dos.


Repitió el mismo procedimiento con los brazos de Yami. - Uno, dos.


Con ella, se sentía como si en verdad el pudiera moverse. Y agradecía todo el apoyo y sobre todo su amistad que le había dado en estos días de haber jugado.


Después de los ejercicios, volvieron a jugar nuevamente futbol con la misma técnica. Esta vez Yami había anotado gol sin problema alguno.


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Al día siguiente nuevamente los dos infantes estaban en el patio de receso jugando con una cometa de papel hecha por Yugi, quien la había traído para poder jugar con Yami y que viera un comete de cerca, quizá el nunca había visto uno o al menos jugar con el.


Yugi hizo su deseo realidad, nuevamente la sonrisa de Yugi estuvo presente dándole ánimos a Yami, este sonreía con emoción.


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Ahora los dos niños estaban jugando a los piratas, Yugi había disfrazado a Yami con un sombrero de papel en forma de barco, un parche en el ojo y una espada de madera.


- ¡Capitán salve a la doncella! - Gritó Yugi haciendo el personaje de un marinero de lado de Yami, luego se colocó al frente.- ¡Auxilio capitán sólo vos podéis salvarme! - Habló Yugi actuando como una princesa que necesitaba ser rescatada. Para luego agacharse y tomar una espada y pintarse el bigote mientras reía de forma maléfica y se aclaraba la garganta. - No conseguiréis salvarla, la doncella es mía, jo jo jo. - Río haciendo vos de un hombre rudo, para luego tomar su espada y chocarla con la de Yami simulando una batalla, el sonrió.


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Los meses pasaron hasta llegar a Otoño.


Nunca pararon de jugar, ya toda la escuela los consideraba los mejores amigos. Aunque Yami no pudiera moverse o hablar, él ya consideraba a Yugi su mejor amiga.


Nuevamente estaban sentados en las bancas leyendo otro nuevo cuento, como siempre sus manos estaban atadas en una sola.


- El príncipe y la princesa, vivieron felices por siempre. - Leyó Yugi con voz suave, recargando su cabeza en el hombro de Yami con delicadeza.


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Yugi se encontraba de frente contra la pared contando, mientras sostenía la cuerda atada a la silla de Yami, quien estaba atrás de ella.


- Un dos tres toca la pared. - Dijo mientras tocaba un par de veces dicho muro, jalando con cuidado la silla para que este se moviera. Volteo su cabeza fingiendo que Yami no lo había pillado por haberse movido. Nuevamente repitió el procedimiento.- Un dos tres toca la pared. - Movió otra vez la silla, pero esta vez volteo en seguida para ver a Yami.- ¡Ja te pille!


Yami sólo sonreía mientras la veía.


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Yugi se encontraba a lado de Yami, quien lo miraba curioso. Había pasado un rato que la chica estaba con su libreta, y tenía mucha curiosidad por ver que era lo que hacía. Pero espero pacientemente a que ella se lo mostrará, y lo hizo.


La tricolor mostró su libreta, mientras movía las hojas con rapidez haciendo una simulación del dibujo que parecía moverse. Eran ellos dos bailando un vals.


Yami sonrió mostrando sus dientes, claramente eso le alegró el momento. Quizá, tal vez, algún día, eso podría pasar... pero preferiría imaginárselo.


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Estaban por jugar un partido de futbol, cuando la pequeña se inclino a poner el balón en los pies de Yami, cuando estaba por levantarse, algo paso.


No se sabe si fue un milagro, o quizá un pequeño avance de la recuperación de Yami. Pero, él mismo había pateado la pelota.


Cosa que emocionó mucho a la niña. - ¡Ah, sí! - Exclamó feliz Yugi poniéndose de pie y colocándose enfrente de Yami tomándolo de los hombros.- ¡Tu solito lo has conseguido, vas a recuperarte y vas a caminar y también hablar! - Yami sólo se dedicó a mirarla con cierta felicidad y entusiasmo en su rostro, era la primera vez que había visto a Yugi tan emocionada, y sólo por mover un poco su pie.- ¡Pero sobre todo recorreremos el mundo! ¿Sabes que hay sitios donde comen hormigas? - Río divertida por lo que dijo.- Bueno no hace falta que comamos hormigas. ¡Lo que importa es que vas a recuperarte! - Le dijo nuevamente entusiasmada, se abrazo con cuidado a él, pero mostrándose afectuosa. Este día había sido el mejor, había esperanzas de que Yami se recuperará.


El tricolor al sentir dicho abrazo, su sonrisa se extendió mostrando sus dientes, cuanto deseaba poder abrazarla y decirle lo mucho que apreciaba su ayuda y la sincera amistad que le dio al compartir momentos inolvidables, pero quizá algún día se lo diría, sólo había que esperar.


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El timbre sonó dando la indicación de la hora de receso, cuando Yugi estaba por levantarse la profesora le habló.


- Yugi, hoy no puede salir a recreo. - Habló serenamente mientras se encaminaban a Yami, quien al igual que ella se sentía decepcionado y triste de no poder salir a jugar con su única amiga, por algún motivo se sentía demasiado débil y cansado. - Mira esta muy cansadito, si quieres puedes quedarte con el a hacerle compañía. - El tricolor levantó su vista y vio con tristeza a Yugi, paro luego agacharla. Finalizó la conversación la profesora saliendo del aula, dejando solos a los niños.


- ¿Qué te pasa, no te apetece jugar hoy? - Preguntó preocupada la tricolor inclinándose frente a él, se notaba un poco que estaba cansado, como respuesta de Yami sólo consiguió un suspiro. - Hum.


Pensó con cuidado Yugi, para levantar los ánimos de su mejor amigo, hasta que se le ocurrió algo.


Empezó a mover las butacas haciendo un circulo al rededor y dejando un espacio sólo para ellos.


Colocó la grabadora con una canción tipo vals, de inmediato el chico sonrió sintiendo sus ánimos volver.


La niña se acercó a él, tomando sus manos con suavidad mientras lo ponía de pie estrechándola contra el cuerpo de ella, la cabeza de Yami quedó en el hombro de su amiga. Yugi sonrió tomando las manos de Yami rodeándolas en su cuello. La canción sonaba lentamente, y Yugi se mecía sobre su lugar simulando un vals con su amigo.


Los ojos de Yami brillaban como nunca, este momento junto a ella era el mejor que estaba teniendo, sobre todo porque estaba muy cerca de su amiga, la quería y mucho, demasiado.


Yugi por su parte estaba demasiado feliz de haber tenido un amigo como él, no le importaba si no hablaba, o no se movía, ella lo quería por lo que era y lo aceptaba tal cual. - Te quiero, Yami. - Sonrió cerrando sus ojos. El tricolor sonrió a más no poder.


¡Le había dicho que lo quería! un cosquilleo sintió dentro de si.


Mientras por la imaginación de Yami, pasaban cosas maravillosas.


El se imaginaba a él y a ella en una pista de vals, bailando animadamente. Claro que Yami en su mente, imaginaba que él en verdad podía caminar y hablar. Él llevaba un smoking puesto, mientras que Yugi llevaba un vestido color morado casi igual que esos bellos ojos amatistas que ella poseía.


Yami le sonreía con ternura mientras bailaban, Yugi por su parte lucía demasiado contenta y feliz.


Siguieron bailando un rato más, hasta que ellos pararon y se miraron a los ojos.


Aunque sea en su imaginación, tenía que decirle cuanto la quería y agradecerle por todos los momentos que coleccionaron, haciéndolos un recuerdo.


- Yugi... - La voz de Yami era un poco ronca a pesar de su edad, miró fijamente a la niña, quien lo observaba atenta. - Yo, te quiero mucho, demasiado. Y te quiero agradecer por todo lo que has hecho por mi, por ser mi amiga a pesar de mi enfermedad.


La tricolor esbozo una sonrisa amplia, abrazando a Yami quien río al instante.- Te quiero mucho también, Yami. Y te quiero tal y como eres. - Ella aprovechando el momento beso la mejilla del chico, provocando un leve sonrojo en sus mejillas.


Ambos rieron ante esto.


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Al día siguiente en la escuela.


Yugi se encontraba cantando por los pasillos de la escuela, recordando lo que había hecho con su mejor amigo en el aula. Saltando y bailando.


Hasta que algo llamó su atención. ¡La silla de ruedas de Yami! Estaba vacía, y en ella estaba la cuerda que ella le había dado como obsequio de su amistad.


Ella emocionada tomó la cuerda en sus manos. - ¡Sí, ya anda! soy la mejor entrenadora del mundo. - Se aplaudió ella misma alagándose de tal logro.- ¡Seguro que ha sido él, debe estar en el patio esperándome! Le diré tantas cosas, y el tantas a mi ¡Que no nos cansaremos! por fin podre escuchar su voz, y jugaremos y reiremos ¡Será genial, Yami espérame!


La tricolor corrió para ir directo al patio, pero algo llamó su atención. Escuchó claramente el nombre de Yami, detrás de la puerta de la oficina de la profesora, que esta estaba entreabierta. Así que decidió acercarse para oír mejor.


- No nos pudimos imaginar que estaba tan malito. - Habló la voz de una mujer.


- Nunca se esta preparada para algo así. - Respondió la profesora.


La otra mujer, quien al parecer era la madre de Yami suspiró.- Bueno, al menos ha sido por la noche  y sin sufrir.


Yugi, de inmediato reconoció a la madre de Yami, al ver el gran parecido que tenían, y al escuchar dicha confesión de la mujer. Sintió su corazón oprimirse de dolor por dicha noticia... no, no podía ser que Yami estuviese...


- La verdad es que, su cara era de alegría... - Continúo la madre.


Muerto. Yami, había fallecido ayer por la noche... sus ojos amatistas, los cuales siempre brillaban ahora estaban opacados por las lágrimas que estaban por salir, al enterarse que Yami había muerto.


Ahora entendía porque lucía tan cansado ayer, era... por eso. ¡Pero el mismo había podido mover su pie! era una señal, una esperanza que el se recuperaría. Pero no fue así... el murió.


- No sé como se lo vamos a decir a los niños, sobre todo a Yugi. Ella se había hecho muy amiga de él. - Murmuró con cierta tristeza en su voz la profesora. Yugi por el contrario se sentía mal por no haber conseguido que su mejor amigo se mejorará.


- Lo sé, recogeremos sus cosas lo antes posible, siento que hayas tenido que pasar por esta tragedia.


Yugi no quiso escuchar más, se alejó de aquella puerta mirando la cuerda que seguramente Yami había dejado para ella.


Sin dudarlo, amarró aquel objeto a su mano simulando ser una pulsera, aún con lágrimas en los ojos.


Pero al menos se sentía feliz, porque era muy seguro y probable que, la razón por la cual su cara era de alegría era nada más que por ella, solamente por ella.


Los momentos que los dos pasaron juntos en el receso, y aquel vals. Seguro serán recuerdos muy hermosos para él, donde quiera que se encuentre ahora.


Yugi respiro hondo tratando de calmar sus sollozos, su único mejor amigo ya no estaba. Pero, tenía que seguir adelante, él sería un buen recuerdo... pero sobre todo, el permanecería en su corazón por siempre.


Miró por ultima vez aquella silla de ruedas, donde el siempre estaba, le dedicó una última mirada, una sonrisa nostálgica, antes de seguir caminando por los pasillos.


- Nunca te olvidaré, Yami. - Susurró Yugi dejando caer la ultima lágrima de su mejilla.


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20 años después, Escuela primaria de Domino.


Una joven adulta de cabellos tricolores caminaba por los pasillos, con algunos libros de matemáticas, historia y biología. Hoy sería su primer día de clases en su antigua escuela, exactamente en el mismo salón que ella había estado.


Al entrar al salón, todos los niños guardaron silencio.


A sus 26 años se había convertido en Educadora de escuelas primaria, pero sobre todo ayudaba casos como el de alguien especial para ella.


Apoyó su mano en el escritorio, mostrando que aún usaba dicha cuerda como pulsera enrollada en su muñeca. Habían pasado años, y ella nunca se quitó dicho objeto, creía que si lo mantenía con ella, él definitivamente estaría a su lado.


- Buenos días niños, soy Yugi, su nueva profesora.


FIN.

Notas finales:

Bueno, esta historia me inspiré sobre un vídeo que me mostraron en la secundaria, no sé si algunos lo conozcan o les suene. Levanten la mano, ¿Quién llora conmigo? O/ bueno, les quiero hacer una pregunta LEAN, es muy importante. ¿Quieren este final, o prefieren que haga uno alternativo? donde Yami se recupera? :D


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