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Ra Var Me? por Lebrassca

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Notas del capitulo:

Un larguito three-shot de D18, mi pareja favorita por más tiempo que pase. Vuelvo con introspecciones extrañas, ojala les gusten en esta historia.

Ninguno de los personajes me pertenece (creo que todos sabemos que son de Akira Amano) tampoco hay ganas ni intenciones de ganar dinero con esto.

Sin más… disfruten.

Cuando Kyoya abrió los ojos por primera vez, solo vio blanco. El resplandor enceguecedor acudió a sus pupilas casi de inmediato y tuvo que cerrar, a causa del escozor, lo que luego conocería como párpados.

Duro en la suave oscuridad tenue hasta que sintió algo de fricción, acompañada de una sensación desconocida que al paso rápido erizaba su… ¿Acaso él conocía ese dialecto? Como decirlo; él no entendía. Hasta hace poco era uno con la nada y ahora era algo. Se sentía ajeno.

Así fue como Hibari Kyoya, nombre impuesto por su creador, en poco sintió la molestia y la luz, el calor y el frio, la confusión y ahora mismo, la frustración del no saber.

Estaba perdido, se notaba en él recién adquirido iris humano, que inspeccionaba en la lejanía del cosmos. Esto no le gusto al fabricante que, principiante en aquél arte, comprendía la inconexión del otro, pero no le parecía lo adecuado para con él. Ante todo, era él su creador, su dios. 

“Rva” (Ocho) – Brotó de los nuevos y níveos labios tibios, sorprendiendo al hablante con su propia voz. Kyoya, entre más tiempo pasaba, menos entendía. Volteo la mirada hacia abajo, pues la luz comenzaba a molestarle de nuevo. Vio unas formaciones largas con un extremo de donde salían otras ramas algo mucho más cortas y delgadas (sus brazos y manos).

Empezó a mover las ramificaciones –“Me maqvs…” (Tengo)- Una a una, lentamente – “Erti… ori… sami… otchi… khuti. Khuti. Ara ¡Rva! Rva” (Uno… dos… tres… cuatro… cinco. Cinco. No ¡Ocho! Ocho)- Se tomó los brazos con fuerza, casi jalándoselos, causando heridas al enterrarse las uñas. Sentía algo horrible al hacerlo, un algo que no entendía, pero era indiscutiblemente mortífero.

Experimentaba el dolor.

La pequeña fricción de la mano sutilmente posada sobre el hombro se volvió un agarre violento en forma de tijera, alertando a Kyoya, quien dejó de machacarse los antebrazos, y de mirar hacia abajo y hacia el frente, y de pensar incongruencias y de frustrarse. Tan solo por un segundo, cuando viró hacia la izquierda, observando un ente de ojos distintos, con su ramificación posada dolorosamente en su entidad apretando.

Esto se llama dolor- Mencionó en su idioma natal, a lo que su creación entendió, sin saber cómo –Tu eres Hibari Kyoya- Mencionó con un aire algo sarcástico en la última silaba.

“Ver gavige” (No comprendo)- Trastocó con voz fuerte, para nada común en una nueva entidad, el bicolor se sonrió.

“T’k’veni Hibari Kyoya” (Tu eres Hibari Kyoya)- Dirigió con voz convencida en el idioma original de su invención, a lo cual el nuevo espécimen decidió que ese sería su nombre.

“Me Hibari Kyoya var” (Soy Hibari Kyoya)- Hay fue que el otro soltó su ceñido agarre del hombro del otro- Dolor “ara”-

Cierto, el dolor se ha ido- Se aleja unos pasos de él, presentándole una cosa circular brillante y platinada, que pone delante de sí, Kyoya la mira con detenimiento. Era un espejo – “T’k’veni” (tu eres - eres tú)-

Los grises ojos fieros y la piel blanca, rodeada aun en la parte de las extremidades inferiores por la inmaculada nieve de donde provenía, le dieron la bienvenida. Unas formaciones salían de su cabeza, oscuras; eran sus delgados cabellos negros, largos por un lado y cortos por el otro. Su altura era considerable, había notado que estaba bastante lejos del piso desde que miró abajo antes, pero ahora notaba que era sostenido por las formaciones musculosas.

Delicado, frio, incomprensible y muy bien proporcionado, el mago estaba rebosante de orgullo por su trabajo, igualito al hombre en la foto de su tío, quitando los bellos cabellos ónix.

Mientras Hibari se analizaba detalladamente, no pudo evitar definir varias similitudes entre él y el que sostenía el espejo. El color de la piel, la altura sobre el piso, la formación redonda arriba (rostro) con el triángulo a la mitad y los dos óvalos blancos, que, aunque con diferentes círculos más pequeños dentro, eran semejantes; la abertura debajo del triangulo era idéntica. La anchura del medio con largas extremidades y sus ramificaciones, y luego las más largas aun, que llevan hasta el suelo. Notó que el otro llevaba cosas colgando y colores tapando varias partes de su anatomía, extrañándose, también vio una formación cilíndrica en medio de sus piernas y una capa fría transparente encerrándole los pies (lo que le conectaba directamente al suelo), que al mover uno de estos fue agrietándose.

“Ra aris es?” (¿Qué es esto?)- Mencionó refiriéndose a todo lo visto, al frio paraje blanco donde se encontraban, a su condición, a su cuerpo, a sus preguntas, a sus sentimientos, a sus sensaciones, a su vista, a su nada, al cosmos, a su vida. Dirigía la pregunta al extraño creyendo que él podía responder todas sus incógnitas contenidas, a ese desconocido tal como lo era todo.

Eres tú y el mundo- Hibari Kyoya abrió los ojos gigantemente, sintiendo estupefacción por primera vez, y una de las pocas que vendrían, denotándose existente, vivo, y atormentado. Seguía sin entender – Eres tú en el mundo, como uno-

“Erti” (Uno)- Murmuro consternado, ya sin los ojos abiertos, moviendo sus pies circularmente, rompiendo la capa interna de hielo – “Ra khar?“ (¿Que eres?)- Golpeo a su acompañante con la contundencia de su mirada veloz y tremenda, recién abierta y arrogante, en su cuerpo. Los ojos grises detallándole sin miedo y con exigencia.

Rokudo se quedó callado un momento, pues no creyó que su creación le preguntara eso alguna vez y menos en medio de su nacimiento. Retomó la calma en pocos segundos - “Me var t’k’veni ghmert’i” (Soy tu dios)- Dijo, pues en el dialecto antiguo de Hibari, no existía la palabra creador0, siendo esa palabra, para él, la más cercana a su identidad ¡Acababa de crear vida! ¡Su magia era única en especie! ¡El azabache era su obra! –“Me var ghmert’i” (Soy dios)- Mencionó ya con voz autoritaria, alzando la cabeza, mostrando una sonrisa sardónica, quitando el ovalado espejo de la vista de Hibari, poniéndolo en su mano derecha enguantada.

Fue ahí cuando Hibari Kyoya demostró su, no aun descubierta, libertad. Aquel, tan parecido a él, tan cercano y ajeno. Era imposible que fuera su ¿dios? Aquel concepto, aun incomprendido en su dialecto, le resultaba extraño, pues eso le condicionaba y se negaba rotundamente a que aquello pasara, en su nada no tenia condiciones, aquí no quería tenerlas. No lo permitiría.

“Ara erti. Rva” (No uno. Ocho)- Mencionó con una sonrisa mortífera, y con los ojos en llamas. Dejando frio al otro, que no le entendía, acaso ¿Decía que tenía 8 dioses? Eso era imposible, más cuando Hibari le veía como un igual, no como su creador.

En el paraje nevado de aquellas montañas, Rokudo se dio cuenta de que había fallado con su primer espécimen, confirmándolo, cuando sonó el crujir del cristal.

Kyoya había roto la cárcel helada de sus pies.

A sí mismo, Rokudo Mukuro se prometió no abandonar la causa de su creación necesitada de aprendizaje, al verla caer al suelo sin poder dar el primer paso.

Mientras Hibari Kyoya, juro su independencia, aun en el suelo, con los pies congelados.

Notas finales:

Bien ¡Este es el inicio! Y aunque no parezca un D18, lo será. Este capítulo es el más corto porque me pareció que quedaba bien ese final, así que nada. En los otros veremos como Hibari-creación-mágica vive en el mundo terrenal y sentimental (oh yea), o si se suicida en el intento (ojalá no pase).

Espero que les haya gustado el prólogo.

(8/7/16) Aclaro que no es un dialecto muy antiguo, es un georgiano básico y con errores, pero no quería hacer frases en un idioma inventado. Por otro lado, la palabra creador0 si debe existir en ese diálecto, pero era necesaria esa confusión para darle a la trama el giro esperado.

 

 


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