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CANELA por UsagiYumiko-sensei

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Notas del fanfic:

Oneshot, sobre..... ¿vampiros? No sé, solo escribí esto en clase mientras me aburría.

No se si tenga mucha coherencia pero debo decir que me divertí escribiendola de alguna manera.

La mejor hora de escritura en la escuela de mi vida hahaha.

Notas del capitulo:

Leean y disfruten :P

CANELA

 

Es extraño.

Siempre he sido una criatura de hábitos, de rutinas y complicados pero detallados patrones los cuales seguir y dejar que rijan mi vida.

Siempre he sido de esa forma, y me gusta. Pero esta vez no.

Esta vez mi mente no siguió la rutina. Extrañamente me dejé llevar por los mágicos encantos de ese chico con piel canela.

Ni siquiera lo busqué, fue como si la vida jugara conmigo e hiciera que ese chiquillo se cruzara en mi camino, y yo hice el resto.

Seguía mi habitual e inquebrantable rutina de los jueves, salgo a dar un paseo a las 5:30 de la tarde al parque y me regreso en bus pues ya es tarde, subo al bus (debe estar vacío o con poca gente), camino a mi casa y paso una buena velada viendo mi programa favorito con una malteada.

Esa es una parte de mi feliz rutina diaria. Si no me gustara no la haría así que no tenía por qué salirme de ella.

Todo fue culpa de ese chico.

En la parada del autobús hicieron una fila para subir de solo 7 personas incluyéndome, un grupito de adolescentes pasaron de largo riéndose y empujándose entre ellos. Fue cuando uno de ellos chocó contra mí e hizo que me estrellara contra el costado del bus; no fue tan grave pero me agarró desprevenido, haciendo a su vez que mi billetera se cayera.

Antes de levantarla el mismo chico se agacho y la recogió antes que yo, luego estiro el brazo disculpándose por el empujón. Yo tomé la billetera de su mano embelesado.

Cuando tuve a ese adolescente frente a mí inmediatamente noté sus ojos azules, tan claros que parecían ser agua cristalina. Su cabello ondulado y castaño hacían juego con esos ojos, facciones finas aunque su nariz era un poco ancha de la punta.

Pero lo más importantes, su piel. Una piel canela que brillaba ante la escaza luz que brindaba la noche.

Poco duro esa aparición celestial. Él se alejó con sus amigos quienes se burlaron de su accidente, pero el detonante no fue solo ver su rostro si no que él mismo volvió a mirarme, tímidamente giro la cabeza para verme y al cruzarse nuestras miradas sonrió penoso y picarón.

En ese momento mi corazón dio un vuelco en mi pecho, un gran pum cuyo latido resonó por todo mi cuerpo.

Creando una reacción química en cadena por todo mí ser.

Fue ahí donde mis pies, mi cuerpo entero le siguió el paso teniendo la mente en blanco. La fuerza de voluntad se esfumó y mientras una pequeña parte de mi cerebro gritaba que volviera a la fila del bus, a la rutina, otra vos mucho más poderosa y que en ese momento tomo el control solo repetía un incesante “ve”.

Seguí al grupo de adolescentes a un paso y distancia prudentes. No quería que sospecharan y llamaran a la policía, arruinando así mi plan. Después de caminar por varias calles llegaron a un antro donde intentaron entrar sin hacer fila, a lo cual fueron echados por el guardia. Hicieron lo mismo en otros dos establecimientos con el mismo resultado hasta que se toparon con uno que acababa de abrir sus puertas justo cuando pasaban enfrente.

Yo les seguí igual.

Un lugar moderno que no tardó en llenarse pero a pesar de la gente, ruido y poca visibilidad no perdí la pista de ese chico de piel canela.

Veía sus rizos saltar y alborotarse cada vez que pasaba al centro del salón y bailaba, moviendo su esbelto cuerpo al ritmo de la música sobresaliendo entre todos los demás.

Llevaba una playera blanca pegada y una camisa de botones azul abierta, pantalones beige muy ajustados. Esos tonos claros le favorecían tan bien que quizá ni necesitara la luz para destellar; como una estrella en el cielo nocturno.

El chico dejó de bailar y se acercó a la barra solo, yo estaba en una esquina del lugar bien escondido y pasando desapercibido por todos en el antro. Ese adolescente pidió un trago pero el bar tender se negó amablemente. Él le insistió e incluso hizo un lenguaje corporal que se pudo interpretar como coqueteo o insinuación. Eso calentó la sangre de mi cuerpo.

Al final el chico obtuvo un buen vaso de cerveza y lo bebió en l abarra. Recuerdo como bebía ávidamente el líquido amarillo, pidió otro. Estaba claro cuan cansado y sediento estaba después de bailar hasta ya no poder.

De un momento a otro el chico empezó a tambalearse en la barra y pronto pegó su cabeza entre sus manos. Otra vez mi cuerpo hizo lo que quiso y antes de reaccionar ya estaba con ese chico, abrazando su cadera y cargando su cuerpo de esta para que no se cayera.

El bar tender me dijo que solo bebió en total tres cervezas. Yo me ofrecía a cuidarlo.

Antes de acercarnos a la puerta de salida el chico detuvo el paso.

--¿Así que me seguiste?—sus palabras me tomaron por sorpresa. Él lo sabía, de mi presencia y fingir estar ebrio. Que astuto.

Intercambiamos unas palabras y unos momentos después nos besamos fuera del antro, en una esquina de la calle. Yo le mantenía presa contra el muro y él solo se aferraba a mi cuello con pasión mientras devoraba sus labios y lengua.

Entre gemidos y suspiros el me pedía más, que siguiera, que no parara. Pronto nuestras posiciones eran más juntas, lo subí apoyando su espalda en la pared y sus piernas rodearon mi cintura ante tal acción, ahora besaba y mordía su mentón, pasando a su cuello, a su hombro y queriendo bajar más y más.

--Para… allá hay ¡ah!—el chico señaló un edificio con letras en neón “H, E, L”

Supuse que los espacios entre la H y E eran O y T. ¿Ya tenía esto planeado también?

Jadeando y con la excitación a flor de piel corrimos al hotel de paso y nos registramos impacientes con el encargado, afortunadamente nos dio una habitación en la siguiente planta.

Cogí a ese chico de la mano y le arrastre por las escaleras, abrí la puesta de la habitación correspondiente y tan solo cerrarla volvimos a besarnos desenfrenadamente. Ahí empezamos a desvestirnos, él empezó por quitarme la chaqueta de cuero y yo seguí con su camisa azul.

Antes de desabrocharnos los pantalones yo conseguí tomarlo por la cintura y cargarlo a la cama, en el cuarto justo frente a nosotros.

Ya ahí, y no siendo muy cómoda puesto que no tenía puestas las sabanas, seguimos besándonos. Y está vez fui más abajo, pase por su pecho y abdomen esparciendo chupetones y mordiscos por esa deliciosa piel de caramelo. Pare al sentir la tela en mis labios y con furia desabroche su pantalón y tiré de este hasta quitárselo. Él solo se río nerviosamente.

Su bóxer era blanco, con eso podía ver como su miembro se erguía sobre todo lo demás. Sonreía lascivo y me acerqué a besar su ombligo y su cuerpo reaccionó con su sobresalto, pronto forme un caminito con mí lengua de ese orificio a la línea divisora de sus partes íntimas.

Él empezó a jadear, el pecho le subía y bajaba frenéticamente. Dejé de hacerle sufrir y fui directo a ese pedazo de carne caliente y palpitante, lo besé por sobre la tela. Lo lamí, chupé y mordí tanto como pude y ese chiquillo lo disfrutaba.

El bóxer terminó tan húmedo y pegajoso que se transparentó un poco, viendo perfectamente la forma de su amiguito.

--Por favor…-- dijo mordiéndose provocativamente el labio inferior y mirándome con unos ojos cargados de un libido intenso.

Respondí a su llamado y tomé el borde del bóxer, jugué un poco frotando la tela mojada sobre su miembro pero desistí y retire la prenda de su cuerpo.

Ahí estaba, expuesto ante mí y absolutamente sexy. Picaronamente abrió sus piernas, exponiendo toda su intimidad ante mis ojos, entregándose.        

Relamí mis labios y tomé su pierna izquierda, la coloqué sobre mi hombro –izquierdo igual- y bese su pantorrilla; y seguí por toda su pierna hasta llegar a su ingle; él suspiro de placer, incluso movió su cadera hacia adelante, indicándome lo que tenía que hacer.

Siempre he estado con mujeres, ya saben, mi rutina, pero era extraño que esta nueva situación me excitara tanto. Era tan agradable. Me estaba gustando eso de romper mi rutina por ese chico.

Mientras le hacía un oral me llegó la revelación de que no sabía cómo lo hacían los hombres, ¿Se podía?

No quise decepcionar al castaño que se retorcía y gemía tan dulcemente que preferí seguir mi instinto y analice la situación. Opté por cambiar la posición y subirlo a mi abdomen.

--Ya sabes que hacer…-- dijo confiando en que el chico sabría más que yo –piensen que fue él quien me indico ir a este lugar con él en primer lugar-.

--Claro—el chico me beso y como un experto felino bajo hacía mi parte baja, metiendo su mano bajo el bóxer y apreso mi miembro dulcemente.

El vaivén fue lento y dulce, después fue apretando el agarre haciendo que la felación sea más excitante. El tacto de su mano era increíble y quería más.

No aguante mucho y tomé sus caderas con fuerza.

--¡Hazlo rápido!—exigí y él sonrió divertido. No me hizo esperar más y tomando mi falo se penetró así mismo.

La sensación era inigualable, una presión deliciosa se ejercía en mi pene más la calidez de su interior. Perdí la cordura. Pronto mi chico de piel canela hizo movimientos con sus caderas frotando su trasero de una forma tan sensual que me hizo soltar un gemido, él parecía contento con ese logro y en vez de frotar comenzó a saltar sobre mí.

Arriba, abajo; arriba y abajo. Ya éramos los dos gimiendo como locos, locos de placer sobre la cama de ese hotel. Me acostumbre al ritmo de las penetraciones y cambie de posición arrojándolo bruscamente contra el colchón. Tenía sus tobillos en mi mano obligándolo a elevar las piernas y de esa forma seguí con fuertes y profundas estocadas.

A él parecía encantarle, sus gestos y sonidos exquisitos que emitía le delataban.

Acercándonos ya al clímax nuestra posición era más íntima; yo sobre él, tan pegado a su torso y abrazándolo mientras él arañaba ligeramente mi espalda, con sus piernas bien abiertas aferrándose en mi cintura.

Pase mi mano por su nuca y jalé de sus cabellos hacia atrás. Le besé profundamente y en ese preciso momento el orgasmo llegó haciendo de estas la mejor de mis experiencias sexuales en la vida.

Vi al chico debajo de mí, empapado de sudor y jadeando fuertemente para recuperar el aire en sus pulmones. Era hermoso, su piel tostada estaba en su máximo esplendor, con el cabello mojado y pegado a su rostro.

Todo él me cautivaba, tanto que a tal punto hizo que mi instinto despertara. Justo en el momento en que el muy juguetón se acercó a besar mi mejilla no pude aguantar más y hundí mi rostro en su cuello, olisquee su piel donde escurrían gotas de sudor que luego lamí saboreando la sal de estas.

Le mordí levemente y él gustoso gimió. Tomé más confianza, sentía recorrer por mi cuerpo la sensación de poder y descontrol, pronto mis caninos crecieron, se alargaron tanto y siendo tan filosos cortaron con facilidad esa piel canela.

La sangre no era lo más importante, todas saben igual. Lo distinto es el olor de la persona, la textura de la piel que posee. Lo disfrute mucho.

El último recuerdo de esa noche, además del placer corporal post-coito que experimentaba y la satisfacción de la sangre, fue ver el cuerpo de ese chico de piel canela.

Sobre el colchón de ese hotel, expuesto y cubierto de sangre, al borde de la muerte y viéndome con esos ojos azules.

Adiós… mi chico de piel canela.

 

 

Notas finales:

Si leyeron y terminaron les agradezco. No tengo muchas expectativas con este one shot pero pues es internet y todos subimos lo que queramos ;)


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