La música suave de fondo era agradable y propiciaba un ambiente ameno.
Todas las personas estaban formando pequeños grupos, todos cuchicheaban por lo bajo sobre el tema sorpresa que provocó esta reunión.
El rey de los juegos estaba también en aquella fiesta -si es que se le podía decir así- sostenía en su mano un vaso de limonada con una pequeña sombrilla adornándolo y sonreía mientras conversaba con Tea y Tristán sobre el mismo tema, el joven tricolor vestía una camisa blanca manga-larga bajo una chaqueta negra abierta, su gargantilla azul había desaparecido y en su lugar una delgada corbata negra adornaba su cuello, completaban pantalones pegados, también negros igual que sus botines.
Todos en el lugar estaban vestidos elegantes, Yugi no se sentía realmente cómodo pues muy de vez en cuando la gente se le quedaba viendo. Meneó el popote de su vaso con dos dedos escuchando por lo bajo un murmullo sobre su persona entre los poco periodista invitados y suspiró.
Para su suerte y alivio, más temprano que tarde sintió un par de manos -muy- conocidas, apoyarse en sus hombros con suavidad. Yugi se giró con una sonrisa.
Ahí estaba Yami, vestido con una elegante camisa negra de botones plateados, manga-larga aunque arremangada hasta un poco más debajo de los codos, sus pantalones de cuero enmarcaba sus perfectas piernas y una corbata magenta acompañaba el formal atuendo.
Yugi no pudo evitar morderse el labio inferior, desde que su otro yo había decidido quedarse en el presente había descubierto que, sin importa lo que eligiera usar, cualquier clase de ropa le quedaba fantástica, sin embargo ese conjunto elegante le sentaba espectacular, parecía reafirmar la sangre real que fluía por sus venas.
Luego de soltarlo, Yami tomó la copa de champagne que había traído de la mesa, igual que Joey, no se cortó ni un poco al pasarle su brazo libre por los hombros a Yugi, sin importarle las indiscretas miradas del resto de los invitados o incluso la triste y desilusionada mirada de la castaña.
Yugi se ruborizó un poco pero igualmente aquel cálido contacto le brindo la calma y el alivio que buscaba, como siempre, Yami era el único que lograba alterar sus emociones de tal manera y tan fácilmente.
Unos minutos después, el anfitrión de aquella fiesta se dignó a hacer su aparición estelar, dispuesta a anunciar por fin el motivo tras aquella reunión.
El multimillonario CEO apareció tan imponente y gallardo como siempre, luciendo un impecable traje blanco con corbata azul a juego con sus ojos. Joey no pudo ocultar el rubor de sus mejillas.
Luego de unas pocas palabras, finalmente soltó la bomba.
─Una academia para duelistas.
Los invitados, en especial la prensa, estallaron en aplausos de sorpresa y emoción.
Pero aún más, Yugi y Yami fueron ampliamente sorprendidos cuando Kaiba les pidió que fueran instructores en su próxima escuela de duelistas.
¿Algo más para esta noche?
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De nuevo, culpo a mi amiga Rina por meterme estas locuras en la cabeza ¡en serio, no sé qué le hace a mi mente!