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INESPERADAMENTE... AMOR por White Rose

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Notas del fanfic:

Esta es una historia propia, basada en algunas manías propias que me gustaría compartir con todos ustedes, este fanfic contiene escenas sexuales tanto hetero como homo, si no es de tu agrado el yaoi por favor no continúes leyendo.

Notas del capitulo:

En este capítulo les doy la introducción de los personajes para que los conozcan un poco, ahondaré un poco en ellos para posteriormente comenzar su interacción, espero que les guste.

Era una soleada tarde de verano el día que Eduard tuvo que marchar a otra ciudad para poder ingresar a la universidad, él iba a aplicar para la escuela de medicina de Meller, apenas había sido rechazado en la escuela a la que él anhelaba tanto ingresar, esa escuela quedaba en la misma ciudad a la que se habían marchado sus más preciados amigos hacía unos años, la chica de la que estaba enamorado hacía un año también estaba ahí, así que podía matar dos pájaros de un tiro, o al menos esa era lo que él pensaba.

El no ser admitido en esa escuela le había hecho un profundo surco en el corazón y en su cerebro, pensó que tal vez no era lo suficientemente capaz como para lograr lo que se proponía, había peleado con sus amigos por el rechazo, tal parecía que ellos no lo entendían en lo más mínimo y lo culpaban por no haberlo logrado, como si esos chicos fueran los mejores estudiantes del mundo, BAH! Si solo eran un par de mediocres que no aspiraban a nada y se dedicaban a fumar desde la secundaria, todos los días.

A pesar de todo Eduard no desistió de ingresar a una escuela de medicina, había sido su sueño desde que tenía memoria, y un par de tipos holgazanes y sin futuro no le iban a decir que era un don nadie por no haberlo logrado. Así siguió luchando para poder lograrlo en otra escuela, en Meller, aunque no era la mejor escuela, era gratuita, solo tenía que pagar por la apertura de su matrícula y listo, además de pasar el examen, claro. Su madre tenía que mantenerlo a él y a sus dos hermanos ella sola ahora, así que Eduard no se ponía exigente en cuando a que escuela debería ingresar, además tenía que alquilar un lugar donde vivir y pagar sus gastos, así que donde fuera más barato estaba bien, no importaba, lo importante era lograr hacer su carrera y ser un gran médico, o un médico que pudiera vivir cómoda y sencillamente, no pedía más, solo pedía poder ayudar a su madre más adelante en lo que pudiera.

El día de marcharse llegó, Eduard nunca había viajado solo, así que tenía miedo, ates de marcharse se puso en contacto con uno de sus primos mayores que vivía en esa ciudad para que fuera a recogerlo y le diera hospedaje algunos días mientras conseguía donde vivir, en la misma ciudad vivía otro de sus primos, de hecho vivía junto al mayor que había ido a recogerlo, pero estaba muy ocupado, así que tuvo que recurrir a Silver, su primo mayor. Ese día al llegar a su destino, esperó por más de media hora a que Silver llegara a recogerlo, él era una persona amable, aunque llegó tarde se disculpó con él, así marcharon juntos hacia su apartamento. Eduard se instaló cómodamente en la habitación de Silver, mientras este fumaba un cigarrillo y encendía el computador.

Ciudad extraña, personas extrañas, y ahora con el corazón roto por la reciente traición de su amada, quien al no soportar la idea de estar sin Eduard, había recurrido a los brazos de otro amor que pudiera llenar el vacío, sin importarle los sentimientos de la persona que la había acompañado por dos largos años de su vida, y con quien planeaba hacer una vida y una familia, aun eran jóvenes, pero el amor les envolvía como una dulce manta que no permitía el paso de absolutamente nada del exterior, eran sólo ellos dos, nadie más…o eso era lo que el dulce Eduard creía.

Pasó los cursos inductivos al campo sin problema alguno, después de todo era un alumno ejemplar, aunque no de los mejores, pero lo hacía bien para un chico de su edad. El primer día de clases fue monótono y aburrido para variar su vida diaria, los profesores le habían repleto de libros por comprar y tareas por realizar, planeaba volver a casa y terminar las tareas para comer algo y después volver a las calles en busca de algunos textos y quizás distraerse un rato. Era tarde en la noche cuando se disponía a volver al apartamento, y sin querer, al caminar de prisa, chocó hombros con una persona, que logró derramar un montón de papeles y libros a los pies de Eduard, el chico se disculpó inclinándose a recoger los libros mientras Eduard apresurado levantaba y ordenaba hojas en una carpeta, que eran lo que más le preocupaba, los bocetos de una novela y largos guiones de toda su vida prácticamente, los había llevado consigo como un acto reflejo de no soltarlos, y de que su primo no los leyera, eso sería una vergüenza insoportable.

La última hoja yacía a los pies del desconocido y se inclinó para levantarla, pero al hacerlo el otro lo hizo también y ambas manos se rozaron al tocar el papel, fue entonces cuando Eduard le miró a la cara, dejándole ver el ámbar de sus ojos y lo perlado de su fina y blanca piel, el otro retiró la mano como embobado y sorprendido, nunca había visto tales ojos, tan expresivos, como si consumieran todo a su paso y solo dejaran en un infinito campo aquellos soles resplandecientes, al notar la mirada de Eduard el otro bajó el rostro para mirar hacia sus brazos, los libros que llevaba le resultaron conocidos…

-¿Estás en Meller?- preguntó el personaje de cabellos oscuros que miraba a Eduard sin ningún reparo, escudriñándolo.

-Sí, gracias por la ayuda- respondió Eduard incorporándose y colocando la hoja entre las maltratadas tapas de su carpeta mientras el otro le miraba expectante.

-No es nada…- musitó volviendo a tomar su camino, con la imagen de esos penetrantes ojos aún en su cabeza, ¿Quién podría ser esa exótica belleza de cabellos castaños claros y lacios que por poco no dejaban ver esos hermosos ases de luz dorada?, asistía a su misma escuela, ¿sería de primer año?, no le había visto en los cursos inductivos, supuso que debió ser a que siempre llegaba tarde y se marchaba temprano, pero tenía ahora una pista sobre él. En fin.

 

*******

 

La noche llegó tranquila cuando Stephen llegó a casa, agotado de no hacer nada en realidad, con la pesadez resultante de un día aburrido jugando videojuegos y bebiendo cerveza. Se dirigió a la cama con la sensación que había desatado el choque con un extraño, el roce de una fina mano y el color ámbar incrustado en los ojos. La noche transcurrió rápido en un sueño reparador, y a la mañana se puso en pie para asistir a su primer día de clases, al menos para él, ya que el día anterior tenía demasiada pereza para asistir a la escuela que prefirió no hacerlo y largarse la tarde entera con sus mediocres amigos que no hacían nada más que beber y fumar incrustados en los sofás enmohecidos de una habitación, jugando videojuegos en una enorme pantalla empotrada en la pared grafiteada del cuarto en el que se encontraba, en la azotea del edificio de habitaciones.

Esta vez asombrosamente se había levantado temprano, se había duchado y perfumado como todo un casanova para dirigirse a la facultad de medicina de Meller, una carrera que no deseaba cursar, pero su padre estaba obsesionado con eso y no había tenido otra alternativa más que postular para ello, era bueno en los estudios, era solo que no le interesaba en lo más mínimo, preferiría solo pasar el rato o meterse en algún lio con sus “amigos”, no le importaba.

Subió en su auto, un deportivo rojo que llamaba la atención de cualquiera que lo viese pasar por la calle, y lo encendió sintiendo reconfortante el dulce rugido del motor en sus oídos, lo puso en marcha. Avanzaba por las tranquilas calles de la ciudad, que aunque era moderna y enorme, sus calles parecían sacadas de un libro de historia precolombino, y aludía más a un recuerdo que a una ciudad futurista, era pacífica dentro del contexto que cada uno pueda tener de paz, y para un tipo de familia adinerada y rebelde, que al verlo caminar por la calle era el tipo de persona que lograría hacerte cambiar de acera para no toparte con él… bueno, era pacífica.

Rugía el motor del camaro rojo por las avenidas, y Stephen se preguntaba qué haría su padre si se enterara que no había asistido a la escuela el día anterior, era médico, un gran médico, con grandes influencias y un puesto excelente dentro del gobierno, presidente de asociaciones, director de campañas y que aspiraba a mucho más que a ser solo un gran médico, tenía posgrados realizados y se pavoneaba entre las personas más ilustres y reconocidas de su entorno, y del de muchos otros, a veces se preguntaba si Stephen daría la talla que esperaba, y Stephen se preguntaba si algún día lograría enorgullecer a su padre, aunque no le importaba del todo.

Durante todo el camino no pudo hacer más que divagar acerca de esa mirada con la que se había topado, pensando estupideces como volver a ver esos ojos y luego desechando la idea agitando la cabeza y clavándose en la mente la realidad de que se trataba de otro tipo, que aunque tuviera una cara hermosa como una chica no deseaba empatizar con él, es más, incluso el pequeño le resultaba algo afeminado, sólo deseaba volver a verlo para asegurarse de que era un hombre y de una vez por todas sacárselo de la cabeza, aceptar que ambos eran hombres por más lindo que resultara el otro.

Apenas llegaba a la entrada de la facultad su corazón se aceleró…

Notas finales:

Gracias por tomarse el tiempo de leer.

Quiero dar gracias a Darkrose por haberme inspirado con sus bellos fics a escribir los propios...

Nos vemos en el próximo capítulo... cariños!

>White Rose<


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