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El secreto de la luna oscura por LizzieVidal

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Notas del fanfic:

Este fanfic es la primera parte de un two-shot que escribí en un momento de locura al no aceptar por trigésima vez el final de Yu-Gi-Oh!, en este dejé mi imaginación volar un poco en el final que yo hubiera querido, que realmente me hubiera hecho feliz y en que tal vez no hubiera llorado tanto o tal vez sí, pero de felicidad, aquí relato lo que me hubiera gustado que pasara la última noche en el barco, en mi loca idea Yami puede andar a conciencia por el barco (Claro aún es espíritu, pero puede hacerlo) sin limitaciones, y bueno es lo que yo hubiera querido que pasara con mis queridos tricolores y que apuesto que a muchos les hubiera gustado también que pasara, sin más que decir os dejo para que disfruten de esta primera parte titulada “El secreto de la luna oscura”.

Ps: Cuando escriba algo entre asteriscos (*) me refiero a los pensamientos de los personajes.

Notas del capitulo:

Ni Yu-Gi-Oh! Ni ninguno de sus personajes me pertenecen, estos pertenecen al gran maestro Kazuki Takahashi.

 

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Era alrededor de la 1:00am, era la última noche en Egipto en la que el rey de los juegos Yugi Mutou se encontraban preparándose para la batalla final que decidiría el futuro del alma del Faraón Atem, en una de las habitaciones del barco se encontraba el pequeño tricolor escogiendo el monte de cartas que utilizaría en el duelo contra Yami, tenía que pensar bien en las cartas que usaría ya que sabía que su Mou hitori no boku conocía perfectamente sus estrategias ya que él lo había ayudado a crearlas.

Yugi: *Esto es más difícil de lo que pensé, no puedo creer que ya mañana sea la batalla final, no quiero que Yami se aleje de mí, pero sé muy bien que no hay otra opción* pensaba un resignado tricolor mientras elegía su mazo.

El oji-amatista se encontraba muy concentrado en sus pensamientos y en lo que hacía mientras en la cubierta del barco el tricolor mayor miraba como la hermosa diosa Isis cubría el cielo egipcio con su luz, su gran porte y su majestuosidad.

Yami: *Gran Diosa Isis, a ti me encomiendo, con tu luz lunar da tranquilidad y paz a mi corazón herido* Yami se encontraba perdido en sus pensamientos mirando la gran luna de la cebada que se levantaba en el horizonte -*Estoy harto de esconder lo que siento, ya no puedo más, necesito que mi hikari lo sepa, necesito decirle que es mi guía, la luz que ilumina mi camino, que es mi motivo de sonreír, aún no sé cómo he podido resistir tanto… a cada momento me imagino cómo será el poder rozar con mis labios sus suaves y dulces labios, sentir la calidez de su cuerpo y dejarme perder en él, y en su dulce aroma que embriaga mi alma, necesito tocarlo y sentir que él también me quiere… pero eso es una gran estupidez, él solo me ve como su mejor amigo, si tan solo Yugi lo supiera, tal vez, solo tal vez… pero no, ya no hay tiempo, mañana será el final y nunca le diré nada de lo que eh sentido…*

El pequeño tricolor abrió con cuidado la puerta corrediza y salió notando como Yami permanecía en silencio mirando la gran luna llena que iluminaba todo el cielo con su esplendor. De repente los pensamientos de Yami fueron acortados cuando escucho la voz de su pequeño aibou tras él.

Yugi: Yami… he terminado, es tu turno de arreglar tu deck.

Yami: Si… muchas gracias aibou, enseguida entro.

Ambos se miraban sumamente tristes, sabían que no querían alejarse el uno del otro, siempre habían sido los mejores amigos y habían prometido estar el uno con el otro siempre; Fue el turno de Yugi de quedarse afuera contemplando la gran majestuosidad de la luna, mientras Yami entraba a elegir su deck en privado. Desde muy pequeño Yugi se había creado un hábito, cada noche miraba hacia el cielo y le contaba todo lo que sentía a la luna porque sabía muy bien que ella lo entendía y que con sus rayos lunares le daba el consuelo que su corazón necesitaba y ese día no era la excepción.

Yugi: *Hermosa Diosa Isis, tú que te das cuenta de todos mi sentir, tú mi fiel compañera, a la que cuento mis más íntimos secretos, sabes bien que a Yami no lo quiero solo por ser mi mejor amigo, he guardado tanto tiempo este secreto y solo  lo he compartido contigo, a ti que cada noche te digo cuanto le quiero, tú qué sabes que lo que siento por él va más allá del tiempo, de la distancia y es más fuerte que cualquier otra cosa, tú que también amaste al Dios Osiris con toda tu vida, te pido que me ayudes… sé que debo decirle lo que siento, es mi última oportunidad, si no lo hago ahora ya nunca jamás lo haré y no me perdonaré el haber sido tan cobarde y guardarme todos mis sentimientos, sé que para Yami solo soy su mejor amigo, pero no es justo para él ni para mí guardarme todo, dame la fuerza con tu luz para hablar con el corazón y para que Yami no me odie después de lo que le voy a decir* Unas pequeñas lágrimas saladas brotaron de los ojos del pequeño tricolor, solo quería ser consolado por su oscuridad, solo quería que él supiera todo lo que guardaba en su corazón y lo más importante, lo que más anhelaba era que sus más locos sueños se hicieran realidad, que Yami le correspondiera.

De repente la puerta corrediza se abrió una vez más dejando salir al oji-rubí que observaba a Yugi como perdido mientras miraba la luna, llamó al pequeño oji-amatista para que se percatara de su presencia.

Yami: Mou hitori no ore… -Yami llamó a Yugi con la voz más dulce que sus labios pudieron pronunciar.

Yugi: Mou hitori no boku… -Yugi se dio vuelta para mirar a Yami, se limpió las lágrimas  que habían recorrido su rostro y le dio una pequeña sonrisa.

Yami: ¿Qué es lo que te pasa aibou? –Yami lo miró preocupado, no le gustaba nada cuando su chibi lloraba, eso lo hacía sentir mal también a él.

Yugi: N…No es nada Yami, no te preocupes –Decía el pequeño tricolor dándole una sonrisa sincera.

Yami: ¿Acaso ya no confías en mi hikari? sé perfectamente que algo te pasa, puedo sentirlo a través de nuestro vínculo ¿O es que acaso ya no me consideras tu mejor amigo? Sabes que pase lo que pase mañana, siempre vamos a seguir manteniendo nuestra amistad –Yami miraba al oji-amatista con ternura y preocupación, sabía que algo estaba atormentando a su amado aibou.

Yugi: No es eso Yami… no es eso, sabes que eres la persona en la que más confió en este mundo, no hay nadie que me conozca cómo me conoces tú, el problema es… - Decía el pequeño tricolor ahogando un profundo suspira, dándose la vuelta para posar sus brazos en el barandal del barco y tomar fuerza de lo más recóndito de su alma mirando la luna, las siguientes palabras que pronunciaría no eran fáciles de decir.

Yami: ¿Ah que te refieres hikari? –Le decía Yami un tanto alarmado, las palabras de su chibi lo estaban asustando -*¿Es que acaso ya no quieres tener nada que ver conmigo?, ¿acaso ya no me quieres, aibou?*-  pensaba, mientras se acercaba a él y sentía su corazón hacerse pequeñito, también posó sus brazos en el barandal y lo miró fijamente.

Yugi: Yami yo… Hay algo que debo decirte, no es fácil lo que voy a decir así que por favor escúchame con atención –Le decía Yugi mientras miraba como la luna se reflejaba en el río Nilo.

Yami: *Por favor Ra, que no sea lo que creo que me dirá, Padre Ra te lo pido que no me diga que ya no quiere estar más cerca de mí* pensaba mientras sus ojos comenzaban a dilatarse temiendo lo peor –Habla por favor aibou, no hay problema que no podamos solucionar juntos, sabes que siempre estaré a tu lado, siempre seremos mejores amigos… –Yami sentía su corazón romperse un poco cada vez que mencionaba esas palabras, “Mejores amigos”, ese lazo que los unía sin imaginarse que ambos guardaban un profundo amor el uno por el otro.

Yugi: Ese es el problema Yami, yo no te veo como mi mejor amigo… -Yugi ocultó sus ojos entre los mechones rubios de su cabello –Yo, no puedo verte como mi mejor amigo, porque hay algo que me lo impide.

Yami: Aibou… - Los ojos de Yami se abrieron como platos de la impresión - *Entonces si era lo que pensaba, Ra no… no me quites el cariño de mi aibou, no me quites eso por favor* los pensamientos de Yami daban vueltas en su cabeza y sus ojos temblaban, de repente una lagrima traicionera bajo por su mejilla.

Yugi: No… espera Yami, déjame terminar de hablar… -Yugi no había volteado a ver a Yami en ningún momento, aún no se percataba de las lágrimas que empezaban a correr por el rostro de su Mou hitori no boku –Lo que quiero decir es… -Yugi no pudo continuar sus palabras porque fue arrojado bruscamente de su dialogo al sentir los brazos de Yami rodeándolo, Yugi se sorprendió y levanto el rostro, fue entonces cuando vio una de las traicioneras lagrimas que bajaban por el rostro de su amado Yami –Ya...Yami ¿Qué tienes? –Le hablaba con un tono preocupado mientras Yami no apartaba ni un momento sus brazos del pequeño tricolor, y por el contrario intensificaba la fuerza de su abrazo.

Yami: Por favor aibou, no… dime por favor que no quieres alejarte de mí ¡Por Ra! No digas que me abandonas, no ahora que te necesito más… –Lágrimas más espesas y oscuras comenzaban a bajar desde los preciosos rubís que Yami tenía por ojos.

Yugi: ¿Qué…? No, Yami no iba a decirte eso… ¡Cómo puedes pensar siquiera que voy a abandonarte! -Yami abrió sus ojos ante esas palabras y miró fijamente los ojos de su hikari –Lo que yo quiero decirte es… es… ¡Lo que yo quiero decirte es que me gustas y te quiero! –Yugi cerró fuertemente sus ojos y oculto rápidamente su rostro en el pecho de su oscuridad.

Yami no podía creer lo que escuchaba, su hikari acababa de decirle esas palabras que por tanto tiempo quiso escuchar.

Yami: Yugi… yo… ¡Oye! Espera ¡Aibou! –Yami mantenía en brazos a un desmayado Yugi del que unas pequeñas lagrimas bajaban de sus preciosos ojos que permanecían cerrados, el pequeño había sufrido un shock emocional después de decirle a Yami que lo que sentía – ¡Aibou, respóndeme!

El faraón tomo en sus brazos a su pequeño hikari y lo llevo a su habitación, lo recostó en la cama y fue directamente al baño a buscar un poco de alcohol para hacer que su luz volviera en sí, él también tenía que decirle lo que sentía. Encontró una pequeña botella de alcohol y un paquetito de algodón en un botiquín que estaba abajo del lava manos y regresó con Yugi, verlo así inconsciente le hizo sentir un nudo en el estómago, se acercó lentamente a la cama y se sentó, entonces tomo a Yugi entre sus brazos y colocó la cabeza del menor en su regazo, tomo un poco de alcohol en una bolita de algodón y comenzó a pasarla frente a la nariz de Yugi para que este volviera en sí, después de unos 10 minutos Yugi empezó a reaccionar.

Yugi: Ya…mi… ¿Qué fue… lo que pasó? –Decía un confundido Yugi con un ojo cerrado a consecuencia de la intensa luz de la habitación.

Yami: Yugi… ¡Gracias a Ra! –Yami veía a su luz de una manera muy tierna y el semblante que estaba poniendo Yugi hacía que Yami se enamorara más de él, hasta shockeado se veía completamente lindo.

En ese momento Yugi cayó en cuenta de lo que había pasado y de lo que le había dicho al faraón y se levando de su regazo y se sentó del otro lado de la cama con sus rodillas cerca de su pecho y abrazándolas con sus brazos mientras ocultaba su rostro entre ellas.

Yugi: ¿Me odias verdad? Lamento habértelo dicho así como así, lo siento Yami, no fui tan fuerte como tú… yo… yo no pude evitar enamorarme de ti, sencillamente no quise evitarlo… –Decía un Yugi triste mientras lágrimas volvían a bajar de sus bellos ojos amatistas.

Yami: Yo no te odio aibou… yo nunca no podría odiarte y ahora mucho menos –Le decía un amoroso Yami con el tono de voz más dulce que tenía –Mírame hikari, por favor, no ocultes tu rostro, quiero verte.

Yugi: ¿Es enserio que no me odias? –Una lágrima más broto de su ojo derecho, pero rápidamente fue limpiada por su oscuridad.

Yami: Por supuesto que no aibou –Le decía mientras mantenía su mano en el rostro del pequeño tricolor y acariciaba su mejilla con ternura –Yugi, tú… también me gustas y te quiero mi hikari y tenía miedo de decírtelo, después de todo pensé que solo me veías como tu mejor amigo –Yami le sonreía dulcemente a Yugi mientras este abría sus ojos sorprendido.

Yugi: ¡No te lo puedo creer! ¡Tú me correspondes! –Decía un sorprendido Yugi con un gran sonrojo en su cara y una gran emoción en su voz y en su alma que se reflejaba en sus bellos ojos pues en estos el amatista se había intensificado y brillaba como nunca antes, en ese momento se lanzó a los brazos de su Yami tirándolo de espaldas en la cama, sintiendo su corazón acelerarse como cada vez que se sentía tan cerca de él.

Yami: Debes creerlo mi pequeño aibou, eres lo más especial para mí –Decía Yami mientras abrazaba fuertemente a Yugi y escondía su rostro en el cabello del tricolor sintiendo el suave aroma a uva que despedía el cabello del pequeño –Soy muy feliz de saber que también me quieres hikari, gracias por quererme.

Yugi: Yami… perdóname por no haberte dicho esto antes, tuve que esperar a estar a un día de perderte para tomar valor y dejar que hablara mi corazón –Yugi sentía su corazón romperse, por un momento había olvidado lo que pasaría en la mañana y acababa de recordarlo.

Yami: Oh mi querido aibou, eso debería decirlo yo también en todo caso, yo tampoco me daba valor y si tú no me hubieras dicho esto tal vez me hubiera quedado con todo esto dentro de mi corazón con tal de que nada cambiara entre nosotros y te quedaras con un buen concepto de mí por siempre –Yami comenzaba a acariciar y hacer mimos en los mechones rubios del cabello del pequeño, mientras este estaba recostado en su pecho abrazándolo escuchando los bellos latidos de su corazón.

Yugi: Pase lo que pase mañana siempre te voy a querer mi Yami – Decía un decidido Yugi mirando directamente al par de rubís que Yami tenía por ojos.

Yami: Yo también pequeño, pase lo que pase nunca olvides que te voy a querer siempre –Decía un Yami con toda la confianza en su voz mirando con todo el amor que había en su corazón los ojos amatistas del chibi.

Yugi: ¿Con todo el corazón?

Yami: Con todo el corazón.

Ambos tricolores se miraron con todo el amor que podían mostrar en sus ojos, se acomodaron bien en la cama para estar más cómodos mientras Yami mantenía a Yugi entre sus brazos y Yugi seguía recostado en el pecho de su oscuridad, de un momento a otro sintieron como el sueño empezaba a envolverlos.

Yugi: Quisiera dormir cada noche contigo así, Yami – Decía un feliz y a la vez sonrojado Yugi.

Yami: Que más quisiera yo que fuera así hikari, si estuviera en mis manos haría que cada noche durmieras en mis brazos y permanecer por siempre así, a tu lado, mi hikari no tenshi –Yami depositó un suave beso en la frente de su aibou.

Yugi: Si estuviera en mis manos iría contigo Yami, con tal de no perderte nunca.

Yami: ¿De verdad irías conmigo, hikari? ¿Qué hay de tus amigos y tu abuelo?

Yugi: Por supuesto, no lo pensaría dos veces y bueno… mis amigos sé que lo entenderían y mi abuelo también, yo sé que lo único que ellos quisieran es verme feliz y yo sé que podría tener familia y amigos, pero si tú no estás sería como estar en soledad una vez más…

Yami: Mi dulce aibou, realmente no sé qué hice para merecer el cariño de alguien tan tierno y dulce como tú, Ra me regaló tu cariño, aunque aun no entiendo porque todo tiene que pasar así… -La voz de Yami se empezaba a entristecer.

Yugi: Sabes Yami… al menos le doy gracias de que pude decirte lo que siento por ti y saber que tú sientes lo mismo, eso es lo único que importa –Yugi intentaba subir el ánimo del faraón y ante esto él le brindó una sonrisa sincera, Yugi deposito un beso en su mejilla dejando a un sorprendido y sonrojado Yami.

Yami: Tienes razón hikari, al menos pudimos decir lo que hay dentro de nuestro corazón y nada más importa –Yami se sentía reconfortado gracias a su amada luz.

De repente los ojos del pequeño tricolor comenzaron a cerrarse, ya pasaban de las dos de la madrugada y a la mañana tendría un día agotador.

Yugi: Yami… eres lo más importante para mí –Decía en un susurro mientras se dejaba hacer en los brazos del mundo de los sueños.

Yami: Tú también eres todo para mí, hikari, eres exactamente eso, mi luz y yo soy tu yami, tu oscuridad y pase lo que pase siempre estaremos juntos porque ambos nos complementamos y eso nunca nada ni nadie va a poder cambiarlo –Yami miraba al pequeño tricolor con mucho cariño mientras este tenía los ojos cerrados y solo asentía a sus palabras.

Yugi: Te amo… -Fue lo último que alcanzo a decir Yugi y lo dijo más para él que para su Yami antes de quedarse profundamente dormido.

Yami abrió sus ojos, no sabía si lo que había escuchado era correcto pues Yugi ya se encontraba dormido y con una tierna sonrisa en el rostro, así que solo acomodó mejor a su pequeño para que ambos pudieran dormir disfrutando del calor del otro por última vez.

Yami: Te amo… mi hikari no tenshi –Fue lo último que pudo susurrar el faraón antes de quedarse profundamente dormido embriagado del dulce aroma de su hikari.

Ambos tricolores se quedaron profundamente dormidos, sabían que a la mañana podría significar el final para ellos, su despedida y el descanso del alma del faraón o bien que su alma continuara penando por muchísimo tiempo más.

A la mañana siguiente Ra comenzó a salir por el este, unos cálidos rayos de luz entraban por la ventana iluminando el rostro de un pequeño tricolor que empezaba a abrir poco a poco sus grandes y bellos ojos.
De repente se encontró rodeado de los fuertes brazos de su Yami y eso lo hizo sentir feliz.

Yugi: *Así que no fue solo un sueño… tú me quieres Yami, en realidad me quieres* -El pequeño oji-amatista sonrió mientras se volvía a recostar sobre el pecho de su oscuridad escuchando atentamente los latidos de su corazón.

En seguida Yami comenzó a abrir sus ojos sintiendo el inconfundible y suave aroma a uvas que caracterizaba a su hikari, en eso notó como el menor mantenía sus ojitos cerrados mientras sonreía y se mantenía sobre su pecho.

Yami: Ohayou, hikari –Yami le dio un pequeño beso de buenos días en sus cabellos.

Yugi: Ohayou, Yami –Yugi se había sonrojado al sentir el suave beso de su oscuridad.

Yami: Parece que hoy será un cansado día… -Dijo mientras dio un resoplido y fruncía el ceño.

Yugi: Eso parece… -Dijo bajando su vista y sintiendo un gran peso en su alma.

En eso escucharon que alguien tocaba la puerta de la habitación, tras ella se encontraba un rubio oji-miel que venía con toda la intención de sacar de la cama a su pequeño amiguito.

Jonouchi: ¡Nee, Yug! ¿Ya estás despierto? Todos te esperan para desayunar antes de ir al Valle de los Reyes.

Yugi: Ya estoy despierto Jonouchi-kun, enseguida bajo, me daré un baño rápido y enseguida estoy con ustedes.

Jonouchi: Esta bien viejo, pero no tardes, algunos tenemos hambre –Decía el rubio en tono de reclamo.

Yugi: Jonouchi-kun, tú toda la vida tienes hambre… -Decía el pequeño tricolor con una gotita de sudor bajando por su frente, Yami solo lo veía a su hikari divertido.

Jonouchi: Jiji, bueno como sea ¡Apresúrate Yug!

Yugi: Lo hare Jonouchi-kun.

Yami: Será mejor que te apresures aibou, no querrás que Jonouchi se ponga como cada vez que tarda en desayunar y ya sabes que siempre es Kaiba quien termina haciendo que se derrame el agua del vaso de su paciencia y no creo que hoy sea la excepción –Decía el oji-rubí mientras intentaba hacer que su niño se levantara de la cama y fuera a alistarse mientras este recordaba divertido la paliza que se habían llevado el rubio y el castaño la última vez que Jonouchi había desayunado fuera de su horario normal.

 

----------Flashback----------

Un día muy normal en la escuela Domino un pequeño grupito de amigos conformado por un encantador albino oji-marrón llamado Ryo que era el actual guardián de la sortija del milenio, un moreno alto, con el cabello en corte militar llamado Honda, un peli-negro oji-esmeralda llamado Otogi y un pequeño tricolor oji-amatista de nombre Yugi acompañado del espíritu que resguardaba su artículo del milenio llamado Yami estaban sentados debajo de un gran árbol de Sakura esperando el toque de inicio de clases, mientras esperaban a cierto rubio que siempre llegaba tarde, pero ese día se había demorado más de lo habitual; ese día el oji-miel había tenido problemas con la tubería de su baño y eso había provocado que se tardara más de lo usual por lo que había salido corriendo hacía la escuela sin haber desayunado. Al llegar a la escuela se dirigió hacia donde sus amigos lo esperaban para entrar a sus clases.

Jonouchi: ¡Nee minna! ¡Chotto matte! –Decía mientras corría lo más rápido que podía hacia ellos.

Yugi: Tranquilo Jonouchi-kun, no nos vamos a ir a ningún lado sin ti.

Ryo: Yugi-kun tiene razón, Jonouchi-kun –Decía con una encantadora sonrisa.

Otogi: ¡Corre Jonouchi! ¡No queremos llegar tarde!

Honda: Como siempre llegando tarde ¡Que no aprendes animal! –Decía enarcando una ceja y en tono de reproche.

Jonouchi: ¡Minna arigatou! –Decía con cascadas en los ojos mirando a Yugi,  Ryo y a Otogi –Tú cierra el pico Honda, no vengo de humor y no quiero pelear contigo –Decía cambiando su semblante y mirándolo feo.

Honda: ¡A sí! Para la próxima no esperes que te esperemos ¡Estúpido malagradecido!

Jonouchi: ¡Como siempre reprochando todo! Si tantas ganas tiene de reclamar las cosas porque mejor no arreglamos esto como los hombre ¡Es mejor que te pongas en guardia pedazo de idiota!

Honda: ¡Como veas imbécil!

El rubio y el moreno estaban frente a frente gritándose y cerrando los puños para comenzar a golpearse, Yugi, Ryo y Otogi solo veían la escena de sus amigos con una gotita de sudor bajando por su frente.

Ryo: ¡Chotto Matte minna! Será mejor que nos apresuremos antes de que Tomoya-sensei nos levante un reporte por falta –Decía mirando en dirección a su salón, mientras Yugi intervenía para que sus amigos no se tomaran por los puños, al ver que realmente era tarde asintieron y comenzaron a caminar.

Jonouchi: Pero esto no se queda así idiota, tienes suerte de que debamos entrar a clases si no te partía toda la cara.

Honda: ¡Ay si mira como tiemblo de miedo!

Yugi: ¡Jonouchi-kun, Honda-kun ya dejen de pelear o no se la van a acabar! –Decía un molesto Yugi por la actitud de sus amigos con un aura oscura rodeándolo.

Jonouchi y Honda se abrazaron por inercia mirando espantados a su pequeño amigo, bien sabían que a pesar de su estatura cuando este se enojaba era alguien de temer, el tricolor mayor solo veía divertido a su pequeña luz, aunque él también sabía bien que cuando su hikari se molestaba no había lugar en el mundo lo suficientemente oculto para esconderse de él.

Mientras iban de camino a su salón Jonouchi les contó el problema que había tenido con la tubería del agua esa mañana.

Jonouchi: La jodida tubería no quería funcionar bien y es por eso que tarde de más en llegar- decía mientras un suspiro salía de sus labios –Ni siquiera me dio tiempo de desayunar, ahorita podría comer todo lo que se me ponga en mi camino y golpear a todo aquel que trate de impedirlo –Decía con una mano empuñada a la altura de su hombro con cascadas en los ojos, todos miraron al rubio con una gotita de sudor bajando por la sien.

Yugi: Ya decía yo que tu actitud no era solo porque sí, siempre estás más a la defensiva cuando no puedes desayunar correctamente –Decía mirando divertido a su amigo, los demás también sonrieron por el comentario, sabían que era verdad.

En su salón de clases se encontraba un castaño oji-azul de nombre Seto Kaiba que era el CEO más importante y rico de todo Japón leyendo un libro, pero en cuanto se dio cuenta de la llegada del grupito de Yugi posicionó sus ojos justamente en el rubio cuando este iba entrando.

Kaiba: Vaya, vaya, parece que el perro no pierde su costumbre de llegar tarde y eso hace que se lleve entre las patas a sus amigos –Decía el oji-azul en tono de ironía.

Jonouchi: ¡Tú cállate neko roñoso! Nadie está hablando contigo –Decía a la defensiva.

Kaiba: Tú no eres nadie para decirme que me calle perro pulgoso, deberían mandarte a ponerte un bozal para que aprendas a no levantarle la voz a tu amo –El castaño gozaba haciendo enojar al rubio.

En un día cualquiera el oji-miel hubiera tratado de ser tolerante con los desplantes de superioridad de Kaiba, pero en los días en los que no había desayunado eso era completamente imposible.

Jonouchi: ¡No estoy de humor riquillo arrogante así que déjame en paz, ya tengo suficiente con ver tu horrible cara como para escuchar tus desplantes de grandeza! Por qué mejor no te vas a dirigir tu estúpida empresa y nos dejas a los simples mortales en paz.

Kaiba: Vaya, parece que al perro no le dieron de comer y viene de malas –El castaño solo se reía del rubio.

Jonouchi: Es mejor que dejes de estar jodiendo antes de que te parta la cara, ricachón engreído, solo vienes a la escuela a joder la vida de los demás, si ya eres CEO de Kaiba Corp ¡A que jodidas vienes!

Kaiba: Cálmate perro, si solo estoy jugando contigo, qué clase de amo sería si no jugará de vez en cuando con mi perro.

Jonouchi: ¡Ya eh tenido suficiente de ti Kaiba, mi paciencia ante tus estúpidos comentarios se acabó!

En ese momento el rubio se lanzó encima del castaño tirándolo al suelo golpeando los brazos del oji-azul que se encontraban a la altura de su cabeza cubriendo su rostro, al sentir los impactos de los puños del rubio el CEO le dio la vuelta, para este era muy sencillo ya que era mucho más alto y fuerte que el rubio, dio un puñetazo en la nariz de este haciendo que comenzara a sangrar, el oji-miel utilizo toda su fuerza y le dio la vuelta al oji-azul con mucha dificultad, para plantar un puñetazo en su ojo dejándolo morado y con un leve corte en la ceja, así siguieron con esa escena hasta que Honda y Ryo intervinieron tomando a Jonouchi por los brazos y Otogi y Yugi a Kaiba para que dejaran de pelearse.

----------Fin del Fashback----------

Yugi: Tienes razón Yami –Decía con un tono divertido en su voz –Luego con Kaiba en el mismo comedor sería el desencadenamiento de la tercera guerra mundial.

Yami: O aún peor… El inicio de una guerra nuclear –El oji-rubí se estremeció solo de pensarlo.

Yugi: Y como no queremos eso… Será mejor que me apresuré –Decía mientras le daba una pequeña sonrisa a su oscuridad y se levantaba de la cama para ir a buscar su ropa y darse un baño rápido.

A los 10 minutos el pequeño oji-amatista ya se encontraba listo y dispuesto a ir a desayunar con todos sus amigos, el faraón volvió a entrar a su habitación mental en el rompecabezas del milenio. Llegando al comedor del barco, Jonouchi dio una gran sonrisa de oreja a oreja en cuanto lo miró entrar, sabía que ya estaban todos y ya podían comenzar a desayunar antes de emprender su camino al templo.

El tiempo se pasó muy rápido, todos estaban teniendo un desayuno agradable, pero el pequeño tricolor comenzaba a ponerse nervioso, cada vez se acercaba más la hora de la verdad y Yami podía sentir como se estaba sintiendo su aibou, pero no quería decir nada ya que él se sentía igual.

Terminaron de desayunar y a los pocos minutos desembarcaron en la orilla del valle de los reyes, cuando Yugi salió se encontró con todos sus amigos que lo estaban esperando para empezar a caminar hacia el templo.

Ishizu: Ohayou Yugi-chan, en seguida los llevaremos a la lápida del milenio y los acompañaremos durante la prueba final, y ayudaremos durante la ceremonia para que así el alma del faraón pueda entrar al mundo de los espíritus.

Yugi: Esta bien Ishizu-chan, nosotros los seguiremos –Decía fingiendo una pequeña sonrisa.

Yami: *Aibou… esto también será duro para mí* susurraba entre sus pensamientos.

Jonouchi: Entonces ¿Qué estamos esperando? ¡En marcha amigos¡ -Decía un entusiasmado oji-miel sin saber cómo se estaban sintiendo sus tricolores amigos.

Todos comenzaron a caminar hasta la entrada de un gran templo con grandes pilares llenos de jeroglíficos egipcios e imágenes de los diferentes dioses, al entrar tuvieron cuidado de no caer en alguna trampa que pudiera provocar que tuvieran un accidente. Una vez dentro Ishizu condujo a Yugi frente a la lápida milenaria.

Ishizu: El ojo de Wdjat sellará tu alma para separar el espíritu del faraón del tuyo, si aceptas los términos de este ritual te pido colocar los siete artículos dentro de la lápida del milenio.

El pequeño tricolor posicionó los siete artículos del milenio en está dejando al último su rompecabezas del milenio.

Yugi: Bien, Yami, es hora de hacerlo –Decía un poco triste.

Al colocar el último artículo este brilló junto con el ojo de Wdjat en la puerta del mundo de los espíritus y el alma de Yugi y la de su oscuridad se separaron, Yugi miró sorprendido a Yami que había adquirido un cuerpo físico.

Marik: Onee-chan, es hora.

Ishizu: Es hora de que inicie la batalla que decidirá sus destinos.

Yami: *Esta es la primera vez que deseo la victoria de mi oponente y aún más si eso hace que me quede a tu lado hikari… pero para que este duelo sea una verdadera prueba de que podemos separarnos debo luchar con todo mi poder*.

Yugi: *Mou hitori no boku, ahora que dejaste el rompecabezas del milenio ya no puedo oír tu pensamiento, pero de alguna forma sé lo que piensas y siento lo mismo, yo también quisiera que te quedaras a mi lado, pero nada más podemos hacer, este era nuestro destino… si hay algo que me enseñaste fue a pelear con todo lo que se tiene y es exactamente lo que voy a hacer*.

Yami: ¡Hagamos esto de una vez aibou! -Decía Yami tratando de animar a su pequeño.

Yugi: ¡Hai! ¡Hagámoslo Yami! –Decía el menor con una pequeña sonrisa sincera.

Yami y Yugi: ¡Duelo!

El duelo dio inicio muy rápido, Yami fue el primero en comenzar a poner sus cartas en el disco de duelo, las cosas aparentemente estaban muy fáciles para él ya que este tenía una muy buena estrategia y sabía que movimientos podía hacer su aibou, además este tenía las cartas de los Dioses egipcios, al “Mago oscuro” y a “La chica maga oscura” en su deck, no había persona en este mundo que pudiera contra estas, o al menos eso pensaba, pero muy dentro de él sabía que si había alguien que podía derrotarlos con facilidad era su tan amado hikari.

La batalla estuvo muy reñida, pero casi a la mitad parecía que Yugi iba a perder ese duelo, Yami había convocado a sus tres dioses egipcios, el pequeño no tenía algún monstruo en su mano capaz de derrotarlos, así que tuvo que montar una estrategia rápida, ocupó a sus guerreros magnéticos “Alfa”, “Beta” y “Gamma” mandándolos al cementerio para traer a “Valkyrion el guerrero magno”, sacrificó a este para traer de nuevo a “Alfa”, “Beta” y “Gamma” activando el ataque especial de “Slifer el dragón del cielo” que consistía en que cada vez que aparecía un nuevo monstruo del oponente este tenía que atacarlo, así que oji-amatista utilizó eso como ventaja para que en compañía de la carta trampa “Fuerza magnética” pudiera transferir el ataque especial de “Slifer” hacia sus Dioses egipcios destruyéndolos, así fue como hizo que el juego diera una vuelta de 180°, pero Yami no le iba a dejar las cosas tan fáciles a su aibou, era cierto que quería que él ganara, pero no por eso iba a dejarle todo sencillo, sabía que esto era en parte para demostrar que su hikari había crecido durante todo este tiempo y que ya no lo necesitaba más.

El pequeño tricolor utilizó cartas que el oji-rubí ni siquiera se imaginaba que este tenía en su deck, casi al final Yami jugó la carta “Magia oscura” dando la mitad de sus puntos de vida para convocar al “Mago oscuro”, en compañía del “Libro de las artes secretas” para realzar los puntos de ataque del mago; en un momento del duelo el oji-amatista utilizó  la carta “Sarcófago dorado” que era un cofre idéntico al que tenía resguardando al rompecabezas del milenio antes de que este lo pudiera armar guardando una carta que más adelante le serviría en el duelo, sacrificó los monstruos que tenía en el campo para traer a “Gandora, dragón de la destrucción” pensó que así tendría el pase directo a la victoria, pero su ataque fue anulado por Yami, “Gandora” se destruyó después de su ataque fallido, así que el tricolor mayor mandó al “Mago oscuro” para atacar directamente los puntos de vida del pequeño, pero este jugó “Círculo mágico” para detener el ataque del “Mago oscuro” y traer al campo al “Mago silencio”, pero esa carta también le permitía al oji-rubí traer a la dama del Mago oscuro, una vez que atacaran al mago del pequeño sus puntos de vida se acabarían y su oscuridad ganaría definitivamente ese duelo, el oji-amatista no se daba por vencido y jugó “Libro de hechizos” para tomar una nueva carta y esta fue la “Carta de la santidad”, también activó la habilidad especial de su mago que era aumentar sus puntos de ataque en 500 puntos por cada carta que tuviera el oponente en su mano, ahora este era más poderoso que el mago del oji-rubí y si este atacaba perdería el duelo, Yami utilizó “Unión de magos” y mando a la “La chica maga oscura” para ayudarlo para que juntos atacaron al “Mago silencioso”, pero no pudieron destruirlo, el tricolor mayor se había quedado sin sus monstruos más leales y cuando parecía todo perdido para él saco la carta “Renace al monstruo”  trayendo a “Slifer” una vez al duelo y terminar por fin con ese encuentro trayéndole la victoria.

Yami: Se acabó aibou, diste lo mejor de ti, pero esto significa que aún me necesitas…

Yugi: Eso no es verdad Yami, yo ya sabía que usarías la carta “Renace al monstruo” para traer de nuevo a alguno de tus Dioses egipcios y para demostrarlo voy a revelar la carta que había guardado en el “Sarcófago dorado”, al momento el cofre se abrió dejando salir la carta resguardada por Yugi y efectivamente era “Renace al monstruo” en ese momento la acción de la carta del tricolor mayor se anuló y “Slifer” volvió a desaparecer, a Yami ya no le quedaba ningún monstruo más para atacar a Yugi.

En ese momento Yugi cayó en consciencia de que si atacaba finalizaría el duelo y Yami debería irse, sus ojos y su cuerpo temblaron, tenía miedo de hacerlo.

Yami: ¡Vamos aibou! ¡Hazlo, termina con este duelo! ¡Atácame!

Yugi:*No puedo, no puedo dejar que te vayas…* pesaba el pequeño oji-amatista con las pupilas dilatadas –Me concentre tanto en ganar este duelo que por un momento olvide lo que significaba ganar –Yugi ya no podía evitar derramar sus lágrimas.

Yami: Lo sé aibou, pero este era nuestro destino, haz demostrado que ya no me necesitas y es momento del último ataque ¡Hazlo Yugi!

Yugi: ¡Mago silencioso ataca directamente a sus puntos de vida!

En ese momento los puntos de vida de Yami quedaron en cero y el pequeño tricolor quedo de rodillas en el suelo, colapsado, llorando amargamente, su amado Yami debía irse a su descanso eterno y aún no entendía porque las cosas debían ser así.

----------Continuara----------

 

Notas finales:

¡Konnichiwa minna! Bueno soy Lizzie Vidal y esta es la primera vez que me arriesgaré a publicar un fanfic, ya había publicado mi primer songfic, pero ahora dejaré esto por aquí, a veces me dan los divagues mentales en los que creo finales en los que no me siento tan mal, si así como el mecanismo de defensa de fantasía para hacer un poco mejor mi realidad, pero bueno no vine a contarles mis problemas mentales, vine a dejarles este fanfic que espero sea de su gusto y disfrútenlo, sin más que decir me despido, ja ne. ^~^


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