Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un Paciente Complicado por yaonita

[Reviews - 175]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola ^^

Ya estoy de nuevo aquí con una nueva historia ^^

Como ya comenté esta historia hablará de Rody, un personaje al que vimos muy poquito en Open Mind. Será una historia cortita y sencilla, aunque al final creo que serán entre quince y veinte capítulos. No es necesario haber leído Open Mind para leer esta historia.

Espero y deseo que me acompañéis de nuevo en esta aventura y como siempre digo, necesito vuestros comentarios ya sean buenos o críticas constructivas. Los necesito para mejorar día a día y seguir adelante sin estancarme ^^

Sin más, solo decir que me alegro de estar de nuevo aquí, espero que os guste este primer capítulo ^^

Un beso

Yaonita

1. Un paciente complicado.

(Rody)

Iba caminando por los pasillos del hospital con una sonrisa en la cara, me encantaba mi trabajo. Siempre había querido trabajar en algo con lo que pudiera ayudar a la gente, pero dudé entre varias especialidades. Mi gran aprensión por la sangre, si veía más sangre de la cuenta era capaz de caer redondo al suelo todo lo largo que era, y una experiencia personal, me fueron guiando hacia la fisioterapia.

- Señora Rodríguez ¿Cómo se encuentra hoy? – Vi a la señora Rodríguez en la puerta de su habitación, como siempre, sola esperando encontrar a alguien con quién poder hablar. Iba bien de tiempo así que no me importó detenerme un rato para hablar con ella.

- ¡¡¡Ohhh Rody, cariño!!! Pues cada día peor, los achaques de la edad que no perdonan – Como siempre se quejó de sus achaques.

- Pero que dice, si usted no debe tener más de veinte años – La adulé aún a sabiendas de que tenía unos ochenta.

- Ojala los tuviera cariño, entonces no se me escaparía un chico tan grandote y apuesto como tú – Me aduló a su vez – ¿Cómo es que todavía no te ha cazado una buena chica? – Se preguntó a sí misma – Las chicas de hoy en día no saben lo que se hacen.

- Eso me pregunto yo señora Rodríguez, donde estará mi media naranja – “Tanto me da si es chico o chica” pensé para mí.

- Seguro que aparece pronto, no desesperes cariño – Me animó – Y si no aparece estoy dispuesta a presentarse a alguna de mis nietas, tienen pareja pero no me importaría que dejaran a sus inútiles novios por un chico como tú.

- Espero que no la oigan señora Rodríguez – Me reí – Debo dejarla que ya me esperan en la sala de fisioterapia, nos vemos otro día – Me despedí de ella.

- Aquí estaré, no creo que me mueva en mucho tiempo – Se despidió ella también.

Seguí mi camino, iba saludando a todo el mundo que me encontraba con una sonrisa. Algunas de las enfermeras coqueteaban conmigo, algún que otro enfermero también, yo me sentía algo avergonzado pero a la vez deseado, y eso me gustaba. Aunque sabía que era solo atracción física, me deseaban para una noche y poca cosa más, yo deseaba cosas distintas.

Sinceramente, no era un chico feo, pero mis casi dos metros de estatura asustaban a mucha gente. Esa altura sumada a mis tatuajes y mi pelo rapado, echaban para tras a cualquiera. En realidad lo de raparme el pelo era por comodidad, no me gustaba perder demasiado tiempo peinándome, y lo de los tatuajes pura afición, comencé por uno y ya no pude parar.

Llegué a la sala de fisioterapia donde ya había pacientes haciendo la recuperación, mis compañeros me saludaron y yo me dispuse a comenzar mi trabajo, el primero de mis pacientes debía estar a punto de llegar.

Al ver que aún no había llegado me dispuse a ayudar a otros pacientes. La recuperación era dolorosa para algunos, cuando veía el dolor en sus rostros me sentía mal, pero tenía que evitar que mi dolor se expresase en mi cara, yo tenía que animarles y no causarles más dolor del que ya sentían.

Entonces vi aparecer a mi paciente por la puerta, dejé lo que estaba haciendo y me dirigí al lugar donde me esperaba.

- Buenos días Noelia, hoy estás más guapa que nunca – Comencé a piropearla. Era una chica muy guapa y amable, me gustaba hablar con ella.

- Hola Rody, gracias por tus piropos – Se sonrojó – Aunque creo que me adulas demasiado, hoy precisamente no tengo buena cara.

- No digas tonterías, eres hermosa – Sonreí – Cualquier chica te envidiaría.

- Has conseguido que me sonroje Rody – Sonrió con timidez. Era una chica bajita, con el pelo castaño claro y unos bonitos ojos azules, me gustaba mucho y cuando la veía aparecer por la puerta se me iluminaba la cara. Además era agradable hablar con ella.

- Siento interrumpir esta bonita escena de telenovela, pero tu paciente soy yo, no mi hermana – Por desgracia, efectivamente mi paciente no era ella, era su hermano, el demonio en persona.

- ¡Ohhh lo siento! – Me disculpé con fingida pena – Eres tan renacuajo que no te vi. ¡Ahhh mierda! – El renacuajo me había pisado el pie con la rueda de su silla.

- Pues este renacuajo puede hacerte mucho daño – Se burlo.

- Erick compórtate, no me avergüences – Le recriminó su hermana.

- No te preocupes Noelia, él es el único que puede avergonzarse – Le miré reprobatoriamente al tiempo que él gruñía algo ininteligible.

- Le dejo en tus manos Rody, si alguien puede ayudarle eres tú – Me sonrió Noelia.

La chica de mis sueños se fue dejándome con el tormento de su hermano. Físicamente eran muy parecidos, el chico apenas medía metro sesenta y no pesaba más de cincuenta quilos, con el pelo castaño claro y unos ojos verdes preciosos, parecía tierno y adorable, pero solo tenía que abrir la boca para estropearlo todo.

Comencé a empujar su silla de ruedas hasta el primer aparato de gimnasia que íbamos a utilizar, el chico debía fortalecer sus piernas ya que llevaba más de un año sin poder utilizarlas.

- Olvídate de mi hermana, no tienes ninguna oportunidad con ella – Fueron sus primeras palabras después de quedarnos solos.

- Deja que eso lo decida ella – Espeté – Anda, vamos a sentarte aquí – Me acerqué a él por delante y le cogí en brazos para sentarlo en el aparato.

- No hace falta que me trates como una damisela, puedo valerme por mi mismo – Protestó.

- No lo dudo, pero es mi trabajo – Sonreí – Además eres un saco de huesos no me canso mucho cogiéndote en brazos.

- Puede que sea pequeño pero no soy un saco de huesos – Protestó – Aunque no te lo creas yo antes tenía mucho éxito con los chicos.

- No lo dudo – El chico era mono para que negarlo – Pero seguro que los espantabas en cuanto te oían hablar – Bromeé.

- Has amanecido graciosillo hoy ¿Verdad? – Me miró con el entrecejo fruncido.

- Siempre amanezco contento – Sonreí quitándole importancia a su mal humor.

Comenzamos con los ejercicios de cada día, Erick era mi paciente desde hacía un par de semanas. Según tengo entendido, se había quedado en silla de ruedas después de un accidente de coche, el primer año no podía hacer nada pero hacía un mes más o menos le habían operado la columna, ahora debía fortalecer sus piernas para poder volver a caminar.

Fuimos realizando la rutina de cada día, Erick no paraba de quejarse y protestar por todo y yo estaba a punto de agotar toda mi paciencia, y eso que era mucha. Erick era el único paciente que conseguía sacarme de quicio, no se tomaba nada en serio, en cuanto me despistaba aprovechaba para ponerse a coquetear con los chicos que había por allí, y por si fuera poco, aprovechaba cualquier oportunidad que se le presentaba para conseguir enfadarme.

- Estoy cansado, no quiero seguir con este ejercicio – Dejó lo que estaba haciendo y se cruzó de brazos.

- Vamos, no has hecho ni la mitad, continúa un poquito más – Intenté animarle.

- He dicho que no voy a seguir y no lo voy a hacer – Se enfurruñó.

- Está bien, si eso es lo que quieres, pasaremos a otro ejercicio – Intenté convencerle.

- ¿Es que no me escuchas pedazo de mastodonte? – Preguntó casi gritando – Estoy cansado, no voy a hacer ningún otro ejercicio ¿Lo has entendido?

- Mira, renacuajo enclenque – Tuve que acudir a toda mi fuerza de voluntad para no estamparle algo a la cabeza – No estás aquí para pasar el rato, si quieres volver a caminar algún día tienes que esforzarte, tus piernas no se recuperaran por tu cara bonita – Normalmente yo era bastante tranquilo con los pacientes, aunque fueran difíciles, pero este chaval me sacaba de quicio y ya no podía controlarme mucho más.

- Voy a denunciarte a tu jefe por tratarme mal, conseguiré que te despidan – Amenazó.

- Si tan poco te gusto como terapeuta, pide que te pongan a otro –Me indigné – ¡Ahhh no! Que el último que tuviste renunció porque no te soportaba – Nada más decir estas palabras me arrepentí, el chico podía ser algo molesto pero no se merecía eso, incluso me pareció ver algo de tristeza en su cara – Siento haber dicho eso, pero por favor continuemos con los ejercicios, yo solo quiero que te recuperes lo antes posible.

- Yo también quiero recuperarme, pero los ejercicios son dolorosos – Parecía afectado – Y mi fisioterapeuta es un inútil – Retiro lo dicho, este chico es el demonio en persona.

- Arrrrggg, eres insoportable – Me giré y me fui. Iría a cualquier sitio, lo importante era alejarme para no acabar a golpes con él.

- Otra vez el niño del demonio te está sacando de quicio ¿No? – Se rió Hugo, uno de mis compañeros, al verme entrar en la sala de descanso hecho una furia.

- Es que no lo entiendo, normalmente soy muy amable con todos mis pacientes por difíciles que sean, pero ese chico me saca de quicio – Me sinceré.

- Dicen que en el frasco pequeño está el buen perfume, pero también está el veneno – Se rió ahora Jessica, una de mis compañeras y amigas.

- Ese crio es el demonio en persona, tres compañeros han renunciado ya a tratarle, es insoportable – Comentó Hugo.

- Intento que haga los ejercicios, incluso le cambio la rutina para que no se canse o se aburra demasiado, pero se niega a todo – Protesté – Es la persona más cabezota que he visto en mi vida.

- Te diría que renunciaras, pero si lo haces es posible que me lo asignen a mí – Se rió Jessica – Así que solo puedo animarte a que continúes – Dijo sonriendo entre dientes – Si alguien puede conseguir domar a esa fiera eres tú.

- ¡Rody por dios! – Oí como alguien gritaba desde la sala grande – Controla a tu chico que está destrozando la sala – Salí corriendo y Erick estaba corriendo de un lado para otro en su silla de rueda, tirando al suelo todo lo que quedaba a su alcance en su camino.

- ¡Uy! Que torpe soy, lo siento – Repetía cada vez que algo caía al suelo.

- Erick ¡Detente! – Me paré justo delante de su camino con mi mano haciendo la señal de stop, Erick se detuvo a escasos centímetros de atropellarme.

- Quítate de en medio no quiero atropellarte, mancharía mi silla de ruedas con tu sangre y eso sería un problema, me tocaría limpiarla – Sonrió con bravuconería.

- Aquí hay enfermos Erick, y si tú no quieres hacer nada por mejorar los demás si, por favor te ruego que te vayas si no vas a colaborar en la rutina. Vuelve otro día que estés más cooperativo – Dije seriamente, el chico ya me había tocado demasiado la moral.

- Yo soy tu paciente, deberías esforzarte un poco más conmigo – Sonrió con ironía – Ahora que ya me he divertido un poco, podemos continuar con la rutina.

- Está bien continuemos, pero antes deberás recoger todo lo que has tirado – Me puse severo con él – De verdad Erick, tienes diecinueve años y pareces un adolescente malcriado, deberías madurar un poco – Dije mientras empujaba su silla para ayudarle a recoger todo lo que había tirado.

- Y tú no debes tener más de treinta y pareces un viejo de ochenta, deberías divertirte un poco más – Sonrió.

- Tengo veinticinco – No sé porque me vi empujado a decirle mi edad.

- Pues aparentas más – Soltó sin vergüenza alguna.

- Yo creo que aparento los que tengo, no como otros que no parecen haber superado aún la pubertad – Se la devolví – Ya está todo recogido, vamos a continuar con los ejercicios.

Parecía que Erick se había tranquilizado y pudimos continuar con la rutina marcada sin más interrupciones, cosa que agradecí. Su hermana Noelia llegó a recogerlo a su hora y se lo agradecí muchísimo, aunque la verdad era que cuando el chico se comportaba era agradable hablar con él.

El día había empezado revuelto, pero el resto de mi jornada laboral transcurrió con relativa tranquilidad. Cuando llegó mi hora de salir del trabajo, me despedí de mis compañeros y salí del hospital, en la puerta me esperaba mi amiga, y compañera de piso, Laura.

Conocí a Laura cuando llegué a la ciudad, los dos estudiábamos en la misma universidad y pronto nos hicimos amigos. Nos hicimos tan buenos amigos que decidimos compartir piso y, aún hoy en día, seguimos siendo compañeros de piso.

Ella era una chica muy guapa, pelo rubio, ojos verdes, figura fina pero marcada, alta, siempre me pregunté porque entre ella y yo no surgió nada más que la amistad, pero me gustaba tenerla como amiga y no quería cambiar eso.

Quizás el haberla conocido cuando yo estaba saliendo con un amigo suyo influyó, no lo sé, pero ahora mismo pienso que fue lo mejor que nos pudo pasar.

A veces, cuando íbamos de fiesta juntos y bebíamos algo más de la cuenta, tonteábamos descaradamente, algunos amigos estaban convencidos de que entre nosotros había algo, pero nunca habíamos llegado a más que un beso tonto.

Por si no ha quedado claro ya, soy bisexual, no me importa si es un chico o una chica, no me fijo en el cuerpo o el sexo de alguien a la hora de buscar pareja. Solo busco que entre esa persona y yo haya una conexión especial. Quizás suene demasiado cursi, todos me consideran cursi, pero creo en la media naranja.

Más bien siempre he creído en esa historia de fabula de la que algunas personas hablan y que dice que cuando nacemos, nuestra alma se divide en dos, una parte de ella somos nosotros, la otra parte está en otro cuerpo. Pasamos toda nuestra vida buscando esa segunda mitad de nuestra alma que nos complementa, que nos hace felices, y si no la encontramos o nos juntamos con otra mitad que no es la nuestra sufrimos. Sufrimos porque no nos sentimos completos.

Cursi ¿Verdad?

Quizás ese sea mi problema, soy demasiado cursi, pero por mi aspecto las personas que suelen acercarse a mí suelen ser todo lo contrarío, así es imposible encontrar lo que busco. O quizás mi problema es que busco demasiado y no me dejo llevar, quizás mi segunda mitad está más cerca de lo que creo y no soy capaz de verlo.

- Rody, parece que estas en las musarañas – Laura me sacó de mis pensamientos.

- Lo siento Laura estaba pensando – Me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla – Gracias por venir a buscarme preciosa – Le sonreí.

- Sabes que siempre estoy a tu disposición grandullón – Me devolvió la sonrisa – ¿Te parece bien si antes de ir a casa cenamos algo fuera? – Preguntó – Hoy no me apetece cocinar.

- Me parece una gran idea, vamos al “Clavo” hace tiempo que no vamos – Era uno de nuestros restaurantes favoritos.

Me subí a su coche y nos dirigimos al restaurante. Laura me miraba de reojo como queriéndome preguntar algo pero se mordía la lengua, era tan evidente, la conocía demasiado.

- Si hay algo que quieras preguntar hazlo ya, me estas poniendo nervioso – Salté al fin.

- Es solo que me estaba preguntando en que estabas pensando cuando saliste del hospital, se te veía muy concentrado – Confesó.

- Verás, estaba pensando en mi nula situación amorosa – Me sinceré – Llevo tiempo sin salir con nadie en serio y empiezo a preguntarme que tengo de malo.

- No digas tonterías Rody, tú no tienes nada de malo – Me recriminó – Es solo que estás demasiado bueno y la gente se acerca a ti solo con la idea de un polvo, no te ven como a una posible pareja porque te ven inaccesible.

- No me hagas reír Laura – Comencé a reírme de sus palabras – Sabes que eso no es cierto.

- ¿Por qué? – Me lanzó una mirada rápida de incredulidad – Eres muy guapo Rody, tienes un cuerpazo alto y musculoso, unos bonitos ojos negros y tu aspecto en general es imponente.

- Pero a la gente le doy miedo, me ven y piensan que soy un chico rudo – Me apené – Quizás debería dejarme crecer el pelo, así no impondría tanto respeto – Llegamos al restaurante y tras aparcar entramos y nos sentamos en nuestra mesa favorita.

- Es posible que tu imagen intimide un poco, reconozco que a mí al principio me pasó – Reconoció – Pero solo hace falta hablar cinco minutos contigo para darse cuenta de que nada que ver tu imagen con tu personalidad, eres un cacho de pan cielo.

- Entonces no lo entiendo Laura, tengo veinticinco años y sigo soltero, y no es por convicción como en tu caso – Me lamenté – A mí me gusta estar en pareja, me cansó de los líos de una noche, quiero algo más serio.

- No le des más vueltas, seguro que pronto aparecerá alguien que consiga conquistar tu tierno corazoncito y tú el suyo – Intentó animarme – ¿Pero puede saberse porque has empezado a comerte la cabeza con eso ahora?

- Empecé mal el día y me puse a pensar – Comenté casi murmurando.

- Déjame adivinar – Me miró alzando una ceja – Ese crio del demonio que te trae por la calle de la amargura ¿No? – Justo en ese momento llegó el camarero para servirnos, fue mi salvación. Miramos la carta y pedimos la cena, el camarero nos dejó de nuevo solos y supe que no podría escapar de Laura – No te creas que te vas a librar de mi pregunta.

- Lo sabía – Resoplé – Si, ese crio del demonio fue mi primer paciente y si, ha vuelto a hacer de las suyas.

- ¿Y se puede saber que ha hecho esta vez? – Me miró divertida.

- Se negaba a hacer sus ejercicios, y cuando lo dejé solo un momento comenzó a correr con la silla de ruedas por toda la sala, tirando todo lo que quedaba a su alcance – Comencé a explicar – Es un demonio.

- Y ese demonio que va en silla de ruedas, no será por casualidad un chico lindo ¿Verdad? – Como la odiaba cuando sonreía así, como si lo supiera todo.

- No está mal, pero es un enclenque – Resoplé – Su hermana sí que es linda, ojala tuviera una oportunidad con ella.

- Pues yo creo que te gusta el chico y por eso te vuelve loco – Comenzó a reír.

- Reconozco que si fuera un chico amable y fuera buena persona, no me importaría salir con él – Me sinceré – Pero yo jamás podría estar con alguien tan mal educado y egocéntrico, es insoportable.

- Tengo que conocer a ese chico – Atajó Laura – Seguro que él y yo nos caemos bien.

- Estoy seguro – Acepté – Porque los dos me volvéis loco.

Acabamos la cena hablando de temas varios, me gustaba estar con Laura, era una de las personas más importantes en mi vida. Después de cenar, nos fuimos a casa y tras ver una película en la tele los dos nos fuimos a dormir, al día siguiente debía volver al trabajo pronto.

A pesar de que últimamente un paciente en concreto me estuviera volviendo loco, adoraba mi trabajo, me gustaba ayudar a las personas. Disfrutaba aportando lo poco que podía para mejorar la vida de alguien. Aunque mi vida personal fuera todo un fracaso, mi vida profesional me llenaba y enriquecía, compensando de alguna manera mis problemas amorosos.

¿Estaba contento con mi vida?

Sí, aunque a veces sentía que le faltaba algo.

***
Notas finales:

¿Qué os ha parecido el primer contacto con los personajes?

De verás que me interesa mucho saberlo ^^

Intentaré seguir con la tradición y actualizar todos los miércoles, espero poder cumplirlo ^^

Un beso

Yaonita


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).