Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lejos de alta mar por Thirteen Wilder

[Reviews - 97]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, aqui vengo con esa pequeña historia. Espero que les agrade :D

Las cosas se iran desarrollando poco a poco, les agradecería su compresión.

¡Años escribiendo y aun no puedo hacer un resumen decente!

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen sino al maestro Masami Kurumada. Yo solo los he tomado prestados para mis ideas enfermas.

Este fic quiero dedicarlo a mi estimada Mii-chan Yamagusuku, quien amablemente me hizo un precioso dibujo de mi fic "Humanity in motion". No es mucho lo que puedo hacer para agradecerte, pero espero que esta historia te agrade.

Y claro, jamas puede faltar mencionar a mi adorada Klimary <3 tambien va todo completito para ti ( >3O)/

A través de un largo paraje lleno de montañas, pasando por un largo camino lleno de flores que quizá no tendríamos tiempo de apreciar de una por una, existía un pueblo pesquero, conocido por la gente trabajadora y amable que coexistía con la naturaleza y las criaturas fantásticas que se encontraban viviendo en los valles. En este pueblo eran pocas las personas que sufrían de hambre, todos tenían un empleo pescando, o salando los alimentos para enviarlos a otras ciudades.

Entre la minoría de aquellos que tenían que luchar con fuerza para sobrevivir, estaba Milo, un hombre que ayudaba a los pescadores haciendo anzuelos, había heredado los conocimientos de su padre quien había muerto en el mar. Aquel joven de azulados cabellos trataba de hacer lo mejor que podía, tenía que hacerse cargo de su madre y hermanos menores, quienes al no poder valerse por sí mismos, le daban un gran peso sobre sus hombros.
La paga no era mala, pero las condiciones y deudas que dejó atrás su padre los tenían acorralados, sin mencionar que sus hermanos crecían y sus necesidades iban aumentando día con día.  De modo que se vio en la necesidad de pescar por su cuenta, al menos los alimentos serian gratis y podría vender todo aquello que se encontrase en el mar.

-¿Vas a ir a pescar?- preguntó un anciano en la plaza, al verlo caminar con todo lo necesario.

-No me queda de otra, además creo que hoy obtendré algo bueno- le sonrió

-Deberás tener cuidado, la marea se comporta de una manera sospechosa últimamente, las sirenas podrían estar cerca- miró a todos lados como si de un secreto se tratara- Yo vi un par en la mañana, sus ojos miraban con hambre la ciudad, procura no estar solo que pueden atraparte

-Pero nadie las ha visto desde hace años, no creo que se interesen en este pueblo

-Son un tesoro del mar- sonrió- Dicen que pueden cumplirte deseos, vender una te va a hacer millonario, si eres precavido podrías atrapar una y evitarte tantos trabajos-

-No creo atrapar una, primero me come vivo antes de hacerlo- se despidió de él y comenzó a caminar a un pequeño puerto que estaba más alejado, todo el ajetreo de los botes en el puerto principal ahuyentaba a los peces.

Tenía una pequeña balsa ahí, lo suficientemente grande para él y sus cosas, remó con fuerza hasta encontrar un punto donde el mar estuviera calmado, preparó su red y puso en esta varias carnadas que su padre le había enseñado a hacer. Poco a poco las criaturas iban cayendo en sus redes, claro, también sacó del mar uno que otro objeto perdido entre la arena.

No muy lejos de  ahí, con solamente la mitad del rostro fuera del agua, lo observaba una criatura magnifica, hambrienta y deseosa. Su cabello aquamarina le ayudaba como camuflaje dentro del agua a vista de los demás marineros o pescadores. Su cuerpo era muy fino por el hambre que había pasado al escapar de unos cazadores. El hombre en aquella balsa no parecía ser alguien que tuviera mucho que dar al mundo. Sin embargo tenía algo más, era muy fuerte y grande también, cumplía con varios requisitos que esa criatura marina estaba buscando en algún ser humano o un igual.

-Es perfecto- pensó la criatura- Debo ver sus movimientos-

Los días transcurrieron, Milo tenía las mismas cantidades de alimento y al menos eso le daba un poco más dinero, su familia por fin tenía más cosas que comer y él estaba encantado de seguir pescando e innovando sus propias carnadas. La criatura del mar había estado observándolo cada día sin falta. Lo veía y se impresionaba del buen material del cual estaba hecho ese humano.  Se mantuvo lo suficientemente oculto debajo del muelle, no sabía cómo iba a hacer su aparición, pensó en cantar debajo de este para acercarlo lentamente al agua pero no tenía la suficiente práctica para hacerlo.

Milo se mantuvo firme en el muelle, no sabía porque los peces se estuvieron aglomerando ahí, pero no iba a desaprovechar la oportunidad de pescar una gran cantidad para venderla después. Lanzó su red, en ella colocó una carnada especial, sus colores eran atrayentes tanto como su movimiento, los peces de inmediato se acercaron ahí, causándole un poco de curiosidad a la criatura también, era mitad animal después de todo.

-Lo tengo…-susurró al percatarse que la red se puso más pesada, al subirla observó unos cuantos peces, pero lo que llamó su atención fue la cola brillante que se movía con violencia. ¡Era uno grande! Definitivamente por ese le iban a dar mucho más dinero del que pensaba.

El pez le dio una gran batalla, no dejaba de moverse y era realmente pesado, Milo tomó de inmediato un remo para golpearlo con suficiente fuerza, al hacerlo vio que la red ya no se movía, mucho menos la cola. Victorioso sacó la red, arrastrándola por el viejo muelle hasta una zona menos profunda, ahí al menos podría entrar sin tener que mojarse más arriba de la cintura. Al acercarse lo suficiente y observar que algunos pececillos escapaban de la red, se pudo dar cuenta del tamaño de esa criatura.

-Me van a dar mucho por…- retiró la red lo suficiente para darse cuenta que no era simplemente un pescado- …es…es…es una sirena…no…es un tritón- tomó del brazo levemente escamoso de la criatura- ¿Lo habré matado?-

Estaba espantado, sorprendido, y muy confundido. ¿Qué hacia una sirena en una zona muy alta? ¿Qué no era peligroso por los cazadores? Aunque no había visto en su vida alguno, sabía que en ciertos tipos de temporadas salían al mar en busca de esas magnificas criaturas.

Lo arrastró con cuidado hasta la orilla, manteniendo parte de su cola dentro del agua. No respiraba del todo bien, sus branquias en su cuello se seguían moviendo, sus dedos presentaban movimiento de vez en cuando. Le retiró parte de su cabello del rostro, claramente cada que lo tocaba una leve capa viscosa se quedaba en sus dedos, su piel era muy clara, por no decir que transparente. Sus labios eran delgados, le parecía una criatura magnifica a simple vista, pero totalmente peligrosa.

-¿Qué voy a hacer?- tomó uno de los brazos y lo levantó esperando una reacción- ¿Te pido un deseo?... ¿Te vendo?- movió un poco más sus brazos.

Tener mucho dinero lo aliviaría de muchos penares, pero el deseo de que su madre sanara era mucho más fuerte que eso. No iban a darle tanto dinero, el triton se veía desnutrido, sus huesos se podían marcar en su abdomen, su rostro se veía cansado.

-¿Estabas huyendo?- delineó con un dedo su rostro, se perdió mirándolo como si de un embrujo se tratara.

La cercanía del humano le hizo reaccionar de su estado, estaba demasiado cerca y ahora lo consideraba peligroso, se apartó de él, gruñendo y lanzándole un arañazo, pero Milo lo detuvo tomándolo del brazo, el cual  mordió con fuerza para regresar al mar. El moreno dio un fuerte grito, aquella criatura le había arrancado un pedazo pequeño de piel, su brazo no dejaba de sangrar así que improvisó una venda con su camisa. Entendió que lo había asustado. Sin dudarlo ni un momento regresó a su casa, donde se atendió mejor pese a las preguntas de su familia.

-Hijo, eso parece una mordida- su madre preparaba una crema con hierbas- ¿Qué pasó?

-Me quedé ganchado en un anzuelo, voy a estar bien- le sonrió- Solo que el mar es un poco peligroso por el momento-

-Y que lo digas- colocó la mezcla sobre la herida- Los cazadores arribaron hace unas horas en el puerto, jamás en mi vida había visto una sirena por aquí, no tienen que estar aquí-

-Sirenas…-miró a otro lado- No creo que ellas los esperen para que las maten

-No las matan- empezó a vendarlo- Algunas son vendidas, otras solo son coleccionadas entre los de la élite-

-¿Para que las quieren encerradas?-

-Deseos ilimitados, aunque dicen que mueren rápido si las encierran…no sé qué tan cierto sea que pueden cumplir los caprichos que les pidan-

¿Cuánto podría desear un ser humano con tal de llevar al extremo la vida de alguien más? El hombre puede ser realmente egoísta, cruel y ciego al verse imposibilitado de lograr algo. Si esos cazadores estaban en el puerto, atraparían a la sirena que vio en la tarde, y si era una criatura peligrosa, pudo haberlo asesinado de haber querido, pero no fue así.

Al salir al día siguiente, antes de llegar a su trabajo, caminó al puerto, seguramente el tritón se iba a mantener ahí por culpa de los cazadores. El lugar estaba en silencio, el agua no se movía, y con cuidado colocó en un poste del muelle un reloj, lo amarró con fuerza para que la marea no pudiera llevárselo.

-Tritón, escúchame si estás ahí…-se sintió estúpido hablándole al agua- Cuando ambas manecillas estén apuntando hacia arriba, vendré con algo de comida para ti…así no tendrás que irte al mar- miró a todos lados- No voy a hacerte daño…así que…por favor ven…- se puso de pie a penas vio a la criatura asomarse no muy lejos de ahí, dio dos pasos hacia atrás y se retiró corriendo.

El tritón solo inclinó la cabeza para acercarse a dicho artefacto, había visto muchos parecidos en los naufragios, varios hombres que anteriormente había comido junto con los suyos tenían ese tipo de dispositivos. Asumió que era importante cuando notó lo fuertemente atado que estaba al poste del muelle. No entendía a los humanos, había llegado a ese lugar por dos motivos, y uno de ellos era el escapar de los cazadores.

-Humano raro…-con un dedo picoteó el cristal del reloj, no tenía de otra más que esperar hasta que las manecillas esas estuvieran donde le indicó.

¿Era una locura? Definitivamente ¿Sabía a lo que se atenía si pretendía fraternizar con una criatura conocida por ser traicionera? En lo absoluto. Las preguntas se iban planteando poco a poco por la cabeza de Milo, quería pedirle un deseo a fin de cuentas, su madre era importante para él. Durante su trabajo estuvo muy pensativo, haciendo que le llamaran la atención más de una vez; cuando por fin terminó el turno, se fue como alma que lleva el diablo hasta el muelle, en el camino procuró alejarse de los cazadores que aún se hospedaban en un hostal cercano a donde iba a pescar. Compró un poco de comida, le compartiría la mitad y la demás se la comería, no quería levantar sospecha alguna.

Por fin el reloj marcó las 12, nadaba de un lado a otro, con su estómago adolorido por la poca comida que había encontrado. No estaba en su naturaleza comer animales del mar, pero tampoco el estar ayunando por más de dos días. Unos pasos a lo lejos lo alertaron, se ocultó debajo del muelle como ya se le había hecho costumbre, asomando parte de sus ojos y frente.

-Vaya…creo que no vino…- Milo suspiró derrotado, a fin de cuentas se sentó y se puso a comer solo.

El aroma de la comida lo hizo salir de su escondite, no era nada del otro mundo, un poco de carne condimentada y otras cosas que por obvias razones una criatura como él no entendería.

-Ahí estas- sonrió- creí que no ibas a venir- con mucho cuidado alzó un pequeño plato con carne-No sé si a ustedes les gustan este tipo de cosas…

-…-no le respondió, solo vio la comida y la devoró con desesperación.

-Oye, oye…tranquilo…nadie va a quitártela…- comió al no tener nada interesante que decirle.

En silencio se la pasaron comiendo durante segundos, la criatura se veía con unas bolsas en los ojos, haber comido le dio mucha paz y solo tenía sueño tras verse más calmado.

-¿No hablas mucho?- inclinó su cabeza, la sirena solo bajó la cabeza y luego la alzó.

-Gracias…-tartamudeó, sus pronunciación fue muy forzada, no podía hablar del todo la lengua humana totalmente, solo conocía un par de palabras que había escuchado durante su vida.

-Ya veo…- se sentó con más confianza en la orilla del muelle, puso sus manos en el pecho y se presentó- Me llamo Milo

-Camus- lo imitó, entendiendo completamente las señales que el moreno le había mostrado.

-¿Vienes del mar?- asintió- ¿Por qué viniste?

-Cazadores, ellos venir atrás de  Camus- oír como hablaba en tercera persona lo hizo soltar una pequeña risa

-Si te quedas aquí no van a encontrarte- guardó en una bolsa sus cosas, y de otra sacó los anzuelos.

-¿Ser cazador de peces?-

-Pescador- le corrigió, aparentemente iba a tener que hacer que Camus aprendiera a hablar la lengua humana con más fluidez.

-Si…- le desesperaba no poder comunicarse apropiadamente con él, pero si iba a utilizar a ese hombre, al menos aprovecharía hasta el momento oportuno.

La tarde continuó con ese par tratando de comunicarse, Milo tenía una curiosa paciencia que de vez en cuando se perdía y ocultaba con un montón de risas. Camus le parecía una criatura además de bella, muy interesante, no iba a atreverse a pedirle un deseo de un día a otro. No tuvieron una charla de mucho interés, hacían lo mejor que podían por no caer en un silencio incómodo. Las preguntas que se hacían eran lo más básico del mundo como “¿Puedes respirar fuera del agua?” “¿Realmente crees que los peces son tan idiotas para venir aquí de nuevo?” entre otras.

Antes de que terminara una pésima jornada pescando, Milo le dejó en claro una cosa.

-No voy a lastimarte, confiaré en que tú tampoco lo harás

-Si quería comerte, hacerlo desde un inicio-

-Voy a traerte de comer- señaló el reloj- Cuando esta pequeña se pose sobre este número- le señaló el 7- y la grande en este- señaló el doce- Será al poco tiempo de salir el sol

-¿Por qué venir?

-No puedes estar sin un desayuno- sonrió y le señaló una hora más, la cual era la misma que le había mostrado esa mañana- Acércate cuando el reloj esté en éste horario.

Y así, el pescador comenzó a cumplir su promesa diariamente, sin faltar a la hora iba a dejar alimento al tritón cada mañana y cada tarde, charlando y enseñándole más el idioma. Peleando un poco por las jugarretas que Camus de vez en cuando le hacía. Temeroso de una posible traición  y desconfiado de las intenciones que pudiera tener con él.

Notas finales:

Gracias por leer, apreciaria mucho recibir sus comentarios, cualquier tipo de critica es aceptada. :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).