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The hardest word por BombayLove

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Notas del capitulo:

En el cumpleaños de su novia Kurako, Ryo, un chico introvertido que hace amigos gracias a su hermana gemela, conoce a su cuñado, Tadayoshi, de una forma bastante peculiar.

Poco le importó su opinión a su padre, respecto a si quería irse o no con ellos a Tokio, ya que había conseguido una mejor oportunidad laboral. De por sí, Osaka era lo más parecido a un hormiguero por la cantidad de gente que uno podía ver en la calle, pero Tokio era diez veces peor. 

Pero, pese a todo, debió ir con su familia. Y hasta consiguió novia al poco tiempo.

Okura Kurako, el cual era el nombre de su novia, tenía el mismo problema que su hermana: su nombre era muy parecido a su apellido, hasta se escribía de la misma manera, pero no por eso dejaba de ser una de las chicas más populares de la secundaria en la cual terminó.

Su cabello negro siempre estaba atado por sobre sus hombros y dos mechones caían sensualmente en torno a su rostro, dándole una imagen simplemente angelical. Lo que más adoraba de ella, era que no se metía en su vida en lo absoluto. Era celosa, por supuesto, pero no al punto de hartarlo, ya que Ryo no le daba motivo alguno. De hecho, no se relacionaba con otras mujeres, ni siquiera con sus compañeras de curso; de hecho, no se relacionaba con nadie. 

Era como si no pudiera hablar con nadie más. Se le formaba un nudo en la garganta cuando trataba de hacerlo y sentía una oleada de calor que sólo desaparecía cuando volvía a la soledad. Si alguna vez tuvo algo parecido a un amigo, había sido gracias a su hermana Nishikiko que, como gemela suya, era completamente diferente a él: apenas el primer día de escuela, ya había simpatizado con gran parte de su curso y, por supuesto, había llegado con amigos para él, entre ellos, la hermosa Kurako, de quien quedó prendado casi instantáneamente.

 

Una fecha especialmente marcada en su calendario había llegado: el cumpleaños de Kurako.

La muchacha había organizado una fiesta en su casa, a la cual estaban invitados sólo los más allegados. 

Al llegar al lugar, ambos entraron a la enorme mansión perteneciente a la familia Okura, pero Nishikiko de inmediato fue solicitada por todos y cada uno de los allí presentes.

— ¿No te molesta si te dejo solo, Ryo-chan? — Le preguntó a su hermano.

— Claro que no. Ve — Le respondió, carraspeando. En realidad, sí le molestaba no estar con ella si alguien iba a acercársele a hablarme, pero hasta que ese momento llegara, prefería estar solo. 

Observando minuciosamente cada milímetro de la casa, Ryo se dio cuenta que pese a que era la fiesta de cumpleaños de Kurako, todo estaba dispuesto de a pares. Caminando por un largo pasillo con una alfombra añil en el medio, curioseó dentro de una de las habitaciones encontrándose dentro de la misma con un piano. Alrededor de la tarima dispuesta para el instrumento, había un alto estante en forma circular repleto de libros y, a unos pasos del piano, un escritorio vacío. Ryo se acercó al piano y levantó apenas la tapa con sus dedos índice y medio, pero una voz desconocida, ocasionó que la cerrara sonoramente.

— ¿Qué haces aquí? — Le preguntó alguien que no alcanzó a ver, ya que la luz de la luna a través de la ventana, no ayudaba demasiado.

— Eh… Eh… Mi nombre es Nishikido Ryo, mucho gusto — Intentó ser lo más cortés posible con el desconocido, que con pasos largos, estaba acercándose a él.

— Ah… ¿Así que tú eres el famoso Ryo? — Repreguntó quien parecía ser un calco de su novia, Kurako, pero en versión masculina. Su expresión de sorpresa fue tal, que hizo sonreír al recién llegado —. Veo que mi hermana no te ha dicho nada de mí — Suspiró —. Aunque me ignore, estuvimos juntos nueve meses, espero que algún día madure.

— Su… hermano…

— Mi nombre es Tadayoshi — Se presentó, finalmente, aquel muchacho que le llevaba una cabeza, no sólo a quien parecía ser su hermana, sino también, a Ryo. Llevaba una camisa blanca y un pantalón negro. Sus cabellos negros eran iguales de lacios que los de Kurako, aunque difería bastante en su longitud, ya que él lo llevaba corto —. Y no respondiste a mi pregunta.

— ¿Eh?

— Te pregunté qué estabas haciendo aquí.

— ¡Ah! ¡Es que…!

— ¿Hermano? — La voz de Kurako, entrando al lugar, interrumpió su conversación —. ¡Ah! Aquí estabas — Dijo la muchacha dirigiéndose a Ryo de un salto, y agarrando su brazo, frente al ceño fruncido de su hermano —. Te estaba buscando. Nishi-chan me dijo que estabas solo.

— Sí… Es que…

— Se metió a tocar el piano — Dijo Tadayoshi, cruzándose de brazos.

— ¡Realmente no era esa mi intención! — Intentó defenderse Ryo, sintiendo una oleada de calor recorriéndole la espalda.

— Déjame decirte que parecía justamente eso — Reiteró Tadayoshi, fijando su mirada sobre él, haciéndolo incomodar hasta el punto en que Ryo debió desviar su mirada hacia otro lado.

— Déjalo en paz, hermano — Le recriminó Kurako, dándose cuenta que su novio estaba hecho un manojo de nervios —. ¿Vamos, Ryo?  — Tadayoshi vio que los labios del aludido se movieron, pero al no salir palabra de éstos, asintió con la cabeza —. ¿Y tú qué esperas? — Le preguntó Kurako a su hermano, al llegar a la puerta —. ¿Quieres una invitación a tu propia fiesta de cumpleaños o algo así?

El aludido sonrió, siguiendo el camino que la pareja tomó, a la distancia.

 

Pese a ser el nuevo novio de la cumpleañera, Ryo no lidió con tíos molestos o abuelas que le contaban historias vergonzosas. 

Pero sí se dio cuenta que Tadayoshi no dejaba de mirarlo. Y eso lo incomodaba demasiado.

 

— Si quieres, puedes ir a dormir al cuarto de huéspedes — Le dijo Kurako, dándose cuenta que Ryo sentía una extraña agitación —. ¿Creo que me extralimité al invitarte? 

— No, no, no. Para nada. Me gusta estar aquí, compartiendo estos momentos contigo.

La dulce mirada de Kurako, y su sonrisa, lo calmaron un poco.

— Ve a descansar si quieres. Cualquier cosa, envío a Nishi-chan a que te despierte, ¿está bien?

 

Siguiendo las indicaciones de su novia, Ryo llegó hasta el cuarto de huéspedes. El sonido de la fiesta desapareció significativamente cuando cerró la puerta detrás de sus espaldas. Se deshizo de sus zapatos y se lanzó sobre la pequeña cama, quedándose mirando el techo, con los brazos cruzados detrás de su nuca. 

Sintió celos por la forma en que su novia llamaba a su hermana. 

— Realmente me gustaría que me llamaras Ryo-chan — Musitó, con los ojos cerrados.

— Ryo-chan.

Una melodiosa e hipnótica voz lo hizo abrir los ojos de repente. 

Cuando quiso incorporarse e intentar decir algo, sintió unos labios besándolos y un aroma que ya había sentido antes. Sus manos intentaron por todos los medios zafarse de aquel húmedo agarre, pero llegó un momento en que aquel sorpresivo beso se había vuelto tan intenso, que ya no importaba quién sea el que se lo estaba dando. Despertó de su trance al oír un sonoro beso depositarse sobre sus labios, y al sentir unas manos que lo despojaban de su remera con una velocidad sobrenatural. Al abrir los ojos, se dio cuenta que era Tadayoshi.

— ¿Qué… haces…? — Jadeó, sintiendo su cuello siendo dulcemente besado por el más alto.

— Quiero hacértelo — Gimió el aludido, sobre su oído, sentándose a horcajadas suyo.

— ¿Haces esto con todos los novios de tu hermana? — Preguntó Ryo, con insolencia, sonriendo de  lado.

Tadayoshi agarró los cabellos de Ryo y levantó un poco de cabeza hasta lograr pegar su frente a la suya, inclinando su cuerpo hacia él.

— Sólo con los que me gustan — Reconoció, volviendo a besar sus labios con una intensidad indescriptible.

— Suéltame, imbécil — Le dijo Ryo, intentando sacarse a Tadayoshi de encima, pero pese a tener casi la misma edad, por algún motivo, no podía. Lo único que logró, fue que sus muñecas fueran agarradas sólo por una de las manos de Tadayoshi y que le pegara una sonora cachetada con la otra, dejándolo por demás perplejo. 

Cuando quiso darse cuenta, sus labios estaban siendo besados por un desconocido, su lengua danzaba al compás de la de Tadayoshi, su cuerpo se arqueaba al sentir sus uñas clavándose en su carne.

— Ryo-chan…

Su fuerza se debilitaba y su cuerpo se afiebraba al oír cómo esa forma de llamarlo que antes le parecía dulce, ahora le resultaba completamente seductora. Sintió que el alma se le escapó al sentir la hombría de Tadayoshi adentrándose en su cuerpo. Él le dijo que por más que gritara, nadie iba a oírlos. Justamente esas habitaciones eran las más alejadas de la casa para garantizar el descanso de sus invitados. 

Nadie oyó su llanto, cómo sus sollozos se entrecortaban conforme su respiración también lo hacía, nadie oyó los gemidos de placer de Tadayoshi.

No se sintió mucho más a una muñeca inflable cuando Tadayoshi culminó. Mientras lo miraba vestirse de reojo, sentado sobre la cama, quiso agradecerle que antes lo hubiera hecho llegar al clímax a él también, pero la realidad era que no debía agradecerle absolutamente nada. 

— Vístete rápido. No queremos que tu hermana te encuentre en este estado, ¿no? — Antes de dirigirse a la puerta, Tadayoshi se inclinó hacia Ryo y le dio un dulce beso en los labios, dejándolo perplejo —. Nos vemos abajo.

Apenas volvió a quedar en compañía de la soledad, aún mirando el techo, Ryo se cubrió el rostro con ambas manos y lloró desconsoladamente.

Hasta que regresó a su casa junto con su hermana, estuvo aún más distante que de costumbre, aún más taciturno que de costumbre.

 

Al día siguiente, creyó que su comportamiento el día anterior pasaría desapercibido por su novia, pero no fue así. La encontró esperándolo en la azotea a la hora del almuerzo. Ese lugar siempre estaba vacío debido al remolino de viento que siempre se formaba, sin importar en qué época del año estuvieran, pero ambos, por el simple hecho de estar solos, habían encontrado un sector donde esa corriente de viento no llegaba.

— ¿Sucedió algo anoche? — Suspiró al oír su pregunta. Se veía hermosa con la suave brisa jugando con sus mechones de cabello, pero debido a sus palabras, no lo notó.

— Nada, ¿por?

— Desde que Nishi-chan te fue a buscar y hasta que te fuiste… Te noté extraño.

Se había ganado una novia intuitiva, eso era más que seguro. Atinó a sonreír, mientras se sentaba a su lado.

— ¿Ah, sí? Es que… me dormí un rato y… debí haber estado cansado por eso.

— Mhh… Ya veo — La pausa que hizo entre ambas frases, le dio a entender que no había alcanzado a satisfacer su curiosidad, pero realmente, no tenía ánimos y mucho menos imaginación para mentirle, sobre todo después de haber dormido apenas tres horas en toda la noche.

— ¿Puedes conseguirme la tarea de matemáticas? — Le preguntó Ryo, ocasionando que la muchacha lo mirara sin expresión aparente con los palillos entre sus labios —. No pude hacerla por obvias razones.

— ¿Quieres decir que es mi culpa?

— No, no es eso — Intentó excusarse el aludido, rascándose la nuca y poniéndose algo nervioso.

— Puedes pedírsela a Yasuda-san — Terminó accediendo a su pedido, al menos, parcialmente —. Debes aprender a valerte por ti mismo, Ryo.

Creyó tener una novia comprensiva, pero se dio cuenta que no. Cuando quería, podía ser bastanta cruel con él.

 

A la salida de la escuela, Ryo estaba esperando a su hermana mayor (por mera cuestión de segundos) al lado del portón de la secundaria. Despegó su espalda de la pared al verla acercarse a él, después de despedirse de un grupo de amigos a lo lejos. Pero grande fue su sorpresa al ver acercarse junto a ella, a Tadayoshi, con quien charlaba alegremente, quién sabe de qué tema.

— Tengo que irme — Le dijo con un tono seco, mirando de refilón al recién llegado.

— Espérame. Quiero saludar a Kura-chan.

— No entiendo por qué se llaman por su apodo con mi novia — Le recriminó, poniendo especial énfasis en el pronombre posesivo, volviendo a mirar a Tadayoshi, quien parecía haber olvidado lo acontecido la noche anterior.

— Es porque nos queremos.

— Es como si yo le dijera Ryo-chan a tu hermano, ¿no? — Preguntó Tadayoshi, dirigiendo su mirada a Ryo en el momento en que lo mencionó por su apodo.

— ¡Exacto! ¡Ay! Suena demasiado tierno cuando lo llamas así — Rió Nishikiko. Su hermano por su parte, volvió a sentir una extraña oleada de calor y ardor en las palmas de las manos.

— ¡Has lo que quieras! — Exclamó Ryo, sin siquiera mirarlos —. ¡Yo me voy para casa!

— ¡Ah! ¡Ryo! ¡Espera! — Intentó llamarlo su hermana, pero él ya estaba unos cuantos pasos alejados de ambos.

— No te preocupes. Con Kurako te acompañamos a la estación de tren — Le dijo Tadayoshi.

— Muchas gracias — Agradeció la muchacha, sintiendo cómo sus mejillas se sonrojaban levemente.

 

Claramente no debió hacer caso a sus impulsos y abordar el tren en el cual estaba en esos momentos. No sólo estaba repleto, sino que su problema por estar rodeado de tanta gente, estaba haciendo que su corazón estuviera a punto de salírsele por la garganta. Hasta podía jurar que lo tenía en medio de la tráquea en esos momentos. Por más que intentaba tragar saliva, era como si ésta terminara acumulándose sobre su campanilla y evaporándose por las fuertes inspiraciones que hacía. Aunque estaba prácticamente pegado a la puerta, el aire no entraba ni salía por ningún lado. Si sus piernas seguían perdiendo sus fuerzas, sabía que a la siguiente parada, la gente que saliera a la misma, lo terminaría llevando con ella.

De repente, oyó los latidos de su propio corazón repicando en sus oídos. Cerró los ojos con fuerza, como si así pudiera acallar ese sonido. Sintió cómo su nuca era hábilmente masajeada por una mano ajena. Abrió sus labios y dejó escapar un débil suspiro. Al entrar a un túnel, sus ojos hallaron, a través del vidrio de la puerta, quién era el que generaba tan placentera sensación. Una sensación que le hacía olvidar toda esa gente que, sin saberlo, lo estaba atormentando. Aunque estaba seguro que tenía otros planes para con él, o al menos eso le parecía en el reflejo de la mirada de Tadayoshi sobre el vidrio de la puerta, y lo aseguró escasos momentos más tarde, cuando las luces empezaron a titilar. Podía sentir perfectamente su cálido aliento golpeando con fuerza su cuello, besando su piel, intentando una vez más, marcarla como su propiedad. Literalmente, ahora estaba pegado a la puerta, sin escapatoria alguna debido a la presión de Tadayoshi encima suyo. ¿Dónde llevaba su portafolio? No lo sabía. Lo que sí sabía era que el maldito era muy hábil masturbándolo. Tuvo que llevar su propio portafolio a la altura de su rostro. No fuera a ser que las personas que estuvieran esperando el tren, vieran su rostro rojo de placer cuando las puertas se abrieran de par en par. Sintió que sus piernas perdieron su fuerza cuando estiró el lóbulo de una de sus orejas. Su mente se puso en blanco al sentir su lengua recorriendo aquella parte tan sensible que tenía. ¿Por qué su cuerpo reaccionaba de aquella forma? ¿Por qué deseaba volver a ser suyo con tanto ímpetu? ¿Por qué su mirada lo perturbaba tanto? ¿Su sonrisa, su tacto?

Todo eso desapareció cuando el tren arribó a la siguiente estación. Sus ojos se abrieron como platos tras ser empujado fuera del tren por el mismo Tadayoshi. Al girarse Ryo, vio una dulce sonrisa de su parte, y su mano agitándose en señal de despedida, mientras el tren volvía a cerrar sus puertas una vez más y seguir con su recorrido. Al levantar la vista, se dio cuenta que estaba en la estación correcta; pero, al bajarla, se dio cuenta que había un tema que debía solucionar lo más rápido posible.

Notas finales:

Y así empezamos un nuevo fic :)

Creo que este va a ser un fic complicado de escribir, jaja, pero, va a tener un buen resultado si sigue como pretendo ^_^

Espero que les haya gustado leerlo~ ^3^ *chu ♥*


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