El tiempo era realmente relativo o al menso eso decían pero él no tenía mucho de eso, todos los días debía levantarse temprano para ir a la universidad y luego salir corriendo para poder llegar a tiempo al trabajo, tenía mucho tiempo sin hablar con su madre, desde que su abuela tomo su custodia su vida cambio de tristeza a emociones y felicidad, pero ahora que había muerto, la soledad lo envolvía en el apartamento, tantas memorias pintadas en las paredes que lo hacían sonreír a la vez que sentía nostalgia. Siempre le habían dicho que se parecía a ella, su cabello era castaño y ondulado, eran de la misma altura, y su piel morena resplandecía en el sol además de esa extraña marca que ella poseía en la mejilla, no sabía cómo pero él había terminado heredándola, obviamente su progenitora no la tenía, ella no se parecía en nada a la abuela Alexa. En el pasado le habían contado las expediciones que su abuela hizo en su juventud, eso lo hizo querer seguir sus pasos, se encontraba estudiando arqueología y seguido planeaba estudiar espeleología. Recordaba que a los 14 años ambos escalaron una montaña y fue una de las mejores experiencias de su vida acompañada de los recuerdos más atesorados que poseía y por eso se gano el sobrenombre de “Lex” algo que lo llenaba de orgullo.
Desde que empezó a vivir con ella, no tuvo más que hermosas emociones fuertes que ahora lo llenaban de nostalgia, siempre fue el chico más aventurero de su escuela quizás al final si eran bastantes parecidos. Poseía el objeto más atesorado de Alexa, esa especie de lanza de metal duro y desconocido que se extiendo, y se guarda sobre sí misma, varias veces la uso y rompió muchas cosas mientras aprendía a usarla, solo un par de jarrones pero nada que lamentar, fue muy feliz al heredarla y la protegía, si no fuera gay hubiera prometido dársela a sus hijos pero quizás con el tiempo adoptaría a algún niño para compartir su vida y hasta ¿Quién sabe? se casaría pero nada parecía claro por el momento.
Desde mañana tendría una semana libre, solo un par de horas en la universidad para una clase de ciencias y volver a casa aburrido, no entendí porque le dieron vacaciones, solo por lo “cansado” que se veía, pero estaba tan acostumbrado a vivir de ese modo que le parecía extraño no hacer nada, cerró los ojos, mañana seria un día largo.
¿Crees que sea aburrido? – Pregunto al aire en el espacio totalmente vacío antes de apretar los ojos intentando conciliar el sueño – Si tan solo pudieras responderme…
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Al abrir los ojos con el primer llamado del despertador, sintió la extraña sensación de ser observado, quizás estaba nervioso, pero era algo raro como si alguien lo mirara fijamente, se levanto bostezando y camino hacia su cuarto de baño, durante la ducha sintió la misma sensación pero intento ignorarla y como acostumbraba salió desnudo mientras secaba su cabello con la toalla agachándose para recoger algo que se encontraba tirado en el suelo, algo fuera de lo normal pues por lo que creía lo había visto en la mesa del comedor pero simplemente lo ignoro y siguió preparándose para no llegar tarde a la Uni, el amanecer se veía venir al horizonte, suspirando continuo a hacer el desayuno mientras se colocaba su camiseta. Huevos con tocino y un vaso de jugo de naranja, comiendo todo rápidamente, siguió a tomar su abrigo y mochila para salir.
¡Me voy a…! – No termino de decir, dándose cuenta de que estaba solo y cerrando la puerta tomo el ascensor.
Saludo a todos los demás inquilinos como acostumbraba y tomo un autobús para poder llegar, de paso pasaría por su trabajo para saludar a sus compañeros. Una sonrisa se dibujo en su rostro antes de entrar a la universidad aunque por extraño que sonara seguía sintiendo que era observado y así fue todo el tiempo, luego de clases llego a su trabajo y sonrió a todos los clientes conocidos, uno de sus compañeros le saludo amablemente, acercándose para darle un breve beso en la frente.
¡No hagas eso! – Le dijo avergonzado empujando al contrario – Ya te dije que no lo hagas.
Solo bromeaba, hoy no estás de humor – Se defendió el hombre alto de pelo rubio y ojos oscuros – No te pongas así, Lex.
Marcus, ya te he dicho que no acoses sexualmente a tus compañeros de trabajo o en este caso a un cliente – Decía un hombre de mediana edad apareciendo – A propósito, Alexander ¿Cómo va tu día libre?
Todo va bien, señor Thompson – Espeto algo agradecido el chico de no tener a su acosador personal detrás – Aunque estoy algo desocupado, así que si me dan un delantal estoy listo para volver al trabajo.
Si, si, si – Contestaba el señor empujándolo hacia afuera – Disfruta tu semana libre, espero no verte por aquí en todo la semana.
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Al llegar a su apartamento se sentó en el suelo cansado tirando su abrigo y su mochila a un lado antes de acostarse en la fría madera, un crujido disimulado del piso lo hizo levantarse asustado para a continuación no ver a nadie y tranquilizarse.
Debería despejarme – Murmuro antes de empezar a limpiar la casa. Después de sacar brillo a todo el apartamento, hizo un rompecabezas de 500 piezas y leyó un viejo libro sobre arqueología antigua que tenía, al terminar miro la hora.
¿8:16? – Se dijo sorprendido volviendo a levantarse de su asiento para ir a buscar algo más interesante que hacer, otros viejos libros llegaron a sus manos los cuales leyó hasta el final para seguir, saco su vieja guitarra para comenzar a tocarla, un leve gruñido llego a sus oídos y volvió a buscar en toda la casa hasta cansarse al no encontrar nada por lo cual preparo masa de galletas en un antojo del momento, luego en lo que se horneaban las galletas saco sus lienzos para pintar algo y poniendo música para inspirarse, otro gruñido desconcertante calo nuevamente en sus oídos – ¿Qué fue eso? ¿¡Hay alguien ahí!?
En el silencio no se escucho nada, por lo cual continuo con lo que hacía aunque estuviera alerta, el olor de galletas horneándose era delicioso, una sonrisa enorme se dibujaba en su rostro y las preocupaciones yéndose por las ventanas abiertas, su ser expresándose a través de su pincel y sus colores reflejaban lo que sentía. Sin querer el agua donde limpiaba los restos de pintura caía al suelo, sin prestar mucha atención continua pintando hasta que el horno se detuvo, por lo que contento fue a apagarlo y sacando las galletas con chispas de chocolate, coloco las bandejas en la encimera de mármol para continuar con su pintura.
Bien, solo terminare esto y a comer – Dijo Lex tomando nuevamente el pincel – Esto te hubiera encantado, abuela.
Con la emoción de la música bailaba al son de una vieja canción pegajosa que antes danzaba con la mujer que tanto extrañaba, dedicando ese baile a ella, como el retrato que le estaba haciendo, en medio de su alegría nostálgica su pincel se salió del cuadro y sin querer pinto fuera del dibujo, pero lo que en realidad le sorprendió fue el hecho de que la mancha de pintura se encontrara flotando a su lado, en la sorpresa del momento resbalo con el agua del suelo y cerró los ojos, esperando un golpe que nunca llego, pudo percibir una amplia mano que lo sostenía por la cintura y un gruñido a continuación.
¿Q-que? – Cuestiono entre el pánico, con su cuerpo congelado cuando una figura grande empezó a aparecer frente a sus ojos – A-ah…
Continuara…