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Las luces de la vida por Kina Ni Juu

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Notas del fanfic:

  

Parte uno:

A lo largo de la vida de Aomine Daiki muchas luces habían hecho acto de presencia desde claras, brillantes, de colores chillones y opacas, unas más fuertes que otras. Y estaban esas que habían resplandecido más que todas y habían marcado su vida.

En sus primeros ocho años de vida habían sido dos luces, las de sus padres. Cálidas, brillantes, llenas de amor y seguridad. Esos años fueron los más hermosos y el los aguardaba como el mayor tesoro de su vida y con miedo de olvidarlos. Había crecido como un niño energético, alegre y travieso, reía de todo y era cariñoso con sus padres. Amaba el basket tanto como a sus padres, le gustaba mucho dormir y la comida. Aomine era feliz con su vida y cuando esta cambio, el también.

Recordaba ese día con claridad. Sus padres en las vacaciones de invierno lo llevaron a Hakone para las posadas y de regreso en el camino un auto les choco sacándolos de la carretera. Cuando Aomine despertó tenía el brazo derecho enyesado y varios golpes por el cuerpo. Había quedado en coma por tres días y le quedaría una cicatriz de por vida en la espalda. Nadie quiso decirle algo de sus padres lo cual para un niño de ocho años no traía buenas noticias y tenia miedo. Unas horas después llego una mujer, Fuyumi, que era trabajadora social y le dijo todo lo que paso.

Sus padres habían muerto en el accidente y aunque se había hecho todo lo posible, ellos no sobrevivieron. Ese día lloro como nunca antes lo había hecho, su alma se desgarro y su corazón quedo destruido. El dolor acabo con el y la vida dejo de tener sentido ni color sin sus luces. Lo que había sido antes dejo de existir. Ese niño alegre y lleno de vida se convirtió en un chico frio, temperamental, distante, de carácter arisco y hasta cierto punto cruel. Se prometió nunca mas volver a llorar y ser fuerte.

Al no contar con más familia, fue ingresado en una cosa hogar con niños de entre 6 años hasta los más grandes. No quiso convivir con ellos y se mantenía alejado, solitario, su único consuelo fueran las pocas cosas que le dejaron conservar y el basket hasta que lo conoció.

A las pocas semanas de llego se encontró siendo perseguido tanto en la escuela como en las actividades en la cárcel (como llamaba a la casa hogar) y espiado en las tardes cuando jugaba basket por un pequeño niño. Al principio no le tomo importancia mientras no se metiera con el hasta que el niño se acerco una tarde casi anocheciendo.

-¡Wow! ¡Eres increíble Dai-chan!

Su primera reacción fue sorpresa. Jamás alguien le había llamado de esa forma ni siquiera sus padres y ahora un enano, o mas bien el era el monstruo ya que su alta estatura no era para un niño de su edad, lo llamaba así. El niño se llamaba Kazunari y tenia seis años. Tenia el pelo algo largo de un color negro azabache, piel clara y brillantes ojos azul plateado.

-¡Yo también quiero jugar! ¿Me enseñas?

Kazunari sonrió de una manera radiante mostrando su diente faltante y Aomine solo lo miro en silencio por un par de minutos y luego aventó la pelota a la canasta.

-No

El azabache inflo las mejillas pero no replico nada y solo se sentó en el piso con los brazos cruzados sobre el pecho. Aomine recogió la pelota y cuando volteo y lo encontró todavía ahí, frunció el ceño.

-¿Qué crees que haces?

-Dijiste que no me enseñarías pero no que no podía verte jugar

Aomine parpadeo varias veces y luego de varias semanas sin hacerlo, sonrió y como lo hacia antes. Kazunari amplio su sonrisa marcándose unos lindos hoyuelos en las mejillas y sus ojos brillaron al ver la sonrisa del mayor, nunca lo había visto sonreír así.

Así una extraña amistad surgió entre ambos o al menos de parte del azabache quien lo seguía a todos lados llamándolo Dai-chan, no lo dejaba solo en ningún momento, parecía una pulga como Daiki comenzó a llamarlo. Un día Aomine le pregunto porque estaba con el y no con los niños de su edad. Esa fue la primera vez que miro como la sonrisa del niño de perdía y su rostro se descompuso en seriedad.

-No me dejan y los más grandes me molestan además como Dai-chan tiene cara de malo nadie se mete contigo y eres divertido

Aomine frunció el ceño y volteo a verlo, Kazunari estaba sentado como todas las tardes que Daiki jugaba basket y le dirigió una fría mirada.

-Yo no soy divertido

Kazunari se encogió de hombros. –Pero me gusta estar con Dai-chan, me gusta verte sonreír cuando juegas basket, me dejas estar contigo y no me molesta como los demás

Daiki lo miro sorprendido y fue cuando una luz resplandeció del menor. Cegadoramente brillante, de un tono azul, cálida, alegre y llena de vida. Fue cuando entendió que quería a ese niño molesto aunque si le preguntaban iba a negarlo con creces y que tenia alguien por quien seguir adelante, que no estaba solo.

Así que esa amistad se volvió reciproca y Aomine verifico que lo que le dijo Kazunari era verdad. Cada seis meses a todos los niños se les hacia una revisión medica y tuvo que separarse de Kazunari al ser de diferentes edades. Al salir de la consulta fue a buscarlo ya que los más pequeños habían sido los primeros y lo que encontró lo hizo enojar.

Su pequeña luz estaba en el piso con una raspadura en una rodilla y llorando por algo que unos niños de entre 10 y 13 años le estaban diciendo y sin pensarlo aventó su pelota de basket al más grande en la cabeza.

-¡Largo de aquí sino quieren que les pegue!

Aomine a sus nueve años era tan alto como ellos pero eso no pareció intimidar al que golpeo porque se le lanzo encima pero Aomine era fuerte y rápido a su edad por lo que los demás fueron en ayuda del mayor. Kazunari con miedo de que lastimaran a Daiki al ver como los cuatro rodearon a Aomine, se levanto para ayudarlo.

-¡No! ¡Dejen a Dai-chan!

Kazunari solo sintió como alguien lo empujo y su cabeza golpeo algo antes de perder la conciencia. Aomine solo miro en shock al azabache y el miedo le recorrió el cuerpo. Miedo de perderlo y volverse a quedar en la oscuridad No se pudo mover hasta que los encargados llegaron para ver lo que pasaba y cuando cargaron a Kazunari fue cuando reacciono y los siguió. Lo llevaron con el doctor y el se quedo en una esquina observando todo, con lagrimas acumuladas en sus ojos pero se negó a llorar.

El doctor fue le primero en notar su presencia pero lo dejo quedarse. Tuvieron que hacerle dos puntadas al azabache y Aomine miro con reproche la herida. A Kazunari le quedaría una cicatriz y seria un recuerdo de que no pudo defenderlo pero se prometió no volver a cometer ese error otra vez.

El protegería y velaría por la seguridad del niño.

Desde ese día no dejaba a Kazunari solo en ningún instante y el niño era feliz. En el cumpleaños de Kazunari le regalo una pelota de basket y le prometió que cuando estuviera mas grande le enseñaría a jugar basket. La sonrisa del azabache fue hermosa y Aomine se prometió también que nunca permitiría que se perdiera esa sonrisa.

Y fue cuando rompió todas sus promesas. Se acercaba el primer año de las muertes de sus padres y lo único que quería era estar solo, después de todo los demás niños habían comprendido que si molestaban a Kazunari se metían con el también, pero el niño no lo entendió y seguía detrás de el a todas partes hasta que Aomine exploto y no midió sus palabras.

-¡Cállate! ¡Eres molesto! ¡¿Por qué no te largas?! ¡Ah, ya! Nadie te quiere porque eres insoportable ni siquiera tus padres por eso te abandonaron en este lugar

Callo con la respiración acelerada y abrió mucho los ojos al ver la expresión del menor. No había rastro del Kazunari que conocía. Sus labios temblaban, sus mejillas sin color, sus ojos llenos de lágrimas y una mirada destruida entre la tristeza, dolor e incredulidad. Kazunari bajo la cabeza, murmuro unas palabras que Aomine no pudo escuchar y salió corriendo al romper en sollozos.

Daiki se quedo atónito sin entender lo que había sucedido. ¿Qué fue lo que hizo mal? Después de procesarlo, lo entendió. Lastimo a su pequeña luz y fue a buscarlo pero no lo encontraba. Pregunto por el pero nadie pudo darle una respuesta satisfactoria solo que lo habían visto llorando. Aomine no necesitaba saber eso porque el mismo lo había provocado, había roto todas sus promesas con sus crueles palabras.

Fue a buscar a Fuyumi y ella también lo había estado buscando y cuando se encontraron, ella le dirigió una mirada reprobatoria. Kazunari había ido con ella y se había quedado dormido al tranquilizarse. Fuyumi saco a Aomine al parque para hablar y fue cuando conoció la historia de Kazunari.

-Debes de entender esto Daiki-kun porque así comprenderás. Años atrás yo trabajaba en un refugio para personas con problemas y ahí conocí a la madre de Kazunari-kun. Ella era muy joven y no quería a Kazunari cuando estaba embarazada de el, nunca supe del padre de Kazunari-kun pero por lo que me conto ella, era una mala persona. El día que Kazunari-kun nació, su madre murió. El a diferencia que tu y los demás niños, no conoció a sus padres ni experimento ese sentimiento, ese amor. En parte tus palabras lo lastimaron y por eso también los demás lo molestan…

Aomine se sintió mal por el azabache y se odio por lo que le hizo. Esta vez no iba a romper sus promesas, no dejaría que su luz se apagara. De regreso fue directo con el azabache quien estaba mirando la televisión y se sentó aun lado de el. Suspiro armándose de valor.

-Pulga, ve por tu pelota de basket, te enseñare a jugar

Kazunari lo miro sorprendido pero luego sonrió con hoyuelos y se levanto para ir por la pelota. Esa era su forma de pedir perdón, con acciones no palabras. Esa noche mientras Kazunari dormía abrazado a el, Aomine deseo que fueran hermanos, nunca antes había deseado uno porque tenia suficiente con sus padres pero con el a su lado deseo que fuera así. Desde ese día comenzó a llamarlo Kazu y lo dejaba dormir con el cuando el azabache se lo pedía.

Desde entonces iniciaron su relación de hermanos al menos de parte de Aomine.

Los años  pasaron y cuando menos cuenta se dio ya tenía 12 y Kazu 10 años. Eran muy unidos y Daiki era el de antes solo con el. Niños habían sido acogidos en familias y nuevos fueron llegando pero ellos solo eran dos, no tres porque era impar y más de cuatro era multitud. Aomine era feliz con Kazunari y cuando sintió que se le seria arrebatada, se asusto.

Un día escucho que una pareja quería conocer a Kazunari porque querían adoptar un niño de su edad pero por mas cruel que fueron sus pensamientos, sabia que no seria escogido, Kazunari le pertenecía a el.

Unos días después cuando llego de un paseo en la escuela se encontró con que Kazunari platicaba con una pareja de casados, los Takao. Aomine se quedo estupefacto al verlos. Kazunari se miraba emocionado al hablar con los adultos, la mujer le acariciaba el cabello y el hombre sonreía. Aomine sintió el impulso de correr y apartar al azabache de ellos, miedo de que lo apartaran de su lado-

Parecían una familia y fue por ese pensamiento que recordó la conversación que tuvo con Fuyumi añas atrás. ¿Tan egoísta era para prohibirle a Kazunari experimentar ese sentimiento? ¿De que tuvieras padres y fuera feliz? Se quedo ahí, inmóvil, observándolos a la distancia.

No, Kazunari se lo merecía y el no era nadie para prohibírselo. Kazunari había sufrido mucho a lo largo de sus 10 años y el merecía, mas que nadie, tener una vida feliz. Sintió una punzada en el pecho pero sonrió con un deje de tristeza y  cerró los ojos.

-Brilla mi luz

“Aunque sea lejos de mi”. Abrió los ojos y cuando se iba a alejar, se detuvo y volteo cuando escucho al azabache gritar.

-¡No! ¡No quiero irme sin Dai-chan! ¡El es mi onii-chan y la única familia que quiero! ¡No me alejen de el!

Aomine se quedo atónito, estupefacto, en shock por las palabras del menor y sus ojos se llenaron de lágrimas. Kazunari también pensaba lo mismo que el. Su relación no era de amigos, era más fuerte y compleja, era de hermanos.

Salió de su escondite cuando Kazunari comenzó a llorar y la pareja no sabia que hacer para calmarlo. A veces podía llegar hacer realmente berrinchudo. Tan solo lo llamo y el niño corrió a el para abrazarlo, Aomine lo aferro a el.

-¡Por favor Dai-chan que no me alejen de ti! ¡Yo quiero estar con onii-chan!

Aomine le acaricio el cabello, lo aparto un poco para verse directo a los ojos y le sonrió suavemente.

-No Kazu, ve con ellos

Los ojos azul plateado del azabache se abrieron con sorpresa.

-¿Ya no me quieres? Prometo portarme bien y ser un buen niño…

Daiki sonrió sin evitarlo y sacudió la cabeza.

-No es eso Kazu pero es lo mejor

Convencerlo de que ser adoptado era lo mejor fue realmente difícil ya que Kazunari se negaba a dejarlo. El menor no lo soltó en ningún momento y hasta que se calmo, se aparto para limpiarse las lágrimas y sonrió mostrando sus hoyuelos.

-Te voy a extrañar Dai-chan

Aomine sonrió y aparto el cabello de la frente del azabache.

-Yo también Kazu porque te quiero

Los ojos del menor se volvieron a llenar de lágrimas, su cuerpo se sacudió a causa de los sollozos y salto sobre Daiki abrazándolo, escondiendo su rostro en su pecho. Aomine rio ya que sabia porque el menor había reaccionado así, había sido la primera vez que era sincero con sus sentimientos.

-¡Yo también te quiero onii-chan!

Aomine sonrió y respondió al abrazo. Kazunari acepto el hecho de que seria adoptado y la pareja, Akima y Yoriko Takao, lo recogerían en una semana terminando todos los trámites. Aomine no desperdicio esos días. No perdían ningún instante, en las tardes jugaban basket hasta ya no poder más y a la hora de dormir lo mantenía aferrado a su cuerpo.

El día tan poco deseado por ambos llego y Kazunari no paraba de llorar, Daiki se hizo el fuerte cuando el también quería llorar. Los Takao llegaron y Aomine pidió hablar con ellos. Los miro con seriedad.

-Por favor, cuiden de Kazu

Ellos le sonrieron comprendiendo y asintieron. Los Takao parecían buenas personas y esperaba que fueran buenos padres para su luz. Desde la muerte de sus padres no había pasado por una situación difícil hasta ese momento. Su luz, aquella que lo ilumino en su oscuridad, se iría y ya no brillaría para el. La despedida estuvo llena de lágrimas del azabache y Aomine sintió el instinto de tomarlo en brazos y no soltarlo jamás pero tenia que dejarlo ir, tenia que vivir y brillar más.

Miro a Kazunari entre los Takao y sonrió. Realmente parecía una familia. Yoriko miro a su esposo y luego sonrió suavemente al mirar a Aomine.

-Daiki-kun, ¿por qué no vas por tus cosas también? Vendrás con nosotros, no podemos separarlos. Ne, ¿Qué dices?

Los niños se miraron y luego a ellos sorprendidos. Eso quería decir que…Akima le puso una mano en un hombro y también le sonrió.

-Bienvenido a la familia Daiki

Aomine los miro sin saber que decir y solo reacciono cuando Kazunari grito feliz y lo abrazo. Lo único que comprendía es que seguiría al lado de su luz y era la único importante.

Fin primera parte.

Notas finales:

Ok, esta historia consta solo de cuatro capitulo. Espero que sea de su agrado. 


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