Iwaizumi admite que la primera vez que oyó el rumor, le causó cierto impacto. Como no pensaba darle credibilidad a un chisme oído al pasar, lo ignoró. La segunda vez que lo escuchó, volvió a los sentimientos que tanto le habían molestado la primera vez que decidió hacer oídos sordos. Eran muchas cosas. Oikawa e Iwaizumi habían sido amigos desde que tenía edad para recordar y ambos sabían todo el uno del otro. Eran mejores amigos. Lo conocía mejor que nadie e interceptar una conversación que, supuestamente, en el caso de que fuera cierto, sacaba a la luz una faceta completamente desconocida para él, lo descolocó bastante. Y eso lo hacía sentirse enojado, traicionado y triste. Pero, especialmente, traicionado.
Era extraño, pero todavía no se lo había preguntado directamente. Temía que Oikawa se sintiera ofendido (no era para menos) y, además, le daba vergüenza.
No, no, qué va a ser verdad. Se convenció de que no lo era. Oikawa era una persona que podía despertar la envidia fácilmente, seguro que era todo inventado, para difamarlo. Nada más.
- Deja de pensar.
Despertó de sus pensamientos y se volvió hacia él. Ah, hablando de Roma.
- ¿Qué?
- Sea lo que estés pensando, pones esa cara de enojado. No es nada lindo, Iwa-chan.
- Que para ti sea imposible pensar no significa que los demás lo hagan de vez en cuando -le respondió.
Oikawa se quejó infantilmente, pero se sentó a su lado. La banca se sintió menos vacía con su presencia y su escandalosa alegría. Pronto se olvidó del tema y más aun cuando la cancha se desocupó y se concentró en el juego.
Después de la práctica fue hacia las duchas. Se quedó debajo del agua mucho más de lo habitual, el agua caliente era realmente agradable y le quitaba la pesada sensación de cansancio del viernes. Pero la razón principal por la que se quedó perdiendo el tiempo fue porque había quedado con Oikawa para volver juntos, ya que él insistió en pasar la noche en su casa. Lo mismo de siempre. Como fuera, su amigo tenía que ir a buscar el bolso que olvidó en el aula, y conociéndolo, tardaría distrayéndose hasta con el aire.
Cerró la ducha y se quedó viendo sus pies. Podrían pasar por el mercado antes de ir a su casa y comprar snacks para pasar la noche mirando películas. Sonaba bien.
Un murmullo fue creciendo hasta convertirse en una charla amistosa. Reconoció la voz del capitán de hándbol y supuso que el otro sería un jugador del mismo deporte. Iba a salir del cubículo de la ducha pero mencionaron a Oikawa. Otra vez, enganchó una conversación que no debía (ni quería) escuchar. Era la tercera vez que oía algo parecido. Se quedó en completo silencio, incapaz de darse la valentía suficiente como para salir casualmente. Pero la intriga de saber si la conversación sería más o menos la mismas que las anteriores lo retuvo en el lugar.
- Pero qué asco, si son los dos hombres -dijo el capitán.
- Sí, pero no cuenta. Yo no soy gay.
- ¿Y entonces?
- Es que me dijeron que la chupa bien. Tenía curiosidad.
- ¿Y?
- Sí, la chupa bien. Más que bien.
Iwaizumi salió a zancadas de la ducha. Agradeció no haberse resbalado en el camino para que los dos jugadores no lo notaran. Se cambió e intentó no pensar en lo que había oído, pero era imposible.
¿Oikawa era tan fácil? Estaba seguro de que no era gay, ¿Eso quería decir que lo hacía por diversión? ¿Era posible que se tuviera tan poco respeto por sí mismo? El capitán de hándbol tenía razón en algo. Qué... asco. No le importaba su orientación sexual en lo más mínimo, pero si era promiscuo de verdad le daba... No podía ponerlo en palabras. Y todavía se sentía traicionado. Por supuesto, había otra parte de él que le decía que intentaban desprestigiarlo por envidia (o por la razón que fuera), pero nadie esparcía un rumor comentándolo en privado. ¿O sí? ¿O sabían que Iwaizumi estaba en las duchas? Eso sonaba muy conspirativo, complicado y paranoico.
Agh.
Dio un respingo cuando Oikawa llegó.
- Perdón por tardar, Iwa-chan, me encontré con el delegado de la clase...
- Está bien. Vamos.
A pesar de todo, era Oikawa. Era él, su mejor amigo. La persona más cercana que tenía.
Y no podía evitar sentir rencor porque le guardara un secreto, no le interesaba si era un secreto podrido. Y estaba enojado y confundido.
Oikawa, ¿Qué estás haciendo con tu vida?