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Por ti, cachorro. por OnlyYou

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Notas del capitulo:

Buenos días, tardes, noches.

No he decidido si dejarlo simplemente como un one-shot o continuarlo de alguna forma, si a alguno le ha gustado la idea como para que lo continue, pues lo haré.

Muchas gracias por leer, hasta pronto.

-Presentando a Su Alteza Seto de la casa Kaiba, el segundo de su nombre, príncipe de Teikoku y Doragon y los Primeros Hombres, señor de los Cuatro Reinos y próximo protector del reino.- La voz segura del anunciador se hizo escuchar por encima de las conversaciones que mantenían los nobles en aquel salón, callando a todos un momento antes de el príncipe Seto hiciera acto de presencia en su fiesta de cumpleaños número 18 junto a su guardia personal y su futura esposa, la princesa de un reino vecino, Serenity. Ambos avanzaron hasta sus respectivos lugares, tomando asiento mientras que la fiesta volvía a reanudarse. A un lado de Seto se encontraba el jefe de su ejército y guardia personal, Joey Wheleer; mientras que al lado de Serenity se encontraba Tristán Taylor, su propio guardia personal.
La vestimenta de Seto constaba en un traje completamente blanco, camisa celeste, corbata azul y zapatos negros, con su cabello prolijamente arreglado y su corona adornada con zafiros haciendo juego con sus ojos. Miraba a sus lados con aburrimiento, observando durante un momento a su prometida, luego a las personas que estaban celebrando su cumpleaños y su guardia personal. Verlo sólo le daba ganas de echar a todos de aquel salón y arrancarle la ropa al hombre.
Serenity estaba vestida con un vestido ajustado en el busto y a medida que caía se iba volviendo más amplio. Combinaba el color azul por los tan conocidos ojos de su futuro rey y el blanco al ser el color de la pureza que aún poseía. Miraba a sus doncellas disfrutar de la fiesta, queriendo unirse a ellas y dejar su aburrido lugar, pero no le estaba permitido. No quería hacer enfadar al príncipe a su lado.
Joey llevaba la típica armadura del reino adornada con algunas flores, su cabello rubio reluciente y la espada con la que acostumbraba combatir por su príncipe, de quien nunca se separaba. Se mantenía erguido a la derecha de Seto con su mano apoyada en la empuñadura de ésta por cualquier ocasión que se presentara; y así se mantuvo, alerta, cuando fue  hora de entregarle los regalos de cumpleaños al castaño, quien tenía su mentón apoyado en la palma de la mano sin demostrar molestarse en demostrar interés en ello. Su verdadero regalo lo tendría cuando estuviera solo y en paz.
Recibió oro, joyas, telas exóticas, armas, y todo lo que pudiera imaginar, se lo habían otorgado ese día. Agradecía con unos suaves movimientos de cabeza o de mano, intercambiando algunas palabras de vez en cuando sobre algún regalo que llamaba en algo su atención, aunque era lo de menos. Cenó diferentes comidas tradicionales y otras extranjeras que le dieron sus sirvientes, permitiendo a Serenity ir a reunirse con sus doncellas, de verdad que no tenía ánimos de estar con ella. En tan sólo una semana más seria coronado como rey y debería casarse con ella por el estúpido capricho de su difunto padre, odiaba que aún estando muerto se ocupara de organizar su vida a su antojo y que aquello fuera tan difícil de deshacer…no tenía problemas con su prometida, era amable, dulce y sería una buena reina a su momento, pero no era para él. Le faltaban un par de cosas para ser de su tipo.
Se sintió idiota al ver cómo uno de los cocineros aparecía con un enorme pastel de 15 pisos, ¿quién habría sido el idiota que mandó a preparar semejante pastel? Su ceño se frunció al escuchar una imperceptible risa por parte del rubio a su lado, pudiendo ver una amplia sonrisa en su rostro cuando volteó a verlo. El brillo en los ojos de Joey era burlón, el malnacido sabía que odiaba lo dulce y aún así debía haberles dicho a los cocineros que quería un pastel tan grande.
-La primera rebanada deberá ser para su majestad, esperemos que le guste el pastel.- Le dijo su guardia, haciendo que a Seto le dieran ganas de cortarle la cabeza, pero la de abajo. No tuvo otra opción que aceptar la primera rebanada de pastel y comerla, soportando el disgusto que le dio aquel postre tan dulce. Los aplausos se escucharon en el salón a modo de felicitación a los cocineros, para que luego cada uno reclamara su propia porción y la fiesta continuara, aunque sin su príncipe.
El castaño se levantó de su asiento con el porte que lo distinguía y caminó entre medio de toda la gente, quienes se iban haciendo a un lado al darse cuenta que estaban en el camino de su príncipe. El rubio lo seguía de atrás con una suave sonrisa, disfrutando de la molestia del heredero, él era el único que se animaba a hacerle ese tipo de jugarretas a Seto, el único que se animaba a hacerlo enojar y no obtenía castigo…aparentemente.
Los soldados en la puerta se apresuraron a dejar pasar al gobernante y a cerrarlas una vez que pasó, sin que nada interrumpiera su camino.
-Al príncipe Seto le duele la cabeza hoy, asegúrense de que nadie moleste su sueño ésta noche. Montaré guardia por hoy.- Fueron las órdenes del rubio antes de apresurarse a seguir a su protegido, caminando a paso apresurado a la torre en donde el castaño tenía sus aposentos. El futuro monarca ya había cerrado su puerta cuando Joey llegó, aunque sabía que no necesitaba tocar cuando ambos podían estar solos. Esbozó una sonrisa pícara, mordiéndose el labio inferior antes de tomar el pomo y entrar, cerrando la puerta tras de sí. Vio a Seto quitándose la ropa sin prisa, manteniendo su semblante de molestia. -¿Su gran alteza está de mal humor en su cumpleaños?- Preguntó, acercándose a la enorme cama en la que había pasado incontables noches de placer junto a aquel hombre y dejándose caer en ella, fijó su mirada en la espalda del susodicho.
-Eres tan gracioso, perro.- Ironizó, arrojando su corbata sobre una silla, a quien le siguió su camisa, volteando entonces a la cama. -¿Ese fue tu regalo?- Preguntó en referencia al pastel, quitándose el cinturón y dejándolo caer al suelo, acompañando a sus zapatos.
-Mmm, no.- Contestó, luego de fingir que pensaba en una respuesta, soltando una suave risa. –Sabes que mis regalos son mucho mejores.- Murmuró en voz baja, sentándose en la cama y comenzando a quitarse la armadura frente a Seto. Dejó las cosas con mucho cuidado en el suelo para que no hicieran ruido, desprendiéndose la camisa blanca que tenía debajo, quitándose las botas y luego los pantalones, quedando en la misma situación que Seto. Se levantó de la cama, acercándose a su príncipe y estirando una mano, acarició uno de sus pectorales y bajó hasta sus abdominales, sin quitar su sonrisa. Las manos del castaño pronto inmovilizaron las suyas y lo obligaron a dirigirse a la cama nuevamente, haciendo que cayera sobre ésta y pudiera colocarse sobre su cuerpo.
-Por tu bien, espero que lo sea.- Respondió, sosteniendo ambas manos del rubio por sobre su cabeza con una de las suyas, acercándose a besar sus labios por primera vez en la noche. Deseaba besar sus labios, morderlos, besar cada parte de su cuerpo y luego volverlo completamente suyo.
Al principio Joey se dejó de buena forma, mantuvo sus manos en el lugar donde Seto las quería e incluso correspondió a su beso, aunque al hacerlo sintió algo raro. No logró saber cómo lo supo, pero los labios del contrario no sabían igual…
-Besaste a Serenity.- Lo acusó, rompiendo el beso abruptamente y corriéndole el rostro por completo. Sabía que era su prometida, sabía que incluso el castaño debería haber hecho muchas cosas más con ella, que pronto se casarían también, pero no podía soportarlo. Los celos lo dominaban.
-Sólo fue un beso, ella me lo pidió.- Se excusó, sin importarle demasiado que el rubio rechazara su beso, atacó su cuello sin piedad, mordiéndolo allí y luego a la altura de la clavícula al tiempo que movía su cadera contra Joey.
-No te cases con ella…Seto.- Pidió, mordiendo su labio inferior y cerrando los ojos, de verdad no quería que aquello pasara. Él quería al castaño más que cualquier persona, pero su amor no le daría una alianza, no le daría hijos, simplemente le daría un sentimiento.
-No lo hago porque quiera, ¿esperas que me case contigo acaso?- Aquella respuesta hirió al rubio, aunque en el fondo conocía su lugar y era el de un simple amante. –Serenity me dará herederos cuando sea el momento, pero le falta un pene para que sea de mi tipo.- Le dijo, deteniendo los besos sobre donde el corazón de Joey latía. Sabía que posiblemente había herido a su rubio con su primera respuesta, aunque debía tener bien en claro que lo suyo no podía ser, al menos no públicamente.
El silencio se alzó sobre ellos, momento en que Seto continuó con su labor, dándole atención a aquel cuerpo que descansaba bajo el suyo. Lentamente, el rubio comenzó a mover su cadera hacia arriba de forma que sus miembros se rozaran, arrebatándole uno que otro suspiro de placer al castaño. Las manos del príncipe se pasearon por el cuerpo de su guardia, reconociendo y marcando como suya cada parte de él.
Lento, con brutalidad, rápido, con cariño…de todas las formas posibles estuvieron juntos esa noche, pero sólo una cosa quedó dando vuelta una y otra vez en la mente de Joey. Las palabras que le había susurrado Seto momentos antes de eyacular por última vez:
-Eres sólo mío, cachorro…y yo soy solamente tuyo.- 


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