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Amor en tiempos de guerra por Saya_Christopher

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Naruto no me pertenece, es obra de Kishimoto.

“Un joven doncel que guardaba en su corazón grandes heridas y el más grande secreto jamás antes contado. Un varón que ha heredado el trono de Asgard recientemente buscando esposo. La gran codicia de un hombre los unirá en matrimonio ¿Podrá el joven doncel y Rey de Camelot conquistar a su esposo o será una más de las batallas que tendrá que pelear en el nombre de su reino?”

Prólogo

Se escuchaban claramente los cascos de los caballos golpear frenéticamente aquel campo maltrecho por los años y las luchas que había soportado. A lo lejos se veía al sol ocultarse para dar paso a la noche y en las largas praderas se veían los cuerpos de los caídos en guerra. El aire era frío y lúgubre, como una noche de otoño. Los soldados levantaban los cadáveres para amontonarlos y prenderles fuego, era lo único que podían hacer, no podían arriesgarse a sufrir una epidemia.

—Itachi, debemos volver. La campaña ha terminado por hoy, aunque tuvimos muchas bajas, no se comparan con las sufridas por Orochimaru-sama — terminó de explicar un soldado que estaba de pie junto al caballo de aquel hombre que permanecía en silencio con la espada aún en mano.

— Está bien, Kisame. Ya nos vamos ¡Dejen los cuerpos como están, debemos volver antes de que el sol salga!

— ¡SÍ, SE—OR! —respondieron al unísono los soldados tomando sus caballos y siguiendo a su líder que galopaba con la velocidad del viento.

Campamento del ejército de Ávalon.

— Ha sido un día ajetreado pero pudimos ganar una batalla más, con esto nuestros reinos se acercan más a la victoria —dijo el anciano que estaba de pie con la atención de todos los presentes sobre su persona. El Rey de Ávalon, Uchiha Madara, escuchaba atentamente sin decir palabra al igual que los demás reyes que se encontraban ahí.

Hace dos meses se habían visto en la penosa necesidad de unir sus fuerzas. Orochimaru se estaba moviendo rápido, ganando reinos y haciendo que gente inocente muriera en el proceso.

— Con todo respeto — dijo un hombre de unos treinta y cinco años ganando la atención de todos los presentes al levantarse y tomar la palabra, callando así los vítores que se habían ganado las dichas por aquel anciano de los ahí presentes y menos expertos en las artes de las armas — estoy de acuerdo en que ha sido una victoria significativa, pero eso no significa que esto se haya terminado. Orochimaru volverá con más fuerza buscando nuestros cuellos como la ponzoñosa serpiente que es.

— Estoy de acuerdo con Tobirama, no debemos tomar esto a la ligera. Además, las batallas que hemos ganado las hemos ganado con mucho esfuerzo. No podemos seguir así, si seguimos con estas victorias pírricas nosotros mismos terminaremos aniquilando a nuestro ejército en unas semanas.

La tienda entera estaba en un silencio sepulcral. Se podía sentir la tensión y se podía ver la preocupación en los rostros de aquellos reyes ahí reunidos, venidos de todo el continente. Sin más remedio, el rey de Ávalon decidió hablar.

— Es cierto, estamos muy lejos aún de la victoria pero aún así, no podemos dejarnos derrotar, perder no es una opción.

— Usted dijo que traería a su mejor guerrero, que con su espada no caeríamos. Disculpe, pero no veo a tan fantástico titán. —el joven rubio mostró su característica sonrisa zorruna, que le había dado el título de kurama.

— ¡Naruto! — un joven no mayor que él y de cabello carmín le dio un codazo a su insensato amigo llamando su atención en voz baja. — has demostrado ser un gran soldado, pero eso no te da derecho a ser sarcástico.

— tsk — chasqueó la lengua el rubio sin interés en lo que su amigo decía.

Naruto Namikaze había heredado el trono de Asgard hace solo un año. El antiguo rey había sido asesinado por unos bandidos al volver de una misión. En aquel tiempo Asgard se había convertido en un pueblo próspero y de excelente material militar. Esta era una de las razones de que estuviera sentado en aquella mesa entre tantos grandes hombres a tan temprana edad.

Madara se había quedando mirando al joven, no pudo evitar sonreír con sorna. …l sabía que tenía al mejor soldado pero también sabía que este lo odiaba y a decir verdad él también lo hacía. Aún así debía admitir que era el más indicado para llevarlos a la victoria, además tenía intereses personales al traerlo.

— No se preocupe, Lord Namikaze, él llegará pronto. —dijo para levantarse y abandonar el recinto acompañado de su guardia personal.

Una vez el Rey hubo salido, los demás se levantaron para ir hacia sus respectivas carpas. Solo aquel pelirrojo y el rubio se quedaron sentados, con las copas de vino aún enfrente de ellos.

— ¿Crees que sea tan fantástico como dice? —preguntó el pelirrojo vaciando su copa de una sola vez.

— No lo sé, pero me inquieta. Ese viejo no hace más que hablar del fantástico guerrero y fanfarronear. Me dan hasta ganas de probar en un duelo qué tan bueno es. Por cierto, el codazo en las costillas te costará caro, Gaara.

— Hum. —sonrió el susodicho mientras se ponía de pie.

En esos momentos oyeron los cascos de los caballos. Sabían que eran los soldados que salieron esa mañana. Salieron a su encuentro. Eran una gran fila de hombres precedida por un caballero de armadura negra como la noche, que hacía una perfecta combinación con su largo cabello azabache y sus ojos tan oscuros como un recóndito bosque encantado. Aquel hombre bajó de su caballo con gran ligereza, mientras lo acariciaba y se lo encargaba a uno de los hombres.

— ¡Lord Itachi! Me alegra ver que regresó a salvo —expresó el rubio estrechando su mano.

— La verdad es que fue una batalla difícil. Creo que debemos buscar un buen plan, si esto sigue así no aguantaremos mucho. —dijo el joven sentándose frente a la fogata recientemente encendida, recibiendo un plato de sopa caliente que degustó al instante.

El joven rubio lo observó detenidamente, se veía cansado, sus ojeras estaban más marcadas que de costumbre. Aquel hombre se había ganado su simpatía, si bien solía ser altanero con los demás, con él era diferente porque había sido el único en recibirlo sin prejuzgarlo por su edad. No dijo nada, solo se sentó al lado de aquel caballero que miraba el fuego como si de lo más interesante se tratase.

— No te preocupes, las cosas mejorarán —dijo poniendo una mano en su hombro— además tu padre insiste con la historia de aquel caballero misterioso, más grande que Ricardo “Corazón de león”.

No pasó desapercibido para él el gesto de Itachi, un gesto lleno de dolor y algo de sorpresa. Al parecer, a él tampoco le agradaba tanto aquel caballero.

Aguas del río Cardona.

— La noche está silenciosa pero aún así se siente el baile frenético del viento ¿Estará Hades por aquí? —rió aquel joven de cabello naranja apoyado tratando de tocar el agua con las manos mientras el bote seguía en movimiento.

— Te caerás, Pain.

— No seas aguafiestas, Konan. Además, a nuestro joven amo no parece importarle.

— Está más concentrado en lo que pasará mañana. —dijo la joven observando a su amo que miraba hacia adelante en la parte más alejada de aquel barco de guerra que era seguido por otros miles que guardaban a las más temibles bestias.

El viento golpeaba su rostro como el látigo de Kronos pero poco le importaba. Una noche fría más, una oscura noche como el negro de su cabello. Una sonrisa adornó su rostro y sus ojos mostraron un brillo especial.

— ¿Ya me has olvidado, padre? Aquí va el gran Rey de Camelot, prepárate, rey de Ávalon.

Flashback

La noche fría escondía su pequeño cuerpo, aquel niño recluso en esa torre. No había conocido el amor de nadie, en sus ojos solo había soledad. Trató de levantarse pero el dolor en su espalda no se lo permitió. Llegó a su cama y a través de la supuesta ventana miró a las estrellas.

— Algún día volverá el Ángel de la muerte, te lo prometo, mamá —dijo para luego cerrar los ojos y caer en brazo de morfeo.

Continuará…

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**Saya Christopher**

 

 

 

 

 


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