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Como conquistar a un hombre por Killary Moon

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Notas del fanfic:

Resumen: Las técnicas infalibles de Ginny Weasley para seducir y enamorar a Harry Potter.

Disclaimer: Los personajes y escenarios de Harry Potter pertenecen a JK Rowling y son usados en esta historia sin fines de lucro.

Notas de autora: Este es un fic Yaoi, si esto no es lo tuyo, por favor no lo leas. Asimismo, es un Universo Alterno.

—¿Ginny?... ¿Ginny?

 

Ginny Weasley casi resopló de fastidio al tiempo que pegaba una sonrisa amable en su cara y se daba la vuelta. No podía llegar a la central de trasladores internacionales sin toparse con un fan.

 

—¿Sí?, no voy dar ningún auto… ¡Harry!

 

Harry Potter, su novio de la escuela y primer amor, se encontraba mirándola con una sonrisa insegura y ojos brillantes detrás de las gruesas gafas redondas.

 

—Hola, Ginny.

 

—¡Harry! —repitió asombrada—. ¡Hola! ¡Hace tanto que no nos veíamos!

 

—Siglos —Harry coincidió—, ¿cómo estás? Escuché que tuviste una seria lesión en el último partido.

 

Ambos miraron su mano vendada, una bludger particularmente mezquina le aplastó la mano contra un muro, su fractura había sido tan mala que, a pesar de la poción crece-huesos, el medico de su equipo, Las Brujas de Salem, le había dado de baja por tres meses.

 

—Mejorando —aseguró—. Tengo que ir a terapia y hacer ejercicio, pero espero volver al juego pronto.

 

—Lo harás —dijo Harry—. Eres una excelente buscadora.

 

—Gracias —murmuró, ruborizada por el elogio—. No sabía que seguías mi carrera.

 

—Por supuesto que sí —Harry aseguró—. No nos perdemos ningún partido tuyo. Ron y yo tuvimos que usar algunos hechizos bastante creativos para que la televisión transmitiera la Copa Americana, pero valió la pena. Salem tendrá muchos problemas para reemplazarte.

 

Ginny soltó una risita aguda, Merlín, parecía una tonta niña enamorada de nuevo, miró los alrededores en busca de su familia, pero no encontró ninguna cabeza pelirroja acercándose, ¿por qué no habían llegado todavía?

 

“Mamá” Pensó, mortificada. Diez años de vivir fuera de Inglaterra y su madre todavía estaba tratando de juntarla con Harry Potter.

 

Diez años atrás, al finalizar Hogwarts, Las Brujas de Salem le habían ofrecido un puesto como titular. Ginny lo había considerado un nuevo comienzo, una forma de dejar atrás las pérdidas causadas por Voldemort, casi había aceptado en cuanto se lo propusieron.

 

Lo discutió con Harry, aunque en ese momento apenas se hablaban. Harry lidiaba con la presión de ser un héroe de guerra y con su entrenamiento de Auror. Y Ginny aún estaba resentida por haberla dejado en la Madriguera la mañana en que Harry, Ron y Hermione iniciaron la búsqueda de los Horcruxes.

 

No había sido una ruptura bonita, se habían culpado mutuamente de no pensar en el otro, en su futuro juntos. Ginny había gritado que era su turno de dejarlo atrás e ir en su propia búsqueda. Salió corriendo de la habitación con la imagen de Harry con el corazón roto.

 

No hacía falta decir que ni a Ron ni a su madre les había gustado ni su ruptura, ni la idea de que se mudara a otro país, pero Ginny persistió en su decisión.

 

Le había escrito una carta a Harry disculpándose cuando llegó a América. Se arrepentía muchísimo de la manera en que terminaron las cosas, pero no de haberse separado. Entre más tiempo pasaba en el otro continente, más se daba cuenta que eran demasiado jóvenes para pensar en una relación a largo plazo. Harry le respondió poco después, diciendo que estaba dolido por perderla, pero entendía.

 

Y al parecer, su madre pensaba que este era un buen momento para un reencuentro, molesta por sus manipulaciones, y también un poco con Harry, por prestarse a toda esta tontería, casi le arrojó su bolsa, que tomó con el ceño fruncido y una mirada confundida.

 

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, tratando de hacerle confesar que su madre había planeado todo para que Harry viniera a recogerla.

 

Harry sonrió, Ginny sintió que se le aceleraba el corazón ante su hermosa sonrisa y su mirada soñadora. Sospechaba que siempre iba a ser débil ante esa sonrisa.

 

—¿Qué estoy…? Vengo a recoger a alguien, claro.

 

—Claro —ella repitió, de pronto abrumada por el romántico gesto. Tal vez no hubo manipulación en lo absoluto. Harry siempre había sido torpe al hablar con ella, al parecer eso había cambiado, a juzgar por su expresión decidida.

 

Los años habían sido amables con Harry, se le veía más musculoso y con un rostro apuesto a pesar de seguir usando esas terribles gafas redondas. Usaba su uniforme de Auror, que sólo le añadía elegancia a su recta postura. Atrás quedaba el adolescente nervioso y tímido. Ginny ahora veía a un hombre increíblemente guapo y seguro de sí mismo.

 

Y si Harry estaba dispuesto a dejar atrás el pasado, Ginny también lo estaba a intentarlo de nuevo. Con la mano sin vendar cogió las del moreno y las sostuvo mientras miraba profundamente en los ojos verde brillante.

 

—Harry, yo…

 

—¡Potter!

 

El llamado los sorprendió a ambos, voltearon hacia la voz para encontrarse a un elegante Draco Malfoy, que parecía apenas haber llegado también.

 

Harry soltó la mano de Ginny y se dirigió al rubio.

 

—Malfoy, llegas tarde.

 

—No estoy tarde, imbécil. Tengo ya un rato esperándote —su mirada se cruzó con la de Ginny y una fea mueca se formó en su cara—, pero ya veo que estabas ocupado saludando.

 

Harry solo se rio.

 

—Claro que no. Te he visto aparecerte justo ahora, ahí donde estás parado, y empezar a gritar como la princesa que eres porque nadie te estaba prestando suficiente atención.

 

Malfoy se cruzó de brazos.

 

—Créeme, Potter —respondió con un ronroneo lascivo—, puedo obtener la atención que quiera, cuando quiera.

 

–Sí, Sí. —Harry volteó los ojos—. No lo crees ni tú.

 

Harry regresó con una sorprendida Ginny y le tendió su bolsa.

 

—Tengo que irme Ginny, ¿vas a estar bien mientras llega tu familia a recogerte?

 

—Pe-Pe-Pero tú…

 

—Tengo que volver a la oficina de Aurores —continuó—, antes de que Kingsley se dé cuenta de que me he ido. Ron está cubriéndome, pero me dijo que Molly y Arthur vendrían por ti. No te preocupes, no deben tardar.

 

—¡Pero!

 

—Ains, qué lindo, Potter —Malfoy interrumpió—. Llegaste corriendo del trabajo, ¿tan desesperado estabas por verme?

 

—¿Eh? ¡Por supuesto que no! ¡Me dijiste que era urgente, estúpido!

 

Una sonrisa arrogante se formó en la cara de Malfoy

 

— Vienes todavía en uniforme, Potter. Ni siquiera te dio tiempo de cambiarte.

 

Harry enrojeció de ira y gritó.

 

—¡Cállate!

 

—Harry —Ginny llamó, sintiéndose ignorada por quien ella pensaba estaba ahí exclusivamente para verla.

 

Harry se sacudió y regresó su atención a la pelirroja, totalmente avergonzado por su discusión con el rubio.

 

—Lo siento, Ginny. Iré pronto a la Madriguera y nos pondremos al día, ¿de acuerdo? Tengo muchas ganas de saber cómo te ha ido en América.

 

Ginny se sonrojo de nuevo y se tocó el cabello. Obviamente Harry estaba ocupado trabajando, debía tener algún negocio de Auror con Malfoy para que estuviera ahí. Quizá iba a interrogarlo por algún negocio sucio que se traía entre manos. Una sonrisa afilada le cruzó la cara al pensar en Draco Malfoy al fin recibiendo lo que se merecía.

 

—Por supuesto, Harry. Entiendo. Tal vez más tarde, si quieres…

 

—¡Gracias! Nos veremos pronto, ¿de acuerdo? —Antes de terminar la oración, Harry tomó el brazo de Malfoy y empezó a jalarlo hacia la salida, tomando con la otra mano el elegante maletín de Malfoy. El rubio solo se dejó halar e hizo un pequeño gesto de despedida con la mano, sonriendo.

 

—Hasta luego, Weasley.

 

Confundida, Ginny dejó caer su bolsa preguntándose qué era lo que había pasado.

 

 


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