Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Momentos por SaraChan

[Reviews - 23]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esta noche tuve un sueño muy divertido que me desveló por completo. He aquí un burdo intento por recrearlo.

Llevo mucho tiempo sin escribir, por mucho que lo intente no consigo que las cosas salgan tan fluidas como en mi cabeza. Será un fic extraño, con contenido fundamentalmente cómico, al menos al principio. Tendrá varios capítulos, no sé cuántos, quizá hasta que me aburra. Mi primera intención hoy es escribir unos cuantos de ellos, los publicaré mientras los termino. Por tanto, las correcciones del fic las haré más adelante, perdonad posibles fallos, faltas o incoherencias.

Este no tenía que ser el fic que publicase después de tanto tiempo. Llevo unos cuantos meses intentando completar uno, ese debía ser el que publicara.

Sin embargo, nunca he resistido la tentación de publicar cosas a medida que voy teniéndolas decentes.

Por ello, a pesar de que tengo mucho que decir a unas cuantas personas en especial, vayan a leerlo o no, me lo reservaré. Algún día el otro fic verá la luz, ahí podré explayarme a gusto.

Por ahora, espero que os guste.

LOS PERSONAJES UTILIZADOS SON PROPIEDAD DE EIICHIRO ODA.

Notas del capitulo:

Este capítulo se sitúa tras el rescate de Zoro de la base de la Marina de Morgan. Se encuentran en la primera noche tras conocerse, en la barca que usan para zarpar, tras despedirse de Coby.

Zoro suspiró muy suavemente, y cualquiera habría dicho que lo hizo en sueños, pero no era así. A pesar de llevar horas con los ojos cerrados, el (ex) cazador de piratas aún no había sido capaz de dormir ni un maldito minuto esa maldita noche estrellada. Y es que los recuerdos de lo ocurrido ese día no paraban de volver una y otra vez a su cabeza.

Él, el reconocido cazador de piratas (apodo que nunca buscó ni eligió, pero con el que llevaba conviviendo unos cuantos años ya), convertido ahora en pirata porque las circunstancias de su destino habían establecido que un maldito mocoso le salvara la vida y el honor esa misma tarde.

Por muchas vueltas que le diera, no le encontraba ningún sentido.

No le importaba lo más mínimo lo que la gente fuera a decir de él a partir de ese momento, él había decidido seguir a ese crío en su juego de recorrer los mares y no se retractaría de ello, nunca, ante nadie. Incluso si las cosas acabaran mal y abandonara esa “tripulación”, no se retractaría. Incluso si en algún punto de su viaje tuviera que acabar con la vida de su capitán por interponerse en su camino, incluso si a ojos del mundo su nuevo título fuera el de “traidor”… no, incluso así, no lo haría.

De momento, si estaba vivo, si podía navegar, si podía seguir persiguiendo su sueño, era gracias a ese curioso chico con la habilidad del diablo. Y él, ante todo, era un hombre de honor, y cumpliría su promesa de seguirle siempre y cuando no supusiera un bache en su camino.

Apretó los párpados. Nunca antes había sufrido de insomnio… más bien, él era un hombre con bastante facilidad de sueño. Comenzaba a irritarle el abandono de Morfeo esa noche estrellada.

Como un susurro, el sonido de ropas en movimiento contra el viento le advirtió de que alguien se acercaba. Momentáneamente, todos los músculos de su cuerpo se tensaron, y su mano comenzó a avanzar hacia la empuñadura de sus katanas. Pero todo eso ocurrió solo momentáneamente, durante el tiempo que necesitó para recordar que, por primera vez en mucho, mucho tiempo, compartía un barco con alguien más.

-          Zoooooooro, estás despierto, ¿verdad?

La risueña voz de ese muchacho le molestó aún más que su ya familiar insomnio esa noche. No respondió, esperaba que Luffy lo interpretara como un “no”.

Sin embargo, parece que ese pequeño mocoso no se dio por aludido, pues, sorpresivamente, Zoro se encontró de repente con un peso extra sobre su cadera. No pudo evitarlo, abrió los ojos.

-          Shishishi. ¡Lo sabía! Estabas despierto.

Zoro entrecerró los ojos, observando al que ahora era su capitán sentado descaradamente y a sus anchas sobre su cadera.

-          Me acabas de despertar – mintió.

-          Humm… ¿ah, sí? Si ese es el caso, ¡lo siento!

La curiosa risilla de su acompañante comenzó a fastidiar mucho al espadachín.

-          ¿Qué demonios crees que estás haciendo? – preguntó con lentitud, usando un tono funesto.

Luffy, sin embargo, no pareció, de nuevo, darse por aludido, y mantuvo una enorme sonrisa sobre sus labios.

-          ¿Sabes qué, Zoro? ¡He tenido un sueño increíble! Estábamos tú y yo en un barco enooooooooorme, ¡navegando por el Grand Line! Y de repente llegamos a una isla, ¿sabes quién estaba ahí? ¡Ace me estaba esperando, me sonreía! Pero de repente llegaron otros piratas, ¡se atrevieron a atacarnos y consiguieron atar a Ace! ¡Pero nosotros le salvamos! Ace me reconoció como un graaaaaan pirata, ¡estaba muy contento! ¡Entonces, de repente apareció Shanks!, y…

-          Capitán – a pesar de la maravillosa gesticulación de Luffy a la hora de narrar su historia, Zoro no había prestado atención ni a una sola de sus palabras, luchando por contener sus ganas de rebanar a la persona que, ilógicamente, se encontraba sentada encima de él en ese momento. – Responde a mi pregunta, por favor. ¿Qué demonios crees que estás haciendo?

Extrañado por la interrupción de su espadachín, Luffy ladeó la cabeza.

-          ¿A qué te refieres?

Eso colmó la paciencia del espadachín.

Con un solo movimiento brusco y veloz, Zoro se puso en pie, desenvainando una de sus katanas y colocando la hoja frente al cuello del pequeño, quien se había caído y se encontraba sentado sobre la cubierta.

-          ¡Zoro! ¿A qué ha venido eso?

Temblando levemente de furia, Zoro contestó con voz grave.

-          Eso es lo que yo estaba preguntándote – ante la impotencia de ver cómo la incomprensión volvía al rostro de Luffy, Zoro hizo gala de gran autocontrol para continuar hablando. - ¿Por qué estabas sentado sobre mí?

Luffy bufó, aparentemente molesto porque Zoro le preguntara algo que para él era tan obvio.

-          ¿Es que tiene que haber un motivo? Me apetecía hacerlo, y tú eres ahora mi nakama.

Un fugaz pensamiento que Zoro no expresaría nunca en voz alta pasó por su mente en ese instante: ¿Cuánto tiempo lo seguiría siendo?

-          Pues siento decírtelo, capitán, pero si este es el tipo de barco que obliga a sus tripulantes a hacer cosas que no quieren, entonces no debí haberme subido en él.

Zoro intentó buscar el rostro de Luffy, entrecerrando los ojos para escrutarlo y así poder conocer de antemano la respuesta de su capitán, pero los ojos de ese molesto crío se encontraban ocultos bajo el sombrero de paja que parecía llevar siempre consigo. Dentro de sí sintió un leve pinchazo, pero no le dio importancia. Mantuvo firme la hoja de su katana frente al cuello de ese muchacho.

De repente, Luffy se puso en pie, y Zoro tuvo que esforzarse para que su katana siguiera el movimiento del cuerpo del pequeño, pues de lo contrario podría haber sido peligroso para él.

Enfadado por ese movimiento, pero sin poder negar también su curiosidad, Zoro fijó la vista nuevamente en el rostro, esta vez descubierto, de Luffy, buscando encontrar enfado o un berrinche, o burla o muecas, o cualquier cosa que su aparentemente infantil capitán hiciera y pudiera encajar con su personalidad. Esa apagada sonrisa que mostró, lo suficientemente grande como para obligarle a cerrar los ojos pero no lo suficientemente sincera como para engañar a Zoro, fue del todo inesperada y para nada acorde con lo que Zoro entendía como la personalidad de ese chiquillo.

-          Lo siento, Zoro. No quería molestarte. Buenas noches.

El espadachín observó, estupefacto, cómo ese mocoso se daba la vuelta y comenzaba a alejarse de él, riéndose con esa particular risilla que tanto había molestado al espadachín hacía unos pocos minutos. Las estrellas de esa noche hicieron imposible que Luffy se perdiera en la oscuridad, pero esa figura de hombros caídos y puños apretados desapareció de la vista del aún sorprendido espadachín cuando se perdió tras la pequeña cabina del timón.

Zoro envainó su katana y se rascó la cabeza con fuerza y frustración. No había ido como él había imaginado, y lo peor era que había sido su culpa por prejuzgar a un muchacho al que conocía de hacía solo unas pocas horas. No había entrado dentro de sus planes herirle.

Irritado, se tumbó de nuevo, colocando sus manos bajo su cabeza. Como su amigo el insomnio regresara en ese momento, lo reduciría a comida para peces. Ya buscaría la forma de hacerlo. Necesitaba dormir.

Miró una última vez al cielo. Estaba acostumbrado a dormir a la intemperie, las estrellas hacía años que se habían convertido en sus fieles compañeras. Esa noche, sin embargo, parecía que todas y cada una de ellas le miraban mal. Le culpaban.

Cabreado, ladeó su cuerpo, observando la baja pared de la barca.

¿Se había pasado? ¿Quizá exageró su reacción? Pero ese pequeño mono insolente había sido el que le había provocado, ¿a quién se le ocurría comportarse de esa manera, con un hombre, en plena noche? ¿No tenía cerebro?

Suspiró con fuerza, jamás reconocería que ese contacto le había pillado completa y absolutamente por sorpresa y con la guardia baja, y eso había provocado que se sintiera… levemente nervioso. No era usual que una persona buscara cercanía con él, así que mucho menos un contacto físico tan directo como había sido ese.

Comprendió entonces que el hecho de que Luffy fuera un hombre era irrelevante. Quizá si hubiera sido una mujer la que lo hubiera atacado de esa manera, el resultado habría sido peor.

Para ella.

¿Atacado? Zoro sacudió la cabeza. Comenzaba a pensar demasiadas estupideces, era hora de dormirse ya. Una buena noche de sueño reparador y mañana habría olvidado todo lo que acababa de ocurrir. Su último pensamiento, involuntariamente, fue dedicado a Luffy.

Esperaba que el sueño tuviera también el mismo efecto sobre su capitán que el que él deseaba para sí mismo.

Y lo tuvo. Fue incluso más renovador para Luffy que para sí. A la mañana siguiente ese crío actuaba de forma tan natural que Zoro se planteó si todo aquel desagradable episodio lo había soñado.

Y durante muchos días, esa pregunta permaneció en su cabeza.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).