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HOLA, GINECÓLOGO por weasdairs

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Noto como me agarra por detrás y me empotra contra la mesa. Sus labios se acercan a mi cuello y succionan con deseo. En un momento acabo desnudo y no sé cuándo me ha quitado los pantalones.

Siento como va bajando hacia mi pecho y se detiene en mis pezones. Empieza a pellizcarlos suavemente y continúa lamiéndolos y mordiéndolos. Un gemido se escapa entre mis labios y él lo nota. Su mano empieza a bajar hacia mi miembro y lo aprieta con fuerza al mismo tiempo que mueve su mano. 

Su boca sigue bajando y vuelva a pararse al llegar a mi ombligo donde mete la lengua y la mueve haciendo círculos mientras le tiro del pelo con fuerza cosa que no le detiene.

De repente noto como se mueve hacia mi pene con él juega. Noto como le da un par de lametazos y acto seguido se lo mete al completo en la boca.

Me derrito en un mar de gemidos y gritos suplicándole que no pare nunca. Se saca mi miembro de la boca y se coloca para hacer un 69. No lo dudo ni un instante y me lo meto en la boca. Es más grande de lo que pensaba y me produce arcadas pero ahora no puedo parar.

No me da tiempo a reaccionar cuando empiezo a notar que algo empieza a inundar mi boca y en pocos segundos se ha corrido. Me lo trago y veo que se está mordiendo el labio inferior y es ahí cuando me doy cuenta de que esto ha sido solo el principio de una noche muy larga.

A la mañana siguiente lo único que recuerdo con claridad es el aroma de su cuerpo. Me giro en la cama pero no le veo así que decido bajar hacia la cocina y me le encuentro allí, desnudo con ese cuerpo radiante, preparando el desayuno.

Un buenos días me devuelve a la tierra. Esta mirándome de frente con una sartén en una mano y una espátula en la otra. Verle así me calienta al máximo, me acerco a él, y me enrosco con las piernas a su cintura. Le empiezo a guiar hacia la encimera y noto como sus dedos juegan con mi agujero al mismo tiempo que me tumba. Se perfectamente que una vez que empiece ya no podrá parar pero me da igual. Y es en ese momento en el que suena el timbre de la puerta.

Me baja de la encimera a toda velocidad y me envuelve en lo primero que encuentra que resulta ser una suave manta de color beige mientras que el se pone las mayas que anoche quedaron olvidadas en la cocina y corre hacia la puerta con decisión…

 

 

Hoy se cumplían seis meses desde ese incómodo momento en el que la madre de Kris nos había interrumpido. Al contrario de lo que yo pensaba no le extraño que su hijo tuviera a alguien en medio de su cocina "vestido", si se podía llamar así, con la manta del sofá. En estos seis meses Kris y yo habíamos empezado a salir. Todo había sido muy rápido: mi hermana estaba embarazada y decidí acompañarla al ginecólogo, que resulto ser mi pequeño dios. Esa tarde aprovechando que no tenía que ir a trabajar decidí salir a correr por el parque cercano a mi casa. Llevaba un rato corriendo cuando pasa por mi lado ese hombre embutido en unas mallas de deporte y con una camiseta sin mangas de color amarillo. Estaba tan ensimismado mirándolo que tropecé con una piedra que había en medio del camino y note como mi tobillo cedía  y caía al suelo. El apareció a mi lado sin que me diera tiempo a reaccionar y se ofreció a llevarme hasta su casa que estaba solo a un par de calles de allí. Cuando llegamos fue a por un poco de hielo y lo coloco en mi dolorido tobillo. Se fue acercando levemente y me beso. Fue probablemente el mejor beso que nadie me había dado nunca. Lo siguiente que recuerdo era a Kris encima de mí.

Aprovechando que hoy era nuestro aniversario decidí darle una sorpresa. Al salir del trabajo fui rápido a su casa y abrí con las llaves que me había dado hace tan solo unas semanas. Al principio me resistí a aceptarlas, pues me parecía que era demasiado pronto pero ahora agradecía que hubiera insistido.

En cuanto entre me dirigí a su habitación, deje mi bolsa encima de la cama y me fui al baño. Me duche y me puse una toalla alrededor de la cintura y me dispuse a prepararlo todo.

Abrí mi bolsa y justo cuando me iba a vestir oí el golpe de la puerta al cerrarse.

"Mierda"- pensé.

Había llegado demasiado pronto y me iba a pillar a medias.

Baje corriendo y le encontré sentado en el sofá con los ojos medio cerrados. Me fui acercando lentamente y le besé.

El abre los ojos y me sonríe.

Joder, con esa sonrisa no es raro que cayese tan rápido en sus encantos.

Son solo las seis de la tarde pero nos acurrucamos en el sofá y coloco mi cara en su pecho, y en poco tiempo nos hemos quedado dormidos.

Me despierto por el ruido de las obras de enfrente. Miro el reloj que tiene colgado sobre la mesa del comedor: son las nueve y  media.

Tengo un hambre que me muero así que intento levantarme para ir a preparar algo para cenar pero sus brazos me agarran con fuerza. Me remuevo un poco y sigo intentando liberarme. Al final me doy por vencido. No me va a quedar más remedio que despertarle. Le doy unos pequeños empujones en el brazo y espero. Nada. Si algo debería haber aprendido en estos seis meses es que mi hombre tiene un sueño muy profundo. Así que son pensarlo mucho empiezo a zarandearlo de tal manera que al final acabamos los dos en el suelo. Al menos se que seguro se ha despertado. Y así es. Me mira con deseo y me besa despacio. Poco a poco va introduciendo su lengua en mi boca y yo me intento resistir sin mucho éxito. Empieza a hacer pequeños círculos con la lengua a la vez que traza figuras asimétricas en mi espalda con sus dedos. Sus manos van bajando y no sé cómo pero consigue desabrocharme el pantalón sin ninguna dificultad. Empieza a acariciarme las nalgas suavemente y se va acercando a mi apretado agujero donde se detiene y de repente me introduce un dedo entero.

Meto un pequeño brinco por la sorpresa pero pronto me acostumbro a tenerlo dentro de mí. Cuando ve que ya estoy listo me mete un segundo dedo. Siento como me voy dilatando y sé que el también. Me saca los dos dedos y me coge en brazos para llevarme a su habitación. Me deja en la cama, lanza mi bolsa a una esquina y empieza a desnudarme. Cuando acaba se detiene y me mira. Ahí estoy yo. Desnudo sobre la cama. Empieza a desvestirse mientras se muerde el labio y se tumba encima de mí.

Su erección palpitante choca contra la mía. Siento que voy a explotar cuando vuelve a la carga introduciendo ahora no dos sino tres dedos. Se perfectamente que es lo que viene después y lo deseo. Mueve sus dedos en mi interior y los mete y saca muy despacio. Hace esto durante unos minutos y me saca los dedos. Ya estoy preparado para la cogida más espectacular de los últimos meses.


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