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Número Uno por KandraK

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Notas del fanfic:

700 palabras

Advertencias: Contenido Lime. Puede contener OoC. Universo Alterno.

 

El viento soplaba convirtiendo el agitar de los árboles en canciones cuyas letras eran los murmullos inentendibles de los estudiantes que paseaban por todo el campus. La Universidad de To-ho terminaba su ciclo escolar con resultados dignos de su tan afamado prestigio y la mayoría de los alumnos habían huido de las instalaciones hacia la infinidad de fiestas que habría ese día para celebrar su libertad provisional.

-Es increíble que esto esté pasando-mencionaba Light Yagami con un poco más de sorpresa que de enojo- no puedo creer que durante todo el ciclo escolar hayas obtenido un puntaje perfecto en cada una de las materias y sin hacer ningún esfuerzo. Sinceramente creo que haces algún tipo de trampa, yo pasaba noches estudiando y aun así no alcancé tu calificación.

-La trampa es la excusa de los malos perdedores, Yagami Light-respondió Rue Ryuuzaki caminando a su lado, con dirección a la biblioteca- pero sí puedes justificarte con una excusa más creíble. Las ciencias duras no son para todos, es normal que tuvieras un desliz. Si te sirve de consuelo, por un segundo creí que no superaría tu puntuación en Ciencia Política.

-Eres un mentiroso. –chasqueó la lengua

-…Me has atrapado. Eres bueno reconociendo mentiras- aceptó llevándose su índice derecho a sus dientes. Frente a él aparecían algunos millares de libros que ubicaba casi como si de una máquina se tratara.

-¿Sabes también en que soy bueno, Ryuuzaki? En el tenis, te he dado una paliza más de tres veces.

-De siete que hemos jugado- se apresuró a decir.

-Pero dos de ellas han sido empate.

-No sé para qué te preocupas tanto, obtener un puntaje de 99 sobre 100 como promedio final no es algo para avergonzarse. Sin embargo, si lo que quieres es superarme, tendrás que trabajar más duro y aun así podré superarte de alguna forma.

- ¿Por qué estás tan seguro?

-Yo siempre te supero

Una ligera sonrisa se formó en los labios del pelinegro mientras caminaba hacia uno de los estantes más alejados. El castaño entrecerró los ojos y lo siguió a paso lento, aquel chico tenía razón en casi todo lo que decía y si no la tenía inventaba alguna forma de hacerlo; por supuesto, el hecho de ser una persona completamente segura de lo que hablaba y ser el poseedor de una mirada tan penetrante y muerta ayudaba mucho.

-¿Qué me dices de la oratoria?, soy mucho mejor que tú

-Eso no puedo negarlo. Pero si practico puedo aplastarte

-¿Relaciones Públicas?...

-La popularidad no es una opción para mí-respondió en seco antes de sentir al castaño empujándolo contra la pared del fondo, pegando sus frentes una con otra

-¿Entonces? ¿Qué si es una opción para ti?... –sus palabras salieron quedas, entrecortadas por la pequeña agitación que eso le había causado- ¿no dices puedes superarme en todo?

Light Yagami arqueó una ceja junto con una mirada de perversión. Sus manos se escabullían bajo la camisa del ojigris recorriendo un par de centímetros de su piel con sus uñas.

-Mh. Por supuesto que sí – respondió sin emoción en su voz, una mirada flash se dirigió a los labios del otro y sus dientes mordieron los propios segundos antes de ser atacados de forma desesperada.

Ambos se debatieron por eternos minutos, forcejeando, intentando ser más hábiles y rápidos en el agresivo beso que comenzaba a enrojecer la piel por la fricción y las paulatinas mordidas.

-¿Y qué me dices de eso? –preguntó con malicia al separarse de su acompañante, con una sensación en su pecho que no pudo describir. Comenzaba a saborear la victoria, aquel hombre había seguido su juego pero no podía esconder la perplejidad de su grisáceo rostro pálido.

-¿Qué…? – tardó apenas segundos en responder, su respiración se había acelerado. -¿qué digo?-Una sonrisa burlona se asomó por su rostro quitando la que había en el más alto- que puedo hacerlo mucho mejor, Yagami Light

La espalda del castaño azotó contra la pared con fuerza haciéndolo cerrar los ojos de dolor y sorpresa. Los rasguños y pellizcos que recibía en su torso eran absolutamente nada comparado al placer que provocaba en su cuello al ser devorado, mientras oía como la hebilla de su cinturón sonaba contra el piso.


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