Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sólo llámame Shintarou por mary chan21

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

 

Notas del capitulo:

Disclaimer: los personajes no me pertenecen, son propiedad de Tadatoshi Fujimaki. Sóloles estoy utilizando porque...

Happy Birthday Takao! <3 prometí subir algo sí o sí, y de paso es lo más cercano a un lemon MidoTaka que he publicado hasta ahora >w< siento los nervios....

Estúpido Midorima. De veras, ¡de veras le creía un estúpido! Por favor, ¿qué clase de amigo puede ser tan desconsiderado como para negarse a un simple favor? ¡Sólo le había pedido que le acompañara al doctor! ¡Y el muy maldito sabía cuánto odiaba los hospitales!

Grandísimo, grandísimo imbécil, seguía insultándole Takao, caminando innecesariamente rápido por el enfado. ¿O era la fuerza acumulada de pedalear la infernal carreta?

—Oi, ¡Takao! —Gracias al cielo de  las tetas, se había encontrado con Aomine Daiki de camino a su chequeo. — ¿A dónde vas? Oh, ¿Dónde diablos está el cuatro ojos? Pensé que siempre estaba contigo…—El moreno se detuvo al ver que no estaba llevando la conversación por un buen rumbo; la expresión del otro se había ensombrecido de golpe.

Nervioso, Aomine se quedó rascándose la cabeza, sin saber qué hacer. ¡Era Kagami quien siempre acababa arreglando sus estupideces! Al menos se dio cuenta de que había metido la pata, pero ¿cómo lo arreglaba?

—…No quiso venir conmigo —murmuró por fin Takao, compadeciéndose de la poca habilidad de oratoria del otro.

— Oh… ¿A dónde?

—…Doctor —respondía desganado, con una clara mueca de sufrimiento al contestar.

— ¿Te da miedo? —adivinó, compadeciéndose un poco de lo tierno que podía ser el mocoso.

—Me pone nervioso —corrigió, en un vano intento de recoger su dignidad. — S-Sé que Shin-chan va a ser médico, así que quería que viniera conmigo para darme más tranquilidad

—Pero tu novio te dejo, ¿eh? No te lo tomes a mal, a veces también trato así a Kagami, y no es porque no lo quie-

— No somos novios—interrumpió sonrojado. — ¡S-Shin-chan no me ve de esa manera!

—…Gracias por la indirecta de que tú sí le ves así, idiota —amistoso jugueteó con sus cabellos, sonriéndole. — Pero tranquilo. De seguro también le gustas

—…

— ¿Takao?

—Ése imbécil malagradecido no me quiere —Tenía un puchero tan adorable que por un momento Aomine quiso agradecer a Midorima por darle la oportunidad de verlo, y a la vez golpearlo por provocarlo. — ¡Ni como amigo siquiera! ¡Sólo piensa en sí mismo! —Era la primera vez que el base se desesperaba de la actitud del peliverde, así que  Aomine quedó sorprendido; después de todo, quien más lo soportaba era ese enano, y que ahora incluso reconociera el egoísmo del escolta…Tal vez debería grabarlo para el recuerdo, esas situaciones son de una vez en la vida.

—Y… ¿por qué estás tan molesto? —alcanzó a decir.

—P-Porque…últimamente  mis pretendientes no hacen más que decirme que lo deje, que él no se preocupa por mí y que no me merece. Y sé que tienen razón hasta cierta parte, pero en cuanto a lo último…tal vez Shin-chan piensa que yo no lo merezco, y por eso me trata así

…Maldición. Si Aomine creyese en el horóscopo y lo hubiese revisado, sabría que ese día escorpio no estaba en muy buen lugar, y que un virgo torpe como él no podía remediarlo. Estúpido Midorima ¿Cómo no era capaz de compadecerse de la tristeza de Takao y consolarlo? ¡Una simple ida al médico habría conformado al base! Takao ni siquiera le pedía declararse, desafiar a los pretendientes que tal vez le llovían…

—Es un imbécil —lo apoyó, dándole unas palmaditas conciliadoras en la espalda. — No es que quiera echar más leña al fuego, así que mejor olvídate de él por un día

—Como si fuera posible —replicó con un bufido y cruzándose de brazos—Aunque ya casi no pasa tiempo conmigo, yo…

— ¿Huh? ¿Por qué ya no? —alzó incrédulo una ceja.

—Está….trabajando —murmuró, como si ni él mismo acabara de convencerse de eso. La respuesta intrigó más a Aomine.

— ¿Él? No, en serio, ¿Midorima? ¡Pero si ese vago trata como esclavo al resto con tal de cuidar sus uñas! ¿Qué clase de empleo podría realizar si lo despedirían por falta de ánimo?

— ¡Yo que sé! También me lo he cuestionado todos los días desde que me enteré, de hecho hoy planeaba seguirlo después de clases, pero mi mamá me sacó hora para el médico —hizo otro puchero, ya habiéndose gastado todas las neuronas imaginando posibilidades. — T-Tal vez toca piano en algún club o…Ugh, no sé, ¿ayudante de Oha-asa?

—Tranquilo, no es para tanto, lo sigues mañana y ya —replicó, incentivando con ganas la actitud de stalker de Kazunari. Claro, él tenía muchas ganas de enterarse también, pero mañana estaría ocupado con su pelirrojo— Si quieres le digo a Satsuki que te ayude

— ¿Hm? ¿En serio? —Por fin, la sonrisita entusiasmada volvía a relucir donde debía, en lugar de andar perdida lejos de sus labios. — ¡Entonces no tardaremos nada en descubrirlo! Espero que Shin-chan no ande metido en cosas extrañas~ Aunque es lo único que se me ocurre, ¡sino ya me habría dicho! Por cierto, ¿me acompañas al doctor? Todavía quiero que me acompañe alguien~

A medida que hablaba, más rápido perdonaba a Midorima. Nunca se enojaba con él por mucho tiempo, de todas maneras, pero su corazón solía esperar hasta ver un ligero, ligerísimo tinte culpable del peliverde antes de olvidarse de la situación, mas esta vez ni a eso había aguardado. Puede que tuviese que ver con algo más que se acercaba, que requería estar en buenos términos con Shin-chan y ojalá con todo el mundo: pronto sería su cumpleaños. Y esperaba lograr festejarlo al menos con la persona  que le gustaba.

***

— ¡Pues yo tampoco necesito que sepas nada mío! Ni tampoco me interesa saber en qué demonios trabajas, Midorima — Ok, en buenos términos no estaba acabando esta plática precisamente. Él mismo no entendía por qué discutía así con Shin-chan, por qué le reclamaba si sabía que odiaba los escándalos. Sólo sabía que al peliverde  se le pasó la mano con su lado insensible, y que esta vez no quería dejárselo pasar tras la traición de ayer… pero ¿eso era motivo suficiente para llamar la atención a gritos intencionalmente?

Debía detenerse.  Si continuaba así, Shintaro terminaría haciéndole la ley del hielo, mirándolo feo durante las prácticas –en las que por cierto entrenaría con otro- y no querría ir a su cumpleaños… Dependiendo de la gravedad del “crimen” que cometiera Takao, los enojos de Shin-chan podían durar desde un día hasta una semana… pero tratándose de esto, cuando su cumpleaños era en menos de una…

Apenas iban camino al gimnasio cuando el escolta pareció no soportar más el interrogatorio de Takao y acabó gritándole en medio del pasillo. Ni el mismo Kazunari comprendía por qué no fue capaz de esperar pacientemente hasta encontrarse con Momoi camuflada a la salida para ir a espiar, y menos entendió por qué no le quitó importancia a ese reclamo en específico, por qué no pudo ignorar las advertencias como si fuera cualquier otra queja, pero no lo logró. Ni siquiera se esforzó por contener su decepción, y pronto lo pagaría caro. Y aun sabiéndolo fue capaz de añadir más leña al fuego—: Si no me cuentas no voy a rogarte, menos cuando ni te interesa hablar conmigo

— ¿Huh? Nunca tengo ganas de hablar contigo nanodayo, pensé que ya te habrías dado cuenta, Bakao —Pareciendo ni reparar en la ausencia del apodo, siguió lanzando dagas directo a la herida, con una precisión tan implacable como sus tiros. Al menos ya no alzaba la voz, pero sólo con eso no iba a tranquilizar el ambiente. —Vámonos a la práctica de una vez nanodayo.

—Lárgate solo, iré por una bebida antes —resopló sin mirarle a los ojos.

— ¿Puedes traerme un…?

— ¡No! ¡Anda a buscarte uno por tu cuenta y que por favor no sea desde la misma máquina a la que vaya!

—Takao, estás actuando como un-

— ¡Como un crío! Un crío que está harto de ser tu amigo o lo que sea —Sin detenerse a pensar antes de soltar tal mentira, se largó de allí a paso firme, sin voltear siquiera para comprobar el mal estado en el que había abandonado allí a Midorima, plantado en medio del pasillo y rodeado de cuchicheos malintencionados.

Sabía que era su problema hacerse cargo de esto, tal vez exigir disculpas mutuas, pero hoy no pretendía encargarse de eso aun pudiéndole traer desgracia al mañana.

***

Efectivamente, cuando Takao pasó con la carretilla frente a la casa del escolta, éste no estaba esperándole. Incluso tuvo el descaro de pedirle a su madre que le avisara que tuvo que marcharse antes. En serio, Kazunari no entendía cuánta maldad y rencor debió tener el peliverde como para hacer esperar a su madre afuera sólo para lanzarle esa bomba, pero confiaba en que Shintaro se arrepentiría de ser él quien actuase como un crío.

Qué equivocado estaba.

Su Shin-chan volvió a ignorarle durante el día, y como intento de escarmiento Takao trató de hacer lo propio y lo imitó, sin girarse de su asiento para verle ni una sola vez. De seguro hasta los maestros estaban confundidos por no verles dándose las miradas de siempre, pero poco les importó a ambos ser el centro de los cotilleos del día, incluso en el gimnasio, incluso cuando el entrenador les regañó, incluso cuando la cantidad de piñas lanzadas llegó a las veinte por hora.

Porque ambos pensaban que lo que el otro hacía era muy injusto e infantil. Sólo que uno lo demostraba –y proclamaba más que el otro:

— ¡Es por eso que estoy harto de él, Aomine! —rugió Takao al acabar de soltar sus rabias, para después acabarse de un trago y casi sin respirar el noveno batido de vainilla que había pedido en el Maji Burger. Originalmente la idea de pedir un batido como los del fantasma de Seirin era calmarse y llegar a ser tan poker face como Kuroko para no darle el gusto a Midorima, pero ya había comprobado que no funcionaba. Su corazón ardía más por frustración que por la normal calidez que ya no le brindaba su peliverde…ya no favorito. — Detesto que haga esto, por su culpa todo el mundo piensa que estoy enojado con…pues con todo el mundo. Y sólo es con él. Pero la gente se me aparta por tener “un aura vengativa”, según escuché en los pasillos —resopló con un puchero. — Habría pensado que todos se acercarían a consolarme, a mí, el chico más carismático de todo Shutoku, pero resulta que uno no puede enojarse con su mejor amigo sin ser juzgado… es simplemente ridículo

—Pues… te apoyo, supongo —murmuró como pudo el peliazul, ligeramente distraído por la absurda furia del base. Se veía como novia despechada, parecía que tomaba los batidos como si fueran tragos, y estúpidamente estos parecían tener el mismo efecto del alcohol para hacerlo lucir patético. Sin embargo, no era ningún suicida como para comentar eso; las novias despechadas eran peligrosas y Bakagami ya le había enseñado instrucciones simples para no morir socializando—: Midorima puede ser un imbécil, lo de la ley del hielo es como un berrinche de críos

Al instante, Kazunari le miró ofendido y frunciéndole el ceño. Uh-huh.

— ¿Insinúas que también me estoy comportando como un mocoso cualquiera?

Mierda. Tal vez no estaba listo para socializar como la gente normal después de todo.

—Eh…yo…

—Aomine… —Justo cuando el moreno pensaba que le lanzaría a la cara el batido intacto que tenía en su otra mano, le sorprendió cuando se le llenaron los ojitos de lágrimas— ¡Tienes razón! Sé que siempre me porto mal con Shin-chan, pero en serio no puedo evitarlo…

Oh, no. Decidido, habría que prohibir la venta de batidos de vainilla aun si Tetsu lo mataba por eso porque ¡en verdad parecían tener el mismo efecto que el alcohol! Y pensándolo bien, eran tan adictivos como éste: Kuroko debía ser un adicto, quizá le odiaría por un tiempo, pero acabaría aceptando que él, Aomine, sólo hizo lo posible por rescatarle de aquella adicción espeluznante, y salvar a Takao de una humillación pública por borrachera de batidos… Bueno, en realidad no, ni él ni Oha-asa ni don absoluto podrían salvar a Kazunari de la denigración social actual: parecía el típico borracho llorón y la gente lo miraba con vergüenza ajena, pena y otros peores con risa. Perdón, los peores eran los desgraciados que tomaban fotos y hacían videos.

—Oi, pajarraco, no es para tanto —Torpemente, se levantó del asiento de enfrente a Takao y se sentó junto a éste, ignorando como si nada las miradas a su alrededor. Con aun más torpeza pasó sus brazos por sobre el hombro del otro, atrayéndole hacia sí, tal y como hacía su pelirrojo cuando él se deprimía un poco por que Satsuki rompiese sus revistas en un ataque neurótico. Y por supuesto, aprovechó para apartar el batido del mal.

Ninguno de mis amigos volverá a ser tu víctima, maldita droga azucarada, pensó, y casi jura que entre él y el batido hubo un duelo de miradas. O algo así, tal vez la hamburguesa también tenía drogas y le hizo ver cosas… oh, pero las hamburguesas no podían prohibirse, capaz de Kagami le dejase en abstinencia aun si lo hacía por su bien así que no, no era una opción.  Se conformaría con hacer marchas en contra de la legalización de los batidos de vainilla, y de cualquier otro sabor por las dudas –wait, ya era legal. Así que tendría que hacer marchas por su expulsión de Japón, sí.

— ¿No es para tanto? Es  el fin de mi amistad con Shin-chan —gimoteó, tratando de alcanzar el batido fatalista. Por suerte contaba con un gran amigo como Aomine, quien se encargó de apartarlo. — Nuestras prácticas son lo peor de todo… podemos estar o no en el mismo grupo pero se sigue sintiendo como un enemigo. Como si yo soy su enemigo. Y después del entrenamiento ni me mira, y yo me obligo a no mirarlo, pero me preocupa… se queda hasta tan tarde… ¿Se irá con mucho frío a casa? ¿Habrá llevado todo para cambiarse? ¿Le quedarán vendas o se olvidó de comprar? ¿A-Alguien habrá roto por accidente s-su lucky ítem?

Takao cabizbajo y sollozante era capaz de conmover corazones y llamar lágrimas ajenas. Incluso el público chismoso parecía apiadarse de –creían ellos- ese pobre jovencito que fue tan cruelmente enviado a la friendzone. Pero Aomine sabía la verdad: sabía que ni a eso llegaba en estos momentos. Pero también sabía que quizá Kazunari exageraba con más drama del necesario, porque Midorima no era tan crío como para que Takao se comportara como su niñera personal… ¿o tal vez sí? Bueno, Daiki no tenía una certeza absoluta del último punto.

—Escucha… creo que Midorima puede solo con esto —musitó, creyendo que con eso alejaría su innecesaria –o no- preocupación por el cuatro ojos de su ex compañero. Pero no. Fue peor:

— ¿S-Solo? Sé que puede solo… sé que no me necesita… ¡Nadie me necesita! Devuélveme el batido, y pídeme otros diez por favor… quiero que al menos una cosa en mi vida siga dulce, aun si sólo es temporal y sea en mi lengua, ya nada me importa

Fue entonces, cuando el pelinegro consiguió arrebatarle el batido y darle un buen trago, que Daiki comprendió que no podía dejar este asunto así, que si no les ayudaba Takao caería en una depresión irreversible, y diabetes además, así que no volvería a jugar básquet… Oh, no podía permitirlo. Ese enano era un experto haciéndoles reír a él y Bakagami en los partidos que jugaban. Bueno, los hacía pelear, pero esto era divertido así que no podía acabar de esta manera, por una absurda discusión con Shintaro, ¿verdad?

Pero no quería ayudar a Midorima. Ese tubérculo desconsiderado debía pagar su indiferencia.

—No digas tonterías, Takao —Olvidando las dulces muestras de afecto, decidió demostrar su consideración a su manera, dándole un zape en la cabeza y volviendo a apartar el jodido batido. — No me refería a eso. Midorima puede solo, puede vivir solo para ver qué tanto se perdió por no perdonarte. Y va a arrepentirse.

— ¿Y entonces yo lo recibo con los brazos abiertos y vivimos felices? Me parece un buen plan, Dai-chan

— ¿Qué? ¡No! Entonces tú vas y le muestras lo feliz y contento que estás de llevar una vida sin él, para que aprenda a no ser tan idiota —corrigió, volviéndole a golpear con un poquito más de fuerza para ver si así se arreglaba. Tristemente no era como con las máquinas, así que el efecto fue sólo temporal y  ni alcanzó a durar hasta que hablara.

—Pero… pero yo no estoy feliz —replicó, ladeando la cabeza en evidente confusión. En serio daba pena verlo, pero ya Daiki se encargaría de reparar sus sentimientos como correspondía. O eso creyó.

—Lo estarás. No estoy muy seguro de qué cosa te puede animar…—Teniendo en cuenta que te gusta burlarte tanto de ese idiota y no puedes hacerlo— Pero toma esto. Es un regalo de Imayoshi —explicó, tendiéndole una tarjeta negra con decorados rojos, elegantes y delgados.

— ¿Hm? ¿Qué es?

—No lo sé muy bien pero dijo que con eso mejoraría mi buen humor. Tienes que llamar al número que aparece detrás y decir esa clave de debajo —señaló rascándose la nuca—No lo escuché muy bien, pero sólo con decirla te daban algo gratis… quizá un masaje, no lo sé. Es como un pase libre, supongo que para un spa, aunque tienes que llamar primero

—Wow, ¿y por qué no lo has usado si es gratis? —saltó de inmediato, arrebatándole la tarjeta y guardándola en el bolsillo.

—Es que es de Imayoshi… a uno le da por desconfiar de ese tipo…

— ¡No creo que tu capitán sea tan malo! —rió burlón, rodando los ojos para restar importancia a las absurdas preocupaciones del más alto. — Pero qué bueno que no lo usaste, justo ahora necesito relajarme~ Arigatou, Dai-chan

—Tch no agradezcas nada, idiota —Me basta con que dejaras de armar escándalo— Disfruta como puedas y después le cuentas a esa zanahoria lo bien que estás sin él, que estás el triple de relajado y que ahora estás muy feliz de no ser su mamá gallina

—Mamá gallina me parece un poco… aunque bueno, ya qué —se encogió de hombros, intentando despreocuparse de Shintaro— Debo darme una oportunidad lejos de Shin-chan de todas formas —Aunque sigo con la idea de abrir mis brazos en cuanto de arrepienta, lo siento, Dai-chan~

—Recuerda, nada de verse triste —advirtió amenazante; no quería darle el gusto al peliverde de ver mal al halcón— Nada de deprimirse, nada de escuchar canciones corta venas, nada de abrirse de piernas si te pide perdón

—Sí, sí, lo que di-… ¡¿Qué?! ¡Yo no iba a hacer eso! —Sólo los brazos, ¡por dios!

—Y por sobre todo…—Por la expresión que hacía Aomine (tan seria, como nunca Kazunari le había visto) debía ser un consejo grave. Creyó. — Nada de batidos de vainilla, ¿entendiste?

…En serio, Daiki tenía que organizar mejor tanto sus prioridades como las ajenas.

***

Apenas salió de la ducha Takao tuvo la misma tentación de cada noche: enviarle un mensaje a Shin-chan.  Extrañaba como loco sus conversaciones, fastidiarle hasta que el mayor no pudiese más y cayera rendido por el sueño… se sentía especial por ser la última persona con la que Shin-chan hablaba en el día. Pero desde hacía ya seis jornadas que no lo era, que no había intentado serlo, y todo por orgullo. O quizá por algo más, pero nada que pudiese revelar a alguien tan arisco a fin de cuentas.

Agotado por el estrés que resultaba ignorar a su monstruosidad supersticiosa favorita, se dejó caer en la cama al mismo tiempo que su bolso chocaba con el piso cuando lo lanzó de la cama. Sentía que podía morir de cansancio, no sólo por la ardua tarea de ni mirar a Midorima (y vaya que era difícil, no sólo por su ojo de halcón) sino por la fecha que se avecinaba mañana: su cumpleaños.

Estoy jodido, pensó, sonriendo resignado contra su almohada. Al final se cumpliría la semana sin hablar con el escolta, llegaría su cumpleaños y no lo celebraría con su mejor amigo. Se sentía patético. Su orgullo no valía tanto como para desperdiciar una ocasión tan especial… pero ¿Midorima querría olvidar el orgullo propio por alguien como él, aun cuando puso a prueba su paciencia con todo esto?

Definitivamente no.

Y he ahí radicaba el único problema.  Nada de lo que hiciera podía salvar su amistad para mañana mismo, no por culpa suya tal vez, sino por la falta de disposición de Shintaro. Así que sólo quedaba lamentarse…

Eso estaba diciéndose cuando su mirada se posó en la tarjeta que estaba sobre su escritorio. Apenas se había acordado de esta por culpa de tanta tensión, pero ahora que meditaba lo mejor sería usarla ahora. Tal vez viniese algún sujeto sexy a hacerle un masaje a casa, y acabarían teniendo sexo apasionado ahora que sus padres no estaban…

Ja, como si fuera posible. Le bastaba con el masaje y con fantasear con Shin-chan después, muchas gracias.

Sonriéndose un poquito, se levantó reflexionando que al menos su mal humor no podía seguir así. Quizá Shin-chan no lo perdonaría pronto, pero él debía demostrar –como decía Aomine- ser capaz de vivir sin él, y no sólo vivir sino que vivir bien. Tal vez Midorima no se le acercaba porque lo veía de malas… así que su sonrisa sería la mejor invitación que podía darle para que de una vez por todas le dirigiese la palabra. Y ¿qué mejor que comenzar su cumpleaños con buena vibra? Usaría la tarjeta ahora, tendría una deliciosa terapia de relajación, y mañana despertaría con un humor mil veces mejor que durante toda esta estúpida semana…

Si tenía suerte, Oha-asa respaldaría la fecha decretando que escorpio y cáncer eran altamente compatibles y debían pasar juntos el día. Sería el mejor regalo que podía darle el horóscopo ese.

Con eso en mente, tomó su celular y marcó, tamborileando el escritorio con sus dedos, distraído mientras esperaba a que contestaran.

— ¿Moshi moshi? Habla con la agencia Sleepy Time, para servirle en que tenga dulces sueños~ —tarareó una suave voz femenina, sacándole una sonrisa aún más marcada; ahora sí, podría despejarse.

—Hm buenas~ Tengo una tarjeta sobre su agencia, me parece que es un pase

—Entiendo, ¿ve un código en el reverso?

—Sí…—Recostado en el respaldo de la silla, y haciéndola girar como cualquier crío, fue dictando uno por uno los números. La joven al otro lado de la línea se lo repitió para confirmar y finalmente dijo:

—Todo correcto, es un pase de regalo por nuestros servicios. ¡Qué suerte, hay muy pocos gratuitos! —Ah, qué buen amigo era Aomine por darle tal obsequio. Ni le pediría regalo de cumpleaños por esto. — ¿Puede decirnos cuáles son sus preferencias sexuales para esta noche?

…¿Qué?

—P-Perdón, ¿puede repetir la pregunta? —indagó escandalizado, ahora completamente recto en la silla, y afirmándose al escritorio como si esta le fuese a fallar en cualquier momento. Tal vez así era. Tal vez todo le estaba fallando, la tarjeta sobre todo… es decir, no, debió fallarle el oído…

— ¿Qué preferencia sexual tiene para esta noche? ¿Le gustaría hacerlo con un hombre o con una mujer? —insistió paciente la joven, sin abandonar el tono de antes, que a Takao de repente se le antojaba excesivamente empalagoso. Porque no había sido ningún error.

— ¿D-De qué está hablando? ¿Esto no es un spa a domicilio o algo así?

Kazunari podía no tener el ojo del emperador –o el oído, en este caso- pero no tenía necesidad de esos poderes de adivinación místicos para saber que la mujer contenía la risa.

—Me parece que está confundido, señor. Es una agencia de sexo telefónico. ¿Desea continuar?

— ¿Q-Qué…? ¿Sexo telefónico? —repitió aturdido, saboreando por primera vez la palabra en su boca. Eso sonaba extraño…

— ¿Es su primera vez en esto? Si quiere seguir, le aseguramos la mejor de las atenciones —prometió la voz melosa. Y Kazunari, a su pesar, se encontró debatiendo con su consciencia. Era viernes por la noche, ni sus padres ni su hermana regresarían pronto, y las películas yankees que más de alguna vez vio con Himuro y Kagami en el departamento de este último (en contra de su voluntad) aprobaban que los adolescentes hicieran locuras. Mañana cumpliría un año más para dejar de ser adolescente, y un poco más en el futuro ya no tendría excusa para hacer locuras…

Pero a mí me gusta Shin-chan…

Pero nadie sabría nunca de esto. Ni siquiera Aomine sabía de qué diablos iba la tarjeta, y a él no le costaría mucho mentir sobre un estupendo masaje. Sería una aventura privada. Y además de seguro el sexo telefónico le dejaba con aun más buen humor para recuperar a su Shin-chan… y esto no sería infidelidad porque no habría contacto- y porque todavía no era nada de Shintaro.

Es perfecto.

—Entonces… escojo a un hombre, con voz muy grave por favor —se encontró diciendo, y al instante se descubrió una sonrisita, entre traviesa y nerviosa. Joder, esto sonaba emocionante. Y pronto sonaría así literalmente. — Ya que es un regalo recomiéndeme uno~

—Con mucho gusto —ronroneó la chica— Conozco a uno con voz muy sexy, de seguro le encanta~ Enseguida se lo paso, gracias por preferirnos

Una música comenzó a sonar para llenar la espera, y Kazunari regresó a la cama sin despegar el celular de la oreja. Tenía los nervios de punta. La luz estaba apagada, la cortina apenas si dejaba entrar un poco de luz de las farolas de la calle, y aunque aún estaba con toda su ropa de cama encima juraba que el ambiente ya estaba caliente. Debía ser la ansiedad. Todo le había estado consumiendo mucho últimamente, y él…

— ¿Diga?

Apenas escuchó esa voz un escalofrío recorrió su columna. Casi en modo automático, Takao se volvió a levantar, fue hasta su espejo y empezó a examinarse. Se perfumó. Arregló un poco su cabello, y después sacó desde el lugar más recóndito de su armario su gran tesoro sin estrenar: un dildo. — ¿Hay alguien ahí?

—Sí…—susurró como pudo, cautivado por la sedosa voz del hombre. Vaya que la mujer de recién tenía buen gusto, esto sí que era una voz sensual. — Dime, ¿te incomoda si me quito la ropa?

—…para nada —le respondieron con cautela, y Takao juró que escuchó cómo el sujeto se recostaba sobre algo, probablemente una cama. Eso mismo le dio fuerzas para desabrocharse el primer botón del pijama… y eso de  por sí se sintió como un gran paso— ¿Ahora estás desnudo?

—Hace poco lo estaba. Es más divertido si después me desvisto —aclaró, dedicándose una última mirada en el espejo antes de regresar a la cama, con el dildo en mano. El lubricante estaba en su mesita de noche.

—Me habían dicho que eres primerizo…—Era una delicia escuchar a ese hombre. Takao casi jadea, sólo por oírle ¿esbozar una sonrisa? ¿Eso podía escucharse siquiera? Joder, era tan ronco como su Shin-chan, pero se oía tan sensual… tan lejos del tono frívolo –o más bien ausente- que había atormentado su semana…— ¿Quieres que te ayude en esto?

—Si tomas la iniciativa lo haces más fácil —Le daba bastante vergüenza estarse acalorando imaginando que ese sujeto era su luz, y si a eso se sumaba la ropa que en mala hora recordó ponerse, era una explosión de bochorno. ¿Había mencionado que este pijama era demasiado corto? En serio creía equivocarse en cualquier momento. Tal vez esto no era relajante… pero aun así lo quería probar.

—La idea es hacerlo fácil. Acabo de salir de la ducha, así que sigo un poco húmedo…espero que no te incomode

—N-No…—Ugh, ni siquiera había podido ver el cuerpo de Midorima luego del baño gracias a largarse antes de que el peliverde se quedase para su práctica personal. Extrañaba tanto devorarle con la mirada, recopilar material para las noches…—Yo también me bañé hace poco… aunque ya estoy seco. Pero no me importa que vuelvas a mojarme… he extrañado mucho tu voz —susurra cerrando los ojos, ya decidido a pensar en Shintaro aun si se iba al infierno por tener pensamientos lujuriosos por ese asexual. —Adoro escucharte

—Yo también estuve pensando en ti todo este día…—Al parecer el desconocido iba a seguirle el juego. Bueno, para eso le pagaban, así que no habría problema en desahogarse con él, en fingir aunque sea por este tiempo que él podía ser más que nada con su Shin-chan…— En ti y en tu cuerpo

—Me pasa lo mismo…no puedo sacarte de mi cabeza —Shin-chan— Me gustaría que estuvieras aquí y me abrazaras… o al menos que usaras bien esos brazos para quitarme esto… calculé mal cuando lo compré, y me queda tan ajustado que…

—También quiero quitártelo, y después de lo que quiero hacerte podría abrazarte.

— ¿Harás lo que yo pida? —suspiró, acomodándose todavía con los ojos cerrados en la cama. De nuevo le pareció oír la sonrisa del otro. Se la imaginaba ligera, como la de Midorima, apenas curveada para que sólo él pudiese notarla…

—No. Haré lo que yo quiera. Pero confío en que es lo mismo que quieres pedirme… ¿tanto aprieta tu ropa? Yo no llevo nada puesto. Deberías quitártela para hablar con más tranquilidad…

—Eso haré… tiene lazos muy molestos, ¿sabes? Con tus manos podrías arrancarlos tan fácilmente… tienes unas manos tan grandes que en serio las quiero conmigo~

— ¿Dónde las quieres? —susurraron entre un suspiro.

—Dentro de mí, Shin-chan —jadeó, desabrochando descuidadamente cada amarre, oyendo un quejido sorprendido de fondo. Tal vez por el apodo, quizá a ese sujeto le pareciera igual de ridículo que a su Shin-chan. Pero ¿qué importaba? Le pagaban para complacer a los clientes, debía seguir haciendo ese papel. — Siempre he soñado con tus manos… tienes unos dedos tan largos… ¿me dejarás lamerlos algún día?

—…Si quieres puedes hasta morderlos…

—Kazunari —completó, con una irónica sonrisa para sí mismo. Una pena que el tipo no conociera a Shin-chan como para interpretarle mejor; era obvio que Midorima jamás aceptaría tal agresión a sus cuidadas manos. — Llámame por mi nombre, Shin-chan. Nunca lo haces~

—Si lo hiciera te pondrías nervioso… Kazunari —murmuró, estremeciéndole de golpe. — Incluso si te llamo de cualquier manera, tus ojos siempre dicen cuánto te gusto…

—Ni siquiera cuando los cierro puedes abandonar mi mente, Shin-chan. Me pones tan nervioso, que incluso ahora que no estás conmigo me emociono por estar desnudo hablándote así

— ¿Ya te desnudaste? En ese caso tengo que encargarme de hacerte entrar en calor, Kazunari. ¿Dónde me quieres?

—En todas partes… si es necesario aplástame contra la cama, Shin-chan, no me importa —gimió un poquito, llevando su mano ya chorreante de lubricante hasta su entrepierna. — Me gusta tenerte sobre mí, sentir tu peso incluso si duele, y que susurres todas esas cosas a mi oído…

—Ah, Kazu, Kazu… ¿estás tocándote? ¿Aunque yo no esté allí?

—Es porque te extraño —se excusó como pudo, jadeando bajito mientras bombeaba despacio. Se detuvo un momento para acariciarse solamente la punta, como dibujando círculos, deslizando su mano después por toda su extensión ya erguida. — Me haces tanta falta que ya estoy por ocupar mis manos en algo más, Shin-chan

—Voy a enfadarme si lo haces, Kazunari… dejaré de ser gentil si me reemplazas contigo mismo…

—Podrás castigarme sólo si vienes… ahora necesito algo aquí dentro —Ni él mismo creía ser quien producía esa alarmante cantidad de sonidos obscenos. Hace milenios que no se tocaba de esta manera. Tal vez nunca había soltado gemidos más intensos que los de ahora. — Mis manos no bastan, Shin-chan… tus dedos son mucho más largos… pero me da pena hacer que te encargues de esto…

—Pero yo adoro tocarte hasta lo más hondo, Kazunari

Ja… como si fuera posible~

— ¿En serio? Pues serías de mucha ayuda en este instante… no puedo relajarme, Shin-chan. Sigo tan estrecho, y todo es tu culpa por no tocarme —reclamó, soltando un lastimero quejido que le hizo apretar los ojos por la vergüenza. Pero ya qué, total nadie sabría de esto, no era tiempo para ser tímido. — Eres tan egoísta que ni siquiera puedes atenderme como lo hago yo… No tendría que tocarme tanto si vinieses por mí, ¿sabes? Pero cuando lo hagas tendrás que castigarme mucho… tengo más que mis manos para llenarme

— ¿Qué tienes ahí? —Un ronco gemido directo a su oído hizo que temblara. Ni siquiera sabía si el hombre al otro lado de la línea de verdad se complacía escuchándolo –y probablemente no, debía estar acostumbrado a ese tipo de cosas - pero sentía todo tan real estando así de excitado…—Kazunari…

—Un consolador. ¿Me regañarás mucho cuando vuelva, Shin-chan? Todavía no entra… convénceme de lo que quieras —jadeó agitadamente, abriendo uno de sus ojos para observarse bien: ambas piernas abiertas y flexionadas, el dildo justo enfrente de su entrada. Movió y sintió como el juguete tanteaba, pero todavía no lo introdujo. Esperaba una respuesta…

—Yo no quiero que lo metas, Kazunari. Me tienes a mí… yo también te extraño y no hago eso

— ¿Qué, no tienes una muñeca inflable como mi reemplazo? —De alguna forma consiguió reír— Pues me alegra… yo tampoco quiero algo que no seas tú… pero en serio tengo ganas

—También yo… me gusta cuando tomas la iniciativa. Que me toques por encima, que te recuestes sobre mi regazo o tenerte debajo de mí… me gusta aplastarte hasta que no te puedas mover, Kazu. No basta con algo como mi mano para olvidarte, sólo puedo correrme si te imagino ahora…

—Entonces debes de entender que debo meterlo… no basta, ¿verdad? Ya casi… casi entra —Sin proponérselo, soltó el gemido más fuerte de la noche en cuanto logró introducirlo… ni siquiera todo. Mierda. Lo que le pasaba por sacar cálculos sobre qué juguete comprar dependiendo del tamaño de su Shin-chan, según lo que alcanzaba a divisar en las duchas. Debió ir de a poco con los tamaños. — Ah… Shin-chan, duele…

—Te lo advertí, Kazu… pero dolería más si es conmigo, ¿verdad? ¿Ya lo estás moviendo?

—N-No… duele mucho —gimió adolorido— Es como si desgarrara mi interior… contigo sería distinto… ¿Serías dulce conmigo, Shin-chan?

—Tal vez en tus sueños, Kazunari. Me cuesta ser dulce teniéndote tantas ganas… me fastidia tanto tener que usar sólo mi mano, no poder marcarte…

Takao sentía su cuerpo arder en demasiados sentidos. Por el dolor, dentro. Pero por el placer, todo lo demás, tal vez incluso lo anterior. Quería llorar también, por fantasear cosas tan ridículas con alguien que jamás lo miraría de esta manera, que tal vez se espantase de su estúpida imaginación, quería gritar por ser tan iluso.  Y sin embargo, al mismo tiempo quería felicitarse por estar haciendo lo más cercano que tendría nunca de hacer con “Midorima Shintarou”.

Sin detenerse a reflexionar sobre sus sentimientos, soltó el celular y puso el altavoz para hacerlo más cómodo. Puso una mano en una de sus tetillas, y la pellizcó como para recordarse qué era lo principal aquí- y en definitiva, no lo eran sus emociones. Esto era completamente impersonal e ilusorio, y no debería de importarle. La otra, que todavía presionaba el consolador estático, comenzó a moverse despacio, hasta lo más profundo que pudo llegar…

— ¡Ah! Dios,  n-no…

— ¿Ahora lo estás moviendo, Kazunari?

— ¡S-Sí! Ah, Shin-chan, es tan grande…—De seguro aquel hombre podía escuchar perfectamente el crujido de la cama por culpa no sólo de los vaivenes de su mano sino que de todo su desesperado cuerpo, y para qué hablar de su respiración, agitada por completo al igual que todo él. Pero Takao también podía escuchar. Escuchar el sonido húmedo y resbaloso del miembro del otro, cubierto de lubricante probablemente, y se sintió aún más caliente al entender que el sujeto no se estaba limitando a fingir… Esto sí que era tener compañía. — Estando así me dan ganas de que vengas… quiero que me perfores como no tienes idea, Shin-chan…

—Ojalá  pudiera, Kazunari —gruñó roncamente— Quiero hacerte ver las estrellas…

— ¡Las veo! Ah… n-no puedo, duele… Mght…se siente tan bien, destrózame…

—Hazlo más rápido, maldición…

—Quiero más, Shin-chan… —Ni sus gemidos ni los del otro eran fingidos. Saber eso era tan condenadamente abrumador, y la voz del hombre tan jodidamente sexy, que Takao creía empezar a delirar de placer en cualquier momento. Con los ojos cerrados veía las estrellas tras sus párpados, con los ojos abiertos juraba tocar el cielo, y de cualquier manera seguía desesperado por atinarle a ese punto que tan pocas veces acertaba y que tan loco lo volvía… Acabaría destruyéndose de dolor pero amaba esto. Esto y la erótica voz del joven del otro lado, sus jadeos y los bombeos que escuchaba…— Nunca antes había hecho esto, Shin-chan, pero me encanta tan mal que… ah…

— ¿Se siente tan bien, Kazunari? ¿Puedes ir más fuerte?

—S-Sí… tan malditamente bien que creo que… ah, no aguanto, Shin-chan

—Grita más, me encanta ser el único que te pone así…no te vengas todavía.  Eres asombroso y neceesito escucharte…

—P-Pero…mgh

—Voy a nalguearte como no tienes idea si no obedeces, Kazunari. ¿Así es como lo quieres? ¿Puedes con más? Quiero que acabes conmigo…

— ¡Ah! Y-Yo…—No podía detenerse. Su mano bajó desde su pecho hasta su miembro, comenzando a bombear tal y como hacía el otro desde lejos, acorde a los movimientos de él, como acompasándolos. — Voy a llegar… quiero sentirte cuando te vengas, Shin-chan…

— ¿Quieres que te lo dé?

Takao poco a poco empezó a perderse aún más en la bruma de calor. Atinaba a gemir, gritar y asentir como si la vida se le fuese en ello, ya sin poder comprender siquiera las palabras del hombre. Sabía que hablaba, se estremecía cuando decía cualquier cosa, pero de allí a entenderle quedaba bastante. Tal vez se estaba destrozando el culo solito, pero era imposible controlar su situación estando tan ensoñado con esto, tan perdido en la bruma…

Al segundo siguiente se vino, y si antes había visto estrellas lo de ahora fue divisar un nuevo universo o algo así. Se corrió con un grito que ojalá no hubiese sido escuchado por nadie más que el chico del teléfono, pero quién sabe con tal intensidad. Hasta su garganta dolió. Pero mucho más ardía en otro lado, y le costaba horrores recuperar el aliento, que aun así se encargaba de desperdiciar musitando una y otra vez su mismo mantra:

—Shin-chan…Shin-chan, Shin-chan…—Por cómo se oía el otro, también debía de haberse corrido. Kazunari no tenía idea de si antes o después que él, pero se permitió fantasear con que fue al mismo tiempo, como siempre decían los manga yaoi de su hermana. Algo de romántico tenía que tener su primera experiencia de sexo telefónico, ¿verdad?

—Sólo llámame Shintarou. Buen trabajo, chico… has estado excelente para ser tu primera vez nanodayo

Al principio, afectado como estaba por el reciente orgasmo y por la conmoción física, ni se percató de la terrible muletilla ni de lo que esta significaba. Sin embargo, bastaron apenas un par de minutos de recomponerse de su agitación para acabar horrorizado.

— ¿M-Midorima?

Al otro lado de la línea se oyó un jadeo tan sorprendido y atemorizado como el suyo. Pensándolo bien –ahora con la cabeza de arriba- esto no era para nada lindo. Era horrible, en todo sentido. ¿Su Shin-chan le había escuchado así? ¿Su Shin-chan trabajaba en…?

— ¿Takao? —Tristemente, parecía que el peliverde no era tan lento para relacionar las cosas ahora. Ok, podía ser incapaz de captar cualquiera de sus directas sobre cuánto le gustaba, pero por lo visto su inteligencia post-orgasmo aumentaba en un 95%. Al menos fue capaz de notar que sólo había una persona que lo conocía que además tenía el descaro de llamarle “Shin-chan”… y el descaro de llamar a una agencia de sexo telefónico siendo menor de edad…

— ¿Q-Qué…? ¡E-Esto es ilegal! ¡No puedes trabajar en esto! —Bien, Kazunari prefería desviar la atención de su pervertida persona por unos momentos. Sólo porque estaba preocupado por su amigo, por supuesto, la vergüenza nada tenía que ver en esto… Tal vez el tsunderismo era contagioso, tal vez se contagiaba por relaciones sexuales, aunque fueran telefónicas.

Mátenme.

—Tú tampoco tendrías por qué llamar nanodayo. Además no hay problema, tengo contactos y falta poco para que sea mayor de edad. Eso y se gana bien.

— ¡¿Te vendiste?!

—A mi voz. Sólo tengo que memorizar líneas, no es la gran cosa —Incluso desde aquí Takao  creía poder verle rodar los ojos. De fastidio y quizá de pena ajena. —Pero tú…

— ¡Y-Yo nada! ¡S-Sólo…! Ugh…—Él mismo terminó interrumpiéndose al sentir un agudo dolor extenderse desde su parte baja. Con más miedo que nunca en toda esa noche, bajó la vista hasta su cuerpo y se halló en el mismo desastre que en el que se encontraban sus sentimientos, pero más sucio: se había salpicado tanto a las sábanas como a sí mismo, el sudor continuaba humedeciéndole, sobre todo su espalda. El condenado juguete se le antojaba completamente obsceno ahora, sólo con la punta en su interior desgarrado. Esperaba que no desgarrado literalmente, pero siendo sincero no tenía idea de nada. Esto era tan incómodo. Una de sus manos había tocado ese objeto, la otra su miembro, y todo él estaba tan sucio que ni se atrevía a tocar el teléfono para colgar de una vez, y ¿por qué no? Encerrarse una semana en su cuarto al menos. Aunque visto de otra  manera, ese aparto también resultaba repulsivo tras haber transmitido tanto de sí… y tanto de Shin-chan. Pero ¿qué era Shin-chan? ¿Él podía estar sucio? ¿Se sentía de esa manera?

— ¿Takao? ¿Sigues ahí nanodayo?

—S-Sí... —Joder, esto era vergonzoso, pero en serio no podía normalizar su respiración. Creía poder comenzar a entraren pánico en cualquier momento; tenía ganas de llorar, porque tras sacar el jodido dildo no podía levantarse… De seguro Midorima podía oírle empezar a desesperarse. Pero también, saber eso le intranquilizaba todavía más y…

— ¿Estás bien?

—…N-No. ¿Puedes colgar por mí?

—Takao, ¿estás llorando? —La voz del escolta se oía ligeramente alarmada. Una lástima que Kazunari no haya podido valorarlo por no tener tiempo para preguntas imbéciles.

—No, estoy aquí feliz aspirando mis mocos —logró ironizar en medio de un rencoroso sollozo— Cállate y cuelga de una vez, Midorima

— ¿Q-Qué…? Takao, no es momento para bromas nanodayo. Dime qué te pasa —amenazó fastidiado el otro, según lo que el menor podía oír, incorporándose. Cabe destacar que no fue muy relajante lograr escuchar pañuelos de fondo; al parecer Midorima también tuvo las manos demasiado ocupadas para agarrar el teléfono, y acabó poniendo el altavoz al igual que él.

Funcionaba demasiado bien el jodido altavoz, lo odiaba.

— ¿Te parece poco? —Con una tensa sonrisa lastimera, apartó de un empujón el condenado juguete. De más está decir que moverse le dolió horrores, tanto que se le escapó un hipido infantil. Estúpido destino. — Básicamente escuchaste todo eso, y yo…y-yo… ni siquiera puedo levantarme de aquí y colgar la maldita llamada. Hazlo, por favor, hazlo…

—Takao, ¿estás bien? ¿Te lastimaste?

Tú me lastimaste… pero por mi culpa así que ¿yo me lastimé?

— ¿Que no es evidente? —Gimió frustrado, con demasiadas ganas de agarrarse el cabello y tironearlo para reaccionar— Apiádate un poco y corta la llamada, Midorima

No podía con la vergüenza.  Ya no podría seguir siendo el mejor amigo de Shin-chan –ya no le permitiría en serio llamarlo Shin-chan. Ok, esta semana no fue la mejor en su relación. Pero no estaban odiándose, sólo esperaban a ver a cuál se le agotaba primero el orgullo. El problema era que ahora el mayor estaría enterado de todos sus retorcidos pensamientos, sabría cuánto le fantaseaba… De seguro no querría ni verlo delante de él en el aula.

No supo en qué instante, Midorima ya no estaba enlazado desde el otro lado. Sólo se oía un pitido irritante, que por primera vez en su vida le aliviaba tanto. No podía divisar nada del móvil, estando su ojo de halcón nublado por las lágrimas, pero no había que ser un genio para saber lo que rezaba la pantalla: llamada finalizada.

Notas finales:

...ACLARO QUE TIENE CONTINUACIÓN


si les gusta intentaré subir pronto también nwn

¿qué les pareció? es la primera vez que escribo algo así, y por lo que leí sí existen esas agencias, aunque ni idea con lo de las tarjetas y demás, pero en el caso de que no existan Imayoshi igual puede conseguirlas(?)

en serio no sé qué pensar de esto u.u

eeeen fin, ojalá no hayan tantos errores, nos leemos n.n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).