“… Una tarde tan normal escuchaba nuestro tema, dijíste que me querías y partiste los esquemas, empecé a sentir algo extraño pero sincero, me engañé con tu amistad en realidad era un <<te quiero>>…”
Han pasado ya un par de semanas desde que te fuiste a Australia, para poder seguir el camino de tu sueño, para poder “vengarte del destino” y demostrarle que sí puedes lograrlo. Hace tan solo un par de semanas es que tuvimos aquella conversación, en la que me dijiste tus sentimientos; aquella tarde de verano, con el olor a juventud en el aire, nuestros últimos días antes de convertirnos en “personas ordinarias”. Esa tarde me habías llamado para Samezuka, con la excusa de competir en la piscina de tu institución, y yo, como todo lo relacionado con agua, no me negué y fui. Pero lo que sucedió fue algo completamente distinto, fuera de mis pensamientos.
Luego de nadar un par de horas, ambos estábamos por irnos, me dijiste que necesitabas confesarme algo. Yo solo asentí, un poco interesado, y antes de que pudiera si quiera mirarte, me soltaste un “Haru, me gustas”. Allí te miré rápidamente, y vi que estabas completamente sonrojado, con la vista clavada en el suelo.
En ese momento no lo entendía, en ese momento no era consciente de mis sentimientos, por lo que te rechacé, no te correspondí. Y recién ahora, cuando estamos a millones de kilómetros de distancia, cuando estamos entre un mar que nos separa, es que me doy cuenta que te amo, que te he amado incluso desde pequeño, cuando partiste por primera vez a Australia. Pero en todo este tiempo, no había querido aceptar nada de ello.
Te herí antes que partieras, te rechacé y ahora es que me arrepiento, es que me siento un completo idiota…
“… Esto que siento es tan bonito como tú, eres tan especial que conviertes mi sombra en mi luz. Miré tus ojos, brilló una estrella, soñé ser el príncipe de mi princesa. Y tu voz te siento, en mis sueños siempre estás...”
¿Y es que cómo no sentir esto por ti? Eres el único capaz de hacerme sentir todo tipo de sentimientos, me has ayudado sin darte cuenta, has cambiado mi vida de forma inconcebible. Eres quien me impulsa a seguir. Me has cambiado.
Nunca me imaginé sentir este tipo de cosas, siquiera pensarlo. Me siento un idiota, pero no me arrepiento. Te mereces tantas cosas, tanto de mi agradecimiento, pero no soy capaz de hacer nada, simplemente me quedo allí, viendo como te vas, viendo como avanzas sin mí.
Lo que más duele en estos momentos, es no poder remediar mi error, el poder abrazarte y decirte cuán equivocado estaba, el decirte que no te enamores de nadie, que no me cambies, que aunque estemos separados físicamente, mi corazón está contigo.
Rin, ¿qué me has hecho?
“… Un día más te espero sentado frente a tu voz. Un día más te quiero, aún sin verte. Un día más miro el mapa y la distancia de mi casa a la tuya. Un día más espero que nada influya…”
El tiempo sigue pasando. No he tenido contacto contigo de hace tres meses, aunque he querido hablarte muchas veces, aunque he tenido el teléfono celular en mis manos a punto de marcarte, mandarte aunque sea un mísero mensaje, al último momento me arrepiento.
Sentado frente al mar, admirando el movimiento de las olas, mientras pienso en todo lo que he vivido para llegar hasta aquí. En su mayoría, has estado involucrado en las decisiones que he tomado.
Me levanto de mi lugar, mirando hacia mis pies. No puedo hacer más que estar aquí, esperando a tu venida, esperando a que en algún momento, vuelvas a aparecer por mi puerta, con tu hermosa sonrisa y tu expresión alegre.
Como dicen, la esperanza es lo último que se pierde.
“… En todo momento pienso en ¿Cómo será mi llegada? Faltan muy pocos días para poder ver tu cara, no me explico el por qué te quiero estando tan lejos, pero siento que te toco, quizá sólo sea un reflejo. Ya no puedo más necesito tu amistad...”
¿Cómo has estado, qué has hecho en este tiempo en el que no nos hemos visto, habrás conocido a más personas? Acaso… ¿estarás saliendo con alguien? Mi corazón se estremece al pensar en esa posibilidad, pero no puedo hacer nada al respecto, al fin y al cabo, este sentimiento no es correspondido, y ya me lo has dejado claro. Aquí el único idiota, fuera de lugar, soy yo.
Este año lejos de ti ha sido realmente tedioso, muchas veces he querido llamarte, he querido mandarte un mensaje, pero en el último momento, recuerdo que no soy nadie para ti, nada más que un simple amigo. Y en ese momento, siento mis fuerzas decaer.
¿Por qué, por qué sigo amándote aun, siendo que estoy tan lejos de casa? Pensé que la distancia me ayudaría en esto, pero no ha hecho nada más que herirme, más que darme cuenta que con tu ausencia, solo mi corazón se hace cada vez más débil.
“… Desde crebillente a Cádiz y viceversa, tengo que verte la espera hace inmensa. Sé que eres especial me fío de mi instinto. Tu voz me hace volar, salgo de este laberinto…”
Un año y medio lejos de ti, no puedo soportarlo más. Te veo en todas partes, te extraño y recuerdo a cada instante. Este sentimiento ha crecido con el tiempo, este sentimiento se ha fortalecido. ¿Por qué, por qué yo mismo me busco esto? Tú no me quieres de la forma en la que yo lo hago, no me necesitas con desesperación como yo lo siento, entonces ¿por qué esta necesidad tan grande de querer estar a tu lado?
Pero cuando me preguntaba esto, ya iba de vuelta en avión llegando a Japón.
“… Yo te quiero y sin ti no se caminar...”
Sin siquiera racionar, sin siquiera querer a detenerme a pensar en lo que estoy haciendo, corro hacia tu casa, reconociendo cada uno de los lugares por los que paso. No es primera vez que estoy en Tokio, por lo que no me siento tan ajeno al lugar.
Llegué por fin a la puerta de tu departamento, jadeando y soltando grandes exhalaciones. Sentía mi corazón bombear fuertemente, mis sentidos seguían nublados y no pensaba en nada. En mi mente solo estaba presente tu imagen, tu voz y tu porte.
Golpeo fuertemente tu puerta, queriendo llamar tu atención. Rezaba a los cielos, para que estuviera allí, y poder verte de nuevo.
Y mis plegarias fueron escuchadas. Tu silueta se vio por entre la puerta. Mi corazón saltó y tu expresión cambió, a una completamente sorprendida.
– ¡¿R-Rin?! ¿Qué es lo que…?
– Haru… – sentí mi voz quebradiza. Por fin, después de tanto tiempo anhelando verte, lo pude hacer. Por fin estaba frente a ti una vez más.
En el momento en el que mis lágrimas estaban por salir, sentí tu calor abrazador rodeando mi cuerpo, y sin demora, me aferré a tu espalda, inhalando tu aroma. Y me sentí bien, me sentí engañadamente completo, imaginariamente satisfecho.
O eso había pensado, hasta que, levantamos nuestras miradas, y ambos de nuestros ojos se encontraron, perdiéndose en el otro, reconociéndose mutuamente.
No faltaban las palabras, yo, ya sabía que debía hacer.
Y con prisa, acerqué mis labios a los tuyos, sellándolos, cumpliendo mí anhelo.
“… Sobran las palabras cuando hay tantos sentimientos, faltan besos y caricias cuanto amor en poco tiempo. Estuve a punto de perderte y aun sin verte sufrí. Estuve contigo en mis sueños, desperté y te perdí…”
Cuando te vi ahí, parado a los pies de mi puerta, no podía creerlo, no quería aceptar el verte por fin, después de anhelarte tanto tiempo. Pensé que ya no me querías, que habías hecho tu vida en Australia, pero tus acciones me demostraron todo lo contrario.
Y eso, me hacía feliz.
Nuestros labios se movían con desesperación, no aceptaba la idea de soltarte de mis brazos, en cambio, estrechaba tu cuerpo mucho más entre ellos, queriendo sentir tu calor. La desesperación estaba más que presente.
Nuestro beso, nuestro primer beso, con sabor a nostalgia, desesperación, anhelo y amor. Un primer beso único, especial.
“… Es que te quiero solo sé que me dejo llevar y es que me muero si no te veo no se de mí que será. Haz convertido amistad en amor (muerte en vida) De la nada y fuiste todo todo lo que yo quería. Y si tú no estás yo no puedo respirar...”