Lo odio
Albus Severus Potter no podía dejar de repetirlo mentalmente, una y otra vez, aunque ¿a quién iba dirigido? no tenía ni la más remota idea
Lo odio, lo odio, lo odio
¿Al sombrero seleccionador por colocarlo en Slytherin? ¿a sí mismo por no haberse negado, pidiendo Gryffindor como lo hizo su padre, Harry Potter? O ¿a él...?
-¡Potter! Con que aquí estabas, ¡te he buscado todo el día!
Cerrando los ojos con una aparente mueca resignada, Albus no levantó su rostro del libro donde lo tenía apoyado, como si esperara poder entrar en él y escapar de esa irritante voz, de la que cuyo dueño ahora se aproximaba a él.
No necesitaba alzar la mirada para saber de quién se trataba, ese andar elegante y grácil perfectamente audible, esa voz arrogante y autoritaria de quien está acostumbrado a ordenar desde que nació, sólo podía pertenecerle al chico que comenzaba a odiar, y que no solo eso, también era su mejor amigo desde sus once años.
Esa tarde había acudido a la biblioteca con la esperanza de que no se le ocurriera buscarlo ahí, pues era bien sabido que Albus casi nunca entraba a ese lugar, a menos que fuera por motivos escolares, los mismos motivos por los que se estaba escondiendo de aquel rubio.
-¿Es que tengo que levantarte la cabeza yo mismo, Potter?- se burló de nuevo aquella voz mientras la silla delante de Albus se movía para que su interlocutor se sentara en un despreocupado y elegante movimiento, cuidandose de bajar la voz ante la mirada de advertencia de la bibliotecaria -Yo tampoco estoy feliz de desperdiciar mi tiempo con un inútil en pociones.
Y justo como el otro pretendía, ese comentario pinchó a Albus, quien levantando la mirada de mala gana se preguntó de nuevo porque seguía siendo el amigo de ese sujeto, después de todo, nadie esperaba que se llevara tan bien con el hijo del anterior enemigo de su padre: Scorpius Malfoy
-No soy un inútil en pociones, simplemente...
-¿Simplemente los calderos explotan porque sí?
Con un bufido aparentemente indignado, Albus desvió la mirada por la burla de su amigo, aunque... no tuvo éxito en poder esconder la pequeña sonrisa divertida que se había formado en su rostro ante el recuerdo. Filch tendría problemas para limpiar eso, pero al menos no era peor que el profesor Longbottom.
-Fue un pequeño error de cálculo- Respondió finalmente también en un murmullo mientras regresaba su mirada a los pálidos ojos grises de su amigo, como si fueran mercurio líquido, y que si bien ahora se mostraban serios, pudo alcanzar a distinguir una pequeña diversión en las profundidades de estos -No pensé que estallaría
-Ese es tu problema, Potter: Nunca piensas- Y antes de que su amigo pudiera replicar, Scorpius deslizó sobre la mesa un libro de una elegante encuadernación en su dirección, dando el tema por zanjado -. Aquí están las recetas de la últimas pociones que haz hecho estallar, convertido en engrudo y gases tóxicos...
-¡Pero...!- Es decir, ¡era ridículo! ese había sido su primer fracaso estrepitoso en esa clase, y todo se debía por seguir los consejos de Rose Weasley, había pensado que siendo hija de Hermione Granger... Pero claro, también era hija de Ron Weasley y ni su tío ni su padre eran buenos en aquella materia -¡Yo ni siquiera...!
-No me interrumpas, Potter- Scorpius levantó la mirada hacía su amigo con un gesto arrogante, antes de arquear una ceja con elegancia y ese irritante desdén que Albus odiaba tanto -¿Hace dos días porque evacuaron las mazmorras?
-Gases tóxicos- admitió de mala gana -¡Pero...!
-Y hace tres semanas, ¿Por qué estuvo Filch de tan mal humor?
-¡No fue mi culpa que se derramara! ¡¿Viste el caldero de Taylor?! ¡Su posión estaba derritiendo su caldero!
-Potter...
-¡Bien! Estuvo de mal humor porque le hice un agujero a la mesa... Con la posión de Taylor
Añadió en un murmullo inconforme, antes de con un suspiro bajar la mirada hacía el libro, ojeandolo con desgana. Cosa que por la ligera risa de Scorpius, pareció complacido antes de proseguir en ese tono que indicaba que estaba disfrutando del predicamento de su amigo, ¿Y como no? él era su tutor y de ahora en adelante se aprovecharía de eso para su agrado, no por nada los Malfoy eran tan buenos en esa materia. En ocasiones así, Albus hubiera deseado heredar el talento de su abuela Lily o que el nombre de Severus le diera un poco de suerte. Pero Albus Potter últimamente no tenía suerte.
-Como te decía entonces, en ese libro están todas esas recetas, quiero que las transcribas en un pergamino y anotes en que te equivocaste, siendo especifico en porque te cuesta seguir instrucciones, Potter
-¡Ya deja de llamarme así!- Exclamó Albus de mal humor, levantando la mirada, topandose con la sonrisa de superioridad del Malfoy, comprendiendo que había caído en su juego... otra vez, bajando la mirada de mala gana, leyó las instrucciones hasta que de nuevo una parte en su mente le impelio a dejar de prestar atención -¿de verdad esperas un pergamino?
Y levantándose de la silla, su amigo se aproximo a él, inclinándose ligeramente sobre su espalda, hasta el punto en que ambos rostros estuvieron uno contra otro, provocando el rubor de Albus al sentir la calidez que Scorpius desprendía, sintiendo ese familiar cosquilleo en el estómago que se hacía presente cada vez que, precisamente él, estaba demasiado cerca, sentimiento que se vio aumentado mientras Scorpius apretaba afectuosamente su hombro antes de murmurar en su oído:
-Para mañana en la noche, espero tres, Al.