Amándote entre líneas y caricias
Prólogo
Si tan solo supiera explicar aquello que siento…
Es el primer día de clases. Entrar a esta universidad ha sido de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Me siento dichoso, y con una presión enorme sobre la espalda. ¡No debo fracasar! y no lo haré, es mi sueño… y lucharé hasta conseguirlo.
¿Qué quién soy yo?
Mi nombre es Kuroko Tetsuya, tengo 18 años, y a partir de hoy estudiaré Literatura en Tokio; para ser más específicos, en la Universidad de Bellas Artes, Seirin.
¿Y cómo empieza mi historia?
Pues creo que ya he iniciado… con mi primer día en este lugar. ¡Lo siento! Lo haré con más detalles:
El viento soplaba suave como suele ser en primavera, pero hoy todo me resultaba maravilloso. No soy persona de sonrisas ni gestos, pero hasta yo me podía dar cuenta del inusual brillo que tenían mis ojos… aunque tal vez, la mayoría no lo haga. Tomé el tren y en quince minutos llegué a la estación que necesitaba. Respiré, y caminé con toda la seguridad que tenía. A unas cuadras se proyectaba un enorme arco que me daba la bienvenida, era de mármol tallado, había ángeles con un estilo muy renacentista, es seguro que la persona que lo construyó no es de Japón. Los detalles eran exquisitos, podría escribir algo al respecto.
Mis ojos saltaban de un lado a otro; empezaron a aparecer personajes muy extraños: muchachas con yukata, bailando con parsimonia; su tez era blanca como la leche, pero en sí, más se debía al maquillaje que traían encima. Sonreí por dentro. Luego escuché unos tambores, y flautas. Caminé en esa dirección y me encontré con la puerta cerrada de lo que parecía ser un auditorio. Volví sobre mis pasos y continué con lo mío, más tarde tendría el honor de conocerles; en ese momento solo quería presentarme con mis compañeros de facultad. El día pintaba muy bien.
Entré al salón 503, no éramos muchos, así que nadie reparó en mi presencia… aunque eso ya es costumbre. Siempre pasa. Suspiré y me senté en la parte de adelante. Ya quería que el profesor llegara para poder socializar un poco.
—¡Hola muchachos! ¡Uff~! —el hombre que acababa de llegar lucía agotado — Recién me transfirieron, y casi me pierdo. ¡Disculpen la demora! —hacía una reverencia un poco exagerada. Todos nos quedamos con la boca abierta. —¡Cof! ¡Cof! Mi nombre es Kise Ryôta, y a partir de hoy, seré su profesor de Literatura Clásica. Es un gusto conocerlos ~sû.
Todo aquello me resultó muy raro, su presencia, su enorme carisma, su apariencia bien cuidada, e incluso el hecho de que su edad no distaba mucho de la mía, le calculaba unos 25 años como máximo. Sin embargo, había algo que me atrapó… y no eran sus hermosos ojos ambarinos… es más, no sé por qué reparé en ellos con tanta atención. ¡NO! Era algo más. Hasta ese momento desconocía esa sensación tan vivida, tan solo quería ser abrazado por él.
Lo sé, soy un idiota… algo pasaba con mi cabeza. En tan solo unos segundos quedé prendado con su imagen. No podía dejar de pensar en él, en el calor que me ofrecería si llegásemos a tener algo. ¡¿Pero en qué estoy pensando?! Somos profesor y alumno, nada más.
—Hola… hola… —su voz apenas se escuchaba, ¿a quién saludaba con tanta insistencia? ¡Oh! Y lo acababa de confirmar por segunda vez, me estaba idiotizando.
—¡Ah! —me levanté de mi asiento con nerviosismo, recuerdo aquella escena muy bien, porque esos ojos de los que ya había hablado con anterioridad, me sonreían. Tenían la inocencia de un niño, y una sensualidad indescriptible. Era una combinación letal, lo sé. Todo me resultaba así con este hombre. —Lo siento, sensei. ¿qué decía? —se alejó un poco, y me sonrió de nuevo, y solo por un momento… por un instante etéreo, mis orbes de color cielo se perdieron en su fuego.
—Estaba preguntando tu nombre, pequeño.
—Soy Kuroko Tetsuya.
Y sí, así comienza mi historia.
¿Pues si es aburrida? Quizás lo sea, después de todo, solo soy un joven universitario que no sabe nada del amor.