Los ruidos de un árbol siendo derribado se escucharon por todo el vecindario; una puerta siendo abierta bruscamente se escuchó tras esa caída. Era la señora Choi; encolerizada e iracunda, salió disparada de su hogar con dirección a la casa de la familia Boo. Por toda la comunidad se escuchó el resonante sonido de los tacones de marca. La expresión, que reflejaba una mueca de absoluto desagrado asusto a un pequeño de nueve años que pedaleaba en su bicicleta amarilla. La mujer se acercó al jardín, que según su hermana lucia opaca a comparación de otros. El resoplido irritado salió de sus fosas nasales para llamar la atención del Señor Boo.
—Y aquí vamos de nuevo. —Susurro Seungkwan arrimado en el marco de la ventana del segundo piso—,Esa mujer debería estar encerrada en un centro psiquiátrico.
— ¡Oh vamos Seungkwan! —Reclamo Wonwoo mientras veía el buzo que usaría ese día —.El hecho de que este loca no significa que su guapo hijo lo sea también, el otro día hable con el sabes, me pareció muy agradable. ¿El verde o el azul?
Seungkwan observo a su hermano y con su dedo índice eligió el buzo de color azul. Y volvió su atención a la escena desquiciada que estaba montando la mujer histérica, era la tercera en la semana. Su padre es un hombre obstinado que siempre quería tener la razón, serio y al mismo tiempo divertido. La última pelea la había ganado la Señora Choi, Seungkwan sentía curiosidad por quien la ganaría esta vez.
El Señor Boo es un hombre caballeroso y respetuoso. Pero era un caso con las mujeres, después de la muerte de su esposa, se convirtió en un mujeriego de profesión. Wonwoo y Seungkwan habían notado esta conducta cuando habían cumplido los quince, sin embargo, eso nunca fue motivo para los reproches.
Dejo de observar la furibunda disputa y alzo la mirada, al frente, podía ver al hijo de la señora Choi subirse en su bicicleta y tomar rumbo al instituto. Siguió la corpulenta silueta y suspiro. Aun no entendía que le veían a ese arrogante sujeto.
—Seungkwan ya me voy. —Vocifero su hermano desde el baño—, Te dejo las pastillas para tu gripe encima de la mesa.
Wonwoo apareció nuevamente en su habitación; el cargado aroma del perfume caro de su hermano devasto su nariz. En silencio se escondió bajo el edredón y trato de proteger lo que le quedaba de olfato con ella. Por el rabillo del ojo observo el atuendo de wonwoo. Nunca lo había visto tan arreglado.
—Wonwoo vas al instituto, no al concurso de Míster Universo.—se escuchó la voz distorsionada de Seungkwan.
—Que tiene de malo que me arregle. —Wonwoo hablo mientras se miraba frente al espejo y se aplicaba un poco de bálsamo labial.
Seungkwan arrugo su ceño con suspicacia. —Te vas a encontrar con Mingyu —la acusadora declaración deshizo la seguridad de wonwoo. El joven que termino de arreglar su cabello, se volteó y miro a su hermano fijamente.
— ¿Qué quieres? —Seungkwan esbozo una sonrisa triunfadora bajo el edredón.
—Mi tarea de matemáticas por un mes y helado. —wonwoo rodo los ojos con aburrimiento.
—Está bien, pero quiero tu boca cerrada. —Seungkwan sonrió aún más con la aceptación—,Y no comas tanto helado, recuerda tu gripe.
—El helado no me va a afectar. —susurro Seungkwan.
—Me tengo que ir.
—Cuídate mucho Wonwoo.
—Lo hare. —Wonwoo se acercó y le dio un beso en la mejilla.
Una vez cerrada la puerta principal; Seungkwan decidió ir a la cocina por algo de comer. Tomo el cartón de leche para fijarse que su padre se había olvidado otra vez de ella. Su mirada se enfocó en unos huevos que estaban aún lado del vacío cartón.
—Omelette y tostadas, suena bien. —se dijo a sí mismo.
Seungkwan; inteligencia promedio, físico adecuado y naturalmente social. Sabía que las cualidades hablaban por si solas, cada vez que se reunía con alguien desprendía una buena aura. Pero su hermano decía que su baja estatura era el defecto que estropeaba su personalidad.
A pesar del buen historial, su mente recordó el último episodio que experimento en la escuela y el motivo principal por el cual estaba en casa con gripe. En su mente rememoró el fatídico día que perdió su mundo maravilla y su impecable popularidad. Simplemente estaba discutiendo con su archienemiga, como era la costumbre y luego, cayó a la piscina con el chico más atractivo y taciturno del instituto.
Como fue el suceso, fácil. Era la prueba de ingreso al equipo de natación, Jeonghan es un muchacho talentoso en el deporte, desgraciadamente era un pesimista nato. Seungkwan como mejor amigo, se vio en la completa obligación de ir a la prueba y brindar apoyo moral.
—Pero miren a quien tenemos aquí, el lame botas de todos los profesores. —Seungkwan antes de girar para enfrentar a la puta del curso, como el al denominaba, se vio suspirando cansado.
—No tienes algo nuevo para decir, suripanta. —Eun Ji hizo ademan de abalanzarse, pero Minha la detuvo.
—Eun Ji, basta. Tu sola te lo buscaste. —Minha parecía hablar con madurez, pero en su mirada se vio la maldad reflejada. Sus ojos cafés, señalaron la piscina y con un movimiento que parecía reconciliador, susurro en la oreja de Eun Ji.
—Lánzalo a la piscina. —Nadie escuchó la burlona expresión que salió de la boca de Minha.
Eun Ji cambio su semblante, una sonrisa coqueta y superficial se esbozó ante los presentes que buscaban pelea. Seungkwan sabía que algo no andaba bien, su instinto de supervivencia lo alarmo. Pero antes de actuar, ya todo se estaba dando. Simplemente se sintió acorralado por los gorilas de Eun Ji y sin darse cuenta había llegado a la piscina. Y al ser lanzado a la piscina, se llevó con él a alguien que lo estaba llamando.
Seungkwan aún recuerda la sensación de unos brazos alrededor de su cintura y una mirada fruncida por el enojo bajo el agua. La expresión de espanto de Seungkwan se relució en medio del conflicto, al fijarse en el rostro ajeno. Luego de unos segundos, vio como el otro muchacho lo soltaba y empezaba a nadar para salir a flote. En su aturdimiento, imito la acción de su compañero. El profesor Han había llegado y suspendido la prueba después de la conducta inadecuada de sus estudiantes. Seungkwan tuvo que llamar a su padre para que fuera por él.
Al cabo de unas horas, a través de su habitación pudo observar como Choi Hansol, el hijo de la mujer más perturbada de toda la cuadra, llegaba con algunos mechones húmedos sobre su frente y una expresión aburrida. Antes de entrar a su casa, se giró y parecía buscar algo. Seungkwan nunca imagino que iban a cruzar miradas, pero ahí estaba él, mirándolo. Hansol dejo su expresión moribunda para fruncir el ceño con desagrado.
Al anochecer comprendió que su fin de semana sería una completa mierda. La gripe que no lo dejaba ni pensar, había malogrado su cuerpo. Digamos que Seungkwan es un joven sociable, pero no era el alma de toda fiesta. Simplemente le gustaba ir de compras y tomar un café en un algún “Sweet & Cofee” los días sábados. El teléfono, que estaba escondido en algún remoto lugar de la habitación colorida del joven, sonó. Seungkwan puso pausa a la película y salió del sofá.
Tomo el celular que estaba hundido entre las ropas que estaban esparcidas por el suelo — ¡Hola!
—Seungkwan revisa tu cuenta de facebook, ahora. —el chillido estruendoso de Jeonghan lo dejo por un minuto descolocado.
— ¿Para qué? —Seungkwan sostuvo su celular en la oreja con la ayuda de su hombro mientras se levantaba y se dirigía por su laptop -. La película iba por la mejor parte. En serio Joenghan, si es alguna niñería de One Direction te voy a colgar.
—No es ninguna niñería y One direction es lo mejor. Ahora, te vas a caer cuando veas lo que han publicado los chicos del curso en el grupo. —La emoción de Jeonghan no era una buena señal para Seungkwan, y este lo sabía. La última vez que Jeonghan sonó tan conmocionado fue cuando le dijo que estaba saliendo con Yugeom, el bailarín de la clase B. Seungkwan se asustó con el pensamiento.
Ingreso su contraseña y entro a la dichosa cuenta, Seungkwan era parte de ese porcentaje bajo de personas que no le gustaba interactuar en Facebook. Miro al costado derecho las páginas a las que él era miembro e hizo click en el grupo que había creado EunJi. Después de ver la foto, su mente maquino alguna idea para salir del país.
—Jeonghan… —susurro—¿Qué es esto?