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Juego de impresiones por YunaYami

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Se quedó pensativo un instante, clavando la mirada en la oscura del chico, que lo observaba detenidamente con la grabadora en marcha, dispuesto a apuntar lo más relevante. De nuevo una pregunta cliché. Podía hacerlo mejor. Quizá forzando un poco más el bien escondido nerviosismo de Saga lograría traer a aquella insulsa entrevista un poco de emoción. Akihiko dio un hondo suspiro, comenzando a contestar a la pregunta tan mecánicamente como en sus otras entrevistas.

-Has echado a perder dos oportunidades. Plantea algo más interesante la próxima vez, ya que te queda solo una oportunidad.

Observó, satisfecho, como el joven revolvía entre sus papeles.

"A ver que tienes, mocoso", pensó, no pudiendo evitar que una sonrisa de suficiencia asomara a su rostro.

Ocultó su frustración ante el comentario del autor, pero al levantar la cabeza comprobó que no lo estaba haciendo nada bien. Recordó las notas que el profesor había escrito. Entre tanto papel no lograba localizarlos.

-Estoy esperando... -comentó el autor, sumergiéndose de nuevo en el libro- detesto esperar.

Decidió arriesgarse. La interpretación que él hacía de una escena no correspondía con lo que los expertos opinaban, y el escritor jamás había aclarado nada de ello que el recordara.

_En su segundo libro, los comentarios y críticas de autores y expertos de bastante renombre, dan por hecho que el protagonista desea recuperar la amistad que le unía al supuesto, digamos que villano de la historia. ¿Me equivoco al pensar que lo que siente el personaje va más allá de una simple amistad? El protagonista nunca deja entrever sus sentimientos y es muy difícil interpretarle. Es complejo, con muchos matices. Pero, la frase que le dedica en el capítulo final, que "estar con la persona que ama es el privilegio de la amistad"...¿se trata acaso de una indirecta para hacerle reaccionar?

El silencio se hizo en la sala, cuando el jadeante muchacho terminó de proponer la cuestión. El autor cerró el libro. Existían pocas personas que lograran desconcertarle, y aquel muchacho había resultado ser una de las excepciones. "Ha dado en el clavo". Carraspeó, intentando recobrar su frío semblante de siempre. Mentiría si era necesario para deshacerse del muchacho.

_Error. Tu interpretación está totalmente fuera de contexto. Claramente es su amistad lo que desea recuperar. No sé que clase de divagaciones han causado una pregunta, pero estás totalmente confundido. Ahora deja la hoja con tus preguntas y yo se las haré llegar a "ese idiota" tu profesor. No serán necesarias más entrevistas. Si tienes más cuestiones él me las hará llegar.

El joven se levantó del asiento, siendo consciente con más claridad de que había dado con una fibra sensible. ¿Debía arriesgarse a continuar y presionar al autor un poco más? ¿Que podría ser lo peor? Ya había accedido a enviarle las respuestas a Kamijo. Localizó al fin las notas.

-Si ,como decíamos antes, incluye sus experiencias personales en los libros... ¿Debo considerar que la fuente sobre el contexto homosexual reside directamente en su persona?

Evitó la sonrisa al ver el gesto de crispación del escritor, que lo taladraba con la mirada. A lo largo del breve, pero intenso silencio, Saga tragó saliva. No sabía si recoger sus cosas y salir por su propio pie de aquella casa o quedarse allí, aguardando el aciago final que el escritor estaba pensando, seguramente, en proporcionarle.

-Eres muy insistente

El autor encendió un cigarro, tomándose su tiempo entre calada y calada. Tenía la sensación de haber encontrado la horma de su zapato en aquel muchacho moreno. Y, aunque le repateara admitirlo, era muy posible que aquella batalla no tuviera el resultado que deseaba. Saga volvió a tomar asiento ante la frase ¿Eran imaginaciones suyas o aquello había sido un cumplido?

-Puede que tengas suerte y te conteste a esa pregunta en las próximas entrevistas. Vuelve a concertar una cita con Aikawa para la semana que viene.

El joven asintió, mientras una sonrisa comenzaba a dibujarse en su rostro.

-Gracias, sensei.

-No des las gracias. Te doy una semana entera para que pienses en preguntas más interesantes que la bazofia de hoy para formularme.

"Comprobemos si eres capaz de llegar a la tercera entrevista, mocoso", pensó él, observándolo marcharse.

***

Sacudió la cabeza, aún algo aturdido por los nervios y el perfume del autor. Ingresó al ascensor, sujetando con fuerza la carpeta sobre su pecho. La impresión que se llevaba de su escritor preferido no podía haber sido más diferente de la que esperaba. Había asistido en varias ocasiones a sus firmas de libros, donde se caracterizaba por su trato amable y una sonrisa en el rostro, junto a su gran atractivo físico. Para Saga, descubrir la parte retorcida del autor,su verdadera naturaleza no hacía otra cosa que hacerlo más interesante. Dio un hondo suspiro. Después de sobrevivir al primer asalto debía prepararse mentalmente para los siguientes y, por supuesto, trabajar más duro que nunca para lograr sorprenderle. Volvió la vista al salir del suntuoso edificio, alcanzando a ver la esbelta figura del escritor recortada contra la luz del interior del salón. De nuevo fumando. Observó como el humo que se escapaba de sus labios se elevaba,sin demora, hacia las estrellas. Quizá en vez de dulces debería intentar ganárselo a través de sus "vicios". No aparentaba ser la clase de hombre que tuviera muchos,así que sería una misión teóricamente fácil. Sabía que preguntarle directamente no resultaría, y tampoco insinuarlo. Quizá si hablara con alguna persona de su entorno más cercano como, por ejemplo, su editora. Exacto, su editora era la mejor opción. Al pasar tanto tiempo con el escritor debía conocer sus gustos, o al menos eso esperaba. Consultó la hora en su reloj. Si se daba prisa todavía alcanzaba a tomar el último tren. Comenzó a caminar a pasos rápidos cuando recordó al escritor en el balcón. Se volvió. Él había desaparecido. ¿Acaso estaba controlando que se fuera?

El muchacho se encogió de hombros ante aquel pensamiento, continuando su camino.

***

-Buenas noches, soy Saga Masamune. Sí, el estudiante de Kamijo que realiza el trabajo sobre Usami sensei. Me ha dicho que revisara su agenda y le concertara una nueva entrevista conmigo la semana que viene.

Oyó el inconfundible pitido. Le había colgado. Observó el teléfono un instante, confuso, hasta que la vibración le hizo dar un bote en la cama.

Sujetó el teléfono entre la mejilla y su hombro mientras revisaba con atención la agenda donde llevaba la relación de las reuniones, entrevistas y demás asuntos del malcriado escritor del que estaba al cargo.

-Puedo hacerte un hueco el viernes sobre las diez. Usami-san tiene prevista una cena con otros autores "a la que le he obligado a ir" y creo que a esa hora estará libre.

Dado que no iba a aguantar más de dos horas con sus supuestos colegas de profesión sería bueno para él contar con una posterior distracción. Y al joven le vendría de perlas que la reunión se celebrara a esa hora. El autor solía estar más modoso por las noches. Aguardó la respuesta del chico, tamborileando con los dedos sobre la mesa.

-¿Sí? Perfecto entonces. Espérale en la puerta.

***

Tiró con suavidad de las correas que lo sujetaban al cabezal. No veía al hombre que caminaba por la habitación por la tupida tela que le cubría los ojos, pero reconoció el olor del autor. Era inconfundible para él. Akihiko se acercó a la cama, donde el joven yacía completamente desnudo, deleitandose en silencio con las juveniles formas que la ropa había ocultado hasta hacía unos instantes. Poseía una piel tan blanca y fina que si no fuera porque estaba seguro de que era un chico, por razones obvias, lo hubiera dudado. Acarició el interior de sus muslos causando un brusco estremecimiento ante el gélido contacto de sus manos con el tibio cuerpo de Saga. Ignoró las torpes palabras del muchacho, abriendo con brusquedad sus piernas.

_Pareces estar muy bien dotado para ser todavía un mocoso.

El escritor presionó la punta de su miembro, comenzando a masturbarlo. Saga se retorció, gimiendo. No era ajeno a darse placer, pero jamás otro lo había tocado de aquella forma. Apenas unos minutos después el joven se corrió, arqueando violentamente la espalda, ante la satisfacción de Akihiko que sonrió ampliamente. Lamió sus dedos donde aún quedaban restos de la esencia del muchacho y los llevó a su prieta entrada. Saga pronunció un casi desesperado "no", siendo castigado con un duro golpe sobre su muslo. Se mordió el labio, notando como la zona golpeada comenzaba a arder.

Suplicó de nuevo, aunque sabía que únicamente recibiría un severo correctivo por parte de aquel hombre retorcido. El joven se quedó en silencio, jadeante, tras varios golpes que habían hecho que sus muslos se tornaran de un brillante tono rojizo.

-Buen chico, Saga. Calladito estás más guapo. Dedícate a complacerme y gime bien alto para que pueda disfrutar del tono agudo de tu voz.

Él asintió, notando los dedos del autor explorar con total libertad el interior de su entrada. ¿Por qué no lograba resistirse aunque solo fuera un poco? Abrió del todo sus piernas, permitiéndole un total acceso a su cuerpo. No podía creer lo que hacía.

Al notar que los dedos se retiraban, dio un hondo suspiro. Por la mente de Saga se abrió paso la esperanza, ya había terminado.

No podía estar más equivocado.

Pudo notar el ardiente órgano del autor introduciéndose en él. Aquella intrusión tan brusca le hizo dar un chillido que, Akihiko, acalló con su propia boca. Sintió un hilillo de saliva correr por la comisura de sus labios, provocado por el húmedo y acalorado beso que compartían en aquel instante. El chico se sentía mareado. El perfume tan embriagante del escritor aderezado con el calor que lograba provocarle eran demasiado para él. Quiso enredar los dedos entre los platinados mechones del mayor. Al darse cuenta de su gesto, el escritor recorrió con la lengua su pezón, mordiendo y torturandolo hasta que se endureció. Saga boqueaba, apenas sin aliento, intentando pausar su respiración al menos un poco. Su interior se contraía sobre el miembro del escritor, invitándole a llegar más profundo. Pero él parecía ignorar todos los indicios, continuando las dulces torturas sobre su cuerpo. ¿Acaso deseaba que le gritara que comenzara a moverse? ¿O le gustaba hacerle sufrir hasta que le suplicara?

-Usami sen...

Recibió una fuerte embestida como respuesta a sus palabras, seguida de otras más profundas y continuadas que le hicieron gemir con fuerza. El chico se removía,bajo las contundentes estocadas de su experimentado amante, clamando por que no parara jamás. Pronunció a gritos su nombre, incapaz de resistir las oleadas de placer que recorrían todo su cuerpo. El autor, aceleró el ritmo, acariciando nuevamente el erecto miembro del joven, mientras le observaba. Sus labios entreabiertos, sus mejillas teñidas de un intenso color rojo. Llevaba mucho tiempo sin que nadie consiguiera satisfacerle de la forma que aquel muchacho lo hacía. Rozó sus labios rosados con el pulgar.

-Te subiré al paraíso, pequeño Saga.

El ritmo comenzó a ser desenfrenado casi alcanzando el climax del acto, buscando un orgasmo que para ambos no tardó en llegar. Estrechó al tembloroso joven entre sus brazos, dejando fluir toda su esencia en el interior de aquel juvenil cuerpo, dejándose caer luego, algo aturdido, a un lado.

***

El escritor se despertó de golpe, llevando las manos a su abultada entrepierna. Hacía mucho tiempo que no tenía un sueño parecido y menos todavía con alguien como aquel mocoso. Liberó su miembro de su prisión de tela. Necesitaba aliviarse con urgencia. Como tantas veces había hecho tras sueños parecidos, se sentó en el borde de la cama dejando que el pantalón resbalara a sus tobillos. Tomó su miembro con la mano derecha, deslizando uno de los dedos por su ya húmeda terminación, haciendo que lo recorriera un escalofrío, para luego comenzar un movimiento rápido y suave sobre el endurecido órgano. Dio un ahogado gemido al correrse, dejándose caer sobre la cama. Su mirada se clavó en el techo, perdiéndose en sus pensamientos. Aquel sueño lo había turbado e inspirado al mismo tiempo. Pero, en aquel instante no pensaba en buscarle explicaciones al hecho de sodomizar al joven en sus sueños. El argumento del relato se abría paso en su mente y, aunque el reloj digital de su mesilla aún marcaba las cuatro de la madrugada, decidió ponerse a escribir sin demora. Ser escritor implicaba libertad de horarios, al menos para él.

***

Parpadeó, escuchando el irritante pitido del fax una y otra vez. Llevó la mano a su despertador, aún con los ojos cerrados. Las seis de la mañana. Solo podía ser el autor con un golpe de inspiración nocturno. La mujer se levantó de la cama, alcanzando a meter con torpeza el brazo correcto en la manga de su bata. Recogió los folios y se dirigió a la cocina, dispuesta a prepararse una buena bomba de cafeína, sin dejar de bostezar.

***

Acudió al despacho del profesor Kamijo con las pocas notas que había reunido y las respuestas que había logrado arrancarle al autor. Quizá el pudiera aconsejarle o, al menos orientarle sobre como debía continuar. Golpeó la puerta con los nudillos un par de veces sin recibir respuesta. Antes de que volviera a llamar, la puerta se abrió de golpe. Un hombre de cabello negro salió precipitadamente, seguido de dos libros que no le acertaron de puro milagro en la cabeza. Había oído que el profesor tenía un amante. Aquello solo confirmaba los rumores que había escuchado. El desconocido se limitó a sonreírle a Saga un instante para luego marcharse. El estudiante ingresó al despacho mientras el profesor refunfuñaba por lo bajo colocándose bien la camisa.

-No deseaba interrumpir, pero necesitaría cierta orientación para la próxima entrevista con Usami sensei. Al parecer mis preguntas le parecen aburridas y muy predecibles, por lo que me ha hecho saber que, si no planteo algo que sea de su agrado,se limitará a pedirme que deje la hoja sobre la mesa y él se la hará llegar.

Esperó pacientemente hasta que el docente ocupó su puesto tras la mesa.

-¿Has pasado la primera entrevista?

Saga asintió, percatándose del tono de sorpresa en su voz. ¿Así que a él también le sorprendía? Le tendió la hoja con las nuevas preguntas para que el mayor pudiera evaluar si eran correctas o no para formularle al autor. Kamijo se ajustó las gafas. Sus nuevas preguntas eran incisivas y directas. Exactamente como a su mejor amigo le gustaban. "Parece que te han calado, Akihiko", pensó él, sonriendo ante el recurrido tema de la sexualidad en las preguntas.

_Están aprobadas. Puedes formularlas. ¿Necesitabas algo más?

-Sí. Hay otra cosa. Me preguntaba... ¿qué marca de tabaco le gusta a Usami sensei?

***

Saga se frotó los brazos, consultando por millonésima vez el reloj. La puntualidad no era lo suyo, de aquello no le cabía la menor duda. Llevaba casi dos horas esperándole, lo que significaba que había perdido la posibilidad de tomar el último tren. Quizá pudiera pedirle a Yokozawa quedarse aquella noche en su piso. Pronto desechó la idea. Ya había abusado bastante de la confianza de su amigo durante una buena temporada. Comenzó a caminar, contando sus pasos e intentando no quedarse helado hasta los huesos.Dio la vuelta al edificio, parándose de nuevo frente a la puerta. Vio acercarse un deportivo que se detuvo frente a él,subiéndose al bordillo de la acera. Saga retrocedió, pegándose a la pared. Su teléfono comenzó a sonar.

-Lo que me faltaba. Un loco casi me mata y ahora...

Vio el nombre de la editora en la pantalla. No era posible.

-Saga ¿sensei ha llegado a casa?

Respiró al fin con alivio al escuchar la respuesta afirmativa del chico. No había logrado convencer al autor de que tomara un taxi ni de que alguien le llevara. Se había escabullido de la fiesta, saliendo disparado en su ferrari antes de que a ella le hubiera dado tiempo a reaccionar siquiera.

-¿Podrías encargarte? Solo subirlo al cuarto a dormir la mona. Ah, el coche mételo en el garaje. Yo iré luego. Suerte.

-¡Pero Aikawa san yo no sé...!

"Conducir"

Tragó saliva, acercándose con precaución al coche. Su ocupante se encontraba recostado en el asiento, con los ojos cerrados. Tras los múltiples golpes en la ventanilla sin conseguir una sola reacción por parte del escritor, el joven decidió abrir la puerta y zarandearlo. Akihiko abrió lentamente los ojos. Reconoció vagamente el rostro del universitario. ¿Qué era lo que hacía allí?

Saga se quedó observando con interés aquellos ojos extraterrenos. El color amatista de sus iris era precioso. No había tenido nunca la oportunidad de observarlos tan de cerca.

-Sensei, soy Saga. Hoy teníamos una entrevista ¿recuerda?

Se quedaron en silencio, observándose el uno al otro, hasta que el autor le rodeó el cuello con los brazos, acercándole. La experta boca del escritor se apoderó de la de Saga, haciendo que a este le fallaran las piernas. Sus labios tenían el sabor afrutado del vino, mezclado con el del whisky junto a su propio sabor. Aprovechó el momento de aturdimiento del menor para meterlo en el coche de un fuerte tirón.

El joven tardó un instante en tomar consciencia de la situación en la que se encontraba. Estaba dentro de un amplio deportivo, con su escritor favorito entre sus piernas observándole con lujuria.

Se preguntó cuantas de sus fans desearían estar en aquella situación. Supuso que todas. ¿Quién en su sano juicio no querría estar con aquel hombre tan atractivo? Se removió, provocando que el cuerpo del escritor se pegara más al suyo. Su rostro se tiñó de rojo. ¿Aquello que rozaba contra su entrepierna era lo que él creía que era?

-Sensei, está ebrio. Subamos a su casa ¿de acuerdo? Podrá dormir un rato en su cama si lo desea, pero no podemos quedarnos aquí o...

Paró de hablar al darse cuenta de que él estaba ignorandole por completo. Comenzó a desabrochar la cremallera de su abrigo, deslizando sus gélidas manos por la piel del chico. Saga detuvo el recorrido con las suyas.

-Me niego. No estoy dispuesto a tener sexo con un borracho. Ser famoso no le da derecho a tomarme si le da la gana. Yo también tengo derechos y..

El autor se desplomó sobre él, dando un suave suspiro. El chico acarició con timidez sus platinados cabellos. Vaya manera de quedarse dormido. Cerró los ojos, sujetándose a su chaqueta. El ligero aliento del escritor sobre su oreja le hizo estremecer. A pesar de su tacto frío, al abrazarse de aquella manera a él sentía calidez. Se acomodó mejor. No sería nada malo quedarse así solo un ratito más.

***

Cuando abrió los ojos de nuevo se encontró en un enorme cuarto, metido en una cama gigantesca y rodeado de miles de juguetes. Se incorporó un poco, observando el tren que volaba por las vías, deteniéndose en una pequeña estación para luego continuar su camino. Tras recorrer todo el cuarto, sus ojos se clavaron en las pequeñas banderas que colgaban del techo. Parecía el cuarto de un niño. Volvió a acurrucarse con rapidez en la cama, haciéndose el dormido, al escuchar el sonido de sus pasos acercarse. Le escuchó caminar, esquivando los pequeños juguetes que estaban esparcidos por el suelo y como el colchón se hundía cuando el escritor se tumbó a su lado. Sus dedos rozaron con suavidad su mejilla, para luego hundirse en su moreno cabello. Saga se estremeció, haciendo que el autor retirara su mano. Notó su espalda pegarse a la suya. El joven no hizo movimiento alguno hasta que el mayor se hubo quedado dormido. Se dio la vuelta, tomándose su tiempo en grabar la imagen con la que el autor le obsequiaba en aquel momento. Sonrió y volvió a acomodarse contra el cuerpo del escritor.

***

Bajó las escaleras del lujoso apartamento,mirando a todos lados por sí veía al escritor. No estaba en casa. Era la oportunidad perfecta para salir sin ser visto. Accionó la manilla, echando un último vistazo al interior y salió, chocándose con brusquedad con alguien. Elevó la vista con lentitud. Zapatos de piel italianos, traje negro, seguramente más caro que cualquiera de los que Saga pudiera permitirse, camisa blanca de seda, corbata granate, rostro varonil, labios apetecibles, ojos de otro mundo y cabello color plata.

-¿Acaso ibas a salir sin dignarte a despedirte, maleducado? Saga deberías...

-Tengo clases y ya llego tarde. Le agradezco que se haya tomado tantas molestias por mi, pero no...

El escritor frunció el ceño, sujetándole del mentón.

-Me pone de mal humor que me interrumpan -le espetó antes de besarle.

Saga se separó de él, tropezándose. Notaba su rostro arder.

-Al fin te callas. Bien.Como decía, antes de que abrieras tu boquita de piñón, deberías ser más considerado. No pesas precisamente poco.

-¡Yo no le pedí que me trajera a su casa ni me metiera en su cama, Usami sensei! ¡Podría haberme dejado en el sofá si hubiera querido! ¡Tampoco pedí tener que soportarle borracho ni que usted me besara! ¡Solo quiero hacer mi trabajo y se acabó!

Los ojos del escritor se clavaron, retadores, en los suyos. Pero el joven no pensaba dejarse amilanar por muy escritorzuelo famoso que fuera, así que dio un paso al frente, encarandose en condiciones con el autor.

-Déjeme salir, sensei. O juro que se arrepentirá.

-Sería interesante que lo intentaras, Masamune Saga. Me gusta enfrentarme con alguien de mi mismo potencial. Y, por lo que he podido averiguar, sumado a lo que ya he comprobado por mi mismo, tu lo tienes. Así que haz que me arrepienta. Si eres capaz, claro...

-¿Cómo se ha atrevido?

-Quiero saber a quién me enfrento. Es todo.

-Esto no es una confrontación. No tiene sentido hablar de ello como si...

Saga abrió los ojos a más no poder. Un reto. Aquello iba más allá de las preguntas. El autor le veía como un reto. Entonces él no pensaba decepcionarle. Se le escapó una leve sonrisa, sentándose en el sofá.

-¿Le importaría ocupar su sitio, sensei? ¿O debo recordarle que aún me debe una entrevista?

***
-Dígame, sensei, aborda en muchas ocasiones la temática de las relaciones sexuales en sus novelas. Pero jamás he leído en ninguna obra suya una escena con detalles explícitos de dicho acto. ¿Le desagrada escribirlas o es algo relacionado con alguna prohibición editorial?

-No tiene nada que ver con prohibiciones editoriales. Me agrada añadir que tengo total libertad en ese aspecto. En este caso, considero que las escenas sin detalles en mis libros tienen una consideración parecida a la vestimenta de las mujeres. Es decir, cuanto menos enseñe despertará más atención.

Saga le observó un instante, confuso. ¿Qué relación podría tener la ropa de mujer con una escena de sexo?

-¿Podría aclarármelo?

-Por supuesto. Estoy refiriéndome en que, en el caso de las mujeres, las modas que se llevan invitan a enseñar más de lo debido. Pongamos el caso que te encuentras con una chica que va a una fiesta con una minifalda, mostrando su ropa interior y un top que apenas le tapa el pecho.Y, ahora, ves a otra chica con los mismos atributos que la anterior,pero que lleva un sencillo vestido blanco entallado con la falda en su lugar y un escote neutro. ¿A quién elijes?

-Supongo que a la chica del vestido blanco. Aunque sigo sin comprender que tiene que ver con las escenas de sexo...

-Es muy fácil. ¿Qué tiene de estimulante que te lo muestren todo? Si te la llevas a la cama ¿qué vas a descubrir que no hayas visto ya? No es estimulante. Cuando la chica del vestido blanco se para frente a ti...tu imaginación comienza a trabajar. Te preguntas que habrá debajo. Ahora aplicalo a las escenas de mis novelas. Busco estimularlos, que sean ellos los que monten las escenas en sus mentes. Si preguntaras a diferentes personas que escena vino a sus mentes, seguramente ninguna de ellas sería igual.

El autor se acomodó mejor en el sofá. Hacía tiempo que el libro escogido para aquella entrevista reposaba en sus rodillas y no lo había vuelto a ojear.

-¿Cree que eso también se aplica en los hombres?

El muchacho recorrió al autor con la mirada. ¿Cómo sería su cuerpo? ¿Su pálida piel sería tan fría como sus manos?

-Es una buena pregunta, Saga. Y yo tengo otra para ti. ¿Crees que serias capaz de reconocer mi escritura en otra novela?

-¿A que se refiere?

-Me refiero a que escribo novelas de otra temática en la que si aparecen escenas de sexo explícitas. ¿Te atreverías?

Saga asintió sin dudarlo un instante, mientras el autor elevaba la mirada hacia el reloj de pared. Si salían ahora podrían llegar antes del cierre. Hizo levantar al chico del asiento,casi empujándolo al salir.

-¿Dónde se supone que me lleva? -protestó el menor, poniéndose el cinturón de seguridad.

-Ya lo verás cuando lleguemos.

-Detesto los misterios, sensei. Y tampoco me gustan las sorpresas si no sé con que me voy a encontrar.

-No te preocupes. Te gustará.

-Sí, claro...

***

Se quedó parado frente a la gigantesca librería. Había oído hablar de aquel lugar, pero jamás había ido. Tampoco podía permitirse acudir a aquel sitio tan atrayente que invitaba a comprar cada libro que veía con su modesto sueldo. Debía controlar sus gastos. El escritor lo tomó del brazo al darse cuenta de que se había quedado atrás, obligándole a entrar. Akihiko se detuvo en el mostrador a saludar al dueño, mientras Saga observaba embobado las estanterías. Aquel lugar era su paraíso, su pequeño recodo de paz. Aunque rara vez acudía personalmente ya que Aikawa insistía en que ir causando revuelo no era adecuado. Tras hacerse con las llaves del local volvió a tirar del joven hasta la segunda planta.

-Bien. Aquí hay varias de mis otras novelas.¿Crees que podrás encontrar alguna?

El chico abrió la boca, sin producir sonido alguno. ¿Cómo se suponía que iba a encontrar algo entre tantos libros?

-Descuida. Tenemos toda la noche.

-¿Toda la noche?

-Así es. He pedido las llaves.

Saga resopló y se dirigió hacia la primera estantería antes de soltar alguna perla de las suyas. Podría apuntar los nombres de los autores descartados para que le resultara más fácil.

Se apoyó en una de las estanterías, observando al joven absorto en uno de los libros. Tenía un rostro atractivo y su expresión era simplemente hechizante. Sus ojos oscuros recorrían con rapidez las letras, buscando retazos del estilo del autor. Dejó el tomo en el montón de descartes, alcanzando a ver al escritor por el rabillo del ojo. ¿Cuánto llevaba allí? Volvió a aplicarse en su tarea. No iba a permitirle que se diera cuenta de que su presencia le ponía nervioso. Oyó una leve risilla cuando hubo abierto el siguiente tomo.

-Deberías coger los libros del derecho, Saga.

-¡Y usted debería dejar de molestar! -gruñó el joven, poniéndose rojo.

Lo oyó descender a la planta baja, riéndose.

Bostezó, apoyando la espalda contra la estantería. Ignoraba cuantos títulos habían pasado por sus manos y dónde estarían escondidas las novelas del escritor. Alcanzó el título siguiente, ojeando la portada. Solo con echarle un vistazo ya sabía de que trataba aquella novela ligera. Amor entre chicos, seguramente en un instituto, de una tal Akikawa Yayoi. Lo echó al montón de descartes sin dudarlo, pero tras haber revisado un par de libros más decidió darle una segunda oportunidad. Pasó las primeras páginas con rapidez.

- "...el ardiente órgano del autor, introduciéndose en él. Aquella intrusión tan brusca hizo a Masamune dar un chillido que el autor acalló con su propia boca"

Se sonrojó de golpe, soltando el libro como si quemara.

-¡Usami sensei!

Vio al escritor subir aceleradamente por la escalera y le arrojó el libro en cuanto lo tuvo a tiro.

-¿Cómo se atreve a usarme para sus sucias perversiones? ¡Está enfermo!

Akihiko cruzó la habitación, uniendo los labios a los de Saga en un húmedo beso. El chico tuvo que sujetarse a la camisa del mayor para no caerse.

-Por eso.

Esta vez fue Saga el que le besó. Su parte racional intentaba, sin éxito alguno, pelear contra los instintos que llevaba escondiendo desde aquella tarde. Akihiko, animado por la reacción del muchacho, lo inmovilizó contra la estantería, deslizando las manos bajo su fino sueter.

Notó sus latidos acelerarse a cada caricia de aquellas gélidas y, a la vez tan ardientes manos. Algo aturdido por los besos, aflojó el nudo de la corbata del autor pasando luego a desabrochar los botones de su camisa con torpeza.

-Espere un...

El escritor lo despojó del jersey con brusquedad, mordiendo con fuerza su cuello. Saga no pudo reprimir un chillido al sentirle hacer aquello. Akihiko recorrió el torso del muchacho a húmedos besos, prestándole especial atención a sus pezones, a los que notaba endurecer a cada pase de su lengua. El menor cerró los ojos con fuerza al notar una de las manos del autor descendiendo hasta su ya abultada entrepierna.

-¿Qué ocurre? ¿Te avergüenzas de las reacciones de tu cuerpo? ¿O es de otra cosa de la que te avergüenzas?

-¿Qué está insinuando...?

-Admite que jamás pensaste que yo pudiera ponértela tan dura, muchachito.

Tomó su miembro entre los dedos, acariciándolo de arriba a abajo,mientras una sonrisa de satisfacción comenzaba a surgir de sus labios ante los provocadores gemidos del chico.

-Mmm...no más...

Aquella frase suya solo hizo que las caricias aumentaran de intensidad y la ardiente boca del escritor recorriera con más empeño si cabía su tembloroso y excitado cuerpo. Saga echó la cabeza hacia atrás, extendiendo los brazos y aferrándose con fuerza a las baldas semivacías. El mayor hizo descender la otra mano al prieto trasero del joven, deslizando sus curiosos dedos entre sus nalgas hasta alcanzar su entrada. Con un simple roce un acalorado y totalmente ruborizado Saga se corrió, arqueando su espalda. Jadeó, apoyando la mejilla sobre el pecho del autor y se aferró con fuerza a su camisa. Su olor le aturdía, pero deseaba que aquella sensación se repitiera una y otra vez. Ahogó un gemido sobre su piel al notar los dedos del escritor explorando con total libertad el interior de su cuerpo. No podía soportarlo. Si no le tenía dentro iba a gritar. Bajó la cremallera de los pantalones de su amante, alcanzando el grueso miembro con los dedos.

-¿Estás impaciente, Saga...?

Él asintió, uniendo en un apasionado beso los labios a los suyos. Los dedos del mayor de retiraron, antes de que ambos terminaran en el suelo. Akihiko notaba el cuerpo del joven retorcerse bajo el suyo, tan necesitado de encajar con el suyo como el de él. Lo atrajo de la cintura, elevando sus caderas y lo penetró de un brusco movimiento. Saga gritó ante la agresiva intrusión en su cuerpo, dejando escapar las lágrimas con libertad. Su cuerpo deseaba tenerlo más dentro aunque doliera. El choque entre sus cuerpos a cada fiera embestida del escritor era el único sonido que acompañaba a los potentes gemidos del joven. Alzó las manos hacia el atractivo autor de cabello platinado y ojos de otro mundo, exigiendo que se adueñara todavía más de su cuerpo. Akihiko aceleró el ritmo de sus caderas, sonriéndole antes de fundirse con Saga en el último beso de aquel acto. El joven se corrió por segunda vez en la noche, acompañado en aquella ocasión por su tan amado escritor.

***

Saga nunca supo que pasó después de aquel húmedo beso que cerraba la noche más excitante de su vida. Tampoco supo porqué después de aquello el autor no quiso volver a recibirle ni contestaba siquiera a sus llamadas.

Frustrado por el comportamiento del hombre al que admiraba, el menor decidió enfocarse en su trabajo. Tenía todo lo necesario, no hacía falta nada más.

Se dejó caer en la cama, con un derrotado gesto en su rostro. Nuevamente los intentos de hablar con el escritor habían resultado infructuosos. ¿Tanto le costaba enviar aunque solo fuera un simple mensaje? Podía haberle pedido a Aikawa su número de teléfono si realmente tuviera interés en contactarle. O haber dado alguna señal por medio del profesor Kamijo. Pero no había sido así y Saga comenzaba a plantearse si haberse entregado a aquel hombre había sido lo correcto. Le había obsequiado con su virginidad en un infantil arrebato de pasión y el autor le había correspondido con un muro entre ellos. Los sentimientos que habían comenzado a surgir en el corazón de Saga le hacían cada vez más y más daño. No podía concentrarse en las clases, no dormía y apenas comía. Su estado comenzaba a ser lamentable aunque el intentara demostrar lo contrario. Le había desarmado con sus sonrisas e insinuaciones, con su inteligencia y su olor. Se apoderaba de su cuerpo en sus sueños e incitaba a las manos de Saga a satisfacer aquellos carnales deseos que le invadían al pensar en él.

Con un leve jadeo, tomó su miembro entre los dedos, definiendo la punta con el pulgar. "Igual que él hacía", pensó. Comenzó a masturbarse, cerrando con fuerza los ojos.

-Usami-san...no se detenga

Una lágrima rodó por su mejilla. Se sentía tan penoso haciendo aquello... Imaginando que eran sus manos las que le llevaban al orgasmo una y otra vez. Que eran sus frías manos las que pellizcaban sus pezones y recorrían su cuerpo apremiantemente. Deslizó la otra mano por su torso, gimiendo con más fuerza al acelerar el ritmo.

Hundió el rostro en la almohada tras correrse, notando sus ojos humedecerse de nuevo. Se preguntó si el escritor pensaría en él al menos una vez.

***

-Hacía mucho que no venías a visitarme, Akihiko. ¿Es que acaso ha ocurrido algo con tu trabajo?

El escritor negó con la cabeza, fijando la mirada en su taza de té. No era algo relacionado directamente con el trabajo, pero de una forma u otra lo estaba. Necesitaba aclararse respecto a sus sentimientos antes de poder dar otro paso y no podía si veía a Saga, a pesar de que no lograba dejar de pensar en él. Al menos hasta que el hombre que se sentaba frente a él le había abierto la puerta. Takahiro, su mejor amigo y su primer amor. Claro que, de la segunda, no sabía nada.

-¿Podría quedarme unos días contigo?

-Claro que puedes, pero...

Él se incorporó, abrazándose con fuerza al moreno. Este, sorprendido, se limitó a envolverlo también con sus brazos. Desde que le conocía, Akihiko había sido muy frágil a pesar de que el intentara ocultarlo.

***

-Takahiro ¿puedo dormir contigo?

El parpadeó, encendiendo la luz y buscando con torpeza las gafas sobre la mesilla de noche.

-¿Dormir? No lo hacíamos desde que éramos pequeños.

-Por favor

- Está bien. Pero ¿de veras que no ha pasado nada? -le preguntó mientras el escritor se metía en la cama.

-No. Todo está bien.

-Akihiko, no me mientas.

Se acomodó bajo las sábanas,pegado al borde. No podía decirle que había venido allí a comprobar si lo que sentía por Saga era real y podía olvidarse de él. Notó la mano de su amigo en su hombro.

-Takahiro... Si alguien se pasa diez años enamorado de una persona, pero no es correspondido y...conoce a otra que parece sentir lo mismo... ¿que debería hacer?

-Ah, ya entiendo. Asuntos de faldas.

-Sí. Algo así

-Y no estas seguro de que decisión tomar

-Exacto

-La segunda

-¿Por qué?

-Porque es en quien no puedes dejar de pensar y la que ha hecho que hayas venido a buscar consejo.

****

-¿Qué? ¿El día de San Valentín? Estará de broma ¿verdad?

El profesor negó con la cabeza, mirando con fijeza a su alumno. Desde que Akihiko no daba señales de vida el joven parecía cada vez más desquiciado. Quizá debiera llamarle o mandarle al menos un mensaje contándoselo, aunque ignoraba si eso le importaría.

-¿No puedo cambiar la fecha de exposición con otro?

-Puedes intentarlo si gustas

-Gracias, Kamijo sensei

Salió del despacho. ¿Era aquello una broma del destino? Como si a él le importara lo más mínimo ese día. De camino a su apartamento se detuvo frente a un escaparate lleno de osos y corazones. Al escritor le gustaban los osos. Puede que debiera...

-No

Sacudió violentamente la cabeza y continuó su camino. Debía dejar aquello atrás antes de que se hiciera más daño.

***

" Quizá me meto donde no me llaman, pero si tienes un malentendido con Saga será mejor que lo arregles. Se juega mucho y tu ya estás mayorcito para comportarte así"

Akihiko suspiró, dudando si contestarle. Saga estaba mal y en ese momento las ganas de volver y abrazarle le invadieron. Pero todavía no había terminado lo que había ido a hacer. Parte de su corazón aún pertenecía a Takahiro y quedaba más patente a cada momento. No podía hacerle aquello a Saga, no iba a permitirse que ocupara un corazón con otra persona. Llegaría un momento en el que sintiera que Takahiro solo era un amigo al que querría por siempre, pero solo eso. Un amigo. Y Saga podría adueñarse de su corazón como lo estaba intentando tan desesperadamente desde casi el primer instante que lo había conocido.

-Solo un poco más.

****

-Solo un poco más

Desvió la vista del reloj, volviendo a teclear en su machacado portátil. Faltaban los últimos retoques en su trabajo y no pensaba cometer ningún fallo. Se jugaba su última matrícula y no iba a perderla. Se quedó quieto, con la mirada clavada en la foto del escritor. Por mucho que quisiera negarlo le echaba tanto de menos que dolía. Deslizó los dedos por la pantalla, como si acariciara su mejilla.

-Usami sensei...no tiene idea de cómo le extraño.

***

Le besó de forma desesperada, haciendo que su amigo le apartara de un brusco empujón.

-Akihiko ¿qué diablos te pasa?

El escritor se llevó dos dedos a los labios. Ni siquiera hormigueaban.No había experimentado ninguna de las sensaciones que un solo beso con Saga le producía. Su cuerpo no reaccionaba con Takahiro, su mente ya no le mostraba su imagen en aquellos húmedos sueños. Podía estar con él sin miedo a perder elcontrol. ¿Desde cuando aquella facilidad? Notó como Takahiro le abrazaba con fuerza,dando un tenue suspiro.

-Creo que es hora de que te vayas.

Se limitó a darle las gracias y pedir unas torpes disculpas por las molestias y el beso que Takahiro aceptó con una sonrisa. Al salir de la casa,le invadió cierto terror. Saga debía estar muy molesto con él. Demasiado como para querer volver a verle. Comenzó a caminar con rapidez hacia la universidad.Cuando quiso darse cuenta ya estaba corriendo.

***

-Y así concluye mi exposición.

Saga hizo una leve reverencia al terminar, rodeado de los clamorosos aplausos por parte de sus compañeros y profesor. Al alzar la vista de nuevo se encontró con los amatista del escritor. Estaba sentado al final de la sala, con las manos reposando sobre sus rodillas y la mirada únicamente clavada en él.Ignoraba cuanto tiempo había estado presente en su exposición. ¿Le habría gustado? ¿Estaría decepcionado con él? La alegría que comenzaba a invadirle no le dejaba pensar. Sintió que aquellas semanas ya no importaban,era pasado. En aquel instante el escritor estaba allí, a apenas unos metros. Descendió de la tarima, apresurándose a guardar sus notas en el maletín. El autor ya salía por la puerta de la sala. Le alcanzó en medio del pasillo, abrazándolo por detrás con toda la fuerza de en la que aquel momento era capaz.Notó las manos del escritor sobre las suyas.

-Eres muy raro, Masamune Saga. Creo que te debo una disculpa.

Akihiko se volteó hacia él, notando con inmediatez los labios de Saga sobre los suyos.

-No necesito disculpas si se queda. Por favor, Usami-san. Por favor. Quédese conmigo.

El hombre se quedó en silencio, limitándose a observarle como si estuviera ocupado viendo más allá de sus ojos.

-¿Usami-san?

***

Rodeó su cuello con los brazos, extasiado por el placer que experimentaba en aquel momento. Besó sus labios entre gemidos, mientras el autor aceleraba el ritmo de sus ya de por si potentes embestidas.

-Masamune,dime que sientes por mi

-¿A-ahora?

El joven comenzó a mover sus caderas de forma frenética, acompañando los movimientos de su amante, gimiendo cada vez con más fuerza.

-¿Qué pasa, Masamune? ¿Te ha comido la lengua el gato?

Golpeó su hombro con el puño, aferrándose a él al correrse.

-Masamune... dilo

-Yo estoy enamorado de usted, Usami-san. Por favor, acepte mis sentimientos.

El silencio invadió el cuarto. Los ojos amatista del escritor se clavaron en los castaños de Saga y esbozó una sonrisa.

-Nadie me ha hecho jamás un regalo tan hermoso en San Valentín.

Saga abrió los ojos como platos. Ni siquiera había recordado hasta el momento desde aquella vez frente al escaparate que día era.

-Lo siento ¿te resulta cursi lo que he dicho?

Negó rápidamente con la cabeza.

-A mi también me gusta mi regalo.

-Eso si que ha sido cursi,Masamune.

-Sensei, no voy a permitirle que sea tan impertinente en nuestra relación.

-Entonces quizá debas acostumbrarte a mis impertinencias.

-Eso habrá que verlo.

-¿Vas a intentar cambiarme, mocoso?

-Algo ya lo he cambiado ¿no es así? Entonces no es tan resistente como se piensa.

-Solo ha sido una pequeña parte de mi. Lo demás te costará mucho.

-No me lo va a poner fácil ¿no es cierto?

-Te has enamorado de un hombre infantil, egocéntrico e impertinente ¿tu que piensas?

-Que es perfecto.

-La perfección está sobrevalorada en este mundo. No soy perfecto, ni tampoco pretendo serlo, pero me gusta saber que tu lo consideras así, al igual que yo considero lo mismo de ti.

El moreno abrió la boca para decir algo, pero un golpe en la puerta lo interrumpió.

-¡Akihiko Usami! ¡Sé que estás ahí! ¿¡Cuantas veces te he dicho que mi despacho no es tu picadero?! ¡Sal de ahí ahora mismo, escritorzuelo de pacotilla!

-¿Cómo lo habrá sabido? -preguntó el peliplata haciendo un gesto de puro fastidio.

-Quizá porque Kamijo sensei le prestó las llaves.

Akihiko recorrió con la mirada el cuerpo de Saga, relamiéndose los labios.

-Me apetece otro asalto ¿lo hacemos esperar un poco más?

-¿Exponerme a una venganza del demonio Kamijo por otro asalto con usted,Usami-san? Creo que merece la pena el riesgo.




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