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See you again. por FumiSaho

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Notas del fanfic:

Woola!!

Pues la idea surgio mientras veia A LOT LIKE LOVE. Llore y me rei a carcajadas con esa pelicula... ah, pero eso no quiere decir que el fic sea una version de la misma. 

 

Estoy bien *&^%$#...  o(>A<)o  

Ya tenia subido el primer capitulo, pero por un mal movimiento, termine borrandolo. Casi lloro... pero bueh... otra vez arriba. 

 

Los personajes no son de mi propiedad, sino de Tadatoshi Fujimaki.

Notas del capitulo:

Espero que les guste. 

Nos conocimos en el instituto, al querer ingresar al club de basket ball, o por lo menos eso pensaba yo, hasta que llegó llamándome por mi nombre completo.

Mi primera impresión sobre Takao no fue buena para nada.

_____________________________________________________

Hoy era el día de nuestra graduación. Mis manos sudaban y me sentía acalorado, posiblemente producto de la gran conglomeración que se formaba en el gimnasio de la escuela, puesto que afuera llovía como si fuese el diluvio de Noé. Mire mi smoking negro, recordando el cómo mi madre me había ayudado (para mi vergüenza) a ponerme correctamente el moño; las corbatas no eran problema, pero los moños...

Solté un suspiro cargado de fastidio. Yo no quería estar aquí, rodeado de personas con las que ni había intercambiado alguna vez una palabra, yo quería estar en mi casa, tocar el piano o leer algún libro que me faltase por leer.

-¡Shin-chan! –oí su voz llamándome desde atrás. Fue inevitable el fruncir el ceño al girarme hacia él, ya que por su insistencia, estaba entre chicos que sudaban con esmero al agitar sus cuerpos al son de música que no llevaba ritmo. Pero no me pude concentrar en eso, pues Takao vestía un traje gris satinado que le marcaba la figura. Se había peinado el cabello con pasadores, lo cual hizo latir idiotamente mi corazón y, el detalle de no llevar zapatos, sino tenis, lo hacía exquisito a mis ojos.

Nadie como él.

-Te tardaste, nanodayo. –acomodé mis lentes alejando el pavoroso calor que me recorría cada vez que lo tenía cerca.

Me sonrió ampliamente antes de golpearme con fuerza en el hombro, insinuándome algo que no entendía. Nunca le entendía.

-Yamamoto me dijo que una chica se te confesó. –comento con voz traviesa mientras soltaba risas entre jadeos por llegar corriendo.

-Eso no es… ¿De dónde vienes? –pregunté al verlo sacudir el cuello de la camisa para que le entrara aire.

-Mamá me retuvo sacándome un montón de fotos junto a Misaki. Afortunadamente papá me sacó, pero tuve que correr desde la entrada porque me estaba mojando hasta los calcetines –resopló colocando los brazos sobre su nuca. –Parece que todo va a cambiar ahora, ¿no, Shin-chan?

Lo miré con seriedad. Si se refería a que cambiarían las cosas porque nos habíamos graduado del instituto y ahora seguía la universidad, no lo sabía con precisión. Vi como continuaban bailando y como algunos se juntaban en círculos creando su propio ambiente para danzar como Dios les diese a entender y quise pedirle a Takao que bailase, no conmigo, pero si con alguien que seguro no tardaba en llegar. Quería guardar una imagen de él haciendo un ridículo que jamás me atrevería a hacer.

-Lo invitaste, ¿verdad? –cuestioné distraídamente, apretando en el bolsillo de mi pantalón aquel pañuelo color marfil de encaje rosado que era mi Lucky ítem de hoy. Se suponía que hoy estaba en el primer lugar y me sentía en el último.

-Yup. –asintió una vez. –Pensé que ya estaría aquí…

-Tal vez se le…

-Oh, ahí está. –la sonrisa que se dibujó en su rostro no se comparaba con la que me había dedicado momentos atrás; ahora se veía el entusiasmo y la ansiedad de querer estar al lado de su pareja. – Nos vemos más tarde, Shin-chan. –aseguró sin siquiera despegar los ojos del recién llegado. – ¡Sempai! –vociferó antes de correr hacia Miyaji, quien iba igualmente de traje, con una bufanda que cubría su cuello y  al parecer no le había dado la gana peinar su cabello.

-Si.

Me dio pena mi propia voz apagada. Se supone que hoy era un día de buena suerte para cáncer y por primera vez dudé de Oha-asa, además de que sus palabras me confundieron y alegraron de sobremanera.

Me alejé de donde estaba al ver que Miyaji abrazaba a Takao de la cintura, plantándole un beso, sin importarle los demás, pues ya ninguno estaría ahí al día siguiente y a nadie le importaba lo que hicieran los demás, solo se concentraban en seguir bailando, charlar o tomar el asqueroso ponche de frutas sobre la mesa a la cual me acerque sin muchas ganas. Los vasos rojos se amontonaban sobre la mesa con mantel blanco. Gran error. El mantel ya tenía un montón de salpicaduras y derramamientos, que llegue a sentir compasión por aquel a quien le perteneciera. Tomé un vaso limpio y dudando en hacerlo o no, me serví la mitad del vaso con ponche. Antes de llevármelo a la boca lo agite con suavidad en círculos y olfatee el agridulce olor que emanaba logrando revolverme el estómago al  mezclarse con el calor y el sudor de los demás. Arrugue la nariz con desagrado.

Sin respirar, bebí un sorbo del líquido rojizo con toques de alcohol que hormiguearon en mi lengua.

Había sido hace dos años cuando, con un ponche de mejor sabor que servimos en durante el festival escolar, que Takao se confesó a Miyaji, justo después de su graduación. Cuando llegó con la noticia de que sus sentimientos eran correspondidos, recuerdo que sonreí pero en mi cabeza se acumulaban diferentes sentimientos, entre ellos los celos, la ira de mi indecisión, el deseo de querer a Takao solo para mí, la envidia por aquella sonrisa que no era por mí y la felicidad que me daba el ver a Takao así de contento.

 Levanté la mirada encontrando en el otro extremo a Miyaji solo, cruzado de brazos, fulminando con la mirada a los demás.

Acercándome a una de las dos salidas, con el vaso en mano, supuse que Takao se había puesto a bailar con alguna chica y por eso tenía esa cara. Bueno, fuese lo que fuese, no era de mi incumbencia y no quería ir a hablar con Miyaji porque en cuanto Takao terminara de bailar, se acercaría a él y no quería hacer el mal tercio.

Afuera hacia frio. La lluvia había cesado, pero el viento seguía agitando los arboles gélidamente, sacudiendo las hojas que caían a temprana edad. Las luces de colores, el sonido estridente que agitaba mi interior y el desagradable olor de adentro, habían quedado atrás dejándome solo en la entrada, con el ponche en mano.

Carajo. Quería irme, en serio que si… pero no podía. Hoy sería el último día que podría ver a Takao antes de que los dos comenzáramos nuestros estudios y el tiempo nos consumiera con lentitud haciendo imposible el siquiera volver a quedar para un juego de básquet.

Después de perderme en el color del ponche y decidiendo beber otro diminuto sorbo, lo deseche de mi boca limpiando mis labios.

-Esto sabe a mierda. –musite tirando el restante en el suelo.

-¡Pft! ¡Wajajajaja! –su risa me sobresaltó. Takao estaba a mi izquierda, sujetándose el torso al reír a carcajadas.

-¿Qué te pasa, nanodayo?

-Shi... Shin-chan, ¿has probado la mierda? –se burló con lágrimas en los ojos. Era claro que no eran por la risa escandalosa que soltaba.

-Es una metáfora, Bakao. –repuse dejando el vaso en un cesto de basura bastante cercano que contenía muchos otros. Para cuando regresé a su lado sonreía con melancolía al suelo, con las manos en sus bolsillos. Me crucé de brazos mirando el cielo que a pesar de que estaba un tanto nublado, las estrellas se hacían notar entre la luz de la luna.

-Está con Hayama. –rompió el cómodo silencio entre nosotros. Esta vez sabía perfectamente a que y quien se refería. –Adentro hace un calor del infierno y él no quería quitarse la bufanda. Me dijo que había estado saliendo con Hayama desde hace un par de semanas. No lo entiendo, Shin-chan. –suspiró pesadamente y el vaho que manó de entre sus labios se dispersó desapareciendo en el aire frio.

>>Recuerda, querido cáncer: El hombre propone y Dios dispone<<

¿Es que acaso era esa mi oportunidad? No, tal vez estaba malinterpretando…

Mierda, Shintarou, has dudado mucho tiempo, no lo hagas ahora.

-Takao.

-¿hmm?

No me importaba ya nada. No podría ser mejor o peor, solo sería el momento. Si me rechaza o no, era un asunto aparte puesto que no me quedaría con el arrepentimiento de lo que pudo ser.

Me pare frente a Takao y el me miro atentamente. Las gotitas de lágrimas atrapadas entre sus pestañas le otorgaban una apariencia adorable y triste. No quería verlo así, no con lágrimas a causa de tristeza, sino de sus constantes risas.

-¿Qu-quieres bailar? –pregunté desviando los ojos de los suyos. Me preparaba para su risa burlándose nuevamente de mí, pues la música no era la apropiada para bailar en pareja, cuando sentí sus dedos fríos rozando mi mano derecha hecha puño a mi costado.

-Espero saber hacerlo bien. –sonrió ampliamente.

-En caso de que no lo sepas, puedo guiarte muy bien. –dije sujetando su cintura acercándolo a mí. Tan solo rogaba a Dios por que no notara cuan veloz latía mi corazón ahora, o el temblor en mis manos. Su mano izquierda se amoldaba a la perfección con mi derecha y ni hablar de su tibia cintura en la que ahora reposaba mi izquierda. Di un suave respingo cuando su derecha abrazo mi hombro con suavidad.

Trague saliva y comenzamos a movernos lentamente de un lado a otro, meciéndonos como un par de ramas que se mueven en el viento. Takao recargo su frente en mi pecho y los espasmos contenidos se reflejaron en sus hombros que subían y bajaban bruscamente conteniendo los sollozos.

-Gracias por todo, Shin-chan.

Su voz quebrada me rompió el corazón por segunda vez, siendo la primera, dos años atrás. No nos detuvimos, parecía que nos arrullábamos mutuamente refugiándonos del frio, manteniendo el calor entre nuestros cuerpos.

Detuve el movimiento de mis pies y lo separe un poco de mi cuerpo permitiéndome la vista de un Takao lloroso que se limpió la nariz con el puno de su saco. Saque el pañuelo de mi bolsillo y se lo entregue sin soltar aun su cintura.

-Jajaja… soy lamentable, ¿no?

Esa sonrisa era tan falsa como el buen ponche que habían servido esta noche.

Solté su mano para tocar su rostro igualmente frio. Limpie con el pulgar una de sus lágrimas antes de acercarme a sus labios suaves y calidos en un beso corto, pero con el cual transmití todo lo que llevaba dentro y no podía expresar en palabras.

-No. –respondí abrazándolo por los hombros.

Mi última oportunidad antes de que todo acabara…

-Eres malo, Shin-chan. Mira que besar a alguien una noche antes de que va a mudar… –resopló devolviéndome el abrazo.

Hoy sería el último día que podría ver a Takao antes de que los dos comenzáramos nuestros estudios y el tiempo nos consumiera con lentitud haciendo imposible el siquiera volver a quedar para un juego de básquet… porque se mudaría a Sapporo. No solo no estaríamos en la misma ciudad, sino en una isla diferente. A su padre le habían ofrecido la gerencia en una agencia de viajes hace dos meses y ya se encontraba en Sapporo, pero Takao y su hermana se habían quedado a culminar la escuela, en compañía de su madre.

-¿Desde cuándo tu…?

-Mediados de primero. –confesé en un susurro.

-Vaya, eso es mucho, Shin-chan.

-Solo no te olvides de mí.

-¡Jajajajaa! ¿Eso te preocupa?

-Cállate, Bakao.

-Nunca podría, Shin-chan.

 

____cuatro años después____________

Me encontraba solo en una de las mesas de la cafetería de la escuela. No es que fuera antisocial o algo parecido, sino que la única persona con la que me llevaba bien se había ido de intercambio a Hokkaido durante una semana, pues le harían un examen para poder recomendarlo a una extranjera. Claro que no sería la única universidad a la que le pediría una recomendación, sino que también la de Kioto y esta, de Tokio.

-Acaba de llegar. Dice que viene de una ciudad en Hokkaido…

Me chocaban los chismes de las enfermeras y doctoras. Siempre hablaban de hombres y lo malos que eran con ellas, o de que habían subido o bajado un kg. Ahora que lo pensaba, tal vez por eso nunca funcionaban mis relaciones: nunca les tomaba demasiada importancia a lo que ellas les entusiasmaba. Aburrido y con una hora libre de por medio, me levante de la mesa, tome la bandeja de comida que había comprado y la devolví a un carrito donde se recogían.

 -Midorima-kun –habló alguien tocando mi brazo para detenerme.

-¿Si? –me gire para ver a Kamishiro Souta. Era estudiante del mismo año que yo; se llevaba bien con todos. Las mujeres decían que era adorable por su baja estatura y sus grandes ojos oscuros.

-En veinte minutos habrá una conferencia sobre la alteración y translocación de los genes. La mayoría la quiere perder para irse a dormir, pero supuse que te interesaría.

-Gracias, Kamishiro. ¿En qué sala?

-Oh, sí. Es en la 34-D. –sonrió infantilmente. –dicen que si entras antes de que empiece te darán una bolsita de cacahuates. Yo espero que sean salados. –comentó ilusionado.

-¿A eso vas? –enarque una ceja sorprendido porque en verdad parecía un niño crecido, aunque no al grado de ser como Murasakibara. No tenía idea del cómo podía soportar Himuro a ese tipo y aparte de todo tener tres hijos.

-Cl-claro que no. No soy un niño.

-Por supuesto que no. –sonreí cansado por el día tan agotador que tenía hasta ahora.

Hace exactamente diez años que los biólogos, junto con anatomistas y fisiólogos, se habían quedado estupefactos al saber de un hombre que sin ser transexual, estaba embarazado. Habían surgido numerosas teorías sobre la radiación de Hiroshima y Nagasaki, además de la reciente en Fukushima. Sin embargo, en Rusia y Canadá se habían dado dos casos antes del de Japón, en 1993 y 2004 respectivamente. Ningún gobierno había dado a conocer dicha información hasta que se colaron en 2011 datos de un chico de dieciséis en USA, que estaba embarazado. La noticia de donceles en el mundo se expandió y ya no era escandaloso ver a un hombre con la barriga enorme y feliz. Todavía no se sabía exactamente que lo causaba, pero solo se sabía que la anatomía de un doncel y un hombre “normal” eran, por escasas características, diferentes. Fanáticos de Darwin y la evolución regresiva, decían que es el medio de adaptación del hombre y por ello, posiblemente habían despertado genes análogos con los caballitos de mar. Otra teoría para nada favorable y demasiada cataclasita, decía que era el fin de las féminas.

Por otra parte, los donceles no podían embarazarse a la edad que desearan, como la mujer, sino que, sus órganos internos se desarrollaban y eran aptos para engendrar a partir de la edad de veinte años, dejando de ser fértiles después de los treinta. Si, era una corta vida fecunda si se era doncel. Empero eso no quería decir que sus espermatozoides se vieran afectados como ocurría con la esterilización, los donceles podían donar semen y no sufrían de disfunción eréctil, simplemente después de los treinta ya no podían embarazarse.

No me había sorprendido cuando llegó Kagami al hospital con la cara pálida y Kuroko a su lado pidiendo una cita para saber si estaba o no embarazado. Actualmente tenían un niño: Yuuki, de seis meses.

-¿Quién dará la conferencia? –pregunte siguiendo a Kamishiro, que había apartado un par de lugares en el medio de la sala. Las luces estaban encendidas y alguien estaba acomodando un par de botellas de agua en la mesa que estaba en el escenario mientras alguien más se aseguraba de que el micrófono funcionara bien.

Kamishiro se levantó con brillo en los ojos al ver una mesa no muy lejos de nosotros con varias bolsitas de cacahuates en ella. Regreso con una bolsita para mí y se sentó de inmediato para sacar una botella de agua recién comprada.

-Es un doncel. Al parecer esta embarazado, pero sigue investigando en Hokkaido. Tiene nuestra edad y…

-¿Cómo se llama? –inquirí sujetando su brazo con fuerza innecesaria. Vi la sorpresa en sus ojos y lo solté. Carraspee incomodo ante mi actitud y cobre la seriedad de siempre, solo que ahora mi respiración estaba un tanto agitada y mi corazón ansioso. –Lo siento. –me disculpe como una persona con raciocinio. –Kamishiro, necesito que me digas su nombre, por favor.

-Es que no lo recuerdo… era algo de un ave…

Era Takao. Estaba en Tokio y embarazado, era un doncel. Después de tantas fantasías y preguntas, ahora conocía las respuestas. Después de cuatro años, después de tanto tiempo deseando verlo, las luces se apagaron dejando únicamente el escenario iluminado.

Notas finales:

Gracias por leer!!

Si tienen algo que decir o sugerir, que hable ahora o calle para siempre... ajajaja!

nos vemos!


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