Aquel día se preparó como todos los demás para ir a la escuela. Aún estaba en bachillerato, y aunque tenía que coger el tren cada día para llegar, estaba realmente orgulloso de sí mismo, ya que había entrado en esa escuela por una beca debido a sus notas tan excelentes.
Aún se sentía un poco mal haber dejado a todos sus amigos atrás, los mismos que le ayudaron a salir a su pozo de depresión cuando falleció su madre, pero igualmente, quería enorgullecerla allí donde estaba.
A pesar de que estaba empezando a tener pensamientos negativos sobre sí mismo de nuevo. Subió al tren y entonces lo vio, un chico de cabello rosa y que iba con una bufanda aún a pesar del calor que hacía.
Él lo miró por un momento y el chico le sonrió, pero él se giró automáticamente, quedándose mirando su reflejo en el cristal del tren. Ese chico pálido que era él.
Si fuera más guapa y un poco más lista
Si fuera especial, si fuera de revista
Tendría el valor de cruzar el vagón
Y preguntarte quién eres.
Al día siguiente regresó a la misma hora y al mismo vagón y allí le volvió a ver. Todos los días le veía, pero no se atrevía a decirle nada.
Incluso había comenzado a peinarse y todo para ir a la escuela, algo que le hizo especial gracia a su hermano y a sus amigos cuando los había visto en el fin de semana, sin embargo, el chico le ignoró.
Incluso cuando se sentó frente suyo el chico le miró un momento, pero luego observó la ventana aburrido, dejándose llevar por el sueño.
Te sientas en frente y ni te imaginas
Que llevo por ti mi falta más bonita.
Y al verte lanzar un bostezo al cristal
Se inundan mis pupilas.
De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro me hago pequeñita
Y me pongo a temblar
Siempre se miraban el uno al otro, pero el chico con el pelo oscuro no era capaz de decirle nada. Un día, se sorprendió cuando normalmente el asiento vacío en frente suyo estaba ocupado con una mochila y una bufanda. La gente no le decía nada, ¿quién se iba a meter con un chico del pelo rosa?
Pero cuando el estudiante de bachillerato iba a buscar otro sitio, el chico apartó la bufanda y la mochila, mirándole y sonriendo levemente.
Entonces él ve como en su mochila pone un nombre, Natsu.
Gray recordaría su nombre siempre.
Y así pasan los días, de lunes a viernes
Como las golondrinas del poema de Bécquer
De estación a estación enfrente tú y yo
Va y viene el silencio.
De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro, me hago pequeñita
Y me pongo a temblar.
Finalmente, todos sus amigos le animaron a decirle algo a ese chico del que Gray sólo tenía buenas palabras. Gray decidió hacerlo finalmente aquel mismo jueves, entrando con mucha valentía en aquel tren. Quería que realmente aquel once de marzo fuera especial.
— Na-Natsu...—
Susurró con un gran sonrojo y un tartamudeo. El chico se quedó mirándole extrañado pero luego sonrió levemente. Gray se sintió estúpido, pensando que el chico pensaría que era un entrometido.
Y entonces ocurre, despiertan mis labios
Pronuncian tu nombre tartamudeando.
Supongo que piensas que chica más tonta
Y me quiero morir.
Natsu asintió, dando a entender que se llamaba así. Entonces se acercó al oído del estudiante.
— Un día tuve que coger este tren porque perdí el directo... ¿Y sabes? Ahora siempre lo hago. — Susurró en su oído. Gray se sonrojó aún más, mirando al chico de aspecto rebelde.
Pero el tiempo se para y te acercas diciendo
Yo no te conozco y ya te echaba de menos.
Cada mañana rechazo el directo
Y elijo este tren.
Gray sonrió levemente. Definitivamente este era el mejor día de su vida. Había valido la pena cambiarse de instituto, todo iba bien ahora. Se sonrojó un poco más cuando el chico cogió su mano en el momento del túnel, donde no se veía nada.
Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado
Un día especial este once de marzo.
Me tomas la mano, llegamos a un túnel
Que apaga la luz.
Gray se sintió valiente. Ya no había nada que pudiera pararle. No ahora, no luego. Natsu se acercó a su rostro, y la mano libre del estudiante viajó al rostro del otro chico, acercándose y besándole en los labios. Sintió como el chico pidió acceso y le dejó.
Ahora todos sus pensamientos negativos habían quedado atrás, ahora era muy feliz. Tenía ganas de llegar al fin de semana y contarles a todos que Natsu le correspondía.
Pero... Por alguna razón, nunca pudo llegar a decirle a los demás lo contento que estaba.
Su último respiro antes de morir por una explosión, se lo llevó ese chico, Natsu.
Te encuentro la cara, gracias a mis manos.
Me vuelvo valiente y te beso en los labios.
Dices que me quieres y yo te regalo
El último soplo de mi corazón.