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¡Demuéstrame quién eres, Santa! por MayByun

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Notas del capitulo:

Holaaa

esta es una adaptacion del libro de MADISON PARKER "¡Demuéstrame quién eres, Santa! "

espero que les guste :D

No sé lo que me impulsó a hacerlo  —lo que me hizo decir su nombre—. Supongo que me entró el pánico. Kai por lo general no me molestaba con el tema de las chicas, así que me tomó por sorpresa. Cuando me preguntó qué nombre esperaba sacar en el intercambio de regalos del Santa Secreto, miré alrededor de la habitación y sopesé mis opciones. Choi Minho me llamó la atención, pero no me atreví a decir su nombre. Kai no sabía que me gustaban los chicos. Nadie lo sabía, y planeaba que siguiera siendo así hasta que fuera a la universidad. Pero si tuviera que elegir a alguien, supongo que sería a Minho. A pesar de que le gustaban los deportes, y a mí no. También le gustaban las animadoras y a mí, sin duda, no.

—¿Y bien? —dijo Kai—. ¿A quién esperas conseguir?

—A nadie —empecé a decir, pero salió en un tartamudeo.

Su sonrisa estaba llena de malicia.

—Lo sabía. Te gusta alguien. ¡Por fin! ¿Quién es?

Me incliné hacia él.

—¡Shh! ¿Quieres bajar la voz?

—Bueno, ¿quién es?

Y fue entonces cuando me entró el pánico y dije  su nombre: Tiffany Hwang. Ella parecía estar bien, pero esperaba que Kai no intentara hacer de casamentero. Lo último que necesitaba era una chica persiguiéndome de nuevo. Al comienzo del año escolar, cometí el error de sonreír a Kim Seulgi, y ella se convirtió en una loca enamorada. Fue una pesadilla. Dejaba notas de amor en mi taquilla, me decía lo guapo que era. Según Seulgi  y sus equivocados afectos, mis ojos son como pop-tarts de arándanos. No azules como un cielo estrellado o un resplandeciente océano, sino del azul de las pop-tarts. He comido pop-tarts de arándanos. Ni siquiera son azules. Están llenas de un pegote color púrpura y cubierto de un glaseado blanco y virutas de azúcar de colores. Supongo que el amor te hace decir cosas extrañas. Nunca tuve la oportunidad de saber a qué alimentos le recordaba el resto de mi cuerpo. Cuando por fin se armó de valor para pedirle a su amiga que me preguntara si la invitaba a salir, cortésmente le dije que no estaba interesado. La correspondencia de admiradora se detuvo abruptamente.

Esperaba que nada de eso fuera a suceder con Tiffany.

Me incliné más cerca de Kai.

—Y nunca dije que me gustara. Solo que si tuviera que elegir a alguien en esta habitación…

—Relájate. Parece que estás a punto de perder el conocimiento o algo parecido.

Negué con la cabeza.

—Estoy bien. Es todo este asunto del  Santa Secreto. Es una estupidez. Quiero decir, estamos en la escuela secundaria, no en cuarto grado.

—Sí, pero  ya conoces a la señora Min. Vive para este tipo de mierda.

El aula de asesoría apestaba. Mi mal… asesoría apestaba. Cambiaron el nombre el año pasado a TAP: Período de Asesoría del Profesor. Pero suena ridículo decir que estoy en TAP. Como si fuera un bailarín o algo por el estilo. Así que solo lo llamo asesoría. Como quiera que ellos lo llamen, apestaba. ¿Qué sentido tenía? No era como si aprendiéramos algo durante esas sesiones semanales de veinticinco minutos. Y la señora Min, nuestra asesora, estaba condenadamente decidida a que todos llegáramos a ser amigos. Sus actividades “deja-que-te-conozcan” eran lo peor.

La semana pasada se puso de pie frente a la clase y extendió un rollo de papel higiénico. Nos hizo ir a cada uno y arrancar la cantidad que “normalmente usaríamos”. Como si me gustara compartir esa información. Tengo un poco de obsesión con la limpieza. Digamos que normalmente utilizo mucho. Después de ver la cantidad de papel higiénico que cada uno cogió, diría que yo uso un jodido montón. Pero me contuve a mí mismo, cogiendo lo que parecía ser una socialmente aceptable cantidad. No quería llamar la atención innecesariamente sobre mi rutina de baño. No fue hasta que todos volvimos a nuestros asientos que la señora Min nos dijo que por cada trozo que habíamos cogido, teníamos  que decir a la clase una cosa acerca de nosotros mismos. Qué excusa más patética. Debería haber sabido que era algún tipo de truco.

A veces me gustaría tener el coraje de ser como Sung Yeol  con su actitud de “jódete”. Después de que la señora Min nos hubo explicado lo que teníamos que hacer, se levantó, se sonó la nariz en su montón de papel higiénico, y luego lo tiró a la papelera de reciclaje (justo bajo el signo que indicaba que ese material no es reciclable). A Sung Yeol  no le importaba una mierda nada. Los maestros en su mayoría lo dejaban en paz, siempre y cuando no causara demasiados problemas. Supongo que no valía la pena discutir con él. Realmente no podían hacerlo participar. Si quería acabar el colegio sin el título, ese era su problema. Sin embargo, me preguntaba lo que él habría dicho si hubiera estado de acuerdo con el juego del papel higiénico. O cualquiera de las otras cosas estúpidas que la  señora Min nos obligaba a hacer.

No solo eran vergonzosas sus actividades, también eran ineficaces. Era diciembre, y la única persona a la que realmente conocía en mi clase de asesoría era Kai. Y solo porque los dos corríamos campo a través. Por desgracia, también yo era la única persona que Kai conocía. Eso significaba que él siempre venía y se sentaba a mi lado en  asesoría. Cada viernes por la mañana tenía que escucharlo despotricar sobre su exnovia, Kristal. No puedo decir que la culpara por romper con él. Solía hablar constantemente de forma despectiva sobre ella cuando eran novios. Eso me ponía un poco de los nervios, pero siempre que le decía algo al respecto, él me decía que lo entendería algún día, cuando tuviera una novia propia.

A veces estaba tentado de decirle que nunca sucedería, que no me gustaban las chicas de ese modo. Pero Kai no es el tipo de persona a quien querría hacer una confidencia.  No creo que se lo tomara bien.

 Gracias a Dios que no me hizo pasar un mal rato por no tener novia. La mayoría de las personas no se daban cuenta o no les importaba. Si alguien preguntaba, decía que no podía permitirme el lujo de salir con nadie y que tener una novia interferiría con mi afición a los juegos. Parecía funcionar. Claro, me llamaban maricón o perdedor de vez en cuando, pero eso solo es jerga de chicos. Me han llamado marica más veces jugando a videojuegos en línea que en la vida real. Cuando eres jugador, ser boicoteado por tu oponente es parte del juego. No era adicto como lo eran algunos. Era solo algo con lo que entretenerme cuando me aburría, que era la mayor parte del tiempo. Y era mi única interacción social con otros chicos. De todas formas, exageraba mi amor por los juegos para quitarme a Kai y a otros de encima. Cuando él comenzó a salir con Kristal casi nunca estaba en línea, así que no podía discutir mi lógica.

—Oye, si saco el nombre de Tiffany, lo intercambiaré contigo, ¿de acuerdo? —dijo Kai—. No me importa quién me toque mientras no sea Baekhyun.  —Se estremeció.

Ambos miramos a Byun Baekhyun. Estaba sentado en un corrillo con dos chicas, hojeando una revista. Baekhyun siempre pasaba el rato con las chicas. Dudo que tuviera a algún chico como amigo. Era como si tuviera algo así como piojos y fueran muy contagiosos. Cualquier tipo que fuera visto hablando con Baekhyun  —o permaneciendo demasiado cerca, para el caso—, podría muy bien despedirse de su vida social.

Había navegado lo suficiente en Internet para saber que Baekhyun era lo que llamaban un “emo twink”. No se teñía el pelo de negro, ni tenía la cara perforada, pero por lo demás se ajustaba al estereotipo. A veces usaba delineador y se pintaba las uñas. Su ropa ajustada abrazaba su pequeño y delgado cuerpo, y cargaba tantos accesorios, que algunos días, de hecho, tintineaba al caminar.

—Yo no voy a comprar un regalo de Navidad para un maricón —dijo Kai.

Me estremecí interiormente ante su comentario, pero lo dejé pasar.

—Querrás decir hacer.

—¿Qué?

—Hay que hacer los regalos —comenté—. Uno a la semana durante las próximas tres semanas. ¿No estabas escuchando? Se supone que no debemos gastar más de 10 dólares en suministros.

—Lo que sea —dijo Kai, agitando la mano—. Voy a hacer un viaje a la tienda de comestibles y comprar algunos dulces o algo así.

—Se supone que no debes llamarlo regalo de Navidad. Es un “regalo para alegrar el invierno” —expuse con una exagerada sonrisa. Los dos nos reímos.

La Sra. Min caminaba por la habitación con su “frasco festivo” lleno de pedazos de papel. Kai metió la mano y sacó un nombre, luego esperó a que yo hiciera lo mismo.

—Tengo a Sehun —dijo—. ¿A quién tienes tú?

Traté de permanecer impasible mientras miraba fijamente el nombre en mi hoja de papel: Byun Baekhyun.

Metí el papel en el bolsillo delantero.

—Vamos, ¿quién es? ¿Soy yo?

—Vete a la mierda. No lo voy a decir.

 —Si soy yo, quiero Halo 4 para Xbox. Me reí de él.

—Idiota.

—Homo.

—Prefiero ser un homo que un idiota.

—Y una mierda. Prefiero ser un idiota que un homo.

Byun Baekhyun nos miró de reojo, y vi como sus labios se fruncían. Mierda. Probablemente pensó que estábamos hablando de él. De todos los nombres que podría haber sacado para el intercambio de regalos, ¿por qué tenía que ser el suyo? 

****

Tuve problemas a la hora de idear algo para el regalo de Baekhyun. Finalmente me rendí y le pedí ayuda a mi madre. Administraba una tienda de artesanía local y organizaba talleres semanales allí. Si alguien podía ayudarme, era ella.

—¿Cómo es él? —preguntó.

Me encogí de hombros. No lo sabía. Me hubiera gustado haber prestado más atención la semana pasada durante el juego del papel higiénico. Podría haberme hecho una idea de sus intereses. Recordé a Baekhyun diciendo algo sobre el club de labor de punto, pero Kai comenzó a reírse y burlarse de él, así que no oí el resto de lo que dijo. ¿Club de labor de punto? Hasta yo tuve que admitir que era muy gay.

—Bueno, dime algo, Chanyeol. Estoy tratando con una hoja en blanco. ¿Cuál es la primera palabra que te viene a la mente cuando piensas en él?

—Suave. —Salió de mi boca antes de que pudiera retener el pensamiento, y sentí el calor de la vergüenza subiendo por mi cuello.

Ella ladeó la cabeza y me miró desconcertada.

—¿Suave?

—No quise decir suave. —Aunque seguro que la piel de Baekhyun era suave. Su pelo largo de color café parecía seda. Seguro que se sentía como la seda, también—. Quiero decir de voz suave.

—¿Así que es tímido?

—No creo que sea tímido. Creo que solo es retraído porque la gente se mete mucho con él.

—¿Qué? —Dejó de cortar las verduras y fue a sentarse a mi lado en la mesa de la cocina, con una mirada de preocupación en su rostro—. ¿Por qué la gente la toma con él?

Me froté la frente, buscando las palabras adecuadas.  

—Él es...

—¿Es qué?

—Él está... en el club de labor de punto.

Se mordió el labio, tratando de ocultar su diversión.

—Entonces, está en el club de labor de punto y es suave.

—De voz suave. —Nunca iba a lograr borrar eso.

—Hmm. Parece una forma inteligente de conocer chicas.

—No creo que esté interesado en conocer chicas.

—Ya veo. —Su expresión preocupada se había transformado en una de lástima—. ¿Y es por eso que los chicos se meten con él?

—Sí.

—Espero que no tomes parte en nada de eso.

—No, por supuesto que no.

—Porque yo sé que te crié mejor que eso.

—Lo sé, mamá. Yo no haría algo así. Odio a los acosadores.

—Bueno. —Ella se acercó y puso una mano sobre mi hombro—.No hay nada de malo en ser gay.

No era una pregunta, pero se sentía como tal.

—Lo sé —le dije rápidamente.

Ella retiró la mano, pero sostuvo mi mirada.

¿Sospechaba que era gay? Nunca habíamos hablado de este asunto antes, y no estaba dispuesto a hacer que cargara con ello ahora. Tenía suficiente a lo que hacer frente, criándome a mí y a mi hermana ahora que habíamos perdido a mi padre. Yoora tenía solo cinco años. ¿Cómo diablos se lo explicaría?

—Tal vez deberías hablar con Baekhyun—dijo mamá—. Obtener algunas ideas para el intercambio de regalos.

—Eso sería un suicidio social.

Ella me miró con severidad.

—Mamá, él teje.

Ella se echó a reír.

—Da la casualidad de que me encanta hacer punto. Es muy relajante. ¿Que es un chico? ¿Qué es lo que hace que el punto requiera dos cromosomas X?

—No lo sé. Simplemente es así.

 —Quizás no debería ser así.

—Está bien, está bien. Él teje. BFD. (BFD: Big fucking deal: ¡Vaya jodida cosa!)

—Cuida tu lenguaje —dijo ella—. Yoora está en la otra habitación.

—Lo siento.

 Ella sonrió.

 —Si alguna vez quieres probarlo, estaría encantada de enseñarte.

—No, gracias.

—No tiene nada que ver con el género. Un mono podría aprender a hacerlo. —Sus ojos se iluminaron—. Y hablando de monos, voy a organizar un taller el miércoles por la tarde en la tienda. Vamos a hacer monos de calcetín. ¿Por qué no te unes a nosotros? Puedes hacer uno para Baekhyun.

Negué con la cabeza en señal de protesta.

—De ninguna manera. No voy hacer un animal de peluche. Mamá, él es un chico.

—Sí, pero es... —Agitó la mano—. Artístico. —Sonrió—. Puedes hacer un mono de chico. Además, me vendría bien un ayudante. La clase estará llena.

—Mamá, sería el único chico allí, y lo sabes. Sería humillante. ¿Qué pensarían todas las ancianas si me sentara a hacer una marioneta de calcetín?

—Mono de calcetín. No son marionetas. Y te preocupas demasiado de lo que piensan los demás.

—Mamá...

—¿Sabes?, la Navidad está a solo unas pocas semanas. Yo creo que Santa será más generoso con los chicos que ayudan a sus madres en tiempos de necesidad.

—Jugar la carta de Santa es un truco sucio —dije con un gemido.

Ella sonrió y volvió a hacer la cena.

—Ya lo verás —afirmó—. A Baekhyun le va a encantar.

****

La locura del mono. Esa es la única expresión que se me ocurre para describir lo que ocurrió la noche del miércoles. Por fin entendí por qué mi madre me había obligado a ir. Yo fui el único que cargó todos los suministros de su SUV a la trastienda de la tienda de artesanía donde ella organizaba sus clases, y después, yo fui el que los acarreó de vuelta. Esa parte estuvo bien. Tampoco me importó ayudar a colocar las máquinas de coser. No fue hasta que la habitación se llenó de mujeres de mediana edad que las cosas empezaron a volverse locas.

Me rodearon, ansiosas de presentarse ellas mismas al “joven agradable” que se había infiltrado en su círculo de artesanía. Mi madre sonrió mientras explicaba que yo era su “pequeño ayudante” esa noche.

—No tenéis nada de qué preocuparos —dijo al grupo—. Si mi hijo puede hacerlo, cualquiera puede.

A veces tenía demasiada fe en mí.

Mi primer error fue elegir calcetines negros. Mamá trató de advertirme, pero no la escuché. Había traído una gran variedad de calcetines, algunos con rayas, estrellas y corazones, pero pensé que serían demasiado femeninos. Escogí los lisos de color negro. Pronto descubrí que no podía ver ninguna de las marcas que había dibujado en la tela y estaba cosiendo a ciegas. Después de cargarme una de las patas del mono, una “agradable anciana” se apiadó de mí y se hizo cargo de la máquina de coser.

—Déjame ayudarte, Chanyeol, antes de que te cosas los dedos —dijo, haciendo que las otras mujeres se rieran.

Sonreí cortésmente y me resigné a ser la fuente de diversión de la noche.

Una vez que terminamos en las máquinas de coser, regresamos a las mesas para rellenar las diversas partes del cuerpo del mono y coserlas a mano para darle forma. Las mujeres situadas a mi lado disfrutaron enseñándome a dar puntadas. Al menos ellas estaban pasando un buen rato. Yo, por otra parte, juraba entre dientes cada vez que me pinchaba el dedo con la aguja. Estaba bastante seguro de que mi sangre se había derramado sobre el mono en varios puntos, pero era difícil verla sobre el tejido negro.

Antes de que cerráramos el agujero de la entrepierna, mi madre repartió piezas de fieltro rojo.

—Ahora quiero que lo cortéis en forma de corazón, así —dijo mientras lo demostraba—. Luego coged el corazón e insertadlo a través del agujero para que quede dentro del pecho del mono. Nadie sabrá que está ahí, pero el mono lo agradecerá.

Puse los ojos en blanco. Incluso tuve la tentación de decir:

—Esto es tan gay. —No había manera de que metiera un corazón dentro de mi mono. Sobre todo uno destinado a Byun Baekhyun. 

—Tú también, Chanyeol —dijo mi madre—. Es una antigua tradición de los monos de calcetín. Si no le añades un corazón a tu mono, podría convertirse en un hoobajoob.

Las damas se rieron.

—¿Hoobajoob? —Parecía que era el único en la habitación que no tenía ni idea de lo que era.

—El hoobajoob es como el hombre del saco en el mundo de los monos de calcetín —explicó mi madre mientras encogía los hombros y movía los dedos—. Se alimenta de las inseguridades de los débiles. Todos los monos del calcetín temen al hoobajoob.

—Mamá, por favor deja de decir esa palabra —pedí inexpresivamente.

Ella se echó a reír, y las otras mujeres se unieron, corté un corazón con el fin de apaciguarlas, pero lo metí en mi bolsillo en lugar introducirlo como relleno en el interior del mono. Que el Hoobajoob se fuera al infierno; eso era pedir demasiado.

Traté de hacerlo lo mejor que pude, pero mi mono quedó con bultos. Ni siquiera tenía orejas y su boca estaba torcida. La mayoría de las damas eligieron botones negros para los ojos, pero mi mono era de ese color, así que tuve que escoger uno diferente. Mamá no tenía una gran selección, así que terminé usando grandes botones rojos. Pensé que negro y rojo sería una combinación guay.

Estaba equivocado. El mono parecía demoníaco. Una de las mujeres de edad avanzada se asomó por encima de mí

y dijo:

—Bueno, no es tan terrible.

Mi madre me dedicó una sonrisa comprensiva.

Yo quería tirar la maldita cosa al bote de la basura. Me había pasado casi dos horas trabajando en él y tenía un aspecto temible.

—Gracias por venir, Ryan —dijo mamá en el paseo a casa.

Crucé los brazos y puse mala cara, como un niño de cinco años.

—Fue un desastre.

Ella se echó a reír.

—Debería llevarte a todos mis talleres. Después de ver tu hoobajoob, a todo el mundo le encantó como quedó su propio mono.

La miré ceñudo.

—¿Qué pasa con Baekhyun? No puedo darle esa cosa, y se supone que debo dejarle el regalo a la señora Min por la mañana.

—No es tan malo. Solo estaba bromeando.

—Mamá, parece un muñeco de vudú. Está completo, incluido el sacrificio de sangre. Probablemente le va a dar un susto de muerte.

Ella sonrió con diversión.

—Ya se te ocurrirá algo.

—¿Puedo darle el que hiciste tú?

—No está terminado. Estaba demasiado ocupada ayudando a las otras mujeres a dar los toques finales. Además, eso no estaría bien. Se supone que debe estar hecho por ti.

Murmuré algo sobre que nadie notaría la diferencia, pero ella había tomado una decisión. Estaba jodido. Metí la mano en mi bolsillo buscando un chicle, pero mis dedos encontraron el pequeño corazón de fieltro en su lugar.

****

No podía hacerlo. No podía darle el hoobajoob a Baekhyun. Sabía que si lo abría en clase, todo el mundo se reiría, y mi vergüenza me delataría. Kai de inmediato se imaginaría que yo era el que lo había hecho. Después querría saber por qué me había tomado tantas molestias. Caray, yo mismo quería saber eso.

Esa noche di vueltas en la cama, tratando de encontrar una solución alternativa. A las 5 de la madrugada, aparté la sábana y maldije mientras me arrastraba para salir de la cama. Revolví mi armario, decidido a encontrar una solución enterrada entre todos mis trastos. Cuando ya estaba desesperado, cogí lo que pensé que sería un regalo aceptable, lo envolví y lo metí en una bolsa de plástico.

Pasé por la sala de la señora Min en tres ocasiones ese día antes de que finalmente reuniera el coraje necesario para dejar el regalo. Estuve tentado de volver después del último período para quitarlo de la pila, pero tampoco tuve la valentía de hacerlo. Mi destino estaba sellado.

—Es solo un estúpido intercambio de regalos —murmuré para mí mismo. ¿Por qué me estaba poniendo tan nervioso al respecto? Aunque Baekhyun odiara el regalo, no sabría que fui yo quien se lo dio. 

****

Tuve problemas para dormir aquella noche. Me desperté a primera hora de la mañana, enredado en una masa incómoda de sábanas empapadas de sudor. No tenía pesadillas a menudo, pero cuando las tenía, siempre me dejaban sintiéndome tembloroso e intranquilo. Me di cuenta de que había estado soñando con el hoobajoob. No podía recordar mucho del sueño aparte de la sensación de estar paralizado por un par de brillantes ojos rojos. Me volví y miré al ofensivo mono que estaba escondido en las sombras del suelo donde lo había tirado de cualquier manera.

—Jodido demonio —dije mientras tanteaba en la oscuridad buscándolo, después lo metí en el cajón de abajo de la cómoda. Solo entonces me permití volver a dormir.

****

Me sentía mejor cuando entré en la clase de asesoría esa mañana. Me había convencido de que mi regalo no importaba. Byun Baekhyun no era nada para mí, y yo no era nada para él. Si le gustaba, genial. Si no, ¿qué?

Kai entró y se sentó a mi lado, como siempre.

—¿Viste lo que Kristal publicó en Facebook anoche? —dijo.

—No.

—Esa perra me llamó misógino y dijo que debería tratar de ligar con tipos en vez de chicas.

Traté, sin éxito, de reprimir una sonrisa.

—Esa mierda no es graciosa, tío.

—Es bastante divertido.

—Me da igual. Es una putita. Y entonces, ¿me conseguiste el Halo 4?

—Vas a tener que esperar para verlo.

La Sra. Min sacó todos los regalos de intercambio de las bolsas de la compra y los apiló en su escritorio. Le dio gran importancia al acto, cogiendo cada uno y admirándolo antes de gritar el nombre del destinatario.

Cuando Kai recibió su regalo, desgarró el papel inmediatamente. Era una lata llena de galletas de chocolate.

—Amigo, ahora sé que no me elegiste. A menos que hayas conseguido que tu madre las haga.

Cuando Tiffany abrió su regalo, dejó escapar un fuerte y penetrante grito femenino.

—¡Oh, Dios mío! ¡Me encanta!

Todos los ojos se volvieron para ver por qué estaba tan feliz. Alguien había hecho una bufanda de color azul y reluciente hilo de plata. Parecía similar a la que usaba Baekhyun.

Ella corrió hacia Baekhyun y le abrazó.

—¡Gracias!

Él se la quitó de encima y dijo:

—Pensé que iría bastante bien con tus ojos.

No podía explicar la punzada de celos que se disparó en mi pecho al ver a Tiffany y Baekhyun abrazados.

 Kai debió notar mi molestia.

—Lo siento, amigo. Es imposible que puedas competir con eso. Aunque él sea marica. Deberías haber intentado ligar con ella antes.

—¿Cómo hizo esa bufanda tan rápido?

—Tío, tiene dedos de hada.

Tiffany envolvió la bufanda alrededor de su cuello y fue dando brincos de vuelta a su asiento.

—Supongo que no sacaste el nombre de Tiffany —dijo Kai.

Me encogí de hombros, poniendo todo mi empeño en parecer desinteresado.

Cuando la Sra. Min gritó el nombre de Baekhyun, mi corazón comenzó a acelerarse. Me recordé que nadie sabía que me había tocado Baekhyun, y que si aguantaba el tipo, nadie lo sabría.

Baekhyun  cogió el regalo y volvió a su asiento.

—¿De quién crees que es? —preguntó una de las chicas sentada a su lado.

Tuve que esforzarme para oír su respuesta. Realmente hablaba bajo.

—Es probable que de un chico, por la forma en que está envuelto —dijo.

Echó una rápida mirada alrededor de la habitación, y yo inmediatamente rompí el contacto visual cuando nuestros ojos se encontraron.

—¡Ábrelo! —dijo Irene, dándole a Baekhyun un codazo en el brazo.

Contuve la respiración cuando Baekhyun desenvolvió con cuidado el papel y abrió la caja.

Mi corazón se hundió mientras su sonrisa desaparecía y su ceño se fruncía por la confusión.

Kai se rio.

—Genial —dijo—. Alguien le regaló a Baekhyun una corbata.

No era una vieja corbata cualquiera. Había pertenecido a mi padre. En pocas palabras. Se la regalaron hace cuatro años, la última Navidad que estuvimos juntos. Cuando la abrió, todos nos reímos porque era de muy mal gusto: lunares rojos y verde menta sobre un fondo blanco.

—Es una pena que nunca vaya a usarse —dijo mi padre—. Tal vez la done a la caridad. De lo contrario se quedará en el fondo de mi armario. No me gustaría que se desperdiciara.

—No es tan fea —apuntó mi madre, tratando de mantener la cara seria—. Podrías ponértela. En la ocasión oportuna.

—No, no, no. —Él se rio—. Haría falta alguien mucho más guapo que yo para llevar esta cosa con éxito.

Mi padre no tuvo la oportunidad de donar la corbata a la caridad. Le dio un ataque al corazón un mes después. Y así terminó en el fondo de mi armario.

Baekhyun retiró la corbata de seda de la caja y la inspeccionó.

—No está bien —expuso su amiga—. Se supone que debe ser un regalo hecho a mano. Te han jodido5. (5 You got shafted en el original, con esta expresión ella quiere decir que su amigo ha sido engañado, estafado o tratado injustamente. También podría traducirse como te han follado, de ahí el siguiente comentario de Kai.)

Kai rio y dijo algo en voz muy alta:

—Apuesto a que él es jodido todos los días.

Baekhyun miró en nuestra dirección y, rápidamente, bajé la mirada. ¿Por qué Kai tenía que ser tan idiota?

—Está bien —dijo Baekhyun a su amiga—. Es la intención lo que cuenta.

Ella negó con la cabeza.

—Sí, pero ¿qué intención hay tras esa cosa horrible?

—Oye, Baekhyun—soltó Kai de manera burlona—. Creo que alguien está tratando de enviarte un mensaje. Necesitas ser un hombre.

Baekhyun miró a Kai por una fracción de segundo y luego volvió su mirada hacia mí. Sentí el mismo pánico que había experimentado durante la pesadilla que había tenido la noche anterior. ¿Qué carajo? ¿Baekhyun sabía que fui yo? ¿Cómo iba a saberlo? No, solo estaba siendo paranoico.

—Cállate, Kai —dijo la chica—. Qué sabrás tú de ser un hombre.

—Ya es suficiente, Irene. Tú también, Kai —intervino la Sra.Min—. Espero que hayáis disfrutado de vuestros regalos.

Kai miró mi escritorio vacío.

—¿Dónde está el tuyo?

Me encogí de hombros, no queriendo llamar la atención.

—Oiga, Sra. Min —exclamó Mike—. Chanyeol no recibió regalo.

—Oh, querido —dijo, mirando alrededor de su escritorio—.¿Alguien trajo un regalo para Chanyeol?

Nadie respondió.

—Lo siento, Chnayeol. Tu pareja debe haberlo olvidado.

La Sra. Min miró con desaprobación en dirección a Sung Yeol  y recordó a la clase que todos teníamos que participar y que los regalos tenían que ser hechos a mano. Sentí el calor subir a mis mejillas, sabiendo que la última declaración estaba dirigida a mí.

—Amigo, eso apesta —dijo Kai.

Me encogí de hombros otra vez, resignado al hecho de que no merecía un regalo. Era comprensible que fuera emparejado con Sung Yeol . El Karma era un cabrón.

Supongo que por eso me sorprendió encontrar un sobre pegado a mi casillero al final del día. Dentro encontré una nota decorada con pequeños bastones de caramelo y hombres de pan de jengibre:

Siento que no recibieras nada esta tarde.

¡Feliz Christmahanakwanzika!

(Christmahanakwanzika: Combinación de Navidad, Hanukkah y Kwanzaa. Incluye todas las fiestas y periodos vacacionales. De esta manera ninguna confesión religiosa se siente excluida.)

Plegada en el interior de la nota había una figura de origami que reconocí al instante. Era Yoda vistiendo su túnica Jedi. Había un mensaje inscrito a lo largo de su espada láser: El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro.

Miré a mi alrededor para ver si alguien me observaba, pero nadie parecía estar prestándome atención. ¿Sung Yeol había hecho esto? Era muy poco probable. Por mucho que la Sra. Min nos sermoneara, él no se sentiría impulsado a realizar ningún acto de bondad. Pero si él no era mi pareja, ¿quién era? Había contado que me encantaba La Guerra de las Galaxias durante ese estúpido juego del papel higiénico. Suponía que podía ser cualquiera, excepto Kai y Baekhyun. Ya sabía qué nombres les habían tocado.

¿Y qué era eso del miedo y el Lado Oscuro? Me gustan las buenas citas de Yoda tanto como al que más, pero esta había dado demasiado cerca del objetivo. Aún así, era un muy buen regalo. Mucho mejor que una corbata. Lo haría mejor la próxima vez.

Notas finales:

Bueno y que les parecio?

ahhh y no busquen “emo twink” en google imagenes se encontraran imagenes Perturbadoras XD

BYEE 

 


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