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Inmarcesible por Kaorugloomy

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Notas del fanfic:

Disclamer

El mundo y los personajes le pertenecen a J.K Rowling

Notas del capitulo:

Snarry~ 

Porque ya hacia falta.

 


Escape


La noche estaba tranquila y silenciosa en el número 4 de Privet Drive, la casa apenas iluminada por los faros de la calle servía de albergue para una pequeña familia; los Dursley y un joven de diecisiete años, Harry Potter, que había sido adoptado tras la muerte de sus padres. El señor y la señora Dursley las personas que más desprecio le tenían a Harry por ser quien era, dormían plácidamente en sus camas ajenos al intento que el muchacho hacía en esos instantes.


  El joven de pelo color negro azabache y ojos verdes bajaba por las escaleras con una mochila en la espalda y una lámpara en la mano intentando hacer el menor ruido posible, si alguien despertaba su escape podría irse al garete, el ojiesmeralda había tomado la resolución de irse de aquel infierno en cuanto consiguiera el dinero y el valor suficientes para poder vivir por su cuenta, estaba cansado de ser para esa despreciable familia no más que un simple esclavo que hacia la mayoría de las tareas domésticas sin recibir nada a cambio, suspiro de alivio cuando su mano derecha toco el pomo de la puerta, la libertad estaba a solo dos pasos de distancia.


  —¿Qué estás haciendo? —pregunto una voz.


  Harry se tensó y se volteó lentamente encontrándose con una desagradable vista, ahí estaba su primo Dudley con su pijama roja extra grande, su pelo rubio desordenado y como no, los labios manchados con pastel de chocolate.


  —No deberías comer eso, se supone que estas a dieta —comento el moreno señalando la rebanada de pastel que su primo tenía en la mano.


  —No me sermonees idiota y te pregunte ¿Qué estás haciendo? —contesto de mala manera el rubio.


  —Me voy de esta casa ¿vas a delatarme? —pregunto con un poco de nerviosismo en la voz.


  —Claro que no, si te vas será mejor para todos —contesto indiferente el aludido.


  Harry se le quedo mirando como evaluándolo, no supo si su primo decía la verdad.


  —Bueno entonces.


  El moreno estaba por abrir la puerta cuando su primo le puso una de sus regordetas manos en el hombro.


  —Espera, quiero darte algo antes de que te vayas.


  Dudley subió las escaleras directo a su habitación, dejo el plato con el pastel en su mesa de noche y se inclinó en el suelo para sacar una caja de debajo de la cama, ahí es donde guardaba sus cosas más preciadas, su diario porque el rubio era un chico sensible claro que sí, sus ahorros para aquellas cosas que no podía pedirle a sus padres como aquella hierba mágica que te hacia volar, algunos trofeos de sus constantes peleas, dígase dientes, llaves, pedazos de cabello, etc. y lo más importante: un sobre manila que contenía dos cartas y algo de dinero.


  Harry esperaba impaciente a su primo preguntándose qué demonios quería darle, no podía esperar nada bueno tratándose de él pero se quedaba porque tenía curiosidad, aunque pensándolo mejor podría tratarse de una trampa, miro indeciso las escaleras y llego a la conclusión de que lo mejor sería largarse de ahí antes de que él volviera.


  El rubio sonrió cuando vio que su primo estaba por salir de nuevo, no confiaba en Dudley y tenía buenas razones para hacerlo, diecisiete años de maltrato físico y emocional eran suficientes para perder todo el cariño que se esperaba al ser consanguíneos.


  —Te dije que no te fueras aun —reclamo el más grande.


  —Ah solo revisaba que la puerta funcionara.


  —Eres más imbécil de lo que pensé, ten —dijo Dudley dándole el sobre manila a su primo.


  Harry tomo el sobre extrañado, sin embargo se encogió de hombros y asintió, no hubo palabras de despedida ni miradas hacia atrás, el moreno salió de aquella casa de la cual no tenía ningún grato recuerdo y camino por la acera despidiéndose de aquellas casitas todas iguales, de los jardincillos bien cuidados y de la calle tan aburrida y normal.


  Dudley corrió a su habitación y descorrió la cortina, vio a su primo alejarse, esperaba que ese día llegara, era obvio que Harry buscara su independencia, cuando el muchacho se perdió de vista, Dudley volvió a su cama, se llevó el último pedazo de pastel a la boca, apago la lámpara y se acostó.


  —Te amo Harry —susurro en su lecho.


  Una lagrima corrió por su gordinflona mejilla, nunca pudo decírselo y jamás lo haría, estaba seguro de que su primo solo sentía desprecio por él, pero Dudley reconocía que detrás de aquellas ropas heredadas que le quedaban grandes, detrás de las gafas redondas de fondo de botella y detrás de esa actitud conformista, se escondía el más grandioso y atractivo de los hombres, el rubio lo había descubierto en la primavera de sus quince años cuando vio a Harry desnudo, a partir de ese momento había quedado prendado de él irremediablemente. 


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