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Cuestión de tiempo por Xerxes Uryu

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Notas del fanfic:

Excúseme padre por haber pecado contra el IchiIshi al haberle sido infiel, prómeto que me redimiré haciéndolo más hard (?).


Bueno, pues aquí estoy yo de nuevo, ya saben mi sucio secreto: soy fan de las parejas crack. ¿Qué, acaso creyeron que porque me gusta el IchiIshi soy de parejas canon (?)? ¡Pues no!


Ya llevo mucho tiempo con ganas de escribir algo de ellos dos (por Dios, es que son tan perfectos), y ya sé que dije que iba a estar muy ocupado, pero la inspiración llegó a mí y no podía dejarla pasar.


Sin más que decir, les dejo leer.

Notas del capitulo:

Disclaimer: Si Bleach fuera mío definitivamente no sería el famoso manga que todos conocemos, debido a mi poca capacidad de hacer siquiera una línea recta. Por el bien de todos, Bleach sigue perteneciendo a Tite Kubo


Advertencias: Posible OoC (¡¿Por qué Dios?!) y pareja crack (si no te gustan, mejor no lo leas)


 


P.D. Hum, ¿ustedes creen que pueda recrear la belleza de Uryuu mediante palitos y circulitos?

En las ruinas de lo que alguna vez fue la Sociedad de Almas, su hogar, se hallaba el traidor Sōsuke Aizen. El de pelo castaño tenía su único ojo visible cerrado, aspirando el fresco aire del exterior y sintiendo desde su lugar todos los despliegues de poder que seguramente eran resultado de las batallas entre los Shinigamis y Quincies.

El ex Capitán estaba esperando el momento adecuado en el cual aparecer, mientras tanto no era nada malo estar sentado, sintiendo la brisa de la destrucción y desolación acariciar su cuerpo.

—Nunca esperé verte en ese estado tan patético, Aizen —escuchó decir a sus espaldas.

El susodicho ni siquiera se molestó en voltearse; reconocería ese reiatsu en cualquier lugar, tan firme, tan autoritario, tan elegante y grácil. Sí, definitivamente tenía que ser de él.

—Fue solo un pequeño contratiempo que pasó —se limitó a decir con simpleza para después acotar: —. Lo que yo nunca esperé ver sería que vinieras hasta aquí, Ryūken —deletreó cada letra de su nombre, casi como si estuviera saboreándolo.

Entonces fue que Aizen por fin fijó su vista en la persona que se estaba acercando. Ryūken caminaba con el orgullo y altivez del que todo aristócrata de alta alcurnia haría gala, y pese a que él sabía que el Quincy venía de una larga familia de sangres puras; el albino despreciaba ese legado que cualquier otro mataría por obtenerlo, algo que al Shinigami encontraba curioso.

—Desgraciadamente llego a subestimar la incompetencia de los Shinigamis, por lo que tengo que hacer las cosas por mí mismo para que salgan bien.

Golpe bajo.

La sonrisa de superioridad de Aizen amenazó con desvanecerse. El albino tenía la increíble habilidad de atacar de forma pasiva-agresiva, y debía admitir que el comentario llegó a causarle cierta molestia, pues sabía que también se estaba refiriendo a él, debido a la patética derrota que tuvo a manos de Kurosaki Ichigo.

Pero estaba muy equivocado el albino si con eso lograría hacerlo enfadar.

—Curiosa afirmación, entonces ¿qué haces aquí, si dices que los Shinigamis somos inútiles? —intentó picarlo.

Ryūken no contestó enseguida, se limitó a sacar un cigarrillo y encenderlo ya puesto en su boca, dejando salir una bocanada de humo; todo ante la atenta mirada del ex Capitán. Tal vez el Quincy no sabía —o tal vez sí— que estaba recreando una imagen erótica y tentadora para su ojo color chocolate: con una camisa blanca con los dos primeros botones abiertos, dejando ver parte de su piel tersa y nívea; esos pantalones negros que delimitaban muy bien sus largas y bien formadas piernas; y cómo esos finos labios apretaban el cigarro no hacían otra cosa más que encender la pasión en Aizen.

Tan seductor. Tan descarado. Tan atrayente.

—Quiero que me lleves al Palacio del Rey Espíritu —fue la respuesta directa que le dio el sangre pura.

Aizen alzó la ceja de su ojo visible, completamente intrigado por la petición que le hizo el albino, aunque él ya sabía de antemano las causas.

—Me gustaría ayudarte, pero con estas restricciones no creo que pueda hacer nada —claro que podía, no le temía a los desafíos del Capitán Kurotsuchi, pero le gustaba hacerle trabajar a Ishida padre.

Sintió entonces que una mano se posó sobre su pecho, y al contrario de la otra ocasión, esta vez Aizen permitió el roce, sintiendo una corriente eléctrica cruzar por todo su cuerpo.

—Entonces tendré que deshacerme de esas restricciones.

El de ojos castaños soltó una ligera risa, a lo cual Ryūken alzó una ceja, preguntándole con la mirada a qué se debía la repentina acción.

—Lo siento, pero esta situación simplemente me es muy hilarante.

—Habla claro, Sōsuke —cuando el albino decía su nombre de forma seria y firme quería decir que no estaba de humor para tanto parloteo.

El susodicho ensanchó su sonrisa.

— ¿Estás consciente que ayudándome estarás traicionando de nueva cuenta a todas las personas que han tenido que sacrificar demasiado para lograr encerrarme? ¿Estás dispuesto a arruinar el esfuerzo de todas esas personas? En especial a ese amigo tuyo, Isshin Kurosaki.

Ante la mención del nombre del hiperactivo pelinegro, Ryūken dejó ver un pequeño atisbo de duda, pero rápidamente volvió a esa fría expresión, y si Aizen no fuera tan buen observador hubiera creído que era imaginación suya.

—El hecho que él me considere un amigo, no quiere decir que el sentimiento tenga que ser recíproco —fue la respuesta fría del Quincy mientras se acomodaba las gafas, y antes de que el ex Capitán dijera algo prosiguió: —. ¿Qué pasa, Aizen? Me estás dando motivos para no liberarte, ¿acaso disfrutas más estando encerrado?

Aizen decidió mejor no decir nada, él sabía que Ryūken estaba mintiendo, pues apreciaba profundamente a Isshin, pero la vida de alguien quien era más importante para el Quincy estaba en juego.

“No has cambiado” pensó el de ojos café al ver que Ishida padre se estaba preparando para destruir poco a poco los sellos.

Desde la primera vez que se dio cuenta de la existencia del albino, Aizen se dedicó también a observarlo en la oscuridad, claramente motivado por la curiosidad que le causaba ese muchachito de porte relajado y mirada seria, pensando que tal vez algún día podría llegar a ser de utilidad para sus planes.

Sin embargo subestimó las habilidades del joven, pues terminó descubriéndolo, y a pesar de todo no se lo dijo a nadie.

—De todas formas sería más vergonzoso para mí decirles que un hombre me estaba acosando —fue su respuesta en ese tiempo.

Pronto descubrió que el joven Ryūken, a pesar de su escasa edad, demostraba tener una inteligencia ágil y aguda, cualidades que llamaron demasiado la atención de Aizen, pues había veces en las que parecía que llegaba a comprenderlo.

“Fue una decisión tonta haberlo dejado ir” fue el pensamiento que se le vino Aizen al acordarse de Masaki y que haya dejado al Quincy por el ex Capitán de la Décima División.

Pero después de un tiempo, esa curiosidad científica pasó a segundo plano y fue reemplazada por un anhelo de querer verlo cada vez que pudiera, tornándose en un obsesión enfermiza.

Poco a poco se encontraba a sí mismo deseando poseer ese cuerpo, reclamar su piel nívea, hacerlo retorcer de placer debajo suyo y que sus ojos azules nada más lo vieran a él.

Y eso le pasó factura, pues cuando se enteró que el Quincy decidió casarse con la sirvienta de su casa, a Aizen le embargaron dos sentimientos: el primero fueron los celos al saber que Rūken pertenecía a otra persona, e ira precisamente porque sentía celos de una humana; estaba comenzando a tener sentimientos mundanos.

Claro que no se lo dijo a nadie —mucho menos a Gin—, este era un secreto que solo le concernía a él y a su oscuro placer culposo, a nadie más.

Ryūken Ishida, el Quincy sangre pura, se estaba convirtiendo en su debilidad, en una amenaza para un dios como él. Y aunque la idea más lógica era que lo mejor era deshacerse de él, el de pelo castaño decidió mejor que haría suyo al Quincy costara lo que costara, después de todo un rey siempre obtenía lo que quería.

Por eso no fue de extrañar que Aizen sintiera un siniestro placer cuando se enteró que la esposa de Ishida había muerto en circunstancias raras, y aunque quisiera llevarse todo el crédito, la verdad es que él no tuvo nada que ver con la muerte de Katagiri —aunque ganas no le faltaron—.

Ya encontrándose de nuevo con él, cara a cara, podía apreciar con lujo de detalle que Ryūken poco tenía que ver con el muchacho que conoció; pero no era del todo malo, al contrario, prefería al hombre de mirada ahora firme, casi severa; porte altivo y orgulloso; y aunque seguía con la firme convicción que Kisuke Urahara era el único que competía contra él en términos intelectuales, la verdad es que el Quincy tampoco tenía nada que envidiarles a pesar de ser un humano.

Había tantas cosas que definitivamente harían de Ryūken un importante aliado para Aizen, por esa razón no dudó ni un momento en encontrarse con él poco antes de iniciar la invasión a Karakura para ofrecerle que se uniera con él en la batalla.

—No pienso aliarme contigo, Aizen—fue su respuesta tajante.

—Y yo que creí que tu inteligencia te permitiría saber a qué lado debías unirte  —fue el comentario mordaz que lanzó el de pelo castaño—, ¿rechazas mi oferta porque temes traicionar a tus amigos?

—No me malinterpretes, lo único por lo cual rechazo tu oferta es porque no me has dicho nada que logre interesarme para aceptarla.

El ex Capitán enarcó una ceja, sin perder su sonrisa.

— ¿Entonces no te es suficiente que tengas un puesto alto en el nuevo mundo, que la ira de tu raza sea vengada y tengas más poder del que hubieras imaginado?

—Tú bien sabes que el linaje de los Quincy no significa nada para mí, y no importa lo poderoso que sea, siempre tendré que estar por debajo de ti —Sōsuke sintió un escalofrío al interpretar de otra manera sus palabras —. Así que no.

—Que decepcionante —y aunque sonara casual, en el fondo sí lo estaba.

Y aunque sabía que podía someterlo a su voluntad con tan solo enfundar a Kyōka Suigetsu, pues nadie podría detenerlo en usarlo contra el Quincy, prefería mejor no hacerlo.

Con el pasar del tiempo comenzó a desarrollar un sentimiento que no simplemente se limitaba a desear el cuerpo de Ryūken y tomarlo por la fuerza, que bien que podría hacerlo; no, él quería algo más, quería que el albino le perteneciera en cuerpo y alma, quería que el de ojos azules no tuviera ojos para nadie más que él.

Así que era mejor irse y no terminar tentado con la idea de doblegarlo, que así destruiría las pocas probabilidades de tenerlo.

—Aunque… —esa oración al aire fue suficiente para detener a Aizen —si prometes que Uryū no saldrá lastimado puede que me lo replanteé.

El de cabello castaño volteó hacia él sin poder reprimir una sonrisa burlona.

—Quién diría que serías un buen padre —a pesar de seguir con el tono calmo que le caracterizaba, estaba claro que se estaba burlando del albino —. ¿Entonces eso es todo lo que pides para aliarte conmigo? —soltó algo parecido a una risa irónica —, los humanos sí que son simples.

Ryūken le dirigió una mirada que bien pudo haber congelado al infierno entero.

—Si prometes que cuando llegues a “dominar al mundo” no le pasará nada a Uryū. No me aliaré a ti, pero tampoco me entrometeré en tus planes, ¿qué dices?

Estaba claro que el Quincy no sabía que Aizen tenía la última palabra y no podías regatear con él. Pero mentiría si negara el hecho de que le gustaba complacer los caprichos del albino, después de todo algún día se las cobraría.

Con ese pensamiento rondando en su cabeza, terminó por aceptar.

 

 —Listo.

Aizen sintió que los sellos se habían debilitado lo suficiente, así que desplegando su reiatsu logró romperlos por completo, liberándose de las ataduras y de esa silla. Liberó todo su poder en forma de un pilar de luz, como si éste quisiera despabilarse después de haber estado tanto tiempo dormido.

Se levantó de la silla y comenzó a examinarse, después de casi dos años de estar en la misma posición y sin ninguna posibilidad de moverse su estado físico se había mermado un poco, pero aun así seguía teniendo la fuerza que lo convirtió en el Capitán más poderoso de todos y obviamente un enemigo a temer.

Ya completamente libre volvería otra vez con su plan de gobernar todos los mundos, hacer que todos se arrodillen ante él y acepten su supremacía, y lo más importante, tendría a…

—Terminé, entonces ahora nos tendremos que dirigir al Palacio Real.

Lo tendría a él.

Ryūken se encontraba hincado, con la respiración pesada, casi llegando a ser jadeos, y varias gotas de sudor recorrían esa suave piel, perdiéndose debajo de la camisa, después de todo no debía de ser fácil debilitar sellos que habían sido creados para retenerle.

Pero aún en ese estado, el Quincy no dejaba de ser perfecto a ojos de Sōsuke.

Con paso lento se dirigió hacia el agotado albino y con delicadeza posó sus dedos en el mentón ajeno para verse cara a cara.

El de pelo castaño comprobó con placer que a pesar del agotamiento que presentaba el de ojos azules, éste no desviaba su mirada como muchos otros habrían hecho; no, porque debajo de toda esa máscara de aparente frialdad y lógica se encontraba el espíritu de un orgulloso guerrero que no se doblegaría ante nadie.

Aizen se relamió lentamente sus labios.

— ¿Y por qué tendría que hacerlo? No me has dado ningún motivo para que acepte —sonrió socarronamente ante la mirada dura que le dirigió Ryūken por la frase que éste mismo le dijo a Aizen tiempo atrás.

—Hay un tipo que tiene los mismos delirios de grandeza que tú. ¿Dejarás que alguien más sea superior a ti? Al parecer tanto tiempo encerrado te ha hecho muy blando.

El ex Capitán no se dejó molestar por el comentario, pues era lo que el Quincy deseaba. Lo único que hizo fue ayudarlo a levantarse, para que su otra mano rodeara la cintura y así pegarlo contra su cuerpo, poco a poco acercándose más al rostro contrario, casi sentía la respiración fusionarse con la suya y sus cuerpos fundirse en uno solo.

Era cierto que ser el dios del mundo era su principal objetivo, pero había otra que le interesaba más y estaba justo enfrente de él, a escasos centímetros de su cuerpo.

— ¿Eso quiere decir que me aceptas como el verdadero rey? Si es así, recuerda que yo te puedo dar todo lo que tú quieras solo si llegas a aceptarme.

Pese a estar atrapado entre los fuertes brazos del ex Capitán, sentir su aliento chocar contra el suyo, la terrible cercanía que estaban teniendo y las palabras sugerentes que le dijo, Ishida Ryūken no se mostró perturbado, es más, enseñó una pequeña sonrisa de altivez.

—Aizen, ¿se te ha olvidado que tu lengua de plata no funciona conmigo? Puede que otros crean en tus caretas y mentiras, pero recuerda que yo puedo ver más allá de eso.

A pesar de mantener la cara impasible, Aizen decidió liberar al sangre pura con cierto enojo al haber sido rechazado de nuevo. Aunque debía admitir que eso era una de las razones por las que aumentaba su atracción por el albino de ojos azules, en ser un verdadero reto para conseguir que Ryūken se enamorara de él; sumado al hecho de que el Quincy era de los pocos que lograban a estar al tanto de sus intenciones y todos sus planes con aparente facilidad.

En verdad que aquél hombre era fascinante.

—Vamos.

Simplemente era cuestión de esperar para lograr que el Quincy le perteneciera, que no hubiera nadie más en su mente que él y poder disfrutar de su cuerpo por fin.

Y aunque pareciera que no lograría nada con el orgulloso albino, Sōsuke sabía que en el juego peligroso en donde ellos se habían metido, había ocasiones en donde el altivo Quincy tenía las intenciones dejaba atrapar, al igual que él casi hacía lo mismo, sin embargo los dos lograban arrepentirse a tiempo y seguían con la actitud a la defensiva.

Pero bueno, solo era cuestión de tiempo para lograr tener a Ishida Ryūken a su merced.

Después de todo, los dioses siempre conseguían lo que querían.

Notas finales:

Antes de que me comienzen a putear por poner a Ryuuken como un traidor (de tal palo tal astilla lol), quiero decirles que no lo considero como tal.


En la batalla para salvar a Karakura, vimos que todos pelearon contra Aizen (joder, hasta Isshin), pero no vimos la participación de Ishida padre y como todavía no han explicado eso, pues yo me tomé total libertad de poner lo que pudo haber pasado.


Bueno, nos veremos en la actualización de Shattered Glass. Hasta luego~


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