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Ser un poco bi no está mal. por kai-ya

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Notas del fanfic:

Hola~

Soy nueva en esto, y nunca he subido un fanfic, aunque escrito sí xD. Tampoco había puesto  nunca lemon, así que no sé cómo estará  unu. Siento si la descripción es corta, pero no sé cómo hacer un buen resumen y soy más de una frase corta que sea impactante xDD Y el título o tampoco es de premio, pero lo que toca, pero si estás aquí será por algo y me alegro mucho QwQ

Att. Kai-ya

Me había hecho sangre en el labio, hace frío y se me cortan, añadiéndole mi manía por quitarme las pielecitas, siempre acabo sangrando.

Notaba cómo salía y se resbalaba por mi labio antes de ser recogida por mi lengua, saboreándola, notando el metálico sabor.

Perdido en pensamientos me hallaba en mi preciada cocina, con la vista perdida y lamiéndome constantemente los labios.

Pero mi calma duró poco, ya que la persona que más deseaba ver en esos momentos apareció. Nótese el sarcasmo.

Le ví pasar por la puerta hasta la alacena donde se guarda el sake, pero aparté enseguida la vista y volví a mi actividad anterior. Notaba como no paraba de mirarme, y me molestaba, mucho. Pero desde aquél día ya ni nos dirigimos la palabra, y menos nos peleamos.



-¡Oye! Estúpido marimo. Deja de beberte el sake, que no sólo es tuyo.- me cansé de ver cómo mi complemento a los cigarros era devorado por el alga con patas.

-Me la suda.- Y así, tal cual, giró la cara y se fue dejándome más que pasmado. Se va a enterar. Le voy a meter la botella por el culo.

-Ven aquí si eres hombre.- sonreí, el orgullo es algo que no puede permitirse perder, y claro, menos conmigo… Si es que nunca fallo.

-Mira…- le notaba bastante enfadado, tampoco había pasado nada fuera de lo normal. Insultos,  puyitas... - Déjame beber en paz, sushi. Tengo cosas más importantes que hacer que perder el tiempo contigo.

Aquello sí me había chocado. Solía ir acompañado de un tono molesto, con apodos de por medio, pero éste iba en serio. Sin nada, seco y rudo.

-¿Pero qué pasa contigo?,¡idiota!- vale, sí, yo también estaba enfadado, y un poco preoucupado…Su tono no me gustaba y lo peor es que no había razón por la que estuviera así.

-No tengo nada que decirte, así que acaba pronto y me iré.- me miraba directamente a los ojos, con furia, con impaciencia.- ¿Que no tienes nada que hacer o qué?

-Sí, callarte la boca.

Acto seguido fui directamente a él a darle una patada, que esquivó aún teniendo la botella en la mano. Decidí ponerme en serio y volver a atacar.

Con su típica sonrisa de superioridad, soltó una de sus típicas frases: - ¿Eso es todo, lameculos?- hizo amago de venir hacia mí, pero se quedó quieto, mirándome, esperando mi reacción.

- ¡Subnormal! ¿A quién coño llamas lameculos?l.- ¿quién mierdas se cree este para llamarme a mí así? Me está crispando los nervios y hoy habrá de cenar marimo rebozado en derrota.

- ¿A quién va a ser? ¿A la botella de sake?- el capullo hasta se rió, aunque debo aceptar que a mí también me hizo gracia, pero no. No es tiempo de eso.- ¿Quién es el que se la pasa siempre detrás de las chicas como si fuera la chacha? No me jodas.- volvió a su seriedad natural, cargada de reproche. Y no entiendo el por qué.

-¿Algún problema, cabeza césped?- seguía en sus trece y yo con ganas de averiguar por qué estaba así.- Tú también eres un obseso de las katanas…- le di un tono sugerente para picarlo aún más con el doble sentido, y parece que funcionó, porque soltó un gruñido extraño, que me hizo sonreír más aún.

-Pero no es lo mismo…- vale, ahora sí que estaba ya descolocado. ¿Qué significaba ese tono? ¿celos?. Decidí no andarme más por rodeos y ser directo: -¿Que tienes celos…?-

Y en ese momento me di cuenta. Di en el jodido clavo. Apartó la vista, y por un momento, se quedó absorto, para luego recorrerme lentamente con la mirada hasta llegar hasta mis ojos. Y lo peor de todo; se empezó a acercar.

Tenía miedo. Sí, yo Sanji, el implacable Sanji Pierna Negra. Le tenía miedo a Zoro, a la situación, y sobretodo a la razón de porque estaba así.

Seguía acercándose a mí, y yo estaba paralizado, expectante. Con infinita calma, llegó hasta mí, y se acercó bastante, cosa de la que no pude huir ja que la pared estaba detrás.

 

De la manera más condenadamente sexy, me dijo: - ¿Quieres… saber por qué estoy así?.

Obviamente que sí. Y él lo sabía. Mi cuerpo me delataba, pues mi pulso iba a mil y me temblaban las manos. Aún así, mantuve toda la compostura que pude y asentí.

-Resulta que…- hizo un parón, como para buscar las palabras exactas, y prosiguió- eres una zorra, sí… Te paseas por ahí con tus aires de superioridad, o te muerdes el labio mientras lames la sangre… Me dan ganas de follarte, Sanji.- Acabó mi nombre en un suspiro, y yo pues, no sé ni cómo me quedé. ¿Cómo has de quedarte en estas situaciones?

 

Tuve un rápido debate mental; yo amo a las mujeres, me encantan, pero ahora mismo mi cuerpo está respondiendo a los estímulos de un hombre… ¿Qué debería hacer?...

Zoro me miraba, estaba ansioso de mí y se notaba a kilómetros. Así que decidí apartar mi reputación y rehusar de mi título de cocinero amante de las mujeres por un momento.

De algún modo, me leyó la mente y se lanzó a mi cuello. Lo chupaba y lamía, dejando seguramente marcas, ¿pero qué más daba ahora?.

Yo estaba intentando mantenerme callado, entre jadeos y pequeños gemidos le cogí por la mandíbula y lo acerqué a mi boca, besándolo, y luego dándole a entender que quería más. No dudó y entró en mi boca, saboreándola, al igual que yo. Los besos con otro hombre eran tan diferentes… No tenía por qué ser delicado. Sólo yo, mi instinto y nuestros jadeos.

 

-Zoro, más....- le cogí de la cintura acercándole más a mí y a mis caderas, notando que estaba bastante duro, cosa que me puso aún más a tono. Creo que nos habríamos resbalado en la pared por todos los movimientos, los de cadera, mis manos tocando todo su cuerpo, él tocándome por debajo del pantalón… Pero ocurrió lo que menos me esperaba. Se separó. Se fue alejando, dejándome con las ganas, de él y del sake que recogió mientras se iba con prisa.

¿Qué mierda?



A partir de lo que pasó, nada volvió a ser igual. Y todos lo sabían. Hasta Luffy y Chopper, pero ninguno sabía el verdadero motivo.

No había peleas, ni insultos, no había nada. En las comidas sólo se oía tragar a Luffy como un desesperado, y un silencio monumental. Él no se quejaba de que era intragable, ni me reprochaba con apodos. Tan sólo había un intento de conversar por parte de Nami, hablando sobre las siguientes islas que visitaríamos, pero nada. El aire se podía cortar hasta con un cuchillo de plástico.

Estaba todo mucho más tranquilo, pero era aburrido. No íbamos a atracar en ninguna isla, así que los días eran rutina, monótonos, fotocopias. Si seguía así creo que me iba a suicidar.

Aunque viéndolo desde otra perspectiva, podía pensar. En todo, en él, en mí.

Siempre estuve seguro de que era completamente heterosexual, pero el marimo me había hecho dudar. No sabía que pensar, y siempre acababa por dejar el tema apartado y pensar en Nami o Robin, pero me notaba las marcas en el cuello y automáticamente volvía al mismo sitio.

Ni cocinar me ayudaba, porque de vez en cuando notaba como, cual ninja, iba a por sake, y yo me hacía el tonto, pero los dos lo sabíamos. Tenía que hacer pronto algo o me comería el limpiaplatos y adiós al mundo cruel. Tanto era mi aburrimiento que hasta había pensado mil y una maneras de morir con algo estúpido, pero nada superaba la situación en la que me encontraba: aburrido e impaciente, ya que el marimo se me lanzó encima y yo le correspondí, y cuando estábamos en medio de la acción se aparta y ahora ni me habla. Obviamente mi orgullo iba primero y sería él el que se disculpara y me diese una explicación, pero ya podía ir pensando en algo, porque iba para largo.

Una mañana, mientras fumaba antes de preparar el desayuno, se me ocurrió una idea, aunque tenía que esperar a la tarde, iba a merecer la pena. Je je je.

El resto del día lo pasé bastante feliz, y la mayoría se dio cuenta, exceptuando, claro, a marimo, que ahora ya ni se le veía; del gimnasio a la ducha y de la ducha al gimnasio.

 

-Sanji-kun, pareces más alegre, ¿ya estáis bien Zoro y tú?- me encantaba que mis damas se preocuparan e interesaran por mí, así que hoy habría bebida especial para mi bella flor pelirroja.

-Sí, bueno, más o menos. Lo que pasa es que el marimo aún no lo sabe- sonreí malévolamente y me fui apartando lentamente mientras Nami me miraba extrañada y divertida. Mientras me alejaba ya de espaldas, pude oír la voz de Robin y la risa de ambas. ¡Ah! Amo tanto cuando ríen. Pero es turno de prestarle atención al bestia parda. Para cuando ya era por la tarde, olvidé la mala hostia de estos últimos días y intenté calmarme para que todo saliera adecuadamente.

 

Tal y como predije, a eso de las siete, la lechuga salió del gimnasio, cabe destacar que sin camisa y bien empapadito… ¡Joder!, ¿cuándo me volví así? Bueno, no importa.

Rápidamente me adelanté a él y me escondí en el baño. Cuando llegó y estuvo ya un rato en el agua, sin hacer ruido, me acerqué donde estaba su ropa para cambiarse y se la cogí. Pero, como es capaz de ponerse la usada, cogí ambas, ropa interior incluída. Me estaba riendo ligeramente, y salí por patas hasta las habitaciones, mientras todos me miraban extrañados por tener ropa que no era mía en la mano.

-Parece que cocinero-san sabe apañárselas bien-. Robin sonrió mientras Nami la miraba extrañada, hasta que vio cómo recogía unos calzoncillos del suelo y se ponía roja al instante por el acto de su amiga.

Al llegar a mi cama, lo escondí todo -excepto una prenda- como pude y me fui de nuevo al baño corriendo.

Notaba que Zoro ya estaba por salir, así que me preparé para atacar, y de paso, reírme con la cara que pondría.

Cuando salió, noté cómo me sonrojaba por verlo de espaldas y sin nada, pero aguanté y esperé. Se acercó hacia donde dejó la ropa, y con una mueca se fue a buscar la ropa por todo el baño.

 

Llevaba un rato, y decidí mover ficha. Salí de donde estaba, y con el calzoncillo en la mano dije:- ¿Buscabas esto?- automáticamente se giró y le cambió la cara. Tenía una mezcla entre vergüenza, rabia y sorpresa, estaba de retrato. Con mi cara más sugerente, intenté cohibirlo, pero seguía estático y poco conseguiría así. Me acerqué a él lentamente, no sin mirarle de arriba abajo y lamerme los labios cómo sabía que a él le gustaba. Con esfuerzo sobrehumano intenté no sonrojarme y emanar seguridad, y mientras me acercaba, iba poniéndose más rojo y a mí más cachondo.

 

-¿Por dónde iba?... ¡Ah, sí!- Llegué hasta estar delante de su pecho, y mientras le acariciaba la cara con un dedo fui a la pregunta del millón:- ¿Por qué me dejaste a medias? No sabes cómo me tenías o qué? Porque yo sé cómo estabas tú…- el tono sugerente con el que lo dije debería de ser un pecado, pero funcionó, e hizo amago de hablar unas cuantas veces, hasta que me aparté y habló.

 

-Dudaba. De que luego no quisieras seguir.- estaba tan o más serio como en sus batallas, pero no pude evitar soltar una risilla y preguntarle que por qué pensó eso.

Por… cosas.- me enfadé y le grité.- ¡Qué cosas, idiota! Me he sentido rechazado, ¿te suena lo que es el orgullo?- frunció el ceño y el ambiente adquirió una aura de malestar.

-Joder… ¡Porque te amo!, imbécil, por eso…- me quedé en blanco y le levanté la cabeza para que me mirara, pero continuó hablando.- siempre vas detrás de las chicas, de todas, y pensé que luego me reprocharías todo esto, porque soy un egoísta, que te obligué o algo así… Me gusta arriesgarme, pero contigo es diferente, Sanji- su voz sonó tan dulce al pronunciar mi nombre que le cogí la cabeza con las manos y le besé de la manera más tierna que pude.

 

-¿Está ahora claro que no me voy a arrepentir, lechuguita?- me reí por el diminutivo, pero antes de que me respondiera volví a darle un beso, con mucha más pasión, con recelo, cosa que él aceptó y antes de darme cuenta ya estábamos en el suelo del baño tumbados.

Me desvestía lentamente, mientras me acariciaba la piel y soltaba jadeos cargados de lujuria. Cada rincón que quedaba expuesto era besado con suma paciencia y dulzura, haciéndome dudar si era el marimo quién me hacía esto. Pero ahí estaba, debajo de mí, colmandome de amor.

Decidí que era suficiente y pasé al movimiento siguiente.- vamos, Zoro, hazme el amor, hazme tuyo, hasta que sea de día.- ante la tentativa solo soltó un gruñido animal y me tumbó en el suelo posicionándose encima de mí, volviendo a rozar con sus labios toda la piel, hasta llegar a mi pene, lamiéndolo para luego engullirlo como si no hubiera comido en días, cosa que me encendió más. Me retorcía bajo su cuerpo, y gemía, sin importarme que nos pudieran oír… O mejor, que nos oigan, que sepan de quién es el alga, que es mi alga.

-Ah, Sanji, te quiero, y te quiero así toda mi vida, putita.- su verdadera cara apareció, y me alegré, pues no es lo mío ser el mal hablado, aunque gracias a esto descubrí que sí era bastante entretenido tener la iniciativa, pero se lo dejaba a él.

-Y yo, vamos, dame, dame más.- y como una orden, mientras me miraba desde mi vientre, chupó dos dedos y me los metió.- ¡Puto bestia! Que vas muy rápido…- se rió y me dio un beso desde donde estaba, o sea; en la cadera, y prosiguió.

-¿No querías más? Yo ya no voy a parar, me pones a mil, joder.- me gustaba que estuviese así por mí, así que le dije que no importaba y siguió.

Me los metía y sacaba, haciéndome gemir y que un hilillo de saliva se escurriera por mis labios. Al verlo, se fue directamente hacia arriba, y lamió mis labios.- No, Zoro, no pares. Vamos, métemelos.

-¿Si que te gusta eh?- le encantaba que le dijera eso y a  mí también.

-Sí, hazme gemir como tú sabes, fóllame.

-Como quieras.- y volvió hacia mi trasero para lamerlo con deleite, mientras ambos gemiamos.- vamos, ponte a cuatro, que te la voy a meter hasta el fondo y me vas a sentir pero bien.

Sonreí con lascivia, y obedecí. Me pegué un poco al suelo,dejándole verme todo el culo, y tentándole a que me reventara, que ciertamente, era lo que deseaba.

-Mira cómo te mueves, eres un pecado, pero mi pecado.- gemí para darle la afirmación y entró en mí, haciéndome gemir otra vez y más alto aún.

-Ah, Zoro, duele…- odiaba admitirlo, pero era cierto, dolía. Estuvimos un poco así, y se pegó a mi espalda mientras me daba besos. Pronto dejó de doler, y empecé a moverme un poco, dándole a entender que quería más. Y sí que se enteró, sí. Me cogió de las caderas y empezó a embestirme, rápido y como una bestia.- eres un animal, follas tan bien, dame más, ¡Joder, sí! Ahh…

El sonido de la carne chocando llenaba el baño, y el vapor hacía sudar aún más, pero tampoco estaba para pensar mucho, y me pidió cambiar de posición.

Salió de mí y me dio un beso, se sentó y me invitó a sentarme encima de él.- vamo, Sanji, dámelo todo, gime que te gusta, que quieres que te folle duro…- cuando ya estaba encima de él me metí su pene y empecé a moverme, gimiendo por el placer de una nueva posición.

-Sí, sí, más ah, joder, fóllame, reviéntame. Dame más, ahh- entre un gemido ronco suyo y otro mío me corrí en la mano que estaba masturbándome, y luego sentí cómo él también se corrió dentro de mí. Salí de él, respiré un poco, luego, para rematar, hizo que me volviera a empalmar; lamió los dedos de la mano en la que me había corrido, y con excitación le bese metiéndole la lengua para hacerle ver que yo también podía hacer esas cosas.

- Sabes bien, ¿No crees, Sanji?- sonrió de lado y me miró directamente.

-Sí, pero- hice una mueca y puse una voz algo infantil- no sé cómo sabes tú…

Obviamente, entendió lo que quería decir y volvió a sonreír. Me volví a acercar y lo tumbé de nuevo en el suelo, bajando hasta su pene, e imitando lo que hizo anteriormente, me lo metí hasta el fondo, para luego chuparlo de arriba abajo, intercalando miradas directas con él, encendiéndole más.- San...Ahh, sí, trágatelo todo...Sanji, Sanji…- cuando fui a por la parte de abajo me avisó de que se iba a correr, y volví inmediatamente a engullir su gran polla para que acabara corriéndose en mi boca, tragándomelo todo.- que buena putita eres, me dan ganas de volver a follarte… Aunque, no me esperaba que te lo tragaras todo…-sonreí orgulloso.- yo tampoco me esperaba que follaras tan bien, marimo. Je je je.

Pero…-estuve pensando si decirlo, si era posible. Aquella cosa que había estado pensando estos días, dándome cuenta de si era verdad…- te amo. No sé desde cuándo, pero estoy más que seguro… No es porque hayamos hecho todo esto,  es que creo que ya sabes, nuestras peleas, todo eso eran una manera de querernos … ¿Qué opinas?- Zoro no decía nada. Estaba callado y me asusté, pero enseguida decidió hablar.- Si te soy sincero -suspiró - yo pienso lo mismo, es por eso que te pido que seamos pareja…Sé que no es muy romántica la escena, aquí desnudos, en el suelo… Pero te soy sincero. -adoptó su expresión seria y esperó mi respuesta- ¿Cómo iba a decirte que no, marimo tonto?- ambos sonreímos, y de repente uns pregunta cruzó mi cabeza:- Zoro, ¿Cómo vas a salir ahora?...

Esperaba una reprimenda, algún insulto, pero nunca llegaron. Tan solo se rió y me miro divertido.

Así que me vestí -con la ropa mojada, pero bien- y salimos hacia la cubierta; Zoro con sólo el bóxer, yo con la ropa mojada y cogidos de la mano.



¿End?

Notas finales:

Me ha costado bastante, porque esto no es lo mío, pero me apetecía xDD 

Creo que no tiene sentido, y en estas cosas soy bastante exigente conmigo misma, y me siento algo decepcionada, porque siento que se ha desviado de la ides principal,  pero bueno,  me conformo (?).

Gracias por leer y acepto todos tipo de reviews uwu


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