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Los lugares de mi corazón (novela gay, homoerotica) por patyunam

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Notas del fanfic:

Utilizando los alterego masculinos de mis amigas Alexa y Kristal han sugido estos hermosos personajes, que lo disfruten.

CAPÍTULO 1: LA INTIMIDAD DE MI CORAZÓN

Alexander era un chico bastante libre en su forma de ser, y a muy temprana edad se había percatado de su deseo hacia los chicos. Su atlético cuerpo, aunque algo bajito de estatura, le daba un toque tierno y sexy, irresistible para los chicos dominantes en la cama. Al entrar a la universidad decidió estudiar diseño gráfico y durante su carrera fue libre de prejuicios, disfrutando del amor a primera vista y a primera visita. No obstante, al terminar su carrera, de cierta forma se sentía algo vacío, pues jamás descubrió lo que era el amor tierno, el levantarse al lado de la persona amada.

Bastante afortunado por tener familia en EUA, le consiguieron un empleo en una empresa de edición de comics, de modo que inmediatamente se mudó a Nueva York, lleno de sueños y esperanzas, quizá en esa nueva tierra encontraría eso que jamás pudo en su país de origen. Fácilmente se había establecido en su nuevo hogar, como era una persona bastante amigable, siempre se le facilitó tener amigas y amigos e incluso amigos heterosexuales, y a sus compañeros del nuevo empleo les gustaba organizar las clásicas salidas a bares el viernes de la semana de paga. Su estilo latino en esa nueva tierra era un éxito, su cabello largo amarrado en una cola de caballo le daba un toque atractivo, pues con sus facciones delicadas, su rostro lucía mucho más con ese cabello, y por ser editor de comics no requería una presentación rígida, sino que podía llevar su propio estilo en su empleo.

Sus nuevos amigos del trabajo eran dos chicas, Valerie y Sandy, unas chicas muy traviesas a las que les encantaba chismear sobre los chicos guapos del trabajo, junto con su compañero, un chico escuálido algo tímido llamado Brandon.

Al ser presentados el primer día de trabajo de inmediato las chicas ya tenían en la mira a Alex, no obstante notaron su orientación sexual de inmediato, pues lo vieron escaneando a los chicos de todo el lugar, y de esa manera se percataron de inmediato de que é+l pertenecería a su grupo. No como una pareja de alguna de ellas sino como un participante más, sin lugar a dudas se volvieron buenos amigos. Una vez incluso lo cacharon babeando por uno de los jefes que llegaba aquel día a la oficina.

– Buenos días, Alex. ¿Qué tal está el trasero de Liam esta mañana?

– Yo no estaba viendo el trasero de Liam, simplemente vi que el color de sus zapatos y el traje combinan bastante bien.

– Por Dios, Alex, no puedes ser más obvio, ja, ja, ja. ¿Qué dices si nos acompañas a comer el día de hoy?

– Pero yo…

– Vamos, no seas aguafiestas, ya entendimos que tú tienes los mismos gustos que nosotras, deberías venir con nosotros a comer al rato.

– ¿También Brandon es…?

– No tenemos idea. Anda, no te hagas de rogar.

– Claro, ¿a qué lugar vamos?

– Hay un pequeño lugar en el cual podemos comer y platicar. Te llevaremos, seguramente no conoces ningún lugar para comer por aquí, al menos que no sea de comida rápida.

Durante la comida se dirigieron a un pequeño restaurante y al llegar Alex comenzó la plática después de ordenar la comida ya que estaban algo callados…

– Bien, ya me los presentaron a todos pero en realidad no los conozco bien, sobre todo a ti, Brandon, tengo curiosidad. ¿Tú eres gay?

Sin poder evitarlo morían de risa Valerie y Sandy al escuchar esa pregunta.

– Basta, chicas, no sean así, seguramente ustedes tienen algo que ver con esta pregunta, ¿verdad? – dijo con tímida voz y rostro con puchero.

– No. – contestaba Valerie con una risotada.

– Está bien, yo fui. No, Alex, Brandon no es gay, pero sí lo parece, ¿no es así? Nosotras también lo creímos al conocerlo, no obstante nos dimos cuenta de que no lo era en el momento en que Valerie traía un escote y chocó con él. Casi mete su cabeza en sus senos, estaba tan rojo y luego se desmayó. Evidentemente no era gay.

– Qué malas son chicas, pobre Brandon. No te preocupes, no es importante si eres o no gay. – expuso Alex riendo un poco.

– Para mí sí es importante, a donde quiera que voy me abordan chicos y no he podido tener una novia real por eso.

– ¡¿QUÉ?! – exclamaron todos al unísono. Entonces Alex replicó.

– No te preocupes, a mí me ocurre al revés, pero no tardan en darse cuenta de que soy gay cuando les coqueteo, siempre funciona ser masculino para atraer a los chicos que me gustan, excepto heterosexuales, me ha pasado que me han dado puñetazos por ser tan atrevido.

– Ya, no te enojes conmigo, Brandon, disculpa. Además recuerda que este viernes es de paga y nos vamos al bar, quizá tengas suerte.

Mientras platicaban, un atractivo hombre alto, bastante delgado, pero de evidente fortaleza, ojos marrones, cabello rubio oscuro y corto, con mirada seria entraba al lugar. Llevaba un traje bastante formal que resaltaba su belleza, su rostro no denotaba ninguna emoción, simplemente se sentó solo en una mesa alejada de las demás personas y ordenó su comida. Amor a primera vista de parte de Alex, no dejaba de voltear su mirada una y otra vez hacia el sexy chico que estaba en una mesa bastante alejada. Sus compañeras lo sacaron de trance.

– Hey, Alex, ya deja de babear, míralo bien, se nota a leguas que no es gay, ¿verdad, Brandon? – expresaba Valerie.

–Yo no tengo ni idea, de hecho yo al ver a Alex no supe si era gay o no, de hecho creí que saldría con nosotros porque alguna de ustedes estaba tras él.

– No es así, lo descubrí mirando el trasero de Liam por la mañana, antes de que ustedes llegaran, así supe que era de los nuestros, digo de las nuestras, porque también a Val y a mí sabes que nos encanta babear por Liam. Es tan sexy.

Todas las cosas que sus compañeros hablaban eran totalmente ignoradas por Alex, aparentemente estaba flechado por el atractivo chico que no tenía oídos para nadie. Entonces Valerie lo sacudió un poco y le dijo:

– Deberías por lo menos preguntar su nombre, ¿no crees?

Sin responder a lo que le decían, Alex totalmente seguro de sí mismo se levantó de su asiento para dirigirse a donde residía el chico.

– Disculpa, ¿me puedo sentar?

– No, es mi momento para descansar, necesito espacio.

A pesar de las palabras adustas del chico, Alex tenía bastante experiencia en relaciones personales como para notar la total timidez de aquel joven.

– Disculpa, no deseaba importunarte, simplemente me parecía que estabas muy solo aquí y me agradaría mucho hacerte compañía.

– Creo que dije que no, lo siento pero tengo cosas en qué pensar.

Respondió con un ligero sonrojo escondiéndose con un libro que llevaba consigo, fingiendo leer. Definitivamente Alex estaba algo encaprichado en ese chico misterioso con voz sensual y profunda. Su rostro tierno e infantil era cautivante, a ciencia cierta no tenía idea si era gay o no, pero para un chico conquistador como Alex era un reto.

Al día siguiente fueron también al mismo lugar por petición de Alex. Deseaba ver al intrigante hombre, quizá tendría suerte y le daría una mirada para abrirle camino. Efectivamente, el muchacho volvió pero como siempre no volteaba a ver a nadie hasta que al pasar junto a Alex accidentalmente soltó su libro. De inmediato se agacharon ambos para levantarlo y sus ojos se miraron a muy poca distancia.

– Disculpa, ¿te golpeó mi libro?

– Para nada, no te preocupes.

Sin decir otra palabra se dio la vuelta hacia su mesa metiendo su nariz en el libro, hasta que el mesero le entregó la carta. Mientras tanto Alex sentía que su corazón se le saldría de tanta emoción, estaba rojo como un tomate, sus nuevas amigas comenzaron a hacer escándalo en el lugar de tanta risa que les salió.

– Basta chicas, por favor no hagan tanto ruido, que harán que se molesten las demás personas.  

– Pareces una colegiala, cuando te conocimos creímos que eras un chico con bastante experiencia, pero ahora creo que eres bastante inocente.

– Es que no había visto unos ojos tan lindos, siento como si quisiera mirarlos todo el día. Ahhhh, es que debe ser porque hace tiempo que no tengo una cita, tanto trámite de graduación, luego mudarme aquí, ahora estoy en un nuevo país y no he tenido la oportunidad de conocer a chicos lindos. No te ofendas, Brandon.

– No te preocupes, menos mal que no te me lanzaste.

El día de la salida al bar estaba realmente emocionado puesto que por primera vez en ese país saldría a conocer los lugares, ya que por sí mismo tenía algo de miedo, no conocía  a nadie excepto a sus familiares que lo habían recomendado para el empleo, sin embargo vivía por su cuenta en un departamento algo modesto pero lleno de estilo.  Ese día llegó a la oficina con ropa bastante entallada para que se notara su sexy figura, a pesar de que sabía que irían a un bar heterosexual, no perdía la esperanza de encontrar a alguien con gustos iguales a los de él. Sus amigas le prometieron que la siguiente salida sería a un bar gay para compensarlo.

Una vez en el lugar, entre risas y preguntas salían a la luz las intimidades del más indefenso de ellos, el pobre Brandon, que aparentemente no tenía ni idea de qué hacer para conseguir una chica, asimismo que su forma de vestir no atraía a ninguna persona: camisas blancas, pantalón negro de mezclilla, bastante sueltas ambas prendas de corte sencillo sobre su escuálida figura no permitían denotar sus rasgos que también estaban cubiertos por un par de lentes y un peinado que tapaba un poco su rostro.

– Brandon, no entiendo por qué te vestiste así para venir aquí–  comentaba Alex.

– Siempre se viste así, ¿qué no lo habías notado? – explicaba Valerie.

– Ustedes tienen tiempo de conocerlo, ¿por qué no le han ayudado a cambiar su estilo para que conquiste chicas?

– Nunca se nos ocurrió.

– Mira, Brandon, yo te ayudaré a encontrar por lo menos alguien para pasar la noche, ya verás.

– ¿De verdad? Gracias, Alex, nunca alguien me había dicho que eso fuera posible.

– Por supuesto, pero seguirás todos mis consejos, sin resistirte. Para empezar, debemos cambiar ese cuerpo tan flaco, desde mañana vienes al gimnasio conmigo.

– ¿Gimnasio? ¿Yo?

– Sí, vendrás. Mañana sábado pasaré a tu casa. Ya sabes, un cuerpo sexy es algo que las chicas no resisten, ¿o me equivoco?

– Tiene razón, se nota que es un experto, menos con el rubio del restaurante – expresaba Sandy con una risa burlona hacia Alex.

– Ni me lo mencionen, hoy es otro día y no necesito recordar a ese tipo tan… ¡Maldición! Ahí viene y está con un grupo de chicos–

– Ya vieron, trae a una chica de la cintura, bastante sexy–  decía Valerie.

El rubio se besaba apasionadamente con la chica en la mesa que tenían; para su mala fortuna, Alex los podía ver desde donde se habían sentado, pero el rubio no estaba en el ángulo adecuado para notarlos, además de estar bastante ocupado besando a la chica.

– Es bastante tarde, tengo sueño, creo que me voy a dormir, al rato me mandas tu ubicación por el celular para pasar por ti a las 11 de la mañana para ir a tu primer día de gimnasio.

– No seas aguafiestas, Alex, no te vayas, apenas son las 12, anda ignora al tipo, ahora ya sabes que no es gay.

– Ahhhh, ok, chicas, tienen razón,  ni siquiera sé su nombre y me porto como novia celosa.

Al cabo de un par de horas entre historias y mucho alcohol, Alex se dirigió hacia el sanitario. Cuando estaba por abrir la puerta para salir se topó con aquél muchacho, levantó su rostro, ya que le sacaba más de diez centímetros,  sus miradas algo extraviadas por tanta bebida se toparon, el corazón de Alex latía con fuerza. En ese instante, fue tomado por unas manos largas que sujetaron su rostro y con pasión unos labios se dirigían a los suyos. La dulce sensación de los labios de ese lindo chico lo ponían ardiendo de pasión, entonces abrió un poco su boca a lo que recibió una lengua de forma suave, pero firme introduciéndose en su boca. El increíble sabor de esos labios fue algo que jamás había probado, en todos los besos que había dado nunca pudo sentir tan dulce sabor. Su lengua se deslizaba acariciando la suya pasionalmente hasta que sintió que su entrepierna estaba clamando por atención. Posteriormente al apasionante beso, el rubio se sonrojó girando su rostro hacia otro lado para evitar ser visto.

 

– Lo siento, no sé qué pasó. –  expresaba dirigiéndose al sanitario.

En toda su vida no había tenido la oportunidad de besar a alguien tan intrigante. Por una parte, su aspecto denotaba seguridad, pero después de ese beso parecía un cachorro asustado, sintió por primera vez un cosquilleo extraño en su interior, no era precisamente para satisfacer sus instintos que rogaban por ser liberados, sino que ahora deseaba más que otra cosa conocer a esa persona tan extraña.

Al volver a la mesa con sus compañeros tenía la mirada perdida, su cabeza estaba totalmente llena de pensamientos extraños, ahora más que nunca aquel hermoso chico lo intrigaba totalmente, indiscutiblemente le gustaba, pero de alguna forma no caería rendido por alguien, mucho menos por un tipo que no le dijo ni su nombre.

– Malnacido.

Había hablado en voz alta y sus compañeros lo miraron extrañados, ellos jamás lo habían escuchado decir una mala palabra sobre alguien o alguna situación.

– ¿Qué te ocurre, Alex? Pareces diferente. Entre enojado y emocionado, si es  que eso es posible. – preguntaba Valerie.

–  No es nada, es que algo me dejó un mal sabor de boca.

–  Seguro es esa bebida extraña que pediste – expresó Sandy. 

No podían evitar reír todos ante tal comentario.

Comenzaba a salir de su consternación cuando lo vio salir del sanitario y llegar a sentarse en la mesa, curiosamente el chico también lo buscaba con la vista al caminar por ahí, pero había regresado su mirada fría e imperturbable. Una vez que sus ojos se encontraron simplemente ambos voltearon hacia otro lado. Alex por su parte no dejaba de voltear a la mesa del chico, pudo ver con gran desagrado que la chica que lo acompañaba lo volvió a abrazar, entonces le molestó a tal grado que esta vez sí se retiraría del lugar.

– Hey, chicos, ahora sí ya es bastante tarde, mañana iré al gym y tú junto conmigo, Brandon. Iremos a las 12, ¿te parece bien? No te pediría antes, puesto que debes descansar adecuadamente para que rindas en tu primer día. Así que vámonos.

Miró a Valerie y Sandy y también les preguntó:

– ¿Ustedes chicas se quedarán más tiempo?

Se miraron la una a la otra y contestaron:

– ¡Sí!

– Está bien, chicas, nos vemos el lunes en el trabajo. Tendrán que contarme qué tal les va, ¿ok?

– Claro, Alex –  dijo Valerie con un guiño.

Una vez que los chicos habían partido comenzaron a cuchichear entre ellas sobre el asunto que tanto las había dejado intrigadas: el extraño cambio de humor de su nuevo amigo. Ambas bastante intuitivas supieron que algo debía tener que ver el tipo del restaurante.

Christian era una persona bastante complicada, ni él se llegaba a entender a sí mismo. No le costaba hacer amigos, pero nunca había sentido que realmente lo fueran todas esas personas que usaba para pasar el rato. Hasta que un día en un restaurant conoció a un tipo con unos lindos ojos que lo habían hecho experimentar algo que jamás pensó sentir. En toda su vida las cosas habían sido bastante fáciles, el estudio no se le complicaba, su familia era acomodada, todo cuanto había querido le fue dado sin necesidad de esforzarse demasiado. Ahora tenía una encrucijada en su cabeza, un chico le gustaba pero no entendía por qué razón, si nunca le había acaecido una cosa así. Los hombres para él eran sucios, sudorosos, algunos poco aseados, mal vestidos, y toscos, no es que odiara a los hombres pero esas particularidades negativas le causaban cierto asco al pensar en por qué un tipo era de su agrado solo por su mirada.

A pesar de ser muy atractivo y todo un conquistador, puesto que cambiaba de novia frecuentemente, no había intimado con ninguna de ellas, intimidad tanto mental como física, a lo único que le permitía su deseo era simplemente a tocarlas y besarlas, pero no les permitía llegar más lejos a ninguna, de alguna manera no lo hacía sentir menos hombre el hecho de seguir siendo virgen, no permitiría que nadie le arrebatara su propia intimidad.

Todos los días regresaba al mismo restaurant para poder volver a ver a ese chico tan llamativo a su vista, de alguna manera pensaba una y otra vez en la razón por la cual ese tipo encantaba sus sentidos, no lograba asimilar su cabeza nada de lo que estudiaba últimamente. Se encontraba en su último año de la carrera de criminología, por lo cual estaba haciendo el servicio social para la CIA gracias a las influencias de su padre que seguramente le tenía asegurado un puesto en el lugar.

Todos sus tiempos de comida los hacía a la misma hora en el mismo lugar desde que conoció de vista a ese muchacho, pero no se atrevería a hacer nada, pues al ver que se notaba interesado como para abordarlo de una manera un tanto grosera, según él, deseaba torturarlo de cierta forma, lo había hecho sentir tímido como si pudiera empequeñecer por culpa de la actitud tan atrevida de Alex. El efecto que causaba en Christian era sobrecogedor, a tal grado que lo ponía sumamente nervioso pasar a su lado, tal cual la vez que tiró su libro, no obstante esa experiencia lo había llevado a tenerlo tan cerca como para desear besarlo como no le había ocurrido jamás con alguna otra persona. Toda la vida las chicas se morían por él, por lo que mostraba un afecto bastante distante, aunque le encantaba sentirse amado y poderoso, que las chicas hicieran cosas por él le fascinaba, recibir regalos arrumacos, entre otras cosas, pero el tocarlo de manera física como para llegar a tener sexo con alguna, le molestaba excesivamente que ellas hicieran ese tipo de cosas. El deseo carnal en su cuerpo se mostraba de una forma totalmente diferente, en la privacidad de su habitación en la fraternidad a la que pertenecía en la escuela, se masturbaba de vez en cuando mirando videos comunes, pero a la hora de que alguna de sus novias deseaba ser llevada a un lugar más privado, él se negaba con alguna excelente excusa y cuando lo llegaban a presionar demasiado sobre el asunto, buscaba que ellas terminaran con él para evitar que lo acosaran. Todo en su vida estaba de alguna manera planeado por sí mismo, debía estar completamente planeado, quizá por eso  evitaba a toda costa entregar su cuerpo de esa manera tan personal, para evitar perder el control que tanto trabajo le costaba mantener. El control era algo realmente importante en su vida, a tal grado que las supersticiones llenaban su día, amuletos para protegerse de problemas venían siempre en su portafolio, claro que ocultos de la vista de los demás. Jamás permitió que nadie metiera la nariz en sus asuntos, era suficiente saber que sus padres siempre lo obligaban a hacer cosas que no deseaba, incluso según ellos tenía una prometida, a la que no conocía pues se había negado rotundamente a que le impusieran tal cosa.

Bastante hábil en artes marciales, todas las mañanas practicaba derrotando fácilmente a sus contrincantes, muy dedicado a todo lo que realizaba, sin dejar nada pendiente todos los días que transcurrían. Cierto día que caminaba cerca de una de las oficinas de la CIA, ya que se había salido en la hora de comida para evitar a varios de sus compañeros que lo fastidiaban a sobremanera, vio el pequeño restaurant y entró. Al ver a Alex de inmediato sintió algo realmente extraño, pero al notar el interés de aquel chico hacia su persona decidió que no quería nada con él. Para colmo de su tolerancia, este chico era tan libre y tan diferente de todo lo que conocía, ese aire de libertad que había en Alex lo atraía sin siquiera conocer su nombre o cosas sobre su vida.

Sus amigos de la fraternidad le sugirieron salir un viernes por la noche con unas lindas chicas de una sorority a divertirse, a lo cual accedió bastante animado, pues deseaba olvidarse de su semana encontrando al tipo que lo hechizaba.

Estaban divirtiéndose en aquel bar Christian y sus amigos, además la hermosa chica que lo acompañaba era realmente sexy, excitante y besaba realmente bien, aunque de alguna manera a su cabeza llegaba la imagen de esos lindos ojos. Estando bastante alcoholizado decidió ir al sanitario y justo ahí se topó con Alex que salía, entonces algo ocurrió en su cabeza, su razón y buen juicio estaban algo nublados por el alcohol, y al ver la aparición de esa persona anhelada cara con cara, directo a los ojos, no resistió sus impulsos y le robó un beso a la fuerza.

Después de ese pasional beso su mente estaba confundida, por primera vez en toda su existencia sintió algo increíble en un beso, su corazón, su cabeza y todo su cuerpo se habían estremecido. Al entrar al sanitario se miró al espejo y tocaba sus labios lleno de deseo, cosa que jamás le ocurrió. Una vez salió de ahí, buscaba desesperadamente dónde se sentaba esa persona que lo estremecía, y al encontrarse con la mirada, lo único que pudo hacer fue voltear su rostro para evitar que viera su sonrojo. Una vez sentado en la mesa seguía como ido, entonces la chica que lo acompañaba intentó volver a besarlo cosa que le produjo un verdadero asco, no deseaba olvidar aquella boca, el dulce sabor y el latido del corazón del hombre que había besado. Como una verdadera obsesión su mente volvía una y otra vez al primer beso real que pudo sentir su corazón, todas las otras veces su corazón no estaba involucrado, solo el placer de  su cuerpo y la necesidad de tener compañía, quizá por eso no deseaba entregar la parte más íntima de su alma. Todos estos nuevos hechos lo llevaron a llegar a su departamento aquel viernes por la madrugada, lleno de pasión y deseo, lo único que anhelaba era ser tocado por esa suculenta boca que lo volvía loco. Esa misma noche a sus sueños llegaban las imágenes más sexys que nunca había tenido. Como cualquier muchacho joven sabía lo que era el sexo, de hecho miraba pornografía común entre hombre y mujer o mujeres, pero lo que ese sueño le traía lo convertía en un animal salvaje. Era el chico de cabello negro que  lo acariciaba lascivamente, desabotonaba su camisa poco a poco mientras rozaba su miembro suavemente sobre su pantalón. Al mismo tiempo tocaba sus tetillas y las mordía ligeramente dando una sensación de toques que ponía realmente rígido su miembro, a tal grado que le dolía en los pantalones. Pero la cosa no paraba ahí, bajaba el cierre de su pantalón y lo introducía completamente en su boca. Al sentir completamente invadida su intimidad, con la ardiente succión y esa lengua que hábilmente se movía sobre el glande de su pene, en su sueño sin poder evitarlo tuvo un orgasmo maravilloso que lo despertó lleno de un completo éxtasis. Sin embargo, aunque mojado estaba completamente duro y necesitaba liberarse aún más. 

Después de masturbarse un par de veces y tener otros sueños eróticos los subsecuentes días, entendió que lo único que curaría esta obsesión era llegar a este hombre, conocerlo un poco para poder mirarlo objetivamente y así expulsarlo de su cabeza.

A la mañana siguiente, Alex se levantó dispuesto a olvidar el asunto de ese día, ahora pensaba en ayudar a su nuevo amigo Brandon y conseguir que tuviera una oportunidad. Siempre fue una persona de buenos sentimientos, ayudar a otros le producía una sensación agradable a todo su ser.

Su hermoso gato gris le daba los buenos días y suplicaba por un poco de afecto. Si bien había dejado todo en su país, lo único que se había llevado era a su querido amigo felino llamado Koi (palabra japonesa que significa amor). De modo que todas las mañanas alimentaba a  Koi, también él desayunaba y finalmente se arreglaba. Ese sábado tenía un compromiso con Brandon para introducirlo en el acondicionamiento físico, por ello se preparó y fue a casa de su amigo para obligarlo a asistir al gimnasio. Increíblemente lo esperaba realmente ansioso por partir, le dio esperanza saber que Alex lo ayudaría a conseguir lo que no había podido en tantos años solitarios en compañía únicamente de su mano.

El día lunes como siempre Alex se levantaba de un excelente humor, llegaba al trabajo y saludaba a todos sus compañeros, sus intuitivas amigas lo cercaron inmediatamente al llegar para saber que había pasado aquella noche en el bar. A pesar de sus suplicas no lograron conseguir realmente nada salir de su boca sobre el asunto, el cual seguía dando vueltas en su cabeza.  Pero había decidido no intentar acercarse al chico, pues le molestaba ser plato de segunda mesa. A la hora de la comida sus amigas prácticamente lo obligaron a ir al mismo restaurant, a menos que les dijera que había pasado, por ende llegaron al lugar y el chico de cabellos rubios ya estaba ahí, lo esperaba, sus corazones se aceleraban con solo verse pero Alex interrumpió el idilio y se sentó algo molesto. En voz muy baja les dijo a sus amigos:

– Está bien, ustedes ganan. Él me beso cuando salí del baño, pero cuando regresamos a nuestros asientos, vi como la chica que lo acompañaba lo besó de nuevo y no resistí que fuera tan descarado.

– ¡¡¡TE BESÓ!!! – gritaban al unísono.

En ambas mesas los chicos mencionados se sonrojaron en un rojo brillante, incluso se escuchó una tos bastante notoria. En ese instante, Christian supo que si deseaba descubrir la razón de sus nuevas sensaciones debía actuar de manera rápida. Se levantó apretando los puños y confiadamente con su sensual voz profunda le dijo a Alex:

– Me llamo Christian, porque no me acompañas un rato.

– Disculpa, ¿no ves que me encuentro ocupado y acompañado?

Tragando su gran orgullo expresó:

– En ese caso, ¿puedo acompañarlos?

Sin lugar a dudas lo mandaría a volar, pero Valerie le tapó la boca y respondió:

– Por supuesto, adelante por favor.

Lo sentaron junto a él y sin esperar mucho Sandy dijo:

– Su nombre es Alexander, pero le decimos Alex.

– Tanto gusto, Alex, a mí puedes decirme Chris.

A pesar de desear no estrechar la mano que le ofrecían, era un adulto bastante maduro, así que estrechó la mano de mala gana, enojado pero de alguna forma algo dentro de él quería explotar de emoción.

Valerie le dijo a Brandon algo al oído, y entonces se levantó:

– Disculpen, ya regreso.

– ¿A qué se dedican?

– Somos editores de comics. – explicaba Sandy.

– Qué interesante, nunca me había preguntado cómo es que llegan a las versiones que están a la venta. No soy muy adepto a leer comics pero si conozco algunos de cuando era pequeño, incluso algunos mangas, los deben tener en las cosas que se quedaron en mi vieja habitación de cuando vivía en casa de mis padres.

Alex escuchaba la forma tan afanosa de introducirse a sí mismo en la plática, se notaba a leguas que no le interesaba para nada eso de los comics, por no decir que le parecía infantil, debido a la referencia sobre su niñez y sus comics empolvándose en su vieja habitación. Lo confundía mucho estar tan cerca de ese presuntuoso tipo que hábilmente había cambiado la conversación hacia sí mismo.

– Los he visto un par de veces en este restaurant puesto que queda cerca de donde hago mi servicio social en la CIA. Soy un criminólogo, estoy por graduarme y pronto entraré a trabajar ahí mismo.

– Sorprendente. ¿Pero no te da miedo eso de tener que lidiar con criminales peligrosos? –  preguntaba Valerie con curiosidad.

– Alex, ven un segundo por favor. –  le dijo Sandy discretamente.

– ¿Qué hacen, chicas? ¿Por qué lo dejaron sentarse con nosotros?

– Ay Alex, date cuenta de que una oportunidad así vale mil, es un tipo apuesto, por lo que se ve bastante adinerado y muy inteligente.

– Pues no me interesa para nada estar con él.

– ¿Estás seguro, amigo? A Valerie parece haberle agradado, incluso a mí, yo no rehusaría una cita con él. Mira, tenemos planeado dejarlos a solas, pero si no quieres lo cancelamos y vemos si podemos conquistarlo ella o yo, como gustes.

Al voltear su cabeza y ver lo bien que se entendían Valerie y Chris fue cuando no pudo más y se rindió.

– Está bien, pero me deben una, chicas.

– Si todo te sale bien, tú nos la deberás a nosotras.

Unos minutos más tarde, el mesero había llegado con tres de las órdenes en envases de unicel.

– Disculpen, sentimos no poder acompañarlos pero tenemos un asunto en la oficina. –  explicaba Valerie.

Se levantaron y sin dejar hablar a Alex se despidieron para irse rápidamente.

– Qué buenos amigos tienes.

– ¿Tú lo crees así?

– Claro, notaron que deseábamos estar solos, ¿no es así, Alex?

La mirada seductora de Christian sin lugar a dudas derretía el enojo de Alex, pero no podía evitar pensar en la chica que lo acompañaba el viernes, entonces sin esconder sus dudas preguntó.

– ¿Qué pasó con tu novia con la que estabas en el bar el viernes?

– ¿Novia? Ah, no, esa tipa no es mi novia, solo salimos en grupo y yo le agradé a ella, pero definitivamente no tenemos nada.

– ¿Acostumbras hacer eso muy a menudo?

– Mmmm, realmente no tengo tanto tiempo libre por ahora, así que no, por ejemplo todos los días estoy cuatro horas diarias en las oficinas de la CIA como asistente, algunas veces por la mañana otras por la tarde, pues me dejaron acomodarme a mi horario de clases. Todavía tengo que hacer tareas y además muy temprano entreno artes marciales mixtas en uno de los clubes de la escuela. Realmente no paso tiempo con amigos excepto los de la fraternidad, pues debo cumplir con los retos que se les ocurren a esos tipos, pero son realmente aburridos, así que prefiero estar en mi habitación yo solo.

Por alguna extraña razón Chris explicaba a detalle su vida, cosa que no había hecho con nadie, hablaba y expresaba su soledad, no lo exponía tácitamente pero era algo muy sencillo de leer para Alex puesto que el si había tenido relaciones sociales reales de amistad, conocía a muchas personas, además era bastante listo y algunos años mayor que Chris.

– Dime algo, Chris. ¿Por qué me besaste?

– Yo… Yo… Realmente no tengo idea, cuando te vi… no lo sé…

Sonrió divertido al haber tumbado la máscara de Chris y ponerlo tan nervioso le parecía bastante lindo, se derretía como un chiquillo delante de él. Había pensado en alejarse pero ahora que lo veía tan frágil, pensó que quizá debía darle una oportunidad y tener una cita, de hecho era tan guapo de cerca y besaba tan rico que sus pensamientos lo ponían algo ansioso, todos llegaban a ser sodomizado con pasión. 


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