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El regalo perfecto. por fxctheworld

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Notas del fanfic:

Un pequeño regalo de Navidad ¡Disfrutenlo!

Los copos de nieve caían de forma severa, sin ninguna prisa alguna por cubrir la ciudad de blanco. Las luces alumbraban la ciudad de Domino, diferentes focos de color adornaban las casas, decoraciones de todo lo relacionado con Navidad rodeaba a dicha ciudad.


Una figura de Santa Claus estaba  enfrente de una tienda con un pequeño bote mientras cantaba villancicos y hacía sonar una campanita para que le diesen dinero.


Una niña deposito un pequeño peluche en dicho bote, mientras le decía con una gran sonrisa. No parecía tener más abajo de 4 años.


─ Déselo por favor a un niño o niña que lo necesite, estoy segura que lo haría muy feliz.


Finalizó sonriente mientras corría lejos de ahí, dejando al hombre disfrazado con grandes desánimos por el regalo que le dio. Él esperaba más bien como dinero, no un juguete.


Y no iba a cumplir lo que pidió aquella niña, por el amor de dios ¡No era Santa! sólo un hombre pidiendo limosna en tiempos de Navidad.


Tomó dicho peluche, para luego arrojarlo lejos de su vista, mientras seguía tocando dicha campana con su canto, que cabe mencionar desafinaba un poco... no, mucho.


Un joven de cabellos tricolores en punta, cubierto con una chaqueta y una bufanda se acercó al hombre disfrazado.


Había presenciado todo, desde el acto bondadoso de aquella niña hasta la ignorancia de aquel hombre. No dudó en un sólo momento acercarse hasta tomar dicho peluche que se encontraba cerca de su pie, para luego limpiarlo de la nieve.


Miró aquel hombre que seguía tocando la campana, una pareja le dio unos centavos. Para luego alejarse.


Atem frunció el ceño, estaba confundido ¿Por qué le daban dinero a ese hombre sí no era el verdadero Santa? quizá por pena, o por hacer una obra de caridad en estos días.


Pero, para el ex faraón hacer ese tipo de cosas sin ningún sentimiento o hacerlo de buena voluntad le desagradaba. Sabía perfectamente que dicha pareja había dado esos centavos sólo para sentirse bien con ellos mismos, y los elogiaran.


Aunque el acto bondadoso de la niña, para Atem fue el más sincero que vio. Aquel peluche lucía bastante nuevo, lo había comprado en alguna tienda de regalos, además se veía bastante costoso para un simple oso de peluche.


Pero ese hombre no supo apreciar algo de buena voluntad ¿Qué le costaba guardar el peluche y dárselo a algún niño o niña que necesitase ese juguete? y que "Santa" no podría traerle.


─ Nada le costaba con conservar este peluche, señor. ─  Musitó Atem encarando al hombre, quien lo vio por el rabillo del ojo y siguió con su labor. ─ Aparte de ignorante, sordo.


El hombre paró de tocar, mientras miraba con recelo aquel muchachito insolente. ¿Quién se creía que era?


─ Escúchame mocoso, ¿tu crees que me importa tener ese peluche conmigo? ¡Por favor! en estos tiempos lo único que importa es el dinero.


─ Sí, eso veo. ─ Gruñó haciendo un puño con su mano libre.─  Veo que la gente ha perdido el significado de una buena obra de caridad.


─ ¿A qué te refieres?


Esta vez, habló con más tranquilidad. Ya que se había alterado por lo que dijo el tricolor.


─ ¿Usted en verdad cree que aquella gente le dio ese dinero por buena voluntad? no señor, sí hubiera sido del corazón, créame que le hubieran dando más que eso, más que unos simples centavos. ─ Sonrió con burla, retando aquel hombre con la mirada. Mientras la gente se les quedaba viendo.─  Aquella niña le dio, quizá no lo único que tenía, pero sí lo dio de corazón este peluche que tengo en mano para que se lo diese a alguien ¿y qué hace usted? ¡Lo tira! que poco espíritu navideño tiene.


─ ¿Y tu como sabes que lo dio de corazón? ¿Acaso eres un adivino? no eres más que un mocoso insolente que no sabe de la vida. ¡Ahora largo!


Amenazó señalándolo con el dedo, pero el no se inmutó. La gente que estaba a su alrededor murmuraba con asombro la actitud del chico.


¿Qué se cree ese chico?


Es un insolente.


Las personas siempre dan las cosas de caridad con el corazón.


Este muchacho seguro es un amargado.


Atem río en sus adentros por los comentarios de la muchedumbre hacía el, pero los ignoró.


─ Quizá no sea adivino, pero vi cuando le compraron aquel juguete a aquella niña. Pasé casualmente por la tienda, y vi con gran entusiasmo como sostenía dicho juguete con regocijo.


─ ¿Y eso qué?


─ Nada nace del corazón si no se da algo que a nosotros nos duela, y estoy casi seguro que aquella niña le dolió dar, posiblemente su regalo de Navidad. Pero, prefirió encargárselo a un tipo como usted para que se lo diera a alguien que nunca ha podido siquiera sentir la alegría de recibir un obsequio en Navidad, por ejemplo a un niño desamparado. ─ Explotó, Atem explotó de la ira. Del coraje, de ver tantas personas hipócritas en estas fechas.


De la nada, en el mes de Diciembre veía como la gente hacía obras de caridad a muchas personas de la calle, o siquiera a gente que ni lo necesitaba.


Siempre veía en la televisión programas donde se veía dar las obras de caridad, no le molestaba que dieran dinero, ropa, comida, o calzado a las personas que no pueden darse ese lujo.


Lo que le molestaba, era que aquella gente parecía que solamente hacía eso para sentirse alagados, que la gente que lo viese y los felicitará. Como que no les nacía del corazón hacer obras de caridad y lo hacían para sentirse importantes con la sociedad y recibir comentarios de su "gran obra de caridad"


Eso era lo que enfadaba a Atem, así como dicha pareja ¿En serio le habrá dolido dar aquellos centavos? a juzgar por su ropa, seguro y tenían más dinero en los bolsillos. Pero claro, la gente ya era muy tacaña hoy en día.


Quizá sí existía gente que hacía obras de buen corazón, pero esas personas no necesitaban aparecer en televisión y que todo el mundo los halague por dicha acción. Con sólo dar un pequeño detalle como aquella niña, hacía la diferencia.


El hombre quedó sin habla, no sabía que responderle a ese niño. ¡De pronto lo había callado! era una frustración enorme para él que un simple mocoso lo dejará en ridículo y a la vista de todos. Por primera vez en su vida, se sintió intimidado y un poco mal por lo que había hecho.


─ ¿Va responder? ¿O es qué todavía su insolencia no le permite hablar?


Negó con la cabeza tomando sus cosas, no sin antes querer tomar aquel peluche que la niña le había dado. La verdad sólo quería quedar bien con la gente y el muchacho, para luego irse y buscar otra calle donde pedir dulces.


No quería seguir escuchando a este tipo.


Atem quitó rápidamente su mano, viendo las intenciones que tenía aquel hombre.


─ Sí vas a tomar este peluche, siquiera hazlo de corazón para dárselo a un niño, no por que la gente te esta viendo y vea que estas haciendo una obra de caridad y luego lo vuelvas a botar ─ Inquirió con desprecio, apartándose del hombre y caminando hacía la multitud que de inmediato se hiso a un lado.


El ex faraón guardo el peluche en su bolsillo de su chaqueta, ya vería a quien podría dárselo.


Ahora tenía problemas ¡Muchos más grandes! es víspera de Navidad, y no tenía ni un obsequio para su querido aibou, hace 5 meses decidió permanecer a su lado y por obra de los dioses le fue concedido su deseo.


Era su recompensa por haber salvado al mundo dos veces seguidas.


La había pasado excelente durante estos cinco meses a lado de Yugi y sus amigos. Todos estaban felices por la estancia del faraón en su tiempo.


Pero más él, ya que por fin había podido declararle su amor por su querido aibou, estaba bastante feliz por aquel acontecimiento importante.


Más por Yugi que correspondió sus sentimientos por él. Y eso, lo hacía bastante feliz.


Exactamente hoy 24 cumplían cinco meses de ser una pareja, cada 24 de cada mes hacían una especie de aniversario y se daban un detallito.


Esta vez tenía que ser algo sumamente especial, por Navidad.


─ Por Ra, no sé que podría regalarle a Yugi. Tiene que ser, algo que le duré, se entretenga... pero sobre todo, algo que Yugi aprecie mucho. ¿Pero qué?


Como si fuese un grito al cielo, un pequeño ladrido alertó los pensamientos de Atem bajando la vista hasta toparse con un pequeño cachorro blanco, demasiado pequeño, juzgaba que tenía apenas un mes de nacido.


Se agachó hasta estar a la altura del pequeño cachorro, estaba un poco sucio. Sonrió y acarició la nuca de este, quien recibió una pequeña lamida. Se percató que estaba en una caja que decía Adóptame, no tengo hogar.


Algo en el, se estrujo. Tal vez no lo admitía seguido, pero era muy sensible con casos de animales. Le daba una enorme tristeza. Quizá sus dueños no podían hacerse cargo de él, pero no era necesario dejarlo aquí con este frío.


Río por las cosquillas que tenía.


─ ¿Te dejaron, cachorrito? ─ Nuevamente el pequeño ladrido del animal confirmó su pregunta.


Entonces una idea vino a su mente. ¿Y sí le obsequiaba este cachorrito a su aibou? ahora que recordaba, a Yugi le fascinan los cachorros, más si es un pequeñín como él.


Lo tomó en sus brazos envolviéndolo contra su pecho para que no tuviese frío ya que estaba temblando. Al poco rato, este se quedó dormido en sus brazos. Atem sonrió con ternura ¿Quién podría abandonar a un cachorrito tan hermoso como este? seguro a sus dueños les dolió dejarlos.


─ No te preocupes, estarás en buenas manos con mi Yugi, te lo aseguro.


Murmuró caminando rumbo a la casa-tienda de Yugi.


.


.


.


Mientras tanto, el tricolor de ojos amatistas se encontraba envolviendo el último regalo que tenía para un cliente. No era tan grande el regalo que la mujer había escogido, pero según ella no quería que su hijo se diese cuenta. Así que le pidió a Yugi que pusiese la carta del Mago Oscuro en la caja.


─ Gracias hijo, aquí tienes tu paga. ─ Contestó la señora, dejándole un par de billetes.─ Oh, y Feliz Navidad. ─ Dijo la señora antes de salir y hacer sonar la campanita que tenía en la puerta.


─ No hay de que señora ¡Feliz Navidad!


Respondió Yugi con una notoria felicidad, amaba estas épocas del año. Para el, era su preferida. Ya que la familia y los amigos se reunían en una sola noche para convivir con alegría.


Algo que le encantaba en este día a Yugi, era los regalos. Ya que él no solía comprarlos, él mismo los hacía con un cariño y amor increíble.


Y quería que su regalo de esta vez fuera especial, pues sería la primera Navidad para Atem. No debía cometer ni un sólo error, no quería una mala impresión de la Navidad para Atem.


Su deseo, era que esta Navidad fuese inolvidable para Atem. Ya tenía su regalo hecho, sólo faltaba entregárselo, no podía esperar más. Estaba ansioso de ver la cara de su amado faraón al ver dicho regalo.


─ Me pregunto ¿A dónde iría? dijo que no tardaba, que sólo iba a la casa de Jounochi-kun y venía. ─ Murmuró viendo la ahora, casi ocho y media. Los invitados no tardarían en llegar.


Fue hacía la puerta y colocó el letrero de cerrado.


─ ¡Yugi, ayúdame con la cena! ─ Gritó Sugoroku desde la cocina.


─ ¡Voy abuelito! ─ Respondió de la misma forma, quitándose el mandil que tenía y entrar, pero un sonido lo hiso detenerse.


─ Hey, Yugi ¡Feliz Navidad!


Entró emocionado Jounochi a la tienda, con los regalos encima cubriéndole gran parte de su cuerpo. El tricolor se mostró más confundido, miró a todos lados y ni señales de Atem.


─ Oye Jounochi-kun...


─ ¿Sí? ─ Preguntó caminando con dificultad hacía adentro de la casa.


─ ¿Atem no fue contigo a verte?


─ ¿Atem? no, no fue a mi casa ¿Por qué?


Yugi se sorprendió por la respuesta ¿Acaso Atem le mintió? ¿Dónde estaría?


─ No nada, sólo curiosidad.


El rubio no muy convencido de su respuesta entró a la casa y depositó los regalos junto al árbol de Navidad, luego su nariz se prendió como si fuese Rodolfo el reno al oler la rica comida que el abuelo cocinaba.


─ Eso huele delicioso.... ¡Ya quiero comer! ─ Exclamó a punto de correr hacía la cocina, pero el tricolor menor lo detuvo.


─ ¡Ah, ni lo sueñes Jounochi-kun! ─ Lo reprendió Yugi pellizcándole de su brazo, quien gritó en seguida por el dolor. ─ ¡El año pasado te comiste toda la comida antes que los invitados llegaran! ¿Lo recuerdas no? ¡Tuvimos que pedir 20 pizzas ese día!


─ Pero no tienes que pellizcarme. ─ Reprochó el rubio haciendo un puchero. ─ Al menos ese día Anzu pagó todo. ─ Murmuró recordando aquella vez que acabó con el bufet junto con Honda.


─ Para que aprendas, ahora estate quieto, ve un poco de televisión y espera a que los demás lleguen. Iré a ayudarle a mi abuelo.


Finalizó yéndose a la cocina, aún con la preocupación por Atem y su repentina mentira. El nunca le había mentido ¿Habrá tenido algún motivo en especial?


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─ Demonios, no puedo ir a la casa de Yugi con esta tormenta de nieve. ─ Musitó aferrándose más a su calor en su chaqueta, para que el cachorro no tuviese frío. Estaba seguro que estaba temblando tanto como el. ─ Tranquilo pequeño, te prometo llegar con bien.


Aseguró el mayor caminando con dificultad entre la tormenta.


Necesitaba que alguien lo llevase, pero ¿Quién? ¡No había nadie en las calles! parecía un pueblo fantasma con viento.


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─ Vaya, es una tormenta gigante de nieve. ─ Dijo Anzu mirando hacía la ventana un tanto preocupada. No era normal eso en Domino, usualmente caían copos de nieve con naturalidad. Pero no una ventisca. ─ Siento una enorme pena por las personas que viven en la calle.


Yugi posó su mano en el hombro de su mejor amiga, dándole ánimos.


Anzu sólo le dédico una sonrisa reconfortante. A pesar del enamoramiento que tenía por Yugi, pudo superarlo con un chico de su misma edad que también sentía pasión por el baile como ella. Desde ese


instante hubo un click entre ellos y eso hizo que olvidara su amor por Yugi, además que estaba sumamente feliz y segura de que Atem sería buena pareja y compañía para él, ellos dos se entendían como nadie en el mundo.


─ No te preocupes Anzu, estoy seguro que habrá gente con corazón y les dará asilo esta noche. ─ Sonrió Yugi con ternura, Anzu no estaba segura de ello, pero se tranquilizo resposando su cabeza en hombro de su pareja. Tuvo la amabilidad de invitarlo a la casa de su mejor amigo, claro que no le molestaba.


─ Sí Anzu, como dijo Yugi todo estará bien sólo tranqulizate y no te preocupes ¿esta bien? ─ El chico, quien poseía un cabello negro totalmente oscuro y un poco largo, con ojos de color azul marino. Llamado Dominique, un Londinese bastante apuesto.


Y que para suerte de Anzu sabía hablar Japonés.


─ Esta bien. ─ Asintió la castaña cerrando los ojos.


Jounochi por su parte estaba en la televisión jugando video juegos con Honda, uno de carreras. Este llevaba la adelantera y se lo restregaba en la cara a Jounochi.


Hasta que la hermana menor del rubio se hizo presente ofreciendoles galletas que ella misma trajo preparadas.


─ Jounochi, Honda-kun ¿Gustan comer galletas? ─ Ofreció el plato, ambos se paralizaron por el riquisímo olor de las galletas; chocholate. Fue lo primero que olió Honda. No dudo un segundo en acercarse y tomar una. Grave error, pues Jounochi aprovechó para hacer su jugada y ganarle.


─ ¡Já, en tu cora Honda! ¡Te gané! Shizuka, gracias me salvaste.


Honda al darse cuenta de su error soltó la galleta tomando a su amigo del cuello de la camisa.


─ ¡Jounochi eres un bastardo mentiroso!


─ ¡¿Un que maldito?!


─ ¡Chicos, no inicien una pelea en Navidad!


Intervino Yugi saliendo de la cocina molesto, al instante ellos dos pararon. Ya casi todos estaban aquí.


─ Ya sabes como son tus amigos, enano. De molestos e insolentes en un día así. ─ Musitó Bakura en una esquina de la sala, sí también Bakura y Malik habían tenido otra oportunidad en el mundo de los vivos, con la condición de arrepentirse de sus errores.


─ ¡Bakura! ─ Ryu lo reprendió jalándolo de la oreja. Este se quejó.─ ¡Comportate una vez en tu vida, Kura!


─ Oye, no es mi culpa que no me agraden estas festividades.─ Refunfuño cruzandose de brazos, Ryu soltó su oreja y le sonrió amplio.


─ ¿Podrías intentarlo aunque sea por mi?


─ ¡No empieces Ryu!


─ Ay por favor, no cuesta nada portarse bien una vez. O Santa no te traerá obsequios.


─ Me importa una mierda ese panzón rojo, por mi que me traiga carbón. ─ Un pellizco fue a dar en su brazo.─ ¡Ryu!


─ Es imposible contigo.


Yugi ignoró dicho espectacúlo y se fue rumbo a la ventana, la tormenta cada vez estaba peor. Y aún faltaba Atem y los hermanos Kaiba por llegar. No podían iniciar sin ellos la comida, y si no lo hacían pronto capaz que Jounochi y Honda terminan con el festín.


─ Aparece Atem, por favor. ─ Murmuró contra la ventana.


Una mano dio con el hombro de Yugi, este se giro.


─ Oye, no creo que Atem tarde en llegar es su primera Navidad a fin de cuentas. ─ Le aseguró Marik sonriéndole a su amigo, este asintió un poco convencido y relajado.─ Seguro ya no tarda en venir, te apuesto a que viene por la esquina.


─ Marik, si no estas seguro de lo que dices mejor ni hables.─ Gruñó Malik cruzando la pierna derecha y apoyando su mandíbula en su mano.─ No les falsas ilusiones a Yugi, seguro ese estúpido faraón se lo tragó la tormenta.


─ ¡¿Qué?!


Un golpe paró en la cabeza de Malik, quien se sostuvo la cabeza quejandose.


─ Marik ¿Quieres volver al reino de las sombras?


─ ¡No, todo menos eso!


─ ¡Compórtate entonces!


─ En serio, a veces las peleas nunca acaban en esta casa.─ Comentó Mai junto con Valon, Alister y Raphael.─ Por cierto, Feliz Navidad Yugi.


─ Mai, Valon, Alister, Raphael.─ Sonrió Yugi acercándose.─ Me alegra que vinieran, gracias.


─ A ti por la invitacion pequeño. ─ Respondió Valon sonriéndole yéndose a sentar junto con los demás, Alister y Raphael lo siguieron saludandose con los demás. Mai suspiró un poco entristecida, cosa que el tricolor notó.


─ ¿Sucede Algo?


─ ¿Crees que Jounochi me quiera cerca suyo? le hice mucho daño y... es con la única persona a la cual no me he disculpado.


─ Estoy seguro que él te perdonó, son buenos amigos a fin de cuentas ¿No?


─ Eso creo.─ Sonrió la rubia nerviosa.─ Iré hablarle.─ Camino dispuesta hacía Jounochi, pero se detuvo para mirar a Yugi.─ Ah, y no te preocupes por Atem, algo me dice que no vendrá solo.


Yugi quería preguntarle por qué, pero ya estaba hablando con Jounochi. Sonrió orgulloso, no cabía duda que en estas fechas todos encontraban la felicidad o hacían las pases olvidando el pasado.


.


.


.


Atem ya estaba por llegar, sólo faltan 10 cuadras.


Sí, aún faltaba demasiado para llegar, pero su salvación fue que una limosina se estacionó al frente de este, Atem frunció el ceño. Conocía dicha limosina.


De ella salió Mokuba, quien estaba muy abrigado, al verlo a el y al cachorro lo miró preocupado.


─ Entra Atem, te llevamos a casa de Yugi, iremos allá para la cena de Navidad.


─ Gracias Mokuba. ─ Sonrió agradecido entrando a la limosina, no sin antes sacudirse afuera y no ensuciar adentro. Seto al verlo, frunció el ceño y miró a su hermano.


─ Pudiste haberlo dejado en la tormenta, así podría morirse Mokuba.


─ ¡Hermano!


─ Feliz Navidad para ti Kaiba.─ Contestó sarcástico.


─ Encima traes un asqueroso perro, perfecto. ─ Respondió ignorando su comentario mirando hacía el animal peludo que tenía su rival entre manos.─ Mínomo bañalo.


─ ¡Oh sí! como estaba en medio de la tormenta y me equipaje para bañar perros callejeros todo el tiempo, no sí tendría tiempo para darle un buen baño.


El CEO puso sus ojos en blanco mirando hacía la ventana.


─ Aquí tenemos un pequeño baño, bueno no es especifícamente un baño... pero podemos bañarlo y quitarle la mugre que tiene.─ Sugirió Mokuba con entusiasmo.


Atem asintió y ambos empezaron a bañar al pequeño cachorro, quien parecía divertirse con el agua y las burbujas que había. Causándole risas a Mokua y Atem ¡Incluso a Seto!


Podía notar una pequeña sonrisa en los labios de este.


 


Ya moría de entusiasmo por ir con Yugi y darle su obsequio de Navidad, y más porque vería a todos reunidos en una sola noche. Quizá Yugi si tenía razón, la Navidad era algo hermoso para compartir con todos tus seres queridos y reconciliarte con los mismos.


.


.


.


Yugi ya estaba al borde de la desesperación, Atem no venía y ya casi eran las diez de la noche para cenar y todos estaban desesperados y hambrientos igual.


Hasta que el sonido de la puerta hizo que volteara, viendo así a los hermanos Kaiba entrar con muchos pero MUCHOS regalos en mano, le fue inevitable para Yugi ver aquellos obsequios con nerviosísmo.


Saludó a los dos hermanos para luego dirigirse a Atem, pero fue interrumpido por los gritos de Honda y Jounochi.


─ ¡Al fin llegó Atem, a comer todos!


Todos hicieron caso omiso sentandose en las sillas de la mesa, preparados para comer. El abuelo empezó a repartir la cena, con la ayuda de Anzu y Dominique. Jounochi y Hondacomenzaron a comer como locos atragatándose, todos rieron por eso.


Seto detuvo los atragantos de su pareja para luego tomarlo de la mejilla y besarlo.


─  Feliz Navidad, cachorro. ─  El rubio se sonrojó inevitablemente.


─ A-aquí no S-seto. ─  Murmuró apenado, pero sonrió besando su mejilla.─  Te quiero, Feliz Navidad.


─ ¿Entonces sales con Valon? ─ Murmuró Anzu hacía Mai, quien asintió con una sonrisa.─  ¡Increíble!


─ Valon es la mejor coincidencia que pude tener.─  Miró a Valon quien le sonrió con ternura tomándola de la mano.


─ Lo mismo digo de ti, Mai. ─  Sonrió depositando un casto beso en sus labios.


Yugi miró con una sonrisa Atem, posando sus manos detrás tomando el pequeño paquete que estaba cerca de un mueble.


─ Amm Yugi, primero que nada... Feliz Navidad. ─Sonnrió nervioso Atem, con el cachorro atras de sus manos rogándole a Ra que no ladrara.


─ Feliz Navidad, Atem. ─ Le devolvió la sonrisa, sacando por fin su regalo, pero antes... un ladrido lo alarmó en seguida.─ ¿Atem..?


El ex faraón suspiró resignado, mostrándole al cachorro que al instante los ojos amatistas de Yugi brillaron con intensidad, estaba ¡Maravillado con ese pequeño perrito!


─ El perrito, lo encontré en la calle... no podía dejarlo ahí y que muriera de frío así que decidí dartelo a ti aibou, como te gustan los perros pensé... ─ Fue silenciado por el beso en la mejilla de Yugi.


─ Gracias por el obsequio Atem, me encanta este perrito, y bueno... yo te doy un álbum de fotos, con todos nuestros recuerdos de estos cinco meses. ─ Sonrió a más no poder entregándole


dicho regalo, sosteniendo al cachorro quien le dio muchas lamidas en su cara causándole risas.─ Feliz Aniversario Atem.


─ Feliz Aniversario, Yugi.─ Nuevamente lo miró con aquellos ojos de amor puro hacía su aibou, abrió dicho álbum observando las fotos que se habían tomado en cada momento que podían.


No podía estar más enamorado de ninguna otra persona que de él, lo amaba con todo su ser.


De pronto, un muerdago apareció entre los dos por arte de magia, se sonrieron complices adivinando sus pensamientos. Ambos se besaron con ternura sin soltar sus regalos, mientras eran el espectacúlo de todos, quienes los veían con ternura. Esto era increíble, reunidos en una sola noche.


Bakura río complice con Malik quienes chocharon sus manos, habían planeado todo esto. Aunque tuviesen un poco de magia, no hacía mal ayudarle a su rival con su pareja.


─ Te amo, Yugi.


─ Y yo te amo a ti, mi faraón.


La primera Navidad de Atem y había sido todo un éxito. Se había dado cuenta de algo importante, los regalos no eran lo más importante en estas fechas. O la comida, si no pasarla en grande con aquellos seres queridos que dejaron huella en nuestra vida y disfrutarla al máximo con ellas cada segundo de nuestra vida.


 

Notas finales:

Yo: ¡Eso es todo amigos! espero les haya gustado este fic por Navidad que hice, ojalá hayan sentido el sentimiento y significado que le puse a este fic Dx


Atem: También para desearles una muy feliz Navidad.


Yugi: De parte de todo el elenco de Yu-Gi-Oh! :D


Atem: Esperamos que se la pasen genial este día y mañana. :)


Yo: Bueno ¡Nos leemos! Y tengan una muy buena ¡Feliz Navidad!


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