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Sábado intenso para Marian. por Dark Bit

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Notas del capitulo:

Saludos, mis guapas, geniales y perversamente adorables lectoras. Las saluda Dark Bit después de tanto tiempo. Ojalá me hayan extrañado aunque sea un poquito. -3-

Les dejo este humilde regalo de navidad de mi parte. Un nuevo oneshot que espero que de verdad les guste muchisimo.

Feliz navidad. ^-^ ♥♥♥♥

     Esa bella tortura y bendición matutina. Aquella canción que tanto le recordaba a ella sonando para despertarla como todas las mañanas.

     Hizo todo el esfuerzo que pudo para moverse debajo de las frazadas. Aquello que apenas al despertar era una tarea tan difícil, al punto en que ese lecho parecía cobrar vida propia y querer forzarla a quedarse allí. Pensamiento que por momentos le hacía pensar la grandísima tontería de que ojalá su cama no cobrara vida propia, le salieran tentáculos y le terminara sucediendo una situación cliché de animé hentai. Algo que por momentos la hacía sonreir como una tonta en esos primeros minutos del día.

     Finalmente su mano alcanzó su celular, el cual estaba en la mesa ubicada junto a la cabecera de su cama, para ponerle fin a esa canción-alarma de despertador.

     No era lo único que haría con ese aparato. Para nada. Seguiría con su segunda rutina matutina. Su tarea como de vigilante. Revisar su whatsapp, revisar el muro de facebook de esa chica. Todo medio o red donde estuviese en contacto con ella. Un comportamiento que muchos considerarían el típico “stalking”. Pero no lo hacía porque estuviera obsesionada o algo parecido. Lo que la motivaba era su sincera preocupación. Porque otra vez estaba haciendo de las suyas.

     Su dolor de cabezas diario tenía nombre y era Maybelline. Llamada May por conocidos y amigos. La chica “cabeza de piedra”, como ella solía llamarla en sus pensamientos, que ya llevaba años en una relación enfermiza con el mismo idiota. El cual no hacía más que jugar con ella y tenerla en la cama hasta que se aburría e iba por otras.

     Siempre el mismo proceso. Empezaba a ser muy grosero con ella, le era infiel, terminaban, luego él regresaba con sus lágrimas de cocodrilo a decirle que la amaba y que entendía cuanto valía ella para él y que no lo volvería a hacer, y ella lo perdonaba. Y así ad infinitum.

    En ese momento estaban en lo que ella llamaba “el tiempo antes de la ruptura”. Esos días, semanas, meses que pasaban hasta que terminaban una vez más.

    Marian era capaz de aceptar que ella misma en parte también formaba parte de esa relación enfermiza. Porque cada vez que terminaban ella estaba ahí para consolar a su amiga y decirle que debía dejarlo de una maldita vez y ese gran discurso sobre que debía buscar a alguien que la amara de verdad y todo eso.

     Luego de esa revisión matutina no encontró alguna señal de alarma. Solo las típicas y estúpidas publicaciones cursis que ella hacía cuando estaba con él de nuevo con corazones, caritas sonrientes y todas esas estupideces.

     Marian no podía creer como podía amar tanto a una chica que por momentos le resultaba la mujer más estúpida del mundo.

     -Tú y yo para siempre-leyó en voz baja una de esas tantas actualizaciones de estado-. Ay, niña. Cuando publicaste eso él quizá ya estaba teniendo sexo con tu prima, tu vecina, alguna de tus amigas, o alguna extraterrestre. Y la única razón por la que no se acuesta conmigo es que aun si fuera hetero no tendría sexo con un perdedor así ni aunque fuéramos las últimas personas de la Tierra.

     Marian deseaba por fin librarse de ello. De ese amor que sentía por esa mujer que había conocido 6 años atrás. No era más que una molestia para ella ese sentimiento. Un obstáculo para poder seguir su vida. Porque su corazón lo soñaba todo junto a ella, pero sabía que todo eso nunca sería realidad sin importar lo que hiciera.

     Esas primeras miradas que le dedicó la atraparon. El encanto de esa May de quince años.

Aquellos días en que solo era la hermana menor de una amiga y no el amor de su vida.

     Deseaba tanto poder hacerlo un día. Cuando llegara llorando porque se había peleado con su novio simplemente poder decirle que se arreglara como pudiera, que ya estaba cansada de esa situación y decirle siempre lo mismo.

     Quizá eso ayudara. Ser dura y fría por una vez, pero... Realmente no era capaz de hacer eso. Y nunca lo sería.

     Se retiró de ese refugio contra el frío pensando en dejar esos pensamientos de lado. Al estar vestida solo con unos pantalones cortos y esa camiseta musculosa el frío la ayudó un poco a sentirse más despierta. Incluso si la temperatura era de 0 grados ella dormía así. A menos que estuviese acompañada. En esos días prefería dormir desnuda y sintiendo el calor de otro cuerpo femenino.

     Se sentó a un lado de su cama, y miró hacia la ventana de su habitación. Pensando en lo que le esperaba para aquel día.

     Por fortuna para ella era un día sábado. Porque de haber sido un día de semana tendría que haber hecho todo en la mitad del tiempo e ir preparándose para ir a su trabajo.

     Ese sería un día perfecto. Solo para ella y su pareja. Aún no podía permitirse apagar su celular, pero en el momento que estuviese en ese punto de encuentro habitual y viera esa bella cara sonriente lo primero que haría sería apagarlo y mandar al diablo el resto del mundo.

     Ya tenía preparada desde la noche anterior la ropa que usaría para salir, por lo cual solo le quedaba desayunar, ducharse, vestirse y partir a su encuentro.

     Se abrigó un poco antes de salir de su cuarto para ir prepararse su desayuno.

     En cuanto terminó de preparar sus omelettes de jamon y queso y se sentó en su mesa escuchó la canción acompañada de los movimientos de su celular cuando vibraba.

     -Maldición.

     Rogó que no fuera ese mensaje que esperaba que llegara en cualquier momento. Al leerlo descubrió que era solo uno de sus mensajes de “buenos días” que le ocurría enviarle alguna vez cuando recordaba que ella existía.

     Esa era otra costumbre de ella que le disgustaba mucho.

     Marian se esforzaba por ser alguien con quien siempre se pudiera contar. En cambio, May comúnmente en los días, semanas o meses que estuviera en pareja existía solo en raros momentos a causa de alguna ruptura dimensional o algún otro fenómeno que nadie podría explicar.

     Le respondió fríamente. “Buenos días”. Nada más. En esa corta conversación por whatsapp supo que ella también tenía planes de salir con su pareja. Luego de eso no le respondió más. Realmente se sentía con muy pocas ganas de hablar con ella. Menos luego de saber algo así.

     Celos ardiendo en su pecho de solo pensar que él tomaba sus manos, la besaba, fingía amarla solo con el fin de entretenerse un rato con ella. De seguir teniéndola como su juguete.

     Realmente sentía su pecho ardiendo al punto en que esperaba que lo que comía no llegara hecho cenizas a su estomago y le causara una indigestión.

     Terminó de comer, limpió y fue al baño llevando una toalla.

     Luego de desvestirse estuvo unos momentos mirándose en el espejo, el cual era lo suficientemente grande como para que ella pudiera verse a sí misma de pies a cabeza. Ese comportamiento suyo un tanto narcisista.

     Realmente le agradaba mucho el cuerpo que sus genes habían formado con los datos que tenían. Lo único que le molestaba un poco en ocasiones eran sus pechos. Algo grandes y que llamaban atención indeseada. O en otras palabras, que llamaban la atención de algunos hombres bastante repulsivos.

     Mordió sus labios dándose un último vistazo.

     -Esto es todo para ti, mi linda Brittany-pensó, anhelando que esa noche su pareja estuviese de humor para acompañarla a su casa y lo pasaran bien juntas.

     Abandonó su lugar frente al espejo para ducharse.

     Tarea a la que siempre dedicaba un buen rato mientras cantaba la canción que tuviera en la cabeza en ese momento.

     Cuando terminó con eso se vistió, pero aun no con la ropa que usaría para salir. Ya que solo eran las 9:47 y su encuentro con su novia sería al mediodía.

     Decidió pasar algo de tiempo jugando con su pc. Le agradaban mucho esos juegos de armar rompecabezas, sudoku, mahjong. De esos juegos que a otros le resultaban muy aburridos.

     Había pensando también en la posibilidad de dormir un poco más, pero temía pasarse de la raya, despertar a las 15 horas y terminar dejando plantada (y muy enfadada a Brittany). No quería terminar arruinando 4 meses de perfecto comportamiento con su chica.

     -Ya es hora-dijo al ver la hora en el reloj de su pc.

     Fue de inmediato a cambiarse.

     Marian no tenía gusto por el color rosa y la ropa muy llamativa. Aunque tampoco iba a lo opuesto. No era de esas mujeres con una forma de vestir algo masculina. Se vestía de forma femenina, pero prefería colores sobrios para su vestimenta.

     Ni bien terminó de vestirse sonó su celular. Un mensaje de Brittany avisándole que ya partía de su casa para encontrarse con ella.

     Le respondió que ella también saldría en unos minutos.

     Marian salió de su casa con May fuera de sus pensamientos al menos por aquel momento. Y sintiendo el gran entusiasmo por el buen día que tenía por delante.

      El problema era que May podía estar fuera de sus pensamientos. En ocasiones hasta días enteros. Pero nunca estaba fuera de su corazón y ese era el principal problema.

      El lugar estaba cerca y podía llegar allí caminando. Al contrario de su amada que debía tomar un autobús para llegar.

      Pasando por su vecindario saludo a una vecina con la cual conversaba en ocasiones. La mujer estaba barriendo el patio de su casa en esos momentos.

      Marian se sentía muy cómoda conversando con ella. Incluso en ocasiones había salido con algunas chicas que ella le había presentado. Le agradaba saber que no todas las personas mayores eran gente aferrada a principios viejos y muertos que trataban a alguien homosexual como a alguna clase de bicho.

      Fue acercándose cada vez más a aquel lugar. La fuente que estaba en mitad de un parque del centro de su ciudad.

      Como quería sorprenderla fue rodeándola para que no la viera llegar y poder sorprenderla por detrás.

      Alli estaba Brittany mirando a lo lejos. Esperando verla llegar. Llevaba una chaqueta de color rojo oscuro que dejaba a la vista un cálido suéter de lana, una de esas faldas que no eran muy cortas, pero que hacían que Marian se preguntara si no le importaba sentir el frio. Llevaba unas botas y en su cabeza una boina negra.

      Si Marian tenía que ser completamente sincera, diría que ese tipo de gorros le parecían horribles por algún motivo. Pero mientras Brittany fuera quien lo usara era perfecto.

      Amaba acariciar ese cabello de color castaño oscuro que cubría sus hombros y parte de su espalda. En ocasiones se preguntaba si ella podría verse tan bella si algún día dejaba crecer su cabello.

      Sacudió su cabeza levemente para volver a la realidad y salir de esa hipnosis causada por la belleza de aquella chica. Se le acercó y le dio una palmada en el trasero que causó que la chica, quien era más baja que ella por cierto, le diera un codazo directamente en el abdomen.

     -¡Auch!-se quejó Marian mientras se inclinaba un poco por el dolor.

     Brittany quedo muy sorprendida y arrepentida de haber actuado así al verla.

     -¡Lo siento! Es que pensé que eras algún pervertido-explicó la chica.

     -E-e-está bien, Brit-dijo aun masajeando la zona que recibió el golpe-. Si quieres hacerme sentir mejor sabes que hacer.

      Le señaló sus labios mientras la miraba de forma un tanto provocativa.

      Brittany se sonrojó levemente y aceptó su petición.

      -Pero ponte a mi alcance primero. Sino no llego.

      -Como digas.

      Se inclinó un poco para que pudiera alcanzarla y se besaron.

      Pasaron un momento conversando en ese mismo lugar. Y mientras lo hacía Marian no se privaba de robarle más besos. Aunque no tan profundos y apasionados como el primero de aquel día.

      -Mary, ya basta.

     Su nombre en realidad era Marian, pero algunas personas le decían Mary. Y a ella no le molestaba.

     Brittany se sentía algo avergonzada cuando hacia eso en público.

     Marian notó que mientras hablaban una mujer las miraba con mala cara.

     -Lo siento, amor. Perdóname un segundo, ¿sí?

     -¿Pero qué…?

     Marian hizo una seña ofensiva en dirección a esa mujer levantando el dedo medio de su mano derecha.

     -Púdrete, homofóbica.

     -¡Mary! ¡No hagas eso! ¡Ya vámonos de aquí!

     Brittany la tomó de la mano y prácticamente la sacó de allí arrastrándola para que no siguiera buscándole pelea a esa desconocida. Sentía su rostro ardiendo al rojo vivo de vergüenza por como llamaban la atención.

     Marian se reía luego de aquel incomodo momento para su chica.

     -Estás loca-afirmó la más pequeña una vez que estuvieron lejos de allí.

     -Loca por ti-confirmó sonriendo Marian.

     Quitando lo del codazo y la mujer que las había mirado mal, la cita fue un momento muy agradable para ambas. Unas horas en las que dejaron todo de lado para dedicarse la una a la otra.

     Pero desgraciadamente ese encuentro no terminaría igual que los otros que habían tenido durante esos últimos cuatro meses. Debido a la decisión que había tomado una de ellas dos, la cual era algo dolorosa. Pero sabía que a la larga era lo mejor para ambas.

     Luego de pasear juntas toda aquella tarde entraron a una confitería. Y ambas pidieron un trozo de lemon pie para comer. El postre favorito de ambas.

     A Marian le pareció extraño que Brittany se quedara callada un largo rato.

     -¿Te encuentras bien?-cuestionó con curiosidad.

     -Sí, pero sucede que…

     -No te deprimas. Te compro otra porción.

     Brittany sonrió.

     -No. No es eso. No me hagas reír cuando quiero ponerme seria.

     -¿Seria por qué?

     Marian la vio mirando hacia un lado y otro como esperando encontrar las palabras adecuadas para decir algo. Y algo que muy probablemente no le gustaría, lo cual causó que se pusiera algo nerviosa y su corazón aumentara su ritmo.

     -Mary, odio arruinar este buen momento que pasamos juntas hoy-empezó a hablar mirándola a los ojos-. Pero esto es algo de lo que necesito hablarte en persona. Si te lo hubiese dicho por un chat te haría pensar que soy una cobarde. Y en persona podrás notar la sinceridad en mis palabras

     Marian cerró sus ojos un momento mientras negaba con su cabeza.

     -¿De qué hablas? Solo sé directa, Brit. –Se notaba su nerviosismo en alza-. Di lo que quieras decir. O mejor déjame preguntártelo directamente. ¿Es que quieres terminar conmigo?

     -Sí. Pero…

     -Oye. Si puedo hacer algo. Lo que sea para que lo pienses mejor, yo…

     Brittany apoyó su mano sobre la mesa. Le hizo una seña.

     -Toma mi mano y escúchame. Por favor no digas nada hasta que termine, ¿sí?

     Marian tomó su mano y respiro profundamente. En ese momento sinceramente estaba centrando todo su esfuerzo en no llorar y que ese fuera una situación sumamente incomoda para ambas.

     -Tú me gustas, Mary. Creo que nunca lo he pasado tan bien con alguien más y si seguimos te digo que hasta me podría enamorar perdidamente de ti. Estoy dispuesta a enamorarme y tener una relación estable y duradera contigo. Eres una muy buena mujer. Pero siento que hay algo en ti. Algo que aun conservas y por lo cual siento que no me abres tu corazón tanto como yo lo hago contigo. Y te haces una idea de a qué me refiero. ¿No es así?

     -Sí-respondió sinceramente-, pero te he dicho… Soy una adulta, Brit. No una niña caprichosa. Sé distinguir cuando algo nunca podrá ser. De verdad quiero…

     -Sé que quieres, pero hay una parte de ti que aún alberga una mínima esperanza de que sí. Es inevitable. Sé que ella siempre tendrá un lugar en tu corazón porque es tu primer amor. Cuando se ama de verdad una mínima parte del corazón sigue amando a esa persona por siempre y eso lo puedo aceptar. Pero necesito que la voluntad tanto de tu corazón como de tu razón sean estar a mi lado. Que la persona que mas ames en el mundo pueda ser yo. Siento que ahora mismo no puedes ofrecerme eso.

     Marian no perdía contacto visual con ella. Pero estaba muy tensa y no encontraba nada bueno que decir. Porque al final sabía que lo que ella decía no era más que la pura verdad. No había ni una pizca de equivocación.

     -Siento herirte así, pero…

     -No, lo entiendo-la interrumpió-. Tienes un buen argumento para querer terminar conmigo y no puedo negarlo. Tienes toda la razón. Lo admito.

     Se impuso un incomodo silencio.

     Al salir de allí Marian insistió en acompañarla a la parada del autobús. Aunque hubiesen terminado hacía unos minutos no significaba que dejara de preocuparse por ella. No quería dejarla andando por allí sola y de noche si ella podía acompañarla.

     A ambas les dolió mucho ese frío adiós sin besos, sin abrazo, sin calidez.

     Cuando Marian se iba alejando de allí no resistió más. Cerró sus ojos y apretó un poco sus dientes. Como odiando no poder contener más aquellas lágrimas.

     -¡Brittany!-le gritó e inmediatamente volteó para verla.

     -¿Si? Dime.

     Sollozo y pasó una mano por sus húmedas mejillas.

     -Si yo...

     Se interrumpió. Para luego hablar con voz firme.

     -Si yo puedo prometerte un día que de verdad ella está fuera de mis pensamientos y mi corazón, ¿me darías una oportunidad? Digo… Si para entonces aún estás disponible.

     -Sí, te lo prometo-respondió con una sonrisa-. Con gusto te daría una oportunidad, Mary.

     Se dio media vuelta y se alejó de allí al tiempo que un autobús llegaba para llevar a Brittany y a otras personas que habían estado esperándolo.

    Marian pensó en ese momento que le hubiese gustado contar con algún medio de transporte para llegar a su casa de inmediato y poder llorar tranquila y a solas, lo cual finalmente no sería necesario.

    Al llegar a su casa ya no estaba llorando. Aunque aun se notaban el color en sus ojos causado por el llanto.

    Se cambió de ropa y encendió su celular. Ninguna novedad. Algunas tonterías en las que la habían etiquetado en facebook para las cuales no tenía el humor adecuado para responder, ningún mensaje que atender. Nada de nada.

    Permaneció un tiempo en su cama. Deseando dormir un rato, pero desechó la idea porque sabía que se acercaba su hora de cenar. No quería dormir hasta el día siguiente y saltearse la cena. Por muy triste que estuviera por lo que había sucedido tenía en cuenta que su salud y alimentación estaban primero.

    -Este día terminó horriblemente-se dijo a si misma mas tarde, cuando terminó de cenar y limpió el plato que usó.

     Se sintió aliviada porque en ese momento por fin podía permitírselo. Apagar las luces, estar bajo sus frazadas y dejarse atrapar por el mundo de los sueños.

     Su celular sonó una vez más. Lo cual en ese momento y con su estado de ánimo le resultó sumamente irritante. Y más cuando lo tomó para fijarse quien llamaba.

     En la pantalla el claro mensaje. “Maybelline. Llamando…”

     -Es algo tarde-pensó-. Tranquilamente podría estar dormida.

     Se decía a sí misma la excusa que daría si luego le preguntaba por qué no la atendió.

     Pero no. Ella estaba primero. Siempre estaba primero. Atendió la llamada.

     -Buenas noches, May. Estoy a punto de irme a dormir. Así que, sea cual sea el asunto, habla rápido.

     -Mary, necesito hablar contigo.

     -Estamos hablando-replicó de mala gana Marian-. Habla.

     -A lo que me refiero es a si puedo ir a tu casa.

     Marian suspiró y cubrió su rostro un momento con su mano libre.

     -Amiga, en serio-respondió de mala gana-. No he tenido un buen día y estoy hasta el cuello con lo mío. Estoy realmente jodida. Así que lo que sea tendrá que esperar a mañana u otro momento. Yo no…

     -Por favor, Marian. –Se quedó en silencio un momento antes de continuar-. Te necesito.

     -May…

     -Te necesito-repitió con un tono de voz que bastó para que su amiga supiera que estaba mal. Aunque no estuviese llorando.

     Marian apartó el celular de su cabeza.

      -Maldita seas.

      Pero no se dirigía a Maybelline esa maldición. Sino a ella misma por lo que iba a hacer a continuación.

     Acerco el celular a su cabeza otra vez.

     -Ven. Pero si vienes a esta hora ve pensando en quedarte a dormir. No te dejaré salir de aquí si es muy tarde. No te preocupes. El sofá es cómodo.

     Poco después terminó la llamada. Solo le quedaba esperar a que ella llegara y vivir lo de siempre. Otra vez lloriqueando por la razón de turno por la que hubiese terminado con ese idiota. Y soportar sus tonterías hasta que volviera con él otra vez.

     En ese momento no tenía muy claro si se odiaba más a si misma o a ella por no poder tener una relación amorosa sana con algún buen hombre de una maldita vez.

     Otra vez le abrió su puerta. Otra vez se mostró lo más comprensiva y amable que su ánimo le permitía en esos momentos. Una vez más la abrazó fuerte. De nuevo fue toda oídos para ella.

     Le sirvió una leche chocolatada caliente.

     Se esperaba algo similar a la de anteriores ocasiones, pero descubrió con mucho disgusto que el idiota había decidido romper su record aquel día.

     May y él habían tenido una cita tal y como lo habían planeado. El problema fue que ella se había olvidado su celular en la casa de él y había ido a buscarlo. Lo había visto con una actitud sospechosa cuando la dejó entrar para buscarlo. Finalmente descubrió que estaba allí otra mujer desnuda en su cama. Una de sus amantes ocasionales. Eso explicaba que la ropa que él tenía puesta estuviese algo desacomodada. Se había vestido a las apuradas para salir del cuarto.

     Marian podía recrear la escena en su mente perfectamente y hasta podía llegar a ganarse un premio Oscar por directora de escenas recreadas mentalmente.

     May apartó su mirada de su taza y miró a su amiga. Sus ojos ocasionalmente se perdían entre esa cortina que formaba su flequillo, el cual tenía por costumbre dejar crecer mucho y lo recortaba cada tanto para que no terminara obstruyendo su vista por completo.

     -¿Y tú qué tal estás, Mary? No pareces muy…

     ¿Lo había notado? ¿Por qué no había empezado una vez más con su discurso de siempre? Sobre que debía dejar a ese estúpido de una vez y buscar alguien con quien pudiera tener una buena relación que le hiciera bien, abandonando ese estúpido círculo vicioso.

     Quizá le hubiese abierto su puerta y la había escuchado, pero no tenía ganas de empezar con eso otra vez. Ese era su límite al menos por esa noche.

     -Lo sé-la interrumpió Marian-. Recuerdas que te hablé sobre Brittany, ¿no?

     Afirmó con la cabeza como respuesta y bebió lo que quedaba de su leche chocolatada. Puso mala cara por ese gusto excesivamente dulce que tenía en ocasiones lo que quedaba en el fondo de la taza.

     -Bueno… Terminó conmigo-reveló.

     -¿Qué pasó? Si me dijiste que se llevaban muy bien y todo eso. ¡Qué pena!

     Marian hizo un ademán de negación con sus manos.

     -De verdad. Eso… Eso prefiero… Prefiero reservarme los detalles si no te importa.

     -Como prefieras.

     Marian tomó un vaso y se sirvió un poco de agua. Sacó una de las botellas con agua que siempre tenía en la nevera. Bebió de un trago todo el contenido y dejo salir ese suspiró de satisfacción al beber algo fresco. Esa sensación que aun en las noches más frías el cuerpo no dejaba de sentir. Siempre aceptaba con gusto algo frío.

     -Espero que en algún momento la vida se decida a dejar de patearnos el trasero-le dijo mientras le daba la espalda-. O que al menos haga otra cosa con nuestros traseros. Dicen que duele un poco, pero…

      Se sonrió por un momento, pero pensó que quizá no era el mejor momento para un chiste así.

      -Solo hasta que se dilate bien-continuó May con el rumbo de las palabras de su amiga-. Dicen que luego de que te acostumbras no es tan malo.

      En ese momento Marian la miró por encima de su hombro sorprendida por sus palabras. Un encuentro de miradas en el que ambas se sonrieron para pocos después empezar a reírse a carcajadas, lo cual duró varios minutos.

      -Ya es algo tarde, May. Ya me está dando mucho sueño. Te traeré unas frazadas y te acomodas en el sofá, ¿sí? Estarás cómoda y tendrás el televisor todo para ti si no puedes dormirte.

      -¿Y servicio al cuarto?

      -¡Estas en mi casa! No en un hotel.

      Antes de irse a dormir se aseguró de que estuviese cómoda.

      Sintió tanta ternura, tanto amor al verla allí acostada bajo esas frazadas. Como una niña pequeña a la que estaba protegiendo para que esa noche no pasara frío. Le resultaba tan adorable. Tanto que no se privó de darle un beso en la mejilla.

      -¡Que amor eres, Mary!-exclamó enternecida por ese gesto-. ¿Pero no es mucho?-preguntó refiriéndose a las frazadas.

      -Hace mucho frío y si te quedas aquí no quiero que me culpes de que te resfríes o algo. Buenas noches.

      -Buenas noches. Que duermas muy bien.

      Se fue de allí. Caminó hacia su cuarto en plena oscuridad. Se puso su conjunto para dormir. Esa camiseta musculosa, sus pantalones cortos. Lista para ir a la cama.

     -Ay, dios. Mátame y líbrame de todo esto de una maldita vez.

     Cerró sus ojos y trató de no pensar en todo lo de ese día y concentrarse en descansar. Tarea nada fácil.

     Finalmente se durmió, pero media hora después unos golpes a su puerta la despertaron.

     Se sintió muy molesta por ello.

     -¡Mierda! ¡Si eres slenderman y quieres violarme, matarme o lo que sea que haces con la gente que agarras, entra y hazlo de una vez y luego déjame descansar!

      May entró a la habitación. Llevaba con ella algunas frazadas.

     -Perdón por despertarte.

     -¿Qué sucede, May?-preguntó de mala gana, sin ocultar ni un poco lo molesta que estaba.

     -Es qué…

     Parecía algo avergonzada por lo que iba a decir a continuación.

     -¿Puedo dormir contigo? No… No quiero estar sola. Y traje estas frazadas, así estamos más calentitas.

      Suspiró.

     -Perdona. Ya parezco una chiquilla molesta. Siento mucho haberte…

     Pensaba en salir de allí y volver al sofá.

     -Ya me despertaste. Así que hazlo. Acomoda esas frazadas sobre la cama y sube al barco al mundo de los sueños, ¿quieres?

     La había despertado y encima tenía que dormir con ella. No podía ser peor.

     Marian no tenía problema con dormir junto a otra mujer luego de tener sexo, pero por algún motivo en toda otra circunstancia le resultaba molesto y prefería evitarlo. Incluso si se trataba de May.

     Sintió el leve peso de las frazadas y poco después el frío a causa de esa abertura que su amiga abrió para entrar en su cálido refugio. Se acomodó para no estar en contacto con ella, pero poco después la sintió apoyándose en su espalda.

     Iba a pedirle que mantuviera distancia, pero oyó sus sollozos. Se dio cuenta de que estaba llorando.

     Y una vez más hizo algo que causaba una discusión entre dos partes opuestas en su interior.

     -Por estupideces como esta es que Brittany te dejó. ¡Tonta! ¡Vamos! Quizá la semana que viene ya esté con él otra vez.

     -Pero… Es May. La amo. No puedo evitarlo.

     Se acomodó boca arriba sobre la cama y le permitió acomodarse sobre su pecho mientras le acariciaba el cabello.

     -Shhh. Tranquila, niña. Ya pasará.

     Ese ardiente debate en su cabeza se hacía cada vez más fuerte. La estaba afectando mucho. Hasta que llegó el momento en que no resistió más. Una de esas dos partes estaba con muchas ganas de terminar con esa “ridícula situación” de una vez. Aunque de una manera que al menos dejaría satisfecho su corazón. Al menos en parte. Que le permitiría seguir adelante.

     La apartó delicadamente de su pecho.

     May pensó que iría por un vaso con agua o quizá iría al baño, pero se sorprendió cuando la vio levantarse rápidamente, como si su cama estuviese llena de unos asquerosos insectos, para luego encender la luz.

     -¿Por qué? ¿Por qué? ¿Qué maldito sentido tiene todo esto?-se cuestionaba a sí misma repetidamente, con sus manos en su cabeza como si le doliera. Sabía que en ese momento May como mínimo debía estar pensando que se estaba volviendo loca, pero no podía evitarlo. Ya no.

     -Mary, ¿qué te ocurre?-preguntó May, sintiéndose muy preocupada por su amiga.

     Marian la miró y bufó. El típico “jum” que expresan las personas cuando están muy molestas.

     -¡Como si no lo supieras! ¡Vamos! ¡Dime de una vez! ¡¿Qué sentido tiene todo esto?! ¡Dimelo, May!

     La chica solo pensaba en tratar de calmarla. Aun con lo enojada que estaba no temía que pudiera ponerse violenta, pero esa actitud y el tono de voz eran suficientes para que se sintiera intimidada.

     -Mary, te lo pido. Ven a mi lado. Cálmate y déjame darte un abrazo. Sé que lo de Brittany te tiene muy mal, pero enloquecer así no ayuda nada.

     -¡No la metas a ella en esto! ¡Esto se trata de nosotras!

     -¿De qué hablas?-le preguntó sintiéndose perpleja.

     -De esto. Lo que estaba haciendo hasta recién. Te abro mi puerta, te escucho, preparo leche caliente para ti, te trato como a una maldita niña, me río contigo, te consuelo. ¡Y bien! Hasta ahí está bien. Es lo que hacen las amigas. ¡El problema, mi niña, es que luego tú echas todo lo que hago por ti a la basura! Vuelves con ese tipo. Y todo lo que te digo parece inútil. Yo hablo y escuchas llover. ¡Siempre vuelves con él para que te siga teniendo como su juguete! ¡Estoy cansada! Así que te lo preguntaré directamente. ¿Me harás el favor alguna vez? ¡¿Lo harás?!

      May permanecía arrodillada en la cama. Aun sin poder creer del todo lo que sucedía. La conocía hacía tanto tiempo, pero nunca la había visto así. Estallando de esa manera.

      -¿Qué favor?

      -¡De dejar de ser una maldita cría y aceptar que él nunca te amará de verdad!-gritó, acercándose un poco más a la cama-. ¡Que no es el hombre que tú piensas que es! ¡Que solo le gustas para cogerte cuando todas las otras andan ocupadas! No te ama y nunca lo hará. Si él ama a alguien, esa persona es él mismo y nadie más. ¡¿Cuándo lo entenderás?! Solo se aprovecha de ti. ¡¿Y sabes que es lo peor?! Que todas esas que solo cogen con él son mas listas que tu. No lo quieren para nada más que eso porque se dan cuenta del grandísimo perdedor que es. ¡Ah! Pero tu no. ¡No puedes dignarte a quitarle la venda de una vez! ¡Tonta!

       May solo agachó la cabeza. No le respondió nada.

       Marian solo se quedó allí. Resoplando con furia, la cual como si hubiese sido causada por el efecto de alguna extraña droga fue desvaneciéndose. Dando lugar a que ella pasara de estar furiosa a derramar lagrimas. De puro dolor del corazón.

      -¡Vamos! ¡Respóndeme algo! ¡Enójate tu también! Eso sería mejor que tu silencio. ¡Vamos! ¿Qué responderás a todo lo que te dije?

      La otra chica la miro desde la cama, también llorando, y con voz temblorosa le respondió luego de mover sus hombros.

     -Por… ¿Por qué enojarme? Al final… La verdad es que tienes toda la razón. Lo admito. Soy una estúpida.

      Marian regresó a la cama y se arrodilló frente a ella. Para luego acercársele. La tomó del rostro y se acomodó para poder besarla.

      May correspondió su beso. Ella se consideraba heterosexual. De haberse tratado de cualquier otra mujer la hubiese apartado de inmediato. Pero esa muestra de cariño venia de parte de su mejor amiga. Que la había amado y protegido por años. Eso importaba más que su inclinación sexual. Además, en ese momento de tanto dolor y fragilidad emocional el cariño que su cuerpo recibiera le daba algo de alivio a su alma dolorida también. Y por eso era bien recibido. Dejó que la lengua de su amiga entrara en su boca y se encontrara con la suya.

      -Lo siento-se disculpó Marian luego de que se separaran-. No pude resistirlo. Llevo años deseando hacerlo. Al menos una vez quería probar tus labios.

      No se alejó de ella. Al contrario, la abrazó fuerte. Quería estar así de cerca cuando se lo dijera.

      -Te amo, Maybelline. Y siempre me he sentido tan mal cuando te veía con alguien más. Sabiendo que yo nunca podría tener esa relación contigo. Porque tu no… Me entiendes. Ni hablar del dolor que sentí cuando supe que perdiste la virginidad con uno de tus ex. Me moría de dolor, pero al menos sabía que lo intentabas. Salías con chicos. Buscabas tu felicidad. Pero ahora solo te quedas atascada con ese imbécil que no te merece. El te lastima. Y eso me duele. Me duele más de lo que podrías llegar a imaginar. Ya no quiero vivir así. Seguir viendo como dejas que él te lastime. Y por eso…

     Se apartó un poco de ella y puso sus manos sobre sus hombros.

     May quedó acostada. Con su cabeza acomodada sobre unas de las almohadas.

     -¿Por eso qué? Dime.

     -No puedo seguir siendo tu amiga. No mientras él esté en tu vida. No así. Y ya he perdido la fé de que un día te decidas a terminar con eso.

     Se levantó de la cama y regresó poco después. Lo había hecho solo para encargarse de apagar la luz.

     Se acomodó sobre ella.

     Los grandes pechos de Marian y los pequeños senos de May se encontraban. Dando lugar a un contacto agradable para ambas. Aun con la ropa de por medio.

     La besó una vez más. De nuevo sus labios tuvieron un amable recibimiento.

     A ese beso le siguió otro. Realmente le costaba detenerse. No tendría suficiente con todos los besos que le pudiera dar esa noche  ni otras miles más. Siempre querría más. Desearía más con todo su corazón y su alma.

      May posó sus manos sobre la cintura de su amiga. Su rostro había tomado un color carmín que en esa oscuridad no podía apreciarse.

      -Mary-susurró cuando finalmente sus labios tuvieron un descanso. Cuando Marian tuvo la suficiente fuerza de voluntad para parar. Él último estertor de su razón antes de caer para no reaccionar hasta el día siguiente.

      -Antes de quitarte de mi vida quiero hacerte el amor. Solo una vez. Solo esta noche. Y si me lo permites, no tienes que hacer ni decir nada, no tienes que responder nada. Solo deja que me exprese. La adoración que siento por tus labios, tu piel. Por ti completamente.

      Se quedó en silencio unos segundos

     -Y si no me lo permites. –Suspiró-. Solo tienes que decir que no. Y quedará así. Solo dormiremos juntas y te irás por la mañana.

      Marian no siguió tocándola, ni besándola. Solo fue desvistiéndose. Esperando con       temor que llegara ese “no”.

      Se deshizo de su camiseta, luego sus pantaloncillos y finalmente de sus bragas.

      May solo cerró sus ojos y aceptó entregarse a ella aquella noche. Recurriendo a ese viejo dicho de que el que calla otorga.

      Marian la ayudó a incorporarse y la besó una vez más antes de quitarle esa camiseta de mangas largas que llevaba, para luego despojarla de su sostén, para arrojarlo a algún lugar fuera de la cama. Le quitó sus pantalones. No deseaba esperar. Poco después también deslizó por sus piernas esa última prenda restante. Unas bragas rosadas.

      May no dijo nada, pero estremeció un poco por el frío y suspiró por el efecto que tenía esa temperatura en su piel.

      Marian notó eso. Sabía que debía ayudarla a entrar en calor. Ambas lo necesitaban.

      Por eso se acomodó sobre ella una vez más. Se aseguro de que ambas estuvieran bien cubiertas con las frazadas. Y en ese momento, ya sin prendas separando sus cuerpos, fue mucho mejor para ambas. Cálido y puro. Más placentero.

      Ninguna lo expresó con palabras. Solo con suspiros y gemidos de placer. No había lugar para palabras. Habían dicho adiós hasta la mañana siguiente.

     Marian se apoyó con sus manos y frotó su cuerpo contra el de la pequeña. Sentir su piel le encantaba y  aún más el contacto de sus pechos con los de ella.

      Sus pezones duros se rozaban en ocasiones.

     May respondía con sus gemidos y abandonando mínimamente su rol pasivo, ya que ella también se movía un poco. Anhelando ese roce tanto como ella. Dejándose llevar por su excitación para corresponderla.

     La vista de ambas se iba acostumbrando de a poco a esa oscuridad.

      Marian la besó una vez más. Verla gimiendo de placer y con sus ojos cerrados le generó de nuevo aquella sensación. El deseo de probar sus labios una vez más, que de a poco iba más allá. Que pasaba a ser el deseo de besar su cuello, lo cual no se privó de hacer.

     May la dejó hacer. Ni siquiera le importó que en un “exceso de pasión” sobre esa zona los delicados labios de su amiga le dejaran alguna marca. No quería prohibirle nada en esa irrepetible noche. En vez de eso movió su cabeza a un lado, exponiéndolo aún más.

      Siguieron adelante unas delicadas mordidas y lamidas a esa zona sensible. Una vez más apoyo sus labios en él y succionó una vez más antes de dejarlo.

     La chica suspiró con ese último contacto. Un placer al que le siguió otro más intenso.

     Marian besó los pechos de la chica para luego apoderarse del pezón izquierdo con sus labios. Tiró de él con ellos, lo rozó con su lengua. Sintiéndolo erguido, delicioso ante su gusto. Todo antes de darle el mismo trato que al cuello de la pequeña poco antes. Chupó, y no solo el pezón. Toda esa misma atención para esa redondez femenina que la volvía loca.

     May gimió y se aferró a las frazadas. Sintiendo un cosquilleo. Un ardor en su entrepierna que enviaba señales placenteras por su cuerpo. Anhelando el gozo definitivo.

     Marian como leyendo su mente, además de seguir satisfaciendo su deseo de probarla con sus labios atendiendo su otro pezón, acomodó su rodilla en la entrepierna de la menor y frotó suavemente.

     May se sentía atrapada bajo ese esbelto y atlético cuerpo. Era su prisión y no deseaba escapar.

     La mayor rozó con sus dientes el pezón derecho y le dio una última caricia con la punta de su lengua.

     Se apartó de ella para admirarla mientras la recorría con sus manos. Pero no eran caricias cargadas de deseo. Ambas manos pasaban lentamente por donde quiera que fueran.

     Acarició su cuello, sus hombros, su cuello. Rozó con sus dedos ese punto sensible en su entrepierna, palpando para sentir su calidez. Acarició su vientre con ambas manos, las llevó hasta sus pechos y dejó solo una masajeando el pecho izquierdo. La otra regresó a su vientre para luego ir un poco más abajo.

     La retiró un momento para lamer sus dedos.

     May reaccionó separando un poco sus piernas. Gimió al sentir esa delicada intromisión.

     Marian por fin, después de años de desearlo, exploró con sus dedos el interior de la vagina de la mujer que amaba. En ese momento maldecía a los astros por no haberle dado el privilegio de ser ella la que la desvirgara. Retiró su dedo solo un momento para lamerlo y proseguir con lo que hacía. Sumando un dedo más a esa penetración. Fue variando el ritmo de las embestidas al interior de May.

     Toda esa situación también había provocado que ella misma sintiera su entrepierna húmeda, dando prueba de su excitación. Tuvo una idea. Retiró su mano e hizo que May separara sus piernas y luego se sentó sobre ella de forma de que sus pudieran estar en contacto. La tomó de las manos y empezó a moverse.

     Eso provocó que ambas gimieran despacio, pero con intensidad. Un fuerte “ah” de voces temblorosas que luego fue seguido por muchos suspiros. Todas esas expresiones y sensaciones que generaba ese momento.

      Tomadas de las manos. El contacto de la piel y sus sexos juntos en ese lujurioso contacto.

      May actuó de la misma manera que cuando Marian frotaba su cuerpo contra el de ella. Abandonando mínimamente su pasividad para acompañar sus movimientos.

      Quizá se tratara de otra mujer. Pero su piel ardía, su sexo anhelaba placer y eso era todo. Sensaciones que no tenían nombre, origen ni sexo.

       Marian fue la primera que llegó al climax, lo cual provocó que se moviera aun más rápido en consecuencia. Dando lugar al orgasmo de su amada poco después.

       Posteriormente se quedaron como al principio. Una acostada sobre la otra. Reponiéndose de aquello que acababa de pasar.

     Marian no tardó en reanudar esas sesiones de besos y caricias a la mujer que había adorado como a una diosa por años. Para luego hacer que ella se recostara sobre la cama, pero estando boca abajo. Con la cabeza apoyada sobre la almohada.

     Se acomodó sobre ella una vez más teniendo cuidado, ya que sabía que la otra era más pequeña y no quería ponerse muy cómoda y asfixiarla con su peso.

     Hizo a un lado su cabello y la tomó de los brazos. Situación que vista desde afuera hasta podría haberse interpretado como que la mayor la estaba forzando a ello. Aunque no fuera así.

     Se acercó a su nuca y olfateó un poco como teniendo frente a ella a una flor, antes de empezar a besarla.

     May suspiró al sentir eso y cerró sus ojos.

     Marian le dio a su parte trasera el mismo trato. Recorrió esa planicie dorsal, dejando besos y caricias durante su amoroso recorrido.

     Se acomodó en la cama para poder tener delante de ella lo que le faltaba por probar de esa exquisitez femenina que era su chica.

     Su chica al menos por esa noche. Hasta el próximo amanecer.

     Apartó un poco sus nalgas al tiempo que las apretaba un poco para sentir su firmeza. Admiró su sexo una vez más y ese otro orificio oculto allí.

     Con su dedo medio recorrió esa línea en medio de los glúteos. Pasando lentamente.

     May se estremeció al sentir el roce en su ano. Y la continuación. Esa caricia que terminó en su clítoris.

     Marian lamió su dedo índice y con él frotó delicadamente en ese otro orificio aún inexplorado. Humedeciéndolo para luego penetrarlo.

     Estuvo atenta a la reacción de la pequeña ante eso mientras besaba y mordisqueaba sus nalgas. Así cómo también movía su dedo. Entrando y saliendo despacio.

     May se mordió los labios un momento.  Dolía un poco. Aunque no tanto como se imaginaba que podría doler la intromisión de algo más grande. Por lo cual lo permitió. Estuvo algo tensa al principio, pero se relajó posteriormente. Cuando su ano se adaptaba de a poco.

     Dio un suspiró cuando sintió que se retiraba de allí.

     Marian dejo lo que hacía para ir por el deleite final. Besó la intimidad de la chica repetidamente, deteniéndose cada tanto para relamerse y limpiar los fluidos que los humedecían. Ese estimulo superficial bastó para que la otra gimiera como nunca antes esa noche y descargara algo de esa locura pasajera mordisqueando la almohada cada tanto.

     May se quedó boquiabierta un momento sintiendo con mucho gusto como la lengua de su amiga recorría su interior. Generando sensaciones desconocidas por ella hasta aquel momento. Novedosas para ella, quien nunca había recibido sexo oral.

     Marian nunca podría decir con precisión cuánto tiempo estuvo lamiéndola y penetrando lo más profundo que podía de esa manera a su amada. Frotando aquí y allá. Hasta terminar por fin cuando su lengua estimulo el clítoris de la chica hasta generar ese apenas perceptible temblor en sus piernas y el aluvión de fluidos que ella no quería desperdiciar para nada.

      May dio un fuerte gritó al acabar. Apretando las frazadas con sus manos y mordiendo sus labios cada tanto.

      Marian no abandonó su tarea. No le dio descanso. La devoró de esa misma manera dos veces más aquella noche y se masturbó mientras lo hacía.

      Al terminar la abrazó por detrás. Dejó una mano aferrada a su cintura. Y con la otra acariciaba esa zona en su entrepierna, pero no pretendiendo despertar su deseo sexual de nuevo. Sino como un dulce, pero a la vez pervertido mimo. Invitándola a dejarse caer en el mundo de los sueños.

      May se durmió sintiendo esa calidez agradable en su sexo, los pechos de Marian sobre su espalda y el calor de su piel.

      A la mañana siguiente ambas parecían mudas. Evitaban mirarse. Apenas se dirigían la palabra.

     Ninguna de las dos lamentaba lo de aquella noche ni nada. Pero era difícil actuar como si nada luego de todo lo que se habían dicho y lo que había sucedido.

     Se turnaron para ducharse. May pensó en irse apenas terminó de bañarse, pero Marian insistió en que se quedara y desayunara con ella.

     Fue la mayor la que finalmente rompió ese silencio.

     -¿Sabes? Anoche creo que fui al extremo. Creo que podrías pensar que estoy totalmente decidida a no verte más porque nunca me verás más que como una amiga. Y no es así. Pero si un día estas con alguien que te haga feliz y todo eso… Yo aceptaría que fuéramos amigas. Aunque de igual manera te aclaro que te necesito un tiempo fuera de mi vida, Maybelline.

     -Lo entiendo. Ojalá algún día volvamos a vernos, Mary.

     -Espero.

 

 

 

 

     Iba caminando por allí lo más tranquila, pero de repente las vio cerca a las dos. Pensó que para su suerte ellas dos no la vieron a ella. Por lo cual se ocultó detrás de un cartel publicitario de un negocio que estaba en aquella avenida.

     Eran Marian y Brittany. Las dos pasaron riéndose de alguna cosa de la estaban conversando seguramente.

     Una vez que estuvieron lejos salió de su escondite y miró en dirección a donde ellas se fueron sonriendo.

      Caminó por allí pensando en lo que había sucedido un tiempo atrás. Esa noche, esas palabras. Ella y su mejor amiga en esa habitación. Sus pensamientos.

      Sinceramente había evaluado la posibilidad de volver a esa casa corriendo. Pedirle a Marian que la perdonara por haber sido tan ciega todos esos años. Ser su pareja y todo. Pero comprendió que no era digna de ella. Precisamente por haber tenido a su lado todo el tiempo a alguien que la amaba tanto y haber perdido el tiempo con alguien que no la amaba ni con un 0,00000001% de su corazón.

      Tomaría esa lección que la vida le había dado y aprendería de ella.

      Su celular sonó y encendió su pantalla. Era un mensaje de él. Otra vez.

     Ella le respondió a su ruego de volver con él con las siguientes palabras. “Vete al diablo, perdedor.”

     -Vaya que es insistente-pensó.

     Siguió con lo que estaba haciendo y con la determinación de encontrar a alguien junto a quien ser feliz y volver a ver a su mejor amiga en un futuro cercano. Realmente lo deseaba.

 

 

 

 

 

       Bonus track.

 

     Bien. Les dejo este fragmento que improvisé ayer para mi buena amiga y autora Karmen Historia. Son personajes de uno de sus fics, por lo cual no me pertenecen. Ella es mi amiga y todo. Por lo cual aquí no hay plagio ni nada de esas cosas feas. Y aclaro. Si el relato es algo simplón y forzado para que se de lo que termina sucediendo… Tengan en cuenta que la idea precisamente era esa. Y si es más malo que lo que comúnmente escribo tengan presente también que es una improvisación. ¿Y qué es una improvisación? Se preguntarán. Bueno. Es cuando escribo algo directamente en el chat para algunas de mis amigas. Nada más que decir. Las dejo con este fragmento.

 

 

     -Hoy es otro de esos días.

     Cada tanto le da por ponerse a beber como si no hubiese mañana.

     Allison tenía una mínima idea de por qué hacía eso. Una razón alta, rubia y que había intentado asesinarla. A la cual ella aun seguía amando con locura. Estaba dando una mirada al librero. Pensando que se llevaría esa noche para empezar a leer.

     Cerca de allí estaba Alexia con una botella, mirando a la nada.

     -Oye-llamó su atención-, ya para con eso mientras no sea grave. Me da asco que te levantes al otro día vomitando como sí... ¡Ah!

     Se asustó porque cuando volvió a mirar Alexia estaba junto a ella y ni la vio acercándose.

     -¡No hagas eso!-reclamó muy enfadada.

     Alexia se rió de ella.

     -Que niña. Te asustas de nada. Odiaba esa costumbre suya de ponerse bromista cuando estaba un poco pasada de copas.

      -Ya vete a dormir, ¿quieres?

      -Si vienes conmigo lo haré.

     Finalmente Allison tomó un libro.

     -Duerme sola. ¿Eres una bebita o qué?

     -¿Y qué tal si te lo pido así?

     Alexia hizo uso de una de sus mayores armas. Esa mirada provocativa suya tan efectiva mientras hacía su largo cabello color azabache a un lado. Con su otra mano desabrochó un par de botones de su camisa, dando una agradable vista de sus pechos. Se le acercó caminando lentamente. Sin perder contacto visual.

     -Si vienes conmigo. Mmm. Lo haré-finalizó acariciando su mejilla. Su traviesa mano también le dedico una caricia a su cuello.

     En respuesta Allison como si nada retiró la mano de su hermana menor.

     -¿Crees que eso funcionará conmigo?-pregunto frunciendo el ceño y al parecer sin sufrir efecto alguno por las provocaciones de esa diosa que tenía como hermana.

     -¡Ah! Comúnmente funciona-se quejó Alexia, sintiéndose algo decepcionada. No podía creer que alguien pudiera resistirse a ella. Aun si esa persona era su hermana.

     -Vete a dormir-repitió Allison antes de salir de allí dándole la espalda.

     Suspiró aliviada una vez estuvo en su zona segura. Su habitación. Realmente esa performance. Ese intento de provocación algo la había afectado. No tanto como para encender su deseo, pero definitivamente la dejó sin habla por un segundo.

     Lo peor era que ella era consciente de lo que provocaba con ese cuerpo que mataba de deseo a hombres y mujeres por igual. Decidió dejar de pensar en ello. Ya sentía asco de solo considerar el hecho de que Alexia la hizo "babearse" por un momento.

     Se acomodó para dormir. Desvistiéndose para quedar solo en ropa interior. Un conjunto de color rojo, que era su favorito. Al menos hasta que se comprara otro que le gustara aún más. Se quedó allí leyendo. Ajena a lo que sucedía más allá de las puertas de su habitación.      

     No fue un golpe en su puerta, ni un "permiso". Solo una mujer alta de cabello negro con un baby doll negro que dejaba poco a la imaginación.

     -Diosa pasando-anunció Alexia al abrir la puerta.

     -Diosa que se irá de aquí de inmediato si no quiere probar mi puño de hierro-advirtió Allison.

     Alexia se sentó a un lado de la cama. Cerca de ella.

      -Oh, ¿realmente serias capaz de golpear...?

     Le quito el libro, pero con cuidado de no dañarlo. Porque sabía que con el amor de su hermana por los libros podría resultar en su muerte inmediata hacerle algún daño.

     Se colocó sobre ella. Dejando muy poca distancia entre sus labios y los de su hermana.

     -¿Capaz de golpear a una chica con esta carita tan linda?-le preguntó tocando su mejilla con su dedo índice.

     Allison odió que su fuerza de voluntad en ese momento no fuera suficiente para contener un leve sonrojo.

      -Déjame leer tranquila, ¿quieres? Diosa ebria.

      Se le acercó un poco más.

      -No. ¿Y si no quiero que harás?

      Alexia la provocó un poco más frotándose contra ella.

      -¿Mmmm? Dime.

      -¡Basta!-rogó sintiéndose acorralada, excitada-. Eres mi hermana.  No vamos a...

      Alexia la calló besándola.

      Allison pretendió negarse. Pero la experiencia, el aroma, ese cuerpo tan seductor. Era demasiado para su voluntad u orgullo y deliciosa para sus sentidos.

      -Yo diría que si vamos a...

      Mordió sus labios y levanto sus cejas por un momento fugaz. Dándole a entender lo que inevitablemente sucedería.

     En ese momento Allison decidió mandar todo al diablo. ¿Que importaba si era su hermana? Solo una noche y después nunca más. Se mantendría lejos de ella cuando estuviese bebiendo después de esa noche. Quizá.

     -Qué mala hermana eres-dijo antes de besarla, tomando ella la iniciativa-. Provocándome así.

     La cama estaba bien ordenada, pero dejó de estarlo pronto. Allison la empujó para que estuviese acostada. Para colocarse sobre ella y seguir comiéndola a besos.

     Alexia disfrutó eso, pero solo en parte. Allí quien mandaba debía ser ella. Y dio vuelta la situación. Acomodándose sobre ella.

     Estuvieron varios minutos allí, moviéndose sobre la cama. Como llevando un ardiente combate de cuerpos y labios. Donde no faltaron caricias íntimas.

     Alexia le quitó el sostén a su hermana mayor y le sonrió de manera provocativa mientras masajeaba sus pechos. Pronto sintió sus pezones erguidos. Quería tomarse algo de tiempo. Provocarla. Enloquecerla con su experto tacto antes de probar sus pezones.

     Allison gemía con su cabeza apoyada sobre la almohada y acariciaba su cintura. Alexia masajeó sus pezones con sus dedos antes de acercarse y darle una primera caricia húmeda con su lengua al pezón derecho. Contacto que provocó agradables sensaciones en la mayor. Los gemidos de Allison se intensificaban a un ritmo proporcional a la intensidad y pasión de las atenciones de la diosa a sus pechos.

     Alexia disfrutaba aquello, pero también sentía deseos de sentirlo ella misma. Apretó los pechos de su hermana y les dio una última caricia antes de apartarse para desvestirse. Quería estar más a gusto. Se arrodillo en la cama y se quito la prenda que cubría sus pechos. Le hizo una seña a su hermana mayor para que se acercara moviendo su dedo índice.

     Allison se le acercó como gateando sobre la cama y besó su vientre para empezar. Se entretuvo rozando su ombligo con su lengua. Fue subiendo hasta estar a la altura de los pechos de su diosa y los besó sin dejar de mirarla. Alexia no se quedó solo mirando como su hermana la devoraba agradablemente. Llevo su mano a la entrepierna de la mayor y empezó a frotar esa zona tan sensible con su dedo medio. Eso provoco que chupara con deseo sus pezones al punto en que casi parecía querer arrancárselos. Y si no pasaba al menos quedaría alguna que otra marca de esa noche de pasión y lujuria.

     Alexia fue más allá. Metió su mano dentro de las pantys de la mayor. Jugó un poco con sus dedos en esa cálida y húmeda intimidad, pero sin penetrarla.

     Igual sabía que ella estaba igual. O quizá aun más excitada. Pensando que su hermana la había besado, probó sus pezones y pronto llegaría a lo más osado, pervertido, lujurioso.     

     Apartó a Allison de sus pechos para besarla. Un apasionado beso que concluyó con un fino hilo de saliva aun uniéndolas. Alexia se quitó sus pantys. Y se acomodó sobre la cama, abriendo sus piernas, enseñándole su sexo húmedo. Respiraba agitada.

    -Muestra cuanto adoras a tu diosa, hermanita-exigió su ofrenda provocativamente-. Enséñame.

    Allison se entretuvo besando sus muslos antes de ir por su sexo. Sin pensarlo besó los labios del sexo de su hermana y probó su clítoris con su lengua. Y eso como el comienzo de ese excitante y delicioso sexo oral.

    Alexia arqueó su espalda y jadeó de placer como no lo había hecho por mucho tiempo. El placer desbordante sumado al morbo de tener a su hermana lamiendo su sexo. No pensó que la sensación sería tan profunda. Se aferró con fuerza a las sabanas y gimió fuerte al acabar y dejar correr su divina esencia para su hermana, quien no paraba de lamer esa zona intima. Respiró agitada. Tratando de recuperarse sintiendo esa calidez. El sudor en su piel.    

    Vio a su hermana frotando su sexo con sus dedos.

     -Oh no. No terminarás así-juró con seguras y determinantes palabras-. Sería una diosa poco benévola si lo permitiera. Date vuelta.

     Alexia le indicó que se pusiera en cuatro. Para luego colocarse detrás de ella. Le dio unas palmadas en el trasero.

     Allison estaba ansiosa de terminar por las atenciones de la boca de su hermana en su sexo.

    La menor se entretuvo masturbándola solo con sus dedos índice y medio. Cada tanto se detenía para separar los labios del sexo de su hermana para darle unas pocas lamidas que bastaban para llevarla al límite. Un placer que rozaba el clímax, pero sin llegar a él. Torturándola.

     -Alexi... Digo. Diosa, por favor...

     -Shhh. Tú aguanta. Cuando llegue será más delicioso. Lo juro.

     Alexia la penetro con sus dedos y empezó un frenético movimiento. Arrancando gemidos de los labios de su hermana. Colocó su rostro entre los glúteos de la mayor y su lengua se movió entre ellas buscando ese punto sensible. Llegó a él y empezó a estimularlo.

     Allison se sorprendió al sentirlo.

     -¿Qué haces? Eso no, Alexia.

     Pero su reclamó no paso de eso. Porque disfrutó mucho eso finalmente.

    Alexia como pudo separó un poco las nalgas de su hermana con su mano libre para que su lengua llegara un poco más profundo.

    Allison apoyó su rostro sobre la almohada y acabó nombrando a la responsable de ese placer desbordante. Su hermana menor.

    Alexia se acostó junto a ella. La abrazó por la cintura. Y decidió descansar un poco antes de seguir. Finalmente no seguirían porque ella se quedó dormida hasta el día siguiente por lo que había bebido. Y su hermana también, porque ya tenía sueño antes de que empezaran con eso. Y ese delicioso orgasmo fue la ayuda perfecta para conciliar el sueño. Perfecta y divina. Porque su hermana era una diosa del sexo y una diosa del amor.

Notas finales:

¿Qué les pareció mi regalo? ^w^ ♥♥♥♥♥

Espero que les haya gustado mucho y me dejen algunos reviews como regalo de navidad. ^-^

Como siempre digo. Si quieren contactarme, conversar y/o estar al tanto de mis actualizaciones sin tener que revisar mi perfil de AY puede visitar mi pagina de facebook que es la siguiente. Alli siempre dejo links de mis nuevos fics.

https://www.facebook.com/Dark-Bit-Fics-yuri-537385839698425

Feliz navidad y prospero año nuevo para todo/as. owo/

Un saludo especial para mis hermanas panda Andrea, lobita, Mauuge y Karmen Historia. Las quiero mucho, amigas.

Las saluda Dark Bit.


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