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¡MayDay! ¡MayDay! (SeKai - KaiHun) EXO One Shot por LuceroHood

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Notas del fanfic:

"Seducirte con palabras, actuar para ti, que seas motivo de mis escritos, que entiendas cada palabra, llorar al escribirte, decir que todo esta bien cuando en realidad no lo esta, escribirte sin logica, sin miedo a decir algo de lo que luego me arrepienta, o si cometo el error llorarlo por perderte pero saber que siempre fui yo quien te escribió"

~*~

Ningun personaje me pertenece, solo la historia y expresión de sentimientos mostrados. 

Gracias por leer. 

 

Notas del capitulo:

Un texto complejo que fue escrito sin ningún motivo aparente, escritura por el placer de hacerlo, un escrito personal pero con tantas silenciosas dedicatorias que me reservo el derecho de hacerlas públicas. 

Tantas cosas que me ahogan, tantas cosas que quisiera decir y no puedo, tanto tiempo que espere por subir esta historia. 

Como dato dire que es un... ¿Se escribe Ost? Bueno esta basado en una cancion de Starset - My demons. 

 

¡MayDay! ¡MayDay! (SeKai - KaiHun)

 

Miradas brillantes, ojos bellos que escondían tantos secretos como mentiras, amantes de la farsa, que se abrumaban al mirar la verdad tras la máscara, que solo buscaban mentiras y comodidad, que no valían nada, que bien podrían los gusanos despreciar al estar una vez bajo tierra, ¿de qué sirve la belleza si está vacía? ¿De qué sirve un juguete que pasa de mano en mano hasta estar completamente roto?, los pedazos de un corazón roto, de un cuerpo utilizado y necesitado de afecto.

–Hola bebé –aquellos grande ojos lo miraron sorprendidos, con miedo, con antelación a lo que ocurriría aquella noche–. ¿Terminaron tus clases?

Palabras que sin duda abririan la puerta a la locura, que llamaban a lo prohibido a lo incorrecto, llamaban a aquellos a los que tanto temía.

Aquella mirada lo conocía de siempre, Do KyungSoo era y sería lo más tierno que jamás conoció, que lo llamaba como el imán al metal, que lograba controlarlo de cierto modo que no lograba entender, y aun así no había nada en el que quisiera, era bello, solo eso, ojos llenos de ternura, una pureza que jamás podría tener y no por ello se sentía mal, sabía que lo mancharía, ensuciaría de negro lo blanco, lo que no se podia marcar y disfrutaba de ello, de ser el causante de aquellos tontos sonrojos, de aquellas tardes divertidas, de cada segundo, acaparar su tiempo, sabía que solo era de él, de nadie más, y aun así, él estaba solo, no tenía nada, por más que consiguiera marcar esa piel jamás le pertenecería, no del modo que él quería, no de la manera en que necesitaba.

Tenía la inocencia de un ser incorruptible, tenía las sonrisas de un niño, el lienzo que poseía de piel cual mapa en tierra desconocida que iba marcando paso a paso con su propiedad, posesivo, celoso de aquello que poseía, dichoso de aquella voz mitológica y fantástica que murmuraba su nombre mientras lo marcaba como suyo, que desgarraba sus cuerdas vocales ante aquellos araños y mordeduras que cual lobo daba sobre su piel, que cual buitre hambriento buscaba para él solo, que defendía y consumía aunque ese cuerpo bajo suyo estuviera cansado.

Para él no había descanso, jamás lo había y él no tenía ningún derecho a tenerlo. Pero a pesar de apoderarse de aquella hermosura.

Kai no tenía suficiente

 

¡MayDay! ¡MayDay!

 

 

 

La nave se está hundiendo lentamente

Ellos piensan que estoy loco, pero no saben que se siente

Están a mí alrededor

Dando vueltas como buitres

Ellos quieren destruirme y quitarme mis colores

Quitarme mis colores

 

Una hora, dos, por mucho tres y el hambre y necesidad regresaba, el odio y la ira que comprimía sus pulmones, que aceleraba su aliento aglomerado en su boca, que secaba sus labios pero lo hacía salivar y lucir cual bestia salvaje en aquella obscuridad mientras escuchaba las risas a su alrededor, que lo hacían odiarlos a todos, que lo hacían sentir los ojos arder ante el aire frio de la noche, un cigarro, dos más que terminaban por ser los últimos de la cajetilla que llevaba en las manos, el fuego que no quemaba, congelaba su piel áspera y sus articulaciones temblorosas mientras miraba con ojos perspicaces a quien sería su próxima víctima, cual león asechando, desde la obscuridad, en el fondo de aquel bar.

Chicas y chicos a su alrededor, carne fresca de donde elegir, seres disfrutando de su propia felicidad, problemas olvidados con la facilidad del alcohol, llenando sus vidas de vicios ¿Y cómo culparlos? ¿Quién tenía la culpa? Nadie, la ignorancia te hacia dichoso, los excesos te hacían olvidar, el vicio te comía vivo.

Una sonrisa de lado apareció en su rostro, que pequeño era el mundo y que misericordioso el infierno en que se hundía que le ponía frente a él en bandeja de plata aquel chico alto de sonrisa contagiosa, todo un niño bueno que conocía muy bien… Park Chanyeol un idiota virgen no tan virgen desde que aquella noche se conocieron, desde que desato aquella bestia que había visto en sus ojos hambrientos y deseosos ante su baile, aquella bestia que traía consigo horas de diversión de una pasión bestial que terminaba noqueando aquellas voces, aquellos recuerdos aunque fuera por un momento.

Cauteloso cual pantera pero no por ello menos hipnotizaste caminó m entre aquellos cuerpos en la pista que bailaban al ritmo de la canción de moda del momento. Sólo un objetivo en su mira, el chico de grandes orejas que alfín había notado su presencia en el lugar, que ahora lo veía con ojos muy abiertos como no creyendo su suerte, una noche más, memorias de un borrón, de algo que jamás creyó volver a vivir.

El chico quedo frente a él, nadie decía nada hasta que una sonrisa apareció en labios del de menor estatura quién acero su rostro a su oreja.

–Soy real gigante, compruébalo –aquella mordida en su lóbulo llevó al alto a suspirar tensando su cuerpo en un jadeo–. Que grandioso es poder volvernos a encontrar está noche ¿Me recuerdas?

Cada persona tenía su forma de actuar, de pensar y de ver, él era todas esas personas a la vez, con las palabras exactas, los toques que sabía le darían acceso a cada persona, la clave secreta para cada puerta a la que entraba egoístamente descubriendo y saqueado lo que se escondía tras de ella.

Gemidos sin control creando eco entre aquellas paredes gruesas disfrutando del banal placer que le brindara su cuerpo, disfrutando de aquella fuerza que lastimaba, que comparado con el dolor interno era monopolizado, que sólo distraída su mente y lo hacía concentrarse en la otra piel golpeado contra la suya, sin piedad, sin cuidado como todo en su vida, repelente de cualquier sentimiento pasado, por el dolor y el odio, la desesperación y la inminente soledad.

Esa soledad que lo mataba, que lo ahogaba a solas en un mar incontenible de temblores y llanto que no lo dejaban ni siquiera respirar.

 

Llévame alto y cantare

Tú haces que todo esté bien (bien, bien)

Estamos unidos en uno mismo 

Tu alejas todo mi dolor (lo alejas, lo alejas)

Sálvame si me convierto en

Mis demonios

 

Nicotina en los labios, aliento a alcohol que no hacía más que elevarlo de nivel en aquellos besos salados y necesitados correspondidos por lujuria y pasión, que quemaban sobre la piel, que amenazan con levantarlo tan alto que sentía llegar al paraíso, se sentía amado, necesitado y sobre todo en compañía, no se sentía sólo.

La oscuridad reina la noche así como su mente traicionera que no lo dejaba agotado, que sólo lograba una vez recuperado su cuerpo volver a regresar esos pesares, lo hacía caer desde lo más alto al infierno de su realidad, donde su cuerpo aún activo no paraba y seguía arremolinando todo aquello que quería evitar.

Las sombras daban vueltas a su alrededor queriendo consumir y ahogarlo en un mar de sus peores miedos, cual ave herida seguida por una serpiente, cual ratón indefenso presa de un feroz felino, así se miraba aquel chico quién con prisa y entre espasmos de su cuerpo tomaba cada prenda de su ropa colocándola para salir de ahí, huir y no regresar, salir cual niño asustado a su único refugio.

Las calles oscuras y peligrosas pasaban a su lado entre nombres borrosos de esquina a esquina, empapando su cuerpo bajo la lluvia y evitando con elegancia y rapidez aquellos obstáculos que lo separaban de su objetivo. Las personas a su alrededor lo evitaban como sí llevara consigo la peor de las pestes y con qué razón... nadie se atrevía a detener el angustiante correr de aquel chico.

El frío entraba lastimando su nariz y garganta mientras la lluvia opacaba sus lágrimas y mirar, talvez instinto o la supervivencia era lo que lo guiaba a ese lugar, cual brújula interna buscando el norte así el buscaba sin parar, la casa de Oh Sehun.

Pies ligeros sentidos cual plomo con cada calle más cercana a su refugio, pasos pesados, respiración agitada y ropa fría que calaba los huesos sólo por la esperanza de poder verlo, de llegar y lograr que toda preocupación se fuera, lograr calmar el dolor.

Cambiando de panorama Kai caminó entre edificios hasta salir a una zona ligeramente más rural y con menos edificio, a comparación de la ciudad Sehun vivía en una casa a fueras de la ciudad fuera del tráfico, de las nubes grises de la contaminación. Kai caminaba entre aceras limpias y calles vacías mirando a lo lejos aquella casa de color azul, que al entrar en su campo de visión no pudo hacer mas que correr en su dirección llegando a las escaleras que llevaban a la puerta y sintiendo casi la necesidad de arrastrarse por ellos. Tres escalones que lo dejaron a un pasó de la puerta que entre respiraciones agitada tocó una, dos y tres veces sin respuesta aparente.

– ¡Sehun! ¡Abre la puerta! –No hubo contestación–. ¡Abre maldita sea!

No importaba cuanto pateara y golpeara aquella puerta gruesa no lograba que del otro lado hubiera contestación, no había nada, nadie le hacía caso, lo ignoraban.

Sehun no abría la puerta, talvez no quería verlo, talvez al fin Oh Sehun se había cansado de él, seguramente había notado el tipo de mierda que era, seguramente lo odiaba.

Kai cayó de rodillas frente a aquella puerta sin poder evitar sentirse miserable y la cabeza retumbar con la lluvia de fondo que caía, cada gota parecía una tortura, cada una cual piquete de alfiler, una lluvia de dolor que intentó frenar cubriendo sus oídos opacando la lluvia pero aumentando aquellas voces que buscaban verlo mal, aquellos gemidos y gritos, el llanto que no podía dejar fluir y que simplemente dolía en forma de nudo en la garganta.

–Sehun... no me ignores... 

 

No puedo parar esta enfermedad, está tomando todo el control

Tiene el control y me arrastra hacia el vacío

Necesito tu ayuda, no puedo luchar contra esto para siempre

Sé que estás observando,

Puedo sentirte ahí afuera

 

Lágrimas cayendo por su rostro sin cesar, confundiéndose con la lluvia que ya no mojaba, que más bien lo acompañaba en su dolor, que se hacía más fuerte como su dolor, que lo congelaba, que lo ahogaba y que caía sin cesar. 

Dolor, recuerdos en su mente, fragmentos de imágenes, rostros que intimidaban con el tiempo, que dolían y que ensordecían sus sentidos, brazos fríos estrujando su cuerpo, consumiendo su calor, causando escalofríos y temblores bruscos que hacían convulsionar levemente su cuerpo. 

-Te odio... ¡Te odio! -su garganta quemaba y raspaba al gritar, sus puños dolorosos seguían golpeando el asfalto duro y húmedo mientras su cabeza daba vueltas Y sus dientes rechinaban ante la presión que ejercía, todo era dolor, todo era desesperación. 

-¿Kai? -una suave voz profunda, salida desde las profundidades de aquella pesada lluvia llegó a sus oídos acompañado del frío del aire que secaba sus ropas quienes ya no recibían la constante lluvia, la tormenta cesó, una mano tomó su hombro y sus sentidos volvieron afloje-. ¿Qué haces aquí? Estas todo mojado. 

El chico de rodillas sobre el cemento abrió lentamente los ojos girando su rostro sintiéndose cuál ser que emergía desde las profundidades de un lago espeso, quitándose un peso de encima y respirando tan profundamente que sintió que sus pulmones ardían y oprimían todo su interior apretando su pecho sín darle posibilidad de contestar a lo que aquel chico pálido frente a él con un paraguas y una bolsa de supermercado intentaba cubrirlo de la incesante lluvia. 

-¿Qué haces aquí Kai? -ahora la preocupación brillaba en ojos de aquel semi ángel quien exigía una respuesta, una palabra, una señal de vida y razonamiento de parte del chico aún de rodillas que sin más sonrió de lado. 

-Visitar un viejo amigo -el pecho de Sehun se estrujo en su sitio pero no lo hizo evidente, que poco eran ahora, ¿Cuan poco valía para JongIn? "Un viejo amigo"

-Entonces pasa si eso es lo quieres -aún con una sonrisa de lado en rostro del más moreno este se levantó del frío piso escurriendo aún el agua de sus ropas mientras Sehun se apresuraba sin ser tan evidente en abrir la puerta de su casa. 

Aquella casa que sin lugar a duda lo recibió tan cálidamente a comparación de la fría tormenta haciéndole sentir que incluso ésta parecía feliz ante la presencia de aquel ser bello pero roto que entraba a la casa quedándose en el living con pena a mojar la alfombra preciada de su amigo quien lo miró con ceño fruncido por no pasar. 

-Estoy escurriendo -una risa socarrona sonó y bajó la mirada-. Talvez no fue la mejor idea venir con este clima. 

El moreno lo sabía, sabía la causa original de su razón para llegar a ese lugar, pero ahora que se veía ahí se sentía una peste, una molestia para su amigo que sin duda se hubiera esperado cualquier cosa esa noche menos su presencia. 

-¿Y te irás para seguir mojándote? ¿A dónde irás? -el mayor de los dos alzó los hombros restándole importancia-. No te dejare marcharte, dijeron desde la mañana que la lluvia duraría toda la noche, deja de aparentar y pasa de una buena maldita vez idiota. 

Aquello sólo lo hizo reír, su amigo no tenía pelos en la lengua y hablaba a veces con tanta insolencia que le daban ganada de callarlo a besos, a escuchar gemidos y no palabras de esa boca fina pero hermosa que lo estaba volviendo loco. 

-Sigues siendo un insolente -el menor sonrió de lado, esa maldita sonrisa... que lo hacía gruñir. 

-Y tú sigues siendo un idiota -el menor se cruzó de brazos observándolo desde su lugar-. Anda, lo mejor será que tomes una ducha antes de que tenga que cuidarte por enfermar. 

Kai lo sabía, su amigo lo haría darse una ducha y aunque le pesaba en el orgullo darle la razón la verdad era que necesitaba esa ducha, lo necesitaba. 

-Te daré la razón por esta vez, gracias, conozco el camino -Kai camino sin prisa en dirección al rubio quien No lo siguió con la mirada, simplemente se limitó a mirar hacia el piso y asentir-. Gracias Hunnie. 

No hubo más palabras, si no que todo fue silencio, uno tan abrumador que incluso Kai se detuvo un momento esperando una respuesta, un movimiento, algo que le dijera si Sehun se sentí incómodo con él, pero no hubo palabras ofensivas ni nada que diera indicios de que su presencia en aquel lugar era no deseada, más bien se sorprendió al escuchar un:

-Haré la cena, termina de bañarte y ven a comer -Sehun no se molestó en mirarlo, ni siquiera en decir algo más, simplemente se dedicó a caminar dándole la espalda a Kai mientras se dirigía a la cocina, JongIn asintió. 

 

Llévame alto y cantare

Tú haces que todo esté bien (bien, bien)

Estamos unidos en uno mismo 

Tu alejas todo mi dolor (lo alejas, lo alejas)

Sálvame si me convierto en

Mis demonios

 

Largos minutos bajo las gotas ahora de agua cálida calleron sobre los fríos hombros de aquel chico que terminando de limpiar su cuerpo y cabello calló en un sin fin de sensaciones causado por los recuerdos que lo atormentaban y lo tenían de esa triste manera, aquella situación incómoda que le hacía pasar a su amigo, él había huido, le había temido más a sus demonios que confiado en su valor, había sido un cobarde y siempre lo sería. 

-Kai... Llevas mucho ahí adentro ¿Te encuentras bien? La cena esta lista -aquella voz siempre lo regresaba a la realidad, lo hizo poder mirar su miseria, de preguntarse ¿Cuánto llevaba ahí dentro? sus actos fueron rápidos, no quería preocupar más a su amigo a lo que de manera casi automática cerró la llave y tomando aquel par de toallas a un lado de la ducha secó sus piernas para colocar su boxer y una de estas toallas en su cintura mientras que con la otra secó brazos y torso para usar la segunda toalla sobre su cabello y con movimientos más o menos rápidos secar su húmedo cabello. 

Kai abrió la puerta de manera rápida encontrándose frente a él a su amigo que lo miró algo sorprendido, luego se alejó de él girando su cuerpo mientras se dirigía al armario y se dedicaba a revisar los cajones. 

-Debiste meter algo de ropa antes de entrar a ducharte, te prestaré una pijama, mañanas buscaremos ropa de tu... -sus palabras fueron interrumpidas por una mano que de un portazo estruendoso cerro aquella puerta de golpe logrando hacer que Sehun diera un paso atrás y Kai pudiera meterse entre el chico de piel nívea y el ropero. 

-¿Me odias? -aquella pregunta lleno la habitación, una que sonó a reto pero que en el interior dolía, pues quien la formuló no sabía si estaba preparado para una respuesta que no tardó en llegar. 

-No, no te odio -Sehun humedeció sus labios mirando aquel cuerpo ante él, de una persona que siempre le causó admiración pero que sín duda también lo había lastimado en su momento. 

Kai suspiró mentalmente, aquella respuesta lo había atormentado con antelación noche y día sin cesar, lo hacían tocar fondo durante sus peores noches cuando el recuerdo de la única persona a la que realmente quiso llegaba restregándole en la cara su gran y gravísimo error, pero en ese momento tenía a la razón de sus recaidas frente a él, y no desaprovecharía esta oportunidad. 

-¿Me quieres? -la pregunta tomó por sorpresa a Sehun quien retrocedió otro paso lejos de su amigo quien lo miraba como una fiera, no sabía si estaba molesto o no, pero definitivamente esa mirada le asustaba. 

-Eres mi amigo, claro que... 

-¡No! ¡No me refiero a eso! ¿Me quieres Oh Sehun? -el menor se molestó. 

-La cena esta lista Kai vístete y te espero en el comedor, no tardes -dispuesto a irse el más joven se giró. 

-Te estoy haciendo una pregunta -Kai tomó al menor del brazo de forma brusca empujándolo a la gran cama que había en el centro de la habitación del menor quien lo miró realmente sorprendido, JongIn no era agresivo, no con él. 

-Kai... -el mayor de los dos se subió sobre el menor donde sin dudarlo ni un segundo más estampó sus labios en los ajenos tomandolos con desesperación, con hambre como si aquellos labios fueran más importantes que el oxígeno a su alrededor, su respiración era agitada, no le importaba quedarse sin aire, prácticamente devoraba aquellos labios delgados con gula, con miedo que explotó en su pecho al sentir las manos del menor empujarlo, hacerlo caer a un lado de la cama-. ¡¿Qué diablos te ocurre?! ¿Cómo puedes llegar y hacer esto cuando tú fuiste quien...? 

Su pregunta quedó a medias cuando levantándose de la cama notó a un JongIn junto a su cama sentado con las rodillas pegadas a su pecho y ambas manos en sus oídos como intentando no escuchar nada a su alrededor, su cuerpo temblaba sin frío, su respiración tan irregular hacia que el corazón del menor se estrujara. 

-No... Hunnie... -el mayor murmuraba cosas sin sentido asustando al único testigo de su peor miedo, aquella voz. 

-Kai... -sin importar nada de lo que acababa de pasar el menor se hinco a su lado con impotencia no sabiendo que hacer-. JongIn... ¿Qué tienes? 

Ante la mención de su nombre el otro chico subió su mirada, una llena de dolor, de miedo, de algo que jamás habría creído posible Sehun. 

-Cállalas... -el mayor se contrajo en su lugar como si hubiera recibidos un golpe en la boca del estómago. 

-¿De qué hablas JongIn? -el menor sentía su propio pulso dispararse tras sus oídos, su sangre helarse en sus venas, la desesperación subir desde la boca del estómago a la garganta. 

-Detenlos Hunnie... -el menor tomo las manos de JongIn entre las suyas propias sacando a flote un valor casi desconocido para el-. Detén las voces. 

 

Llévame por debajo de las barreras 

Vuela para siempre

No me dejes ir

Necesito un salvador que sane mi dolor

Cuando me convierta en mi peor enemigo

El enemigo

 

Sehun sintió su corazón agitarse, debía admitir que JongIn le había caído ese día como un balde de agua más frio que la lluvia que se desarrollaba afuera, pero verlo de ese modo, él estaba seguro que nada podía compararse con el dolor que sentía de verlo así, de verlo sufrir. 

-Tranquilo JongIn, tranquilo, todo está bien -intentó repetir cuantas veces pudo aquello para convencer de aquello a su amigo y a su propia mente que le gritaba a gritos que actuara, que el chico frente a él estaba sufriendo y por lo que él podía llegar a concluir aquel episodio no había sido el primero, tal vez ni siquiera fuera el último, pero de algo estaba seguro, no quería ni imaginarse al mayor en una situación parecida mientras él no estuviera ahí. 

-Sehunnie... -lágrimas salían de nueva cuenta mojando sus mejillas-. Sehunnie... 

El nombrado intentó abrazar el cuerpo frente a él, intentó de todo pero nada parecía capaz de romper aquella barrera que el mayor formaba a su alrededor. 

-JongIn ¡Idiota! -el mayor no subió el rostro, sólo su mirada haciéndolo lucir amenazante logrando que el menor tuviera que pasar saliva pesadamente para armarse de valor y continuar-. ¡Deja de hacer esto! ¡Déjame estar contigo! 

El mayor no se movió, los temblores en su cuerpo cedieron ligeramente, pero su pesar aún era palpable. 

-Hunnie... -el menor le hizo saber con un asentimiento que lo escuchaba logrando que el chico de piel bronceada continuara-. ¿Me quieres? 

Su voz era un ligero murmullo, pero a pesar de ello pudo escucharlo con claridad logrando que su corazón se acelerará, no quería hacer sufrir más a su amigo, pero tampoco quería que este pensará que sólo lo decía por lástima o compasión, Sehun querría decirle la verdad a ese ser que sufría frente a él, quería verlo bien. 

-No sólo te quiero -el mayor alzó el rostro con un par de pupilas dilatándose, relajándose de manera notable frente a aquella persona que ahora se reflejaba en aquella mirada antes manchada de miedos-. Hago más que eso JongIn. 

De manera lenta y tranquila el chico de cabellos rubios y piel blanca acercó su rostro al contrario donde de manera delicada beso los labios de su mejor amigo, de su mayor tesoro y peor tormento. 

El beso se desarrolló de manera lenta al igual que la forma en que los músculos en el mayor se destensaban logrando colocar sus manos frías en ambas mejillas del menor para acercarlo más, para robarle aquel sentimiento, para tomar sólo un poco de aquel amor que poco a poco había germinado en él de forma tan extraña e ilógica. Las manos del mayor de los dos lo acercaban a su rostro, grababa en su tacto la sensación de aquella piel tersa y limpia que tenía ante él, que lo besaba con cariño, con un sentimiento que no podía ocultarse, que ahora desnudo ante los dos parecía tan evidente y correcto, que sin duda en esta ocasión no se atrevería a rechazar, que acabaría como la gema más hermosa del universo, que cuidaria de todos, incluso de sus propios demonios, era el único capaz de darle el valor de enfrentarlos, de poder ahuyentarlos, de hacer que se detuvieran, que lo regresaban a la realidad, que lo hacían sentir realmente vivo. 

El aire entre ambos comenzó a faltar logrando separarlos viéndose sólo unidos por un ligero hilo de saliva que se rompió pegándose en la barbilla del menor quien tenía las mejillas rojas y brillantes, labios ligeramente hinchados que dejaban salir cálidas exhalaciones que eran música para los oídos del mayor quien sonrió como hace mucho que no lo hacía acariciando la mejilla del contrario, limpiando con el pulgar aquel rastro evidencia de la acción anterior. 

-Hunnie -su sonrisa era tan cálida que el menor no pudo evitar avergonzarse bajando la mirada molesto por la actitud tan rara en el chico frente a él. 

-Idiota -una risa ligera volvió a salir de labios del moreno quien de nueva cuenta se encargó de juntar sus labios con los belfos ajenos sellando una promesa silenciosa y propia de no escapar más de aquellos labios, de cuidarlos como ellos lo hacían con él y de jamás volver a lastimar a la única persona que podía detener aquellos demonios, aquella única persona que de alguna u otra forma siempre terminaba salvándolo de sus peores miedos.

 

Llévame alto y cantare

Tú haces que todo esté bien (bien, bien)

Estamos unidos en uno mismo 

Tu alejas todo mi dolor (lo alejas, lo alejas)

Sálvame si me convierto en

Mis demonios

 

Una llamada de emergencia, no escuchada desde el exterior, un sentimiento ahogado en un alma sin remedio que entre piezas rotas de rompecabezas se hundia sin opción a tocar fondo, que día a día despertaba con miedo a revivir en aquella noche los demonios que lo habían mandado a la cama de manera tan lamentable como se encontraba. Un navío sin tripulación, sólo un capitán que se un día a solas en mar abierto con su barco ante la mirada escrutadora de las personas a su alrededor que sólo jugaban y no se detenían a mirar más allá del dolor propio. 

¡MayDay! 

Y sólo sus peores miedos aparecían para sacarlo a flote cada que iba a tocar fondo, viéndolo sufrir, destruirse a la espera de un cuerpo sin más fuerza que detuviera su diversión, un juguete de su propia cruel mente que lo rodeaba y consumía cada noche pero sin darle descanso a disfrutar del final, alejándolo, aislándolo mientras murmuraba palabras de odio en sus oídos, que terminaban por desvanecer las esperanzas y colores de una persona con escasa fe. 

Pero alguien lo escucho, la frecuencia perdida que logró descifrar las coordenadas de aquella nave, que incluso sin ser esa su misión terminó por ayudar a aquel solitario capitán que engañado por el odio tomo una nave que no le pertenecía, que lo dejó juzgar, que le hizo saber que todo estaba bien, que el mar es más grande de lo que un sólo barco es capaz de recorrer en toda su vida, que alejándolo de la orilla le regresaba el valor de volver a mar abierto, que lo salvaba de sus propios recuerdos. 

Una enfermedad que no podía controlar, que lo intentaba arrastrar al sin fin de la soledad, lejos de la orilla con miedo a hundirse de nuevo... pero ahora llas sombras eran opacadas por un faro que brillaba a lo lejos y que ahora lo guiaba a su salvación, fue la ayuda que siempre necesitó, que lo miraba desde arriba, que le sonreía y llamaba para emerger, que lo llevaba a la cima de aquella torre y le daba la luz que necesitaba. 

Sehun sería aquel ser quién jamás lo solitaria, que no importaba cuantas veces le dijera lo contrario el permanecería ahí, que lo alejaría del dolor y JongIn, el intentaría regresar aquel bello favor regalándole su felicidad, aquellas noches lejos de demonios, aquellas mañanas tranquilas, Kai le daría sus glorias a aquel causante de ellas, aquel que lo ayudaría y defendería de sus propios demonios, de él mismo, de su mayor y unico enemigo. 

 

 

Notas finales:

Sentimientos juntos ahogados en la oscuridad de una habitación, pensamientos a mi alrededor, una persona que logra entenderlo ¿cierto? 

Diria que lo lamento pero asi soy y no puedo lamentar ser quien soy. 

~*~

Espero les haya gustado.

Gracias por leer.


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