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Room por LovingTales

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Notas del capitulo:

Hola! aquí va el primer capítulo de Room, espero sea de su agrado. 

 

Los personajes pertenecen a Eiichiro Oda.

La lluvia caía torrencial sobre la ciudad. Eran alrededor de las 6 de la tarde y el grueso manto de nubes ya empezaba a oscurecerse cada vez más, anunciando la llegada de la noche. Las personas iban y venían por las calles, la mayoría rumbo a sus hogares después de un arduo día de trabajo. Era una urbe bastante exitosa económicamente, y no precisamente por las actividades honradas de sus ciudadanos, sino más bien por el bajo mundo que allí movía sus redes. Drogas, tráfico de armas, trata de personas entre otros crímenes eran cosa de cada día, no obstante la mayoría de los habitantes ignoraba esta situación, o más bien le era indiferente y cada quien se preocupaba de su propia vida.


Un chico pelirrojo corría rápidamente, iba totalmente empapado y sólo vestía una sudadera blanca y unos pantalones holgados, a pesar del frío que sentía. Corrió hasta entrar en un callejón oscuro y muy sucio, se detuvo detrás de un contenedor de basura justo al lado de una alcantarilla. Miró a su alrededor y cuando se hubo percatado que no había nadie, levantó la tapa de hierro bastante pesada, una vez dentro se subió sobre un piso de madera y volvió a poner la tapa. Llevaba entre sus brazos un pequeño bulto, el cual dejó en el piso al tiempo que encendía una linterna. Avanzó a través del oscuro túnel que no era más que el alcantarillado de la ciudad hasta llegar a una vieja puerta de madera, la cual empujó con fuerza.  Al entrar un grupo de chicos de su misma edad lo recibieron. Estaban sentados alrededor de un brasero.


-Tardaste Kid, pensamos que no llegarías esta noche- exclamó un chico de cabello largo y rubio, tenía un aspecto bastante enfermo-


-No los dejaría sin cena- respondió el pelirrojo al tiempo que abría el bulto que llevaba consigo. Dentro habían trozos de pan y queso- está un poco duro, lo lamento es lo mejor que pude conseguir-


-Descuida Kid… ya nos sentimos bastante mal por no poder ayudarte a conseguir comida, ¡si no fuera por ese tipo no tendríamos que escondernos como ratas!- dijo otro niño de piel pálida y cabello gris-


-Está bien chicos, al menos no me vieron a mí-


Era bastante sabido en aquella región que la desigualdad en las ciudades era abismante. Mientras los más ricos se divertían en cenas y eventos sociales, los más pobres tenían que luchar en las calles por obtener comida, y muchas veces debía ser robada. Lamentablemente para algunos no quedaba otra opción, si pedían limosna la gente no los ayudaba y peor aún la policía se les iba encima, aunque sólo rogaran por un poco de pan. A este hecho se le sumaba el bajo mundo que corrompía todo aquello que se supone estaba de parte de la justicia, por lo que la vida se transformaba en una lucha constante por sobrevivir.


Kid y sus amigos eran huérfanos. Ninguno recordaba a sus padres ni haber tenido algún familiar que se hiciera cargo de ellos. Se habían conocido en el orfanato de la ciudad, el cual estaba a cargo de una institución religiosa la cual prácticamente robaba las donaciones que había para los huérfanos y a cambio sólo les daban lo básico para vivir. Por esta razón se escaparon una noche no  sin antes robar toda la comida que pudieron. Fueron perseguidos por la policía quienes no dudaron en dispararles a pesar de ser tan solo unos niños. Lograron huir y refugiarse en el alcantarillado el cual convirtieron en su guarida. De ese hecho habían pasado ya ocho años, y todo había resultado bien hasta hacía tan sólo unos días.


Kid se especializaba en robar billeteras, joyas y otros artículos pequeños. Además solía visitar los contenedores de chatarra donde conseguía todo tipo de circuitos, metales y piezas con las que fabricaba distintas cosas. Al principio sólo se dedicaba a hacer juguetes para él y sus amigos, pero fue mejorando cada vez más siendo capaz de crear armas a partir de residuos mecánicos. Los demás chicos robaban dinero de cajeros automáticos utilizando tarjetas creadas por Kid las cuales funcionaban a la perfección, sin embargo sólo les permitía sacar muy poca cantidad y sólo unas cuantas veces al mes para no ser descubiertos.


Aunque la mayor parte de la ciudad lo ignoraba, debajo en las redes de alcantarillado existía otra ciudad, regida por sus propias leyes. Era el pueblo de los pobres donde residían todos aquellos que la sociedad rechazaba. Ladrones, prostitutas, drogadictos, personas con enfermedades y huérfanos, todos ellos convivían en las alcantarillas en un submundo que la mayoría del tiempo estaba tranquilo, hasta que ellos llegaban.


 Existía una especie de jefe de aquel lugar quien era conocido como el Rey, de contextura fornida y altísima estatura este hombre de cabello rubio se caracterizaba por llevar gafas y abrigo de plumas de color rosa, además de una siniestra sonrisa. Una vez al mes él y sus hombres visitaban el pueblo y cobraban el alquiler a cada residente. El valor de este dependía del tamaño y la cantidad de personas que habitaran en él. Si alguien no tenía dinero para pagar debía entregar algo de valor que equiparase el alquiler, de no poseer nada era llevado por los hombres del Rey y probablemente asesinado, puesto que no se sabía de alguien que hubiera vuelto.


Esto ocurría una vez al mes, y hacía pocos días había sido el día de renta. Los hombres del Rey tocaron la puerta de la guarida de Kid y sus amigos. El trabajo había ido mal y los chicos no tenían el dinero, no obstante Kid era bastante hábil y convenció a los hombres de volver a cobrarle dentro de tres días hasta que pudieran arreglar el problema. Los hombres sentían curiosidad por las creaciones del pelirrojo por lo que decidieron aceptar su pedido a cambio de dos robots a control que había creado. No obstante al transcurrir el segundo día se presentaron nuevamente y les dijeron que el Rey necesitaba hablar con ellos. No pudieron negarse y aunque no les agradaba la situación, no había más remedio.


-Así que ustedes son los chicos que aún deben la renta- exclamó el Rey bebiendo una copa de vino-


-Le pagaremos mañana…- respondió Kid con un tono de nerviosismo en su voz no obstante se mantenía firme-


-No lo dudo… pero que les parece si olvidamos la renta y a cambio hacen algo por mí- el Rey sonrió siniestramente-


-¿olvidar la renta?... ¿Qué quiere que hagamos por usted?- preguntó el pelirrojo quien se había percatado que no estaban en condiciones de rechazar aquella demanda-


-Necesito que vayan a cierto lugar y roben algo por mí-


Los chicos se miraron desconcertados entre sí


-Bien, ¿dónde necesita que vayamos?-


- A la zona sur…habrá una gran fiesta en la mansión del alcalde… necesito que entren y roben unos planos de su despacho-


-¡¿Zona sur?!- exclamaron al mismo tiempo con sorpresa, puesto que aquel lugar era el sector más rico de la ciudad y por ende el más custodiado-


-Así es… mis hombres les explicarán con mayor detalle ahora apresúrense y síganme que la fiesta es esta noche-


A las pocas horas de aquel incidente Kid y sus amigos se encontraban a metros de la mansión del alcalde. Estaba rodeado de policías y guardias no obstante los hombres del Rey ayudarían a montar un escándalo para distraerlos y así crear una oportunidad de que los chicos se infiltraran. Todo iba saliendo conforme al plan, se había creado un alboroto de ebrios a la entrada de la casa, el cual no tenía por donde terminar y afortunadamente la mayor parte de la gente estaba poniendo atención ahí. A Kid se le ordenó que permaneciera fuera y vigilara que no se acercara nadie a la zona del despacho, observaba atentamente todo lo que pasaba a su alrededor pero nada ocurría. Al cabo de unos minutos sintió disparos dentro de la mansión por lo que supuso que los habían descubierto, rápidamente tomó su pistola y apunto en dirección a la ventana del despacho por donde aparecerían sus amigos. No tardaron mucho en saltar por esta y echar a correr al bosque que había tras de ellos, en ese momento Kid no dudó en disparar derribando  a dos policías para luego echar a correr y alcanzar a sus amigos. Sentían los carros detrás de ellos sin embargo no bajaban la velocidad hasta que lograron esconderse tras unos matorrales. Sus corazones latían a toda prisa hasta que sintieron disparos a lo lejos y supieron que ya había pasado el peligro. Regresaron al pueblo donde el Rey los esperaba con una mirada seria. Le entregaron los planos y éste señaló que había sido un buen trabajo pero que lamentaba informarles que la policía logró identificar a dos de ellos y que ahora estaban siendo buscados por toda la ciudad por lo cual era mejor que no salieran del pueblo. Y así habían llegado a estar de brazos cruzados, contando sólo con Kid para alimentarlos.  


Luego de haber comido Kid se puso a trabajar en sus máquinas. Tenía planeado crear una moto que le permitiera desplazarse más rápidamente por la ciudad, sin embargo sólo tenía algunas ideas y bosquejos y mientras se entretenía haciendo una a escala. De pronto Heat el chico de cabello gris se acercó a él con preocupación en su rostro.


-Kid no quisiera molestarte ni que te preocupes pero Killer no se encuentra bien, al parecer tiene fiebre…-


-¿Fiebre? Mierda… ¿qué podemos hacer?- preguntó tratando de no levantar la voz-


-Tengo un poco de medicina pero no alcanzará para mañana, temo que la fiebre aumente- Contestó Heat quien tenía algunos conocimientos básicos de medicina-


-Maldición… está bien Heat, no temas… iré a buscar la medicina sólo dime lo que debo conseguir-


Kid tomó una chaqueta de estilo militar y caminó en dirección a la salida que generalmente utilizaba. Una vez en la calle comenzó a sentir el frío en su cuerpo, la lluvia había cesado dando paso a un cielo nocturno despejado y con una luna fría y distante. Como siempre miró en todas direcciones  antes de salir del callejón, si algún policía descubría su entrada pondría en peligro a todo el pueblo, puesto que lo más probable sería que los echaran a patadas de ahí. Se dirigió en dirección a una farmacia que seguramente se encontraría cerrada, lo cual no era un problema puesto que no había puerta que no pudiera forzar, aunque fuera metálica. Apresuró el paso al tiempo que observaba la luz de los postes reflejarse en las pozas de agua acumuladas en las calles, se preguntaba a sí mismo ¿cuándo cambiaría su vida?, ¿hasta cuándo tendría que robar para poder subsistir?... si tan sólo las personas no fueran tan prejuiciosas y lo juzgaran por quien era y no por lo que tenía sería un mundo más justo. Pero a quien engañaba el mundo que él había conocido nunca se había caracterizado por su justicia. Desde pequeño pudo darse cuenta de lo cruel que podía llegar a ser la gente, vio morir a enfermos a las afueras de los hospitales por no tener dinero para ser atendidos, a huérfanos mendigar comida y sólo recibir insultos, a mujeres siendo abusadas y hasta a animales siendo maltratados… nadie estaba a salvo de la maldad excepto una maldad más grande por lo que había llegado a la conclusión de que su vida dependía de su capacidad de hacer el mal, por lo menos de esa forma lograría sobrevivir en aquella asquerosa ciudad.


Al llegar cerca del edificio acalló por un momento sus pensamientos. Debía ver la forma en cómo entrar sin ser atrapado así que comenzó a observar atentamente el inmueble. Estaba concentrado hasta que de pronto a lo lejos vio como un grupo de individuos forzaban la cortina metálica y entraban a la farmacia. ¡Era su oportunidad!, rápidamente y como una sombra se escabulló dentro y sin que los demás lo vieran comenzó a buscar la medicina que Heat le había pedido. Aprovechó de sacar unas cuantas cosas más entre ellas pasta dental y alcohol para las heridas hasta que logró identificar el nombre del medicamento que necesitaba. Se aseguró de sacar varias cajas y guardarlas en la mochila, repentinamente escuchó el carro de la policía llegar hasta el lugar, arremetieron fuego y en unos segundos todo se volvió un infierno. Se deslizó como pudo hasta un estante sin embargo una bala llegó directo a su brazo derecho emanando sangre a borbotones. Contuvo un grito de dolor y comenzó a apretar la herida con su otro brazo mientras que el lugar permanecía como un campo de batalla. Debía salir de ahí a como diera lugar sin embargo no lograba encontrar otra salida que no fuera por donde entró. Se arrastró hasta el mesón del recepcionista y una vez estando allí identificó la puerta trasera la cual de seguro le llevaría a otra salida. Esperó que nuevamente comenzaran a disparar y se dirigió a toda velocidad a la puerta que afortunadamente se encontraba abierta. Recordó que lo más probable era que el edificio estuviera rodeado así que decidió subir a la azotea y espiar desde ahí un mejor ángulo de escape. Al llegar arriba y para su suerte los ladrones habían sido capturados y los oficiales volvían a reagruparse en el frontis de la farmacia. No lo dudó ni un segundo y saltó hacia el lado trasero del edificio. Echó a correr de prisa y se metió a un callejón.


Su herida dolía mucho, después de todo tenía una bala ahí y no había forma de sacarla sin ir a un hospital… el problema era que no tenía dinero y sin dinero no lo tratarían. Estaba en un grave aprieto, se odiaba a sí mismo por no haber sido más rápido pero eso ya no le servía de nada. Debía tratarse o moriría desangrado y peor aún sin poder ayudar a Killer. Ya comenzaba a sentirse mareado no obstante echo a correr nuevamente en dirección al hospital, quizás si robaba a alguien que fuera pasando podría pagarlo. Corrió unas cuantas cuadras hasta que su cuerpo no reaccionó y comenzó a perder el sentido, miró tras de sí  y vio un camino de sangre que se detenía justo donde él estaba. Se apoyó en una muralla de ladrillo y arrastrándose logró entrar a un callejón donde se desplomó.


Aún consciente se decía a sí mismo:


-No puedes morir aquí imbécil… Heat está esperando la medicina… Killer… chicos-


Sus ojos entreabiertos miraban al cielo, la luna se alzaba en el cielo anaranjada por el efecto de  la luz de los postes de la calle. Cerró los ojos y comenzó a perder el conocimiento.


-oi oi oi… oye reacciona…-


De pronto escuchó una voz distante que lo llamaba. Lentamente abrió sus ojos e inmediatamente sintió una presión en su brazo.


-¿quién eres?- preguntó con dificultad-


-Estás vivo aún… venga vamos debemos ir al hospital urgente, ya has perdido mucha sangre- exclamó un extraño al tiempo que lo tomaba del brazo izquierdo-


-suéltame… yo no tengo dinero…- replicó Kid sujetando la mano del extraño para que lo soltara-


-¿Qué dices? Estás grave debemos ir… o si… no..-


Kid comenzó a escuchar la voz cada vez más distante hasta que sus ojos se cerraron y se desplomó.


Un hombre alto, moreno y de cabello oscuro preparaba café. Ya había amanecido y como en días anteriores el sol resplandecía detrás de las oscuras nubes que anunciaban lluvia. El hombre bebió una taza de café al tiempo que abría el periódico para ver los titulares “Asalto en una farmacia termina en tiroteo, tres delincuentes heridos”.


-Así que ahí terminaste herido- exclamó en voz baja-


El pelirrojo comenzó a reaccionar al aroma del café, lentamente abrió sus ojos y sorprendido al ver que no se encontraba en la calle trató de levantarse de la cama bruscamente sin embargo la herida de su brazo no se lo permitió. Divisó a aquel hombre quien al darse cuenta se acercó a él-


-veo que has despertado… ¿te sientes un poco mejor?-


-sí… ¿dónde estoy? ¿Quién eres?- preguntó un tanto asustado mirando a su alrededor. Estaba en un cuarto muy amplio y lujosamente decorado-


- estás en mi departamento soy médico, en la madrugada te encontré tirado en un callejón a punto de morir así que me tomé la libertad de sacar esa bala de tu brazo y curar tu herida-


Kid pareció sorprendido


-¿Por qué me ayudaste?... te dije que no tengo dinero-


-ya te dije, soy médico. Venía del hospital cuando me pareció ver un rastro de sangre, me apresuré en seguirlo y te encontré medio muerto, te hablé y cómo me aseguraste no tener dinero para el hospital te traje a casa y traté tus heridas aquí… después de todo esos infelices no pueden cobrarte si estás en mi casa-


-ehh… muchas gracias pero debo irme… debo ayudar a alguien que está en peligro-


-¿irte? Oye no deberías moverte aún, puede que tu herida empeore-señaló con preocupación


-si es así tendré cuidado… yo no puedo perder más tiempo debo irme-


-Está bien pero puedo llevarte a tu casa si quieres- exclamó el hombre-


-¿casa? Jajaja- rio Kid- no muchas gracias puedo ir por mí mismo-


-muy bien, sólo espero que cuides esa herida-


-Lo intentaré… por cierto ¿Cuál es tu nombre?-


El hombre pareció sorprenderse al escuchar la pregunta


-Law… mi nombre es Law-


-Muchas gracias Law- el pelirrojo esbozó lo que parecía ser una sonrisa. Se dirigió a la puerta tomando sus cosas y corrió a toda prisa-


El hombre se quedó observando desde su balcón cómo se alejaba hasta perderse en las calles.


 


 


 


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