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The mornings that I want por Shisunari

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Notas del fanfic:

Un pequeño One-Shot con toda la ternura que me da esta pareja *^*

Los personajes pertenecen a Eiichiro Oda. Yo sólo los tomo prestados un rato xD

Notas del capitulo:

¡Espero que les guste! c;

Los primeros rayos del sol asomaban en el horizonte, dando un tono dorado al cielo y despidiendo a la fría noche. Los pájaros revoloteaban alegres en las ramas de los árboles y la luz de la mañana comenzaba a filtrarse por las delgadas cortinas de la habitación de Ace.
Sus ojos se abrieron poco a poco, sonrió al reconocer el cabello rubio frente a él y sentir el calor del cuerpo de Sabo contra el suyo. “Enamorarse convierte a las personas en unos idiotas”. Solía pensar Ace, ahora él se sentía el mayor idiota del mundo por sonreír de esa forma a primera hora de la mañana, apero le gustaba, le encantaba que fuera así.

Acercó su nariz al cuello del otro, sintiendo ese olor fresco que le encantaba. Repartió pequeños besos por el cuello hasta la mejilla. Sintió como el cuerpo del rubio se removía bajo él.

—Buenas días… — susurró Sabo aún sin abrir los ojos. Volteándose poco a poco hasta quedar frente al otro.

—Buen día — Hundió su cara entre el hombro y el cuello del rubio —. Hueles tan bien…

Hubo una risita por parte de Sabo y se abrazó al moreno, sintiendo la temperatura de su cuerpo que estaba sin camisa. Ambos amaban despertar así. Pasaron unos minutos sin decir nada, sólo sintiendo la compañía del otro.

—¡¿Qué hora es?! — Sabo se incorporó de manera abrupta, empujando a Ace en el proceso. Buscó el reloj de la mesa de noche que le daría la respuesta a su pregunta. ¡Era demasiado tarde!

—No me digas que ya te tienes que ir — El moreno vio al rubio levantarse de la cama. Sólo tenía puesto un bóxer muy ajustado y una camiseta que Ace solía usar como pijama y que en Sabo se veía demasiado grande y demasiado sexy a los ojos del pecoso.

—Lo siento. Ya llegué tarde dos veces esta semana, no puedo permitírmelo otra vez — decía Sabo mientras se perdía por la puerta del cuarto de baño.

Ace se levantó estirando sus músculos. ¿Cómo era posible que Sabo se viera tan bien por la mañana? Le encantaba ver su cabello revuelto y su piel blanca. A pesar de esa cicatriz en el lado izquierdo de su cara (que en el pasado muchos habían visto mal) a él le parecía la persona más hermosa que había visto. ¿Eso les hace el amor a las personas?

Abrió la puerta del baño. Sabo estaba limpiando su cara con una toalla frente al espejo. Rodeó su cintura abrazándolo por la espalda.

—¿Seguro que no puedes quedarte quince minutos más? — El rubio cepillaba sus dientes, sonrió al ver como Ace apoyaba la barbilla contra su hombro con cara de súplica —. ¿Talvez veinte? — Sabo escupió la espuma que la pasta dental formaba en su boca.

—Te recuerdo que es tu culpa que haya llegado tarde antes — Ace soltó el abrazo para que el rubio se enjuagara.

—Pero valió la pena ¿no? — Se miraron a través del espejo con una sonrisa cómplice y Sabo salió apresurado para ir por su ropa, Ace lo siguió sólo para ver cómo se cambiaba su camiseta por la que había usado la noche anterior. Se sentó en la cama y se puso sus pantalones —. ¿Volverás hoy? Tengo pensada una sorpresa para ti.

—¿Qué clase de sorpresa? — lo miró con una sonrisa mientras amarraba su zapato.

—Ven y lo sabrás — Ace acompañó a Sabo hasta la puerta —. ¿Si vendrás?

—Claro… — Rodeó el cuello de Ace con sus brazos y sintió como los de este envolvían su cintura. Sus labios se unieron en un tierno beso que los hizo sonreír a los dos—. No vemos luego.

Ace lo vio irse.
Enamorarse era para tontos y en mañanas como esa, donde podía despertar viendo a Sabo junto a él, se sentía feliz de ser un tonto que se había enamorado.

Notas finales:

¡Gracias por leer!
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