Ese chico es extraño.
No llevamos mucho tiempo saliendo… o más bien ni siquiera sé si a esto se le puede llamar una “relación” puesto que nuestras citas se limitan a salir a comer a alguna parte, platicar de cualquier cosa –él es quien me platica- llegar a casa y tener sexo. Esa es la rutina de la semana.
De mi parte no hay problema en eso porque así eran las relaciones que solía tener, realmente solo me gustaba jugar con las personas por un rato y cuando dejaban de interesarme las dejaba sin más y podía salir a buscar algo más que me distrajera, pero desde que empecé a tratar a este chico las cosas comenzaron a cambiar.
Me atrevo a decir que comencé a ver la vida desde otro punto de vista. Los problemas con mis padres han dejado de afectarme de la misma manera en la que lo hacía antes porque ahora no solo llego y esta Sorata para recibirme, sino que ahora también llego junto a Ritsu y eso me conforta hasta cierto punto.
La escuela es lo mismo, a pesar de que él esta en otro grado sé que al final del día lo encontraré en la biblioteca con la misma sonrisa con la que siempre me saluda y comenzará a platicarme sobre algo interesante… algo que para mí también lo es. Se sonrojará con algo simple que yo le diga y eso me molestará en un principio, pero cuando él agache su cabeza toda esa molestia desaparecerá en mí y solo pensaré en sujetarlo y besarlo. Eso hará que se sonroje más. Le diré algo y no me limitaré a verlo de nuevo, solo lo besaré de nuevo pero esta vez de otra manera, de una más intensa. Me alejaré y miraré ese brillo en sus ojos que me hará sentir una sensación extraña en mi pecho. Él me pedirá que deje de verlo de esa manera y yo le responderé que es mejor que vayamos a casa de una vez. Caminaremos juntos, él atrás de mí, apenado. En alguna ocasión lo tomaré por su mano e iré más rápido. Cuando lleguemos Sorata nos estará esperando y Ritsu lo acariciará mientras yo dejo mis cosas en cualquier parte y me aseguro que no haya nadie en casa –y nunca hay alguien- por lo que lo tomo por su mano y lo llevo hasta mi habitación, donde comienzo a besarlo. Sus labios estarán apretados y su cuerpo algo tenso, reacciones normales puesto que esta nervioso. No importa cuántas veces lo hagamos, siempre se pone igual.
Lo empujaré sobre la cama y lo sentaré para desabrochar su uniforme y su camisa sin dejar de besarlo. Temblará cuando toque su piel y eso me causará una sonrisa malvada. Sé que a él le gusta verme pero siempre trata de que yo no me dé cuenta por lo que lo recostaré y me colocaré sobre su cuerpo, desabrochando mi camisa y tirándola al suelo frente a él. Tratará de evitar la vista pero me inclinaré hacia su rostro y entrelazaré sus manos con las mias mientras comienzo a besar su cuello. Lo escucharé gemir. Su cuerpo es muy débil en ese sentido e introduciré mi mano dentro de su pantalón para sujetar su miembro ya erecto –como dije, es muy sensible-
Él me dirá que pare pero lo ignoraré y apretaré su punta, sintiendo entre mis dedos un poco de su fluido que ya comenzará a salir mientras mis labios se dedican a chupar sus pezones. Podré escuchar los acelerados latidos de su corazón y podré confirmar que lo que él siente por mí es sincero, realmente sincero. Quitaré el resto de su ropa y lo acomodaré frente a mí, preparándome para entrar en su cuerpo. Utilizaré su propio pre-semen como lubricante y empujaré lentamente hasta que esté por completo dentro de él. Lo escucharé gemir y lo besaré para mitigar un poco la presión que siente y él también intentará besarme de manera débil y sumisa, lo que me excitará –por algún extraño motivo lo hará- y me tensaré dentro de su cuerpo provocándole un gemido ahogado por nuestro beso. Él también se hará estrecho y la sensación en mi cuerpo será por demás confortante. Me moveré un poco y separaré mis labios de los suyos para que de esa manera pueda escucharlo gemir.
En algún momento intentará cubrir su boca para mitigar el sonido pero yo se lo impediré y solo lo haré gemir más. No me detendré. Cambiaré mis movimientos de rápidos a lentos cuando sienta que él se va a venir y de lentos a rápidos cuando lo haya dejado descansar. Cambiaremos posiciones algunas veces y terminaremos completamente desnudos. El calor en nuestros cuerpos nos hará sudar, por lo que la ventana semi-abierta de mi habitación será de gran ayuda.
Comenzará a oscurecer y la necesidad de que nuestros exhaustos cuerpos por fin se liberen será inevitable y por demás deseada. Lo acomodaré sobre la cama de una manera cómoda para ambos y empujaré sin detenerme, moviéndome de lado a lado y de arriba abajo. Pellizcaré sus pezones y acariciaré su punta solo para herirlo más y no me detendré hasta que alguno de los dos se libere primero. De mi parte me correré dentro de su cuerpo y él lo hará sobre su pecho y abdomen, antes o después de mí.
Caerá exhausto sobre la cama y yo acariciaré su cabello, girando su rostro para besarlo y abrazarlo. Estará muy cansado y se quedará dormido, haciendo que yo me acomode a su lado, lo estrecharé y lo imitaré por algunas horas. Él se despertará en el momento adecuado y yo me daré cuenta de eso. Nos vestiremos y lo acompañaré hasta la mitad del camino hasta su casa. Aunque intente acompañarlo un poco más él se pondrá muy rojo y nervioso y se irá corriendo. Aun no entiendo esa parte de él.
Regresaré a casa y de nuevo encontraré a Sorata en la entrada para darme la bienvenida. Recogeré mi mochila y sacaré mis cosas para hacer mi tarea antes de que llegue mi madre. Siempre quiero dormirme antes de que ella llegue –o al menos hacerle creer que ya esto durmiendo- y tomo mi celular cuando veo en el reloj que ya es tarde. Lo busco en mi directorio para enviarle un mensaje que no he preparado mentalmente y me doy cuenta de que no tengo su número, pero no me importa puesto que no planeaba escribirle nada en realidad.
Regresaré a mi habitación y me recostaré, pensando en que debería pedirle su número cuando lo vea en la escuela… y siempre lo olvidaré.