Y ahí estaba él, por segunda vez, esperando su turno. A su lado, un par de jóvenes que jamás habla visto, parloteaban como si fueran amigos de toda la vida. Había hecho todo el esfuerzo humanamente posible para no voltear y darles una cantaleta de insultos. Su nerviosismo se le pasó un poco cuando quienes habían estado con él anteriormente, pasaron por el lugar y lo saludaron a lo lejos. Él imitó su saludo y se dio cuenta que el grupo a su lado había disminuido el tono de voz, y ahora susurraban.
— Disculpe — Llamó uno de ellos su atención. Cuando él volteó, pensó que la persona con quien iba a hablar iba a tener su misma estatura, pero, en realidad, estaba unos pocos centímetros debajo suyo.
— ¿Sí?
— ¿Por qué estás tú aquí? — Le dijo un niño de estatura baja que respondía al apellido Nishikido, tal cual era lo que estaba pegado a su remera. A ambos flancos suyo, Okura y Yasuda parecían sus guardaespaldas.
— ¡Ah! Pero no es un senpai — Reconoció Okura, al notar la misma pegatina sobre el pecho de Maruyama.
— ¿Eres un aspirante como nosotros? — Resolvió Yasuda.
— Así es — Dijo Maruyama, sin perder su especie de temple de superioridad, algo que simplemente escondía los nervios que tenía. Una de las entradas a la habitación se abrió, dando paso a tres sujetos que verían sus aptitudes en el baile.
— Mucha suerte, Maruyama senpai — Le dijo Yasuda, extendiéndole su mano.
Por primera vez, Maruyama se sintió a su mismo nivel. Se dio cuenta que todos estaban en el mismo bote, y que no debería haber ningún tipo de competencia. Después de unos largos segundos, estrechó su mano y se contagió de la sonrisa que le dedicó, antes de que aquel grupo fuera separado delante suyo.
Más de quince años después, Maruyama aún pensaba que juntos, ese trío era ruidoso, aún cuando él también formaba parte de ese barullo.
— Buenos días a todos — Los saludó, entrando a la sala de coreografía.
— Buenos días — Saludaron al unísono las únicas tres personas que estaban ahí. En medio del lugar, Yasuda ensayaba la canción que había compuesto con Maruyama y Okura, pero éste último, a diferencia de su compañero, estaba teniendo una placentera sesión de masajes con Nishikido, y no parecía tener muchas ganas de bailar.
— ¿Los demás van a tardar? — Le preguntó Maruyama a Yasuda, llevando el bolso que lo estuvo acompañando hasta ese momento, a la rastra.
— Parece que se les complicó el viaje, pero no creo que tarden mucho más.
— Ah, ya veo.
— Okura, ¿me acompañas a buscar algo? — Le preguntó Nishikido.
— Claro — Respondió el aludido, ayudándose de sus palmas para levantarse del suelo —. Chicos, ahora volvemos.
— No te tardes — Le dijo Yasuda —, tenemos que ensayar.
— Sí, no te preocupes. No tardamos — Le dijo el aludido, con una media sonrisa. A los pocos segundos de que el dúo se fue, Yasuda se sentó en el suelo.
— ¿No íbamos a ensayar? — Le preguntó Maruyama.
— Nah, ellos van a tardarse una eternidad. ¿Sabes? Okura aún no me dijo nada, pero tengo la leve sensación de que está saliendo con Ryo-chan…
— ¿Eh…? — Preguntó Maruyama, sentándose frente a él, con una expresión de sorpresa.
— Sí… Pero, bueno, si lo vemos desde otro punto de vista… Sí hacen buena pareja — Reconoció.
— Ahora que lo pienso — Soltó Maruyama, con una pose pensativa —… siempre estuvo ahí.
— ¿Qué cosa?
— La atracción… creo — Automáticamente, sus palabras hicieron que Yasuda se lanzara al suelo y riera a carcajadas —… ¿Qué es lo gracioso?
— Yo pienso todo lo contrario. Pienso que el hecho de estar juntos y darse cuenta lo poco que tenían en común, hizo que terminaran atrayéndose. Para mí, esos dos son totalmente opuestos uno del otro, y eso es lo que los hizo atraerse mutuamente.
— Mhh… Puede ser…
— Y cuando ya no pueden controlarlo — Yasuda aplaudió una vez, con ambas palmas abiertas —: se atrajeron y terminaron juntos.
— Es una buena frase para el titular de un periódico.
— Al menos, espero que sean discretos…
— Ryo-chan nunca lo fue…
— Okura ya se lo quitará, no te preocupes.
— Oye, Yasu — Llamó su atención su compañero —. No sé por qué me estuve acordando del día de nuestra audición…
— Eso ya pasó hace mucho…
— Sí, lo sé, pero… ¿No crees que es el destino?
— ¿Qué cosa? — Repreguntó el aludido, incorporándose por haber oído las puertas del lugar abriéndose a sus espaldas.
— Que hayamos terminado juntos — Respondió el aludido, mirándolo.
Yasuda le sonrió y le extendió la mano.
— ¿Ensayamos, senpai?
Maruyama estrechó esa mano que le fue extendida, tal y como lo había hecho aquella vez, hace ya muchos años. Quizás, de no haber sido por esa sensación que le hizo sentir en el fondo de su pecho y que, aún no tenía respuesta, él no estaría donde estaba parado en ese momento, mirándolo a él, más cerca de lo que podía imaginar.