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Una Nueva Discusión por klimary

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Notas del fanfic:

Para mi hermosa Thirteen Wilder porque sé que lo esperaba de hace mucho pero aaaaaaaaa cómo se me complicó terminarlo ;)))

Notas del capitulo:

Hay mención de Shión de Aries y otro por ahí ;)

¡Disfrútenlo!

-¡DIMELO!

-¡NO!

-¡Kardia!

-¡Dégel!

-¡Aaaarggh¡- replicó el onceavo caballero tomando su cabeza y saliendo rápidamente de su templo. Se sentía desesperado. Habían pasado meses desde que inició esa relación con su escorpión, pero al poco tiempo notó que algo singular sucedía con Kardia: nunca le decía que le gustaba, lo quería, o lo amaba. Nunca. No le decía nada especial a él, sobre él, nada. Saber que el único “amor” que le profesaba el del octavo templo era expresado en una buena noche de sexo, estaba provocando en Dégel pensamientos sobre si en realidad lo que tenían era una relación.

Por otra parte, Kardia estaba desesperado, sabía lo que quería su amado Dégel de él, pero tenía el grandísimo problema de no PODER decirle lo que sentía, ¿Por qué? La respuesta era sencilla: no quería darlo todo por algo que terminaría pronto. Ya sea por salud, o por una guerra, pero sabía que terminaría; que tarde o temprano esa magia los acabaría dañando, que el amor que tenían sería olvidado. Kardia no quería que Dégel sufriera, y por eso la falta de palabras de amor para él; porque sabía que no serviría de nada si al final quedaba un recuerdo, ¡Y qué recuerdo! Si las futuras generaciones solo hablarían de ellos por las hazañas en la guerra. “Lo lamento Dégel” pensaba el de la octava casa, asegurando que era por su bien, pero, ¿Por qué no mejor aclarárselo de una buena vez?

Y mientras Kardia pensaba en el “favor” que le hacía a su amado, el otro descendía rápidamente por las casas, sin notar a quien pasaba a su lado, hasta que uno de sus compañeros lo detuvo, o más bien chocó con él.

-¿Dégel, estás bien?

-Lo siento Shion, debo irme –comentó quedamente intentando seguir escapando de la dura realidad que lo perseguía.

-¡Espera, Dégel!

Y el del onceavo templo siguió corriendo, pasó por los templos sin permiso y mucho más lejos, lo hizo hasta que ya no tuvo cuenta de dónde estaba, deteniéndose sólo para admirar el bello paisaje que lo rodeaba. Y el tiempo se le detuvo. Era un bosque, de seguro el que está saliendo del pueblo, pensó, pero era un lugar no explorado para él ya que no conocía ese territorio. Era sencillamente hermoso. A unos cuantos kilómetros divisaba las primeras montañas que estaban de un verde vivo, y los árboles que lo rodeaban tenían hojas de todo tipo de colores, ya que el clima favorecía cada una de sus ramas; y con el viento calmo pero constante algunas de esas hojas caían dando a entender que descendían por diversión, por el viento que quería bailar con ellas dándole un toque de paz. La paz que Dégel necesitaba en su mente y corazón. Lo único que pudo hacer el caballero fue observar todo lo que le ofrecía la naturaleza, sentándose en un árbol que podía cubrirlo del sol que ansiaba darle calidez; reflexionando lo que haría a partir de ahora con Kardia y con lo que sentía por él.

Aunque esa paz no duró tanto como esperaba.

-¿Dégel?

Sorprendido volteó para ver la persona de su interrupción.

-¿Qué haces aquí, caballero de Aries? – dijo secamente a un Shion que poco a poco se acercaba a él.

-Lo siento, no quería ser molesto, pero pude notar antes que estabas aturdido, así que se te seguí. Tal vez necesitabas un amigo y por eso estoy aquí.

-Un amigo…

-Sí. Y sé que yo no soy el más cercano a ti, ese puesto se lo lleva el escorpión pero…

-¡Silencio! –interrumpió molesto. –Ese idiota ya no es mi amigo, ya no. – El de la primera casa quedó sorprendido, así que de eso se trataba. Viendo por dónde iba la situación, decidió quedarse para que su compañero de armas se desahogara, así que simplemente se sentó a su lado en ese árbol y pidió de manera sutil alguna explicación para darle aliento.

-Dégel, sé que es incorrecto lo que voy a decirte, pero algunos en el santuario sabemos lo que sienten el uno por el otro. Sé que es tu amigo, el mejor, pero ambos conocemos la verdad: tú lo amas, ¿Cierto?

-Tienes razón, Shion –mirándolo fijamente –Es grosero lo que dices.

-Y me disculpo por ser tan directo, pero creo que la vida es corta como para darnos el lujo de no hablar con la verdad.

-Eso ya no importa. Se terminó. Todo lo que teníamos a partir de ahora queda eliminado por lo que me queda de vida.

-No seas duro contigo ni con él, habrá hecho algo malo pero…

-¿Pero qué? –contestó enfadado –Todo lo que siento o sentiré ya no importa. Él lo arruinó con su silencio y acciones vacías. O dime tú, ¿Qué harías si le dijeras a tu persona amada lo que sientes todos los días y que no te responda con nada? Que no te diga que le gustas, que te quiere, ni siquiera que te haga un mísero cumplido por haberte esmerado en arreglarte para él o ella… que para esa persona su sentido del amor sean unos cuantos besos o caricias… ¿Te sentirías bien con eso Shion, seguirías con esa persona, lo harías?

El otro simplemente quedó perplejo, pero sin demostrarlo se armó de valor para contestarle una simple respuesta.

-Lo haría.

………

Bajando por los templos, Kardia estaba buscando a Dégel y se estaba impacientando. ¡Siempre peleaban! ¿Qué habrá cambiado ahora? Si bien es verdad que le encantaba hacer enfadar al más inteligente de los dorados, esta situación ahora no la provoco él. Y ya pasó mucho tiempo de la discusión, ¿Veinte minutos, una hora? Eso para él era demasiado. Necesitaba una manzana y seguir buscando a Dégel, que por las respuestas de sus compañeros, se dirigía al pueblo, pero el único cosmo que percibía cerca de ahí era el de Shion, tal vez el sabría donde estaba su mejor amigo, porque como notaba, el tonto de Dégel había escondido su cosmo. Sí, primero con Shion. Mejor dicho, primero su manzana, y después Shion.

………

-Ya veo… -dijo a su camarada –Así que después de todo, eres un romántico oculto Shion.

-No voy a volver a explicarte toda mi teoría sobre lo que significa sentir por alguien, pero solamente quiero que entiendas una cosa Dégel: el amor no se fuerza. Si hubieras aclarado todo con Kardia desde el principio creo que esto no te estaría ocurriendo, ¿No crees? Ambos tienen la responsabilidad. No le eches toda la culpa al escorpión.

-Pero entonces ¿Qué debo hacer ahora? ¿Cómo voy a actuar ante él si cada que lo veo quiero gritarle que es lo mejor que me ha pasado en esta vida? Y aunque mi diosa es primero y sé que mi vida terminará en una guerra, quiero aprovechar lo que me queda demostrándole que siempre seré suyo. Y que me encantaría que él hiciera lo mismo. Quererme.

Shion se estaba impacientando, le daría una pequeña lección aprendida de las pocas novelas románticas leídas: Se acercó a Dégel de manera seria, tomó sus mejillas con sus blancas manos y lo miró a los ojos –Lo único que tienes que hacer es demostrarle con tu mirada lo que dicta tu corazón –susurró sin soltarlo, el otro estaba anonadado –Hazle ver que es AMOR lo que sientes por él, que siempre lo esperarás pero que al mismo tiempo, no piensas rogarle más por algo que sabes que siente por ti. Acércate poco a poco… -dijo acercándose –Y sin ningún atisbo de duda, díselo: Te quiero.

-Está bien... Gracias Shion. –Cuando estaba alejándose un poco incómodo de su compañero lo sintió. La tormenta hecha humano.

-¡¿Así que por eso querías que te demostrara mis sentimientos?! Porque si no lo decía, cederías a tu amante de respaldo… ¡¿O acaso me equivoco, Dégel?! –gritó el furioso caballero dorado tirando con fuerza su manzana a medio terminar.

Dégel y Shion se habían sorprendido, no por ser descubiertos en una situación incómoda para cualquiera que pasara por ahí, sino que estaban sorprendidos de la presencia del octavo custodio y más aún, enojado con ellos. Kardia miraba fijamente a Dégel, siendo correspondido con la misma intensidad en la mirada. Pasaron los segundos y ninguno hablaba hasta que Dégel poco a poco se puso de pie, avanzó hacia Kardia, y sin pensarlo le encestó una cachetada. Shion estaba boquiabierto, ¿Y su clase de honestidad qué?

-Gracias por todo, Shion –mencionó Dégel sin dejar de mirar a Kardia. El escorpión sorprendido regresó su mirada al acuariano –Me retiro a mi templo –Terminando de decirlo se fue corriendo. Los otros dos solo observaron su huida.

-Lo siento compañero, pero eres un estúpido –Fueron las últimas palabras de Shion antes de levantarse y sacudir sus prendas para retirarse. Y mientras caminaba a un rumbo desconocido, pensaba en la pequeña lección que le dio a su camarada: cuando tomó su rostro y dijo esas palabras, sus pensamientos estaban dirigidos hacia otro compañero. Mientras pensaba en ese momento, tontamente de dio cuenta de su error; tenía una cita con ese otro camarada en su templo antes de chocar con Dégel momentos antes. Hasta ahora recordaba que por eso subía las escaleras cuando chocó con Dégel, hasta ese momento recordaba lo que quería hacer y decirle a ese otro compañero mientras perseguía a Dégel por el santuario: Albafica de Piscis. “¿Yo diciéndole estúpido a Kardia? ¡Si yo soy peor que él!” Pensó Shion mientras se dirigía hacia donde sentía que estaba Albafica. Al que había plantado por Dégel, “por ser una buena persona” siguió pensando mientras se echaba a correr.

Kardia estaba confundido, y el único que podría aclararle las cosas era su mejor amigo, (o eso creía que seguían siendo) así que para que Dégel no se encerrara en su templo, tenía que alcanzarlo, por el cual también utilizó toda sus fuerzas para llegar con el de la undécima casa antes de que cerrara sus puertas con hielo, como hacia cuando se enojaba con él. El problema era que él mismo también estaba furioso, ver a SU Dégel tan cerca del ariano le provocó cosas que nunca pensó sentir: furia, preocupación, tristeza, desilusión, amor… No quería que Dégel fuera de otra persona, pero sus pensamientos sobre la vida que le quedaba y no demostrar eso enfrente del acuariano, lo estaba haciendo explotar. No fue por el hombre de los puntos en la cara porque primero quería matar a su hombre del hielo.

-¡Dégel! –Gritó cuando alzando a impedir que el otro cerrara la puerta de su habitación, había hecho enfadar a sus compañeros ya que no pidió permiso para pasar por sus templos, pero también el de cabellos aguamarina provocó eso así que no importaba –Quiero que vengas a donde estoy AHORA –Terminó señalando al suelo. Lo quería junto a él.

-Déjame en paz –Y cuando estaba a punto de cerrar la puerta de su habitación Kardia lo empujó, provocando que la puerta abriera a tope y Dégel se hiciera para atrás. Acto seguido Kardia tomó la puerta y la cerró de un portazo dejándolos a ambos en la habitación.

-No te alejarás de mí sin explicármelo, ¿Te acuestas con Shion?

-¡Eres un estúpido Kardia!

-¡Solo dime la verdad!

-¡Aléjate de mí! –Contestó empujándolo con fuerza, a lo que el octavo custodio también lo empujó tirándolo en la cama. Cuando notó lo que hizo rápidamente se le subió encima apoyando sus manos a los costados de la cabeza. Ambos estaban enojados. Ninguno quería ceder hasta que algo inesperado pasó: Dégel miró fijamente al otro, y lentamente alzó sus manos hacia las mejillas del escorpión. Kardia lo único que pudo hacer fue corresponder a su mirada, temiendo perder un momento importante.

-Te quiero.

El callado seguía sin decir palabra, a lo que Dégel sin soltarlo ni pensarlo repitió –Te quiero.

-¿Por qué ahora, Dégel?

-Porque siempre lo supiste, pero no notaste que iba enserio –Ambos hablaban muy bajo –Quiero que entiendas que eres muy importante para mí, y perderte me causaría un vació que no podría curar ni con mil reencarnaciones.

-Dégel…

-Por favor –interrumpió –Déjame decírtelo, déjame hasta que tu sientas lo mismo, aunque sea por un segundo. Por favor.

Kardia estaba confundido, tanto que se puso de pie haciendo que el otro lo imitara, y sin darle tiempo a responder ahora Dégel había empujado con brusquedad al escorpión en la cama y sin pensar se puso encima. Estaba decidido a sacar todo lo que tenía su mente.

-Escúchame –dijo con firmeza –Sé que vamos a morir Kardia –El otro abrío más sus ojos –Sé que me quieres, que me amas y me deseas con todo tu ser. Pero te conozco estúpido bicho. Te conozco lo suficiente para saber que la muerte impide este corto romance. Y digo corto porque sí, lo entiendo. Sé que quieres tu gran hazaña de morir en la guerra y que nadie recordará nuestro tonto amorío o como quieras llamarlo. Pero déjame decirte una cosa: tenerme completamente sin tenerte será una agonía que ni tú ni yo vamos a disfrutar; de hecho ya lo vivíamos sin decirlo, pero es momento de cambiarlo. Así que vas a hacer lo siguiente sin replicar; bésame y tómame diciéndome lo que tienes en el enfermo corazón, y yo me alegraré tanto que lloraré y tú secarás mis lágrimas porque me quieres, y yo con gusto te sonreiré, ¿Escuchaste bien?

Pensaba Kardia que su amante era el mejor dando órdenes, y sabía que podría perder a su querido ángel de hielo si no le decía todos los pensamientos que tenía desde el fondo de su estropeado corazón.  Aunque daba todo por perdido,  su cuerpo reaccionó tumbando a Dégel otra vez abajo suyo, y sin más lo besó. Besó esos labios tan fríos y carnosos que le faltó el aire, y soltándolo por un segundo volvió a besarlo con ferocidad comenzando una danza entre cuerpos que no era como las anteriores, ya que ésta significaba decir  todo lo que era su vida, sus miedos y al mismo tiempo su pasión, demostrando por qué era todo un escorpión.

Rápidamente se fueron despojando de sus prendas, explorando con los labios y sus manos todo sobre el otro. Dégel estaba más que dispuesto a entregarse, y Kardia estaba extasiado de tener  todo del otro a su alcance. Y cuando unieron sus cuerpos en un vaivén sin mirar al futuro, fueron las personas más dichosas en todo el mundo. Entregarse sin un pasado ni futuro es alcanzar más allá de las estrellas y el cosmos. Algo que no cualquiera vive, y ellos fueron afortunados por tener eso y más.

Tardaron horas en satisfacer sus cuerpos, y no es como si hubiera sido como el sexo de siempre, sino porque habían hecho el amor.

A la mañana siguiente, el de la onceava casa despertó con un frío presentimiento, al abrir los ojos, Kardia no estaba a su lado. Lo peor de todo es que aunque supo que el más alto le entregó todo de sí, nunca recibió las palabras que ha ansiado desde que comenzaron su relación. Odo terminó como en un principio. Se levantó con pesar de la cama, estaba adolorido, pero nada que no pudiera solucionar; así que se lavó el cuerpo con nostalgia, terminando de entender la respuesta final del otro.
Cuando terminó de desayunar, se alistó para ir a entrenar, y a punto de salir del templo, notó algo en la entrada: una nota debajo de una manzana roja. Al tomarla rápidamente abrió el papel, y leyendo con cuidado cada letra escrita supo que era el hombre más afortunado del planeta, así que sonriendo y llorando a la vez, guardó con cuidado su nota y su manzana, y salió rumbo al coliseo, sabiendo que desde ese día cada momento lo aprovecharía al máximo, siendo afortunado de su suerte, por algo habría de empezar.

“Porque ahora sé que eres lo único que podría importarme en esta corta vida, y aunque ahora confirmo que quedaremos en el olvido ¡Qué más da! Yo lo viví y lo pasé contigo. CONTIGO, ¿Entiendes eso?

Te quiero. Kardia”

 

 

Notas finales:

1. Cuando Shion le dice a Dégel que no va a volver a explicarle lo que significa sentir por alguien, en ese momento omití toda teoría y palabras del ariano sobre el amor. No lo escribí porque pensé que sería tedioso.

2. Quería escribir sobre Albafica y Shion sobre lo que pasó cuando fué por él, pero pensé que sería muy largo así que también lo quité. Si alguien quiere que escriba lo ocurrido pues ya depende de la demanda lectora jijijijiji

3. Cuando escribí esta historia pensaba en los dorados actuales, cualquier pareja, no en los de Lost Canvas, pero como mi Thirteen quería uno de LC pues aquí está xD

3. Sé que fue muy empalagoso, no estaba inspirada. Me disculpo por lo errores, y les agradesco ENORMEMENTE que hayan terminado de leerlo. De verdad, muchas gracias.

 


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