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Fiel a tí por JessJe

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Notas del capitulo:

Inicio de la trama: las tragedias que marcaron las vidas de Hal Jordan y Barry Allen.

Capítulo 1: Un inicio no siempre es alegre

 

Setiembre, 1981 Central City.

-¡Barry! ¡Barry, hijo! ¡Es hora! –gritaba Nora desde la sala.

-¿Qué estará haciendo? Nos están esperando –le dice Henry inquieto.

-¿No te lo imaginas?... ¡Bartolomeo! ¡Baja cariño!

En el ático, el pequeño de 7 años estaba apenas abriendo los ojos, recostado en un viejo colchón rodeado de comics. Poco a poco, fue reaccionando, y al escuchar la voz de su madre, intentó ponerse de pie, y cayó en el suelo.

-¡Hijo, ¿estás bien?! –pregunta Nora al escuchar un estruendo arriba.

-Emmm… sí, mamá, ya bajo –le responde frotándose la rodilla. Se puso los tenis rápidamente y bajó por las escaleras.

Su padre le esperaba sonriente. -Cómo tardaste

-Lo siento, papá –le responde cabizbajo. El mayor le alborota el pelo rubio. –Tranquilo, vamos entonces.

-Cuídense los dos –les dice Nora mientras le da un beso a Barry y le acomoda el pelo y la ropa.

-Mamá, mamá… por favor, ya –le pide Barry incómodo.

Henry se despide besándola a Nora y va hacia el auto. Barry va primero a su habitación y saca un par de comics más.

-Barry…

-Sí, ya voy mamá.

Corre hacia afuera, pero es detenido por Nora, -Oye, pórtate bien, ¿de acuerdo?

Barry sonríe y le da un sonoro beso en el cachete. –Lo prometo mamá.

El niño va hacia el auto, vigilado por su madre. La rubia suspira al ver el auto alejarse y entra. Va a su vestíbulo y saca varias carpetas que tenía bajo llave. Se sienta y se pone a revisar nuevamente la información que había reunido. Toma el teléfono y hace una llamada. –Con Bateman, gracias… sí señor, creo que encontré el punto de encuentro… será esta noche… sí señor, estaré ahí.

Nora se quita el delantal y va a su recámara. Su trabajo era peligroso, pero necesario, confiaba en que su esfuerzo era recompensado al mantener la ciudad a salvo.

Entre tanto, Henry llevaba a Barry a la Feria Científica de la Universidad. Barry estaba emocionado, habían dos cosas que le apasionaban: las ciencias y los comics. Al llegar, se encontró con una pareja de amigos de su padre y a su hija menor. Barry estaba distraído en la Feria, pero su padre estaba preocupado.

-¿Qué sucede Henry? –le pregunta Charles.

-Yo… dejé algo en casa, ¿podrías echarle un ojo a Barry? Vendré rápido.

-Claro, ve tranquilo.

Henry se acercó a su hijo, que estaba distraído con la explicación de un experimento químico, -Hijo, iré a casa un momento –le susurra.

-¿Algo le pasó a mamá?

-No, no, Barry… debo ir a recoger un par de cosas. Tú quédate aquí, Charles te vigilará, estamos amigo.

-Estamos –le responde sonriente. Henry le besa la frente y sale del edificio.

Pasaron varias horas, y Henry no volvía. Barry estaba inquieto. La feria ya había terminado, y Charles y su esposa estaban indecisos sobre qué hacer. Finalmente deciden ir a la casa de los Allen.

Ya había anochecido. Barry miraba por la ventana preocupado. Estaba en el asiento de atrás, observado por la hija menor de los West, -Oye, Barry. ¿Qué le pasó a tu papá? –le pregunta inocente. Barry no le contesta. Estaba inmerso en sus propios pensamientos, cuando el auto paró a una cuadra de su casa.

-¿Qué sucede? –pregunta la señora West, al ver acordonado el lugar. Charles sale del auto y se acerca a uno de los oficiales.

-¿Qué sucede, Bryan?

-Sargento, hubo un homicidio.

Barry observa a Charles, su rostro había cambiado completamente. Charles llamó a su esposa y esta salió del auto. Algo no estaba bien, no entendía que pasaba, pero sintió la necesidad de salir de ahí. Barry salió del auto y corrió hacia su casa. Ignoró los gritos de Charles, necesitaba llegar a casa, ver a sus padres. Pasó en medio de los oficiales que simplemente ignoraron que estaba ahí. Entró a la sala y fue cuando vio una sábana cubriendo un cuerpo. Barry se acercó, cuando escuchó los gritos de su padre.

-¡Pero qué demonios les pasa! ¡Yo no la maté, lo juro! –les insistía, pero los oficiales lo mantenían sujeto. En ese momento, se quedó frío al ver a Barry frente al cuerpo de Nora.

-Barry, Barry hijo, sal, por favor.

El niño no entendía que pasaba. Charles entró a la casa y vio a Barry. Antes que pudiera acercarse, Barry levantó la sábana y vio el rostro inerte de su madre, frío en el piso.

-¿Mamá? –susurró.

Charles tomó a Barry en los brazos, pero este intentaba zafarse.

-¿Mamá? ¿Qué le sucede a mi mamá? ¡Mamá!

Sacó al niño lo más rápido que pudo y se alejó de la casa. Barry seguía llamando a Nora, en medio de sollozos desesperados, pero calló cuando vio que se llevaban a Henry esposado.

-¿Porqué… porqué se llevan a mi papá? ¡Papá!

Henry vio con dolor a su hijo desesperado, -Por favor, déjenme hablar con él.

-Imposible, Allen, entre…

-¡Está inconsolable! ¡Por favor, solo déjeme calmarlo! ¡Le juro que me iré tranquilo después!

El oficial ve a su superior, y este accede. Llevan a Henry con Barry, Charles lo pone en el suelo, y al ver que su padre se arrodilla frente a él, lo abraza y llora en su hombro.

-Ey, ey, campeón. Mírame a los ojos, amigo.

Barry obedece. Sus ojos estaban completamente rojos y su rostro húmedo. –Escucha, algo malo pasó, pero quiero que recuerdes esto. No importa lo que escuches, ten por seguro que te amó por sobre todas las cosas, y también… también amo a tu mamá. Nunca lo olvides hijo. Quiero que… que te quedes con Charles, ¿de acuerdo? Mientras esto se arregla, te comportarás, y serás un buen niño. Yo… yo volveré, te lo prometo.

Barry asiente y le da un beso en la mejilla. –Quiero que seas muy valiente, hijo. Y si alguna vez estás en peligro, quiero que corras muy, muy rápido, y no te detengas. Te amo amigo.

Los oficiales lo levantan y se lo llevan a la patrulla. Al ver que los forenses iban a sacar el cuerpo de Nora, Charles toma a Barry y se lo lleva. El niño estaba tranquilo. Simplemente se dejó caer sobre el hombro de Charles. Por sus ojos aún caían algunas lágrimas, pero estaba tranquilo.

La patrulla arrancó, y Henry vio a Barry a lo lejos, hecho pedazos. Charles lo metió al niño en el auto, y arrancó. Después de ese día, pasarían 12 años para que Barry volviera a poner un pie en ese barrio y en la casa que fue su hogar.

 

 

Julio, 1990. Washington, DC.

-¡Harold! ¡James! Apresúrense –les gritaba su madre desde su asiento, acompañada por su hijo menor, Jack.

Los dos mayores corrían con refrescos y snackes variados. -¿En cuál número sale papá? –pregunta Jim al tomar asiento.

-Es el tercero, y luego, el quinto –le responde Jack mientras ve el Programa.

Martin Jordan era piloto de las Fuerzas Areas de Estados Unidos. Aunque era militar, en ocasiones, se organizaban eventos para el público. De los tres hijos, era el del medio, Hal, el que más le entusiasmaba. Soñaba ser piloto como su padre, a diferencia de sus dos hermanos, que ya tenían metas definidas. Jessica, la madre de los tres Jordan, siempre le atemorizaba ver a su marido en uno de los “aparatos infernales” como ella los llamaba, pero era imposible convencerlo que se retiraba. Pasaron los minutos, y el evento inició. Los aviones iban y venían, haciendo trucos espectaculares, para el deleite de las personas que estaban ahí. Hal se imaginaba que algún día él estaría en los aires, tal y como su padre. Era el momento del tercer número. Cuatro aviones, entre ellos el número 17, que piloteaba su padre, harían un espectáculo único. Y así fue. Surcaron por los aires, haciendo piruetas espectaculares, dejando sin aire a Jessica, asustados a Jim y Jack e impresionado a Hal. Terminó el número y siguió otro más.

Y luego, el quinto y último número, esta vez, con los 9 aviones participantes. Hal observó al avión 17 bajar a toda velocidad hacia el suelo y luego, hacer una curva para tomar impulso e ir nuevamente hacia arriba, siendo rodeado por los otros aviones. Dio una vuelta en el aire, cuando Hal vio algo que salía del ala derecha. –Algo está mal –dijo. Pero ninguno de sus acompañantes puso atención. Hal se puso de pie, sin quitar la vista del avión de su padre, cuando fuego apareció en el ala. Un grito ahogado se escuchó. Jessica se puso de pie, al igual que sus otros hijos. El avión de Martin empezó a caer. Hal veía desesperado, -Sal, por Dios, sal del avión, abre tu paracaídas… ¡papá!

Pero no había movimiento, la gente empezó a correr al ver que el avión se aproximaba a ellos. Jack y Jim corrieron, al igual que Jessica, pero ella se detuvo al ver a Hal inmóvil.

-¿Hal? ¡Harold!

Hal estaba inmóvil. Seguía esperando, con fe, que su padre saliera, pero la distancia se acortaba. Jessica lo tomó de la muñeca y lo obligó a correr. El avión finalmente cayó a unos cuantos metros de donde estaban Hal y su familia. El castaño corrió con dirección al avión, pero Jessica lo detuvo.

-Hal, por Dios, ¡Qué haces!

-¡Tengo que sacar a papá!

En ese momento, el avión explotó haciendo que ambos cayeran al suelo, y que escombros cayeran sobre ellos. Hal abrazó a su madre y la cubrió. Había humo y polvo, cuando Hal abrió los ojos. Su madre estaba al lado suyo. Veía que movía sus labios, pero no escuchaba su voz. No entendía que pasaba, se sentía conmocionado. Cerró los ojos y se desvaneció.

El goteo del suero hizo que fuera poco a poco despertando. Le dolía la cabeza y los brazos. Los levantó con lentitud, los tenía vendados, y le habían puesto una vía. No había alguien en el cuarto. Quiso ponerse de pie, pero se sentía débil para intentarlo. Escuchó la puerta, y se alegró de ver a su madre. Ella tenía algunos cortes, pero estaba bien.

-Mamá… mamá, ¿y papá? ¿Lo viste? ¿Cómo está?

La mujer no supo que decirle. Se sentó en la silla frente a él, y lo tomó de la mano. No tuvo tiempo de decir nada. Hal empezó a negar, -No, no. Papá no murió, él está bien. Mamá, ¡él tiene que estar bien!

-Hal, hijo… -simplemente le dijo mientras le acariciaba la mejilla.

El castaño empezó a llorar desesperado. Jessica lo abrazó y lo intentó calmar, pero era inútil. El corazón de Hal estaba roto completamente.

Al mismo tiempo, al otro lado del país, Barry estaba por graduarse por fin. Iris corrió a su habitación y lo llamó con insistencia, -¡Barry! ¡Barry! ¡Es hora de irnos! –le decía feliz, ya que también era su promoción.

Barry miraba su reflejo en el espejo. En unos meses sería ya un adulto, y pronto entraría en la universidad, pero su mente estaba fija en un objetivo. Abrió la puerta de su armario y sacó una caja llena de carpetas. Pruebas, testimoniales, que había recopilado desde hacía 3 años.

Buscaba una respuesta de lo había sucedido en casa, quién había asesinado a su madre y había inculpado a su padre. En 9 años lo había podido ver unas cuantas veces. Y cada vez que iba a la prisión, estaba más demacrado. La esperanza se había desvanecido de su mente hacía mucho. Y mientras su padre sufría en prisión, Barry estaba decidido, encontraría a quienes habían destruido a su familia.

-¡Barry! ¡Vamos! –le insiste Iris.

Suspira, guarda todo en la caja y la vuelve a meter en el armario. Toma su birrete, y se ve en el espejo. Sonríe, no porque tenía razón de sonreír. Llevaba casi una década fingiendo una sonrisa que no existía.

-Estoy listo, Iris –le dice mientras sale de su habitación, lleno de dolor y odio contenidos.

Notas finales:

Ambas tragedias realmente ocurrieron en los comics, solo fueron adaptadas a esta historia, pero en síntesis, eso fue lo que ocurrió. Les agradezco mucho por la oportunidad a este fic, espero les guste.


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