El día en la Universidad había sido como cualquier otro, mismas clases, mismos profesores, mismos compañeros, nada fuera de lo común. Lo único diferente era que Koala no había asistido, por la mañana me había mandado un mensaje diciéndome que se sentía sumamente mal y prefería quedarse en su casa a descansar. Así que en cuanto llegó la hora del almuerzo me quede sola. Elegí la misma mesa que solía usar con Koala, al fondo de la cafetería. Deje mi mochila sobre la mesa y me dispuse a comer, termine demasiado rápido ya que normalmente me entretenía más en alguna conversación con Koala, pero ahora sin ella los minutos pasaban relativamente lentos.
Saqué mi celular y mis audífonos de mi mochila, aún tenía 30 minutos libres. En cuanto la música comenzó a sonar volví a revisar mi mochila, extraje de ella el manga que Koala me había regalado hace unos días, ella conocía a la perfección mi adicción con el yaoi.
Comencé a leer tranquilamente tratando de aguantar los gritos que querían salir de mi garganta, en algunos momentos miraba a mí alrededor esperando que alguien estuviera mirándome y preguntándose qué demonios estaba leyendo. Al cabo de un rato miré el reloj de mi celular, faltaban 5 minutos para mi siguiente clase. Me colgué mi mochila al hombro y salí de la cafetería sin dejar de leer.
Estaba tan entretenida que no note que alguien caminaba hacia mí, choqué con su hombro y mi manga cayó al suelo.
- Perdona, fue mi culpa.- Se disculpó la persona con quien choque, en ese momento lo identifique como el amor platónico de Koala, Sabo.
Rápidamente se agachó y tomó mi manga, que para mi desgracia se había abierto en una página con algunas imágenes algo comprometedoras. El chico se le quedo viendo por unos segundos pero finalmente lo tomó, volvió a ponerse de pie y me lo entrego con una sonrisa de lado, aparte la mirada completamente sonrojada.
- Sabo, apresúrate.- Escuche otra voz, miré hacia atrás, era un chico pelinegro y con pecas.
- Nos vemos.- Se despidió el rubio frente a mí sin dejar de sonreír.
Lo miré correr hacia donde estaba el otro joven, vi como lo tomó del brazo y le susurró algo al oído aún con la misma sonrisa en el rostro. Ambos me miraron y sonrieron, mis mejillas se pusieron más rojas, si es que aún era posible, di la vuelta y me aleje de ese lugar a toda prisa.
Eso había sido jodidamente vergonzoso.
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Los días pasaban y con ellos llegó el viernes, Koala había regresado a la escuela y yo había decidido no contarle sobre mi pequeño incidente con su amor platónico. Del mismo modo intentaba evitar a Sabo y a su hermano a toda costa, me avergonzaba pensar lo que ellos dirían ahora de mí. A veces los miraba a lo lejos, observándome, susurraban algo al oído del otro y reían, lo cual me ponía muy nerviosa.
Al terminó de clases Koala se fue dejándome sola, según me había dicho su tía Robin le había pedido ayuda para no sé qué cosa, así que no podíamos salir juntas como solíamos hacerlo los viernes.
Entré a la biblioteca en busca de algo de material para la investigación que debía entregar el lunes, seguramente me pasaría todo el fin de semana trabajando en eso.
Finalmente terminé llevándome tres enormes libros, suspire con pesadez, tenían que ser los libros más grandes de la historia. Después de sellarlos me dirigí a la puerta intentando aguantarlos, llegue a la escalera del lugar y me di cuenta de que eran demasiado pesados para cargarlos hasta mi casa y viajar en autobús con ellos tampoco era una opción, lo mejor era tomar un taxi. Volví a suspirar, baje con cuidado los tres escalones, pero al llegar al último.
- ¿Necesitas ayuda?- Esa voz me sobresalto.
Levante la mirada encontrándome con Sabo y su hermano frente a mí. Me sonroje, abrí ligeramente la boca para contestar pero no dije absolutamente nada. Ambos se acercaron a mí y tomaron un libro cada uno, dejándome el más pequeño a mí.
- Vamos.- Murmuró Sabo comenzando a caminar seguido de su hermano.
Decidí seguirlos sin decir nada, sólo caminaba en medio de ellos con la mirada baja. Todo el camino ambos se mantuvieron en silencio, de vez en cuando volteaba a verlos de reojo, ambos se miraban y sonreían.
Cuando llegamos a la zona de apartamentos donde vivía me detuve frente a ellos.
- Muchas gracias por su ayuda.- Dije bajando la cabeza.
- No tienes que agradecer, pero aún no llegamos, ¿cierto Ace?- Dijo Sabo y ambos rieron.
Mordí mi labio y di la vuelta comenzando a subir la escalera seguida por ellos. Al llegar a la puerta de mi apartamento comencé a batallar con el libro para sacar la llave de mi mochila. Entonces sentí que me arrebataban el libro de las manos, levanté la mirada y vi al pecoso, Ace, sonreírme. Me sonroje y rápidamente saqué la llave de mi mochila para abrir la puerta, me giré hacia ellos pero antes de poder decir algo ambos entraron a mi apartamento con dirección a la sala.
Suspiré y cerré la puerta.
Dejaron los libros sobre la pequeña mesa de centro del lugar y comenzaron a mirar los alrededores.
- ¿Quieren un vaso de agua?- Era lo menos que podía ofrecer después de su ayuda.
- Sí, gracias.- Respondieron los dos al unísono.
Me descolgué la mochila y la deje en el piso para después correr a la cocina, tomé dos vasos y los llene con agua fría. Cuando regrese a la sala Ace y Sabo estaban dándome la espalda, me acerqué a ellos y en cuanto estuve frente a ellos se giraron a verme. Me quede estática un momento, Sabo tenía en las manos mi manga, giré la cabeza hacia mi mochila, estaba abierta.
- No sabíamos que te gustaba el yaoi.- Menciono Sabo.
- De haberlo sabido antes esto habría pasado hace mucho.- Le siguió Ace con una sonrisa.
- Te gustaría ver un poco de yaoi en vivo.- Murmuró Sabo en mi oído.
- ¿Qué?- Fue lo único que salió por mi boca.
Sabo se alejó de mí, tomó ambos vasos y los dejo sobre la mesa de centro. Me tomó de los hombros y me empujo sentándome en el sofá.
Ace se acercó a su hermano y lo tomó del brazo con fuerza, en ese momento sus labios se tocaron, las manos de Ace se plantaron en la cadera de Sabo y las de Sabo se enredaron en el cuello de Ace.
Me cubrí la boca con ambas manos, una cosa era leer un manga yaoi con dibujos y globos de dialogo, pero otra cosa era verlo en vivo.
Las manos de Sabo descendieron por el cuerpo de su hermano hasta llegar a la orilla de su camiseta, la tomó y comenzó a subirla, Ace levantó los brazos y Sabo le quitó la camiseta tirándola a un lado. Antes de volver a besarse, Ace hizo lo mismo con la camisa de botones de Sabo. Mordí mi labio al ver el abdomen marcado de ambos.
Sus labios volvieron a unirse, pero esta vez se besaron con más pasión, incluso podía ver sus lenguas jugar mutuamente. Ace bajo sus manos hasta el trasero de Sabo y lo apretó contra sí. En ese momento Sabo comenzó a mover la cadera restregándose contra su hermano.
Ambos comenzaron a jadear entrecortadamente contra los labios del otro. Se separaron ligeramente mientras Sabo mordía el labio de su hermano. Miré hacia abajo encontrándome con un bulto en los pantalones de los dos.
- Creo que le gusta lo que ve.- Murmuró Ace con una sonrisa.
- Entonces sigamos.- Contesto Sabo.
Bajo las manos hasta llegar esta vez al cierre del pantalón de Ace. Con cuidado lo bajó y desabrocho el botón. Me miró de reojo y se puso de rodillas. En ese momento me tense, enserio iba a hacer lo que creo que iba a hacer y enfrente de mí. Sujetó la orilla del pantalón de Ace y lo bajo hasta sus rodillas, me sonroje cuando vi el bulto en su bóxer negro, Sabo se inclinó y le plantó un beso. A continuación tomó el resorte y lo bajo de golpe. Aparte la mirada completamente roja. Escuche una pequeña risa por parte de Sabo.
- ¿Qué pasa? ¿Nunca habías visto uno de verdad?- Mordí sin dejar de mirar hacia otro lado.
Sabo volvió a reír. De pronto escuche un jadeo de parte de Ace, inevitablemente voltee a ver, Sabo había metido en su boca la enorme erección de su hermano. Mis piernas se juntaron y volví a morderme mi labio.
Una de las manos de Ace se enredó en los rubios cabellos de Sabo tirando ligeramente de él. Sabo se movía adelante y atrás introduciendo cada vez un poco más. Apartó las manos de la cadera de Ace y las bajo hasta llegar al cierre de su pantalón, con rapidez se deshizo de él seguido de su bóxer azul, tomó su miembro con una mano y comenzó a masturbarse sin dejar de atender a su hermano con la boca.
Al cabo de un rato Ace tiró con fuerza del cabello de Sabo apartándolo. Lo tomó del brazo poniéndolo de pie, volvieron a besarse mientras Ace empujaba a Sabo hacia el sofá donde yo estaba. Cuando estuvieron cerca se separaron y Ace sujetó del brazo a su hermano para darle la vuelta y empujarlo contra el sofá, Sabo se sostuvo con sus brazos esperando. Yo rápidamente me moví hasta la orilla del sofá cubriéndome la boca con ambas manos para no gritar.
Ace se acercó, sujeto su miembro y de un empujón se introdujo en Sabo, él soltó un ligero quejido y se mordió el labio. Unos segundos después Ace lo sujeto de la cadera y empezó a moverse. Sabo soltaba ligeros quejidos que poco a poco se convirtieron en gemidos, sus manos se aferraban con fuerza al sofá mientras su cabello se agitaba al igual que el de su hermano.
Una de las manos de Ace se deslizó hacia abajo sujetando el miembro de Sabo, mismo que empezó a masturbar sin dejar de embestirlo.
Por un momento recordé a Koala, si viera a Sabo en este momento… Lo siento mucho amiga.
Los gemidos y jadeos de ambos aumentaron de volumen y de un momento a otro ambos soltaron un fuerte gemido indicando el final de todo. Sabo sujeto la mano de Ace apartándola de su miembro, había quedado una mancha en el sofá, esperaba que eso se pudiera limpiar. Con cuidado Ace salió del interior de su hermano.
Yo me mantenía en silencio sólo observando la escena, aún no podía creer que de verdad ellos dos acababan de hacerlo delante de mí. Ace se inclinó hacia la mesa de centro y tomo ambos vasos de agua, le entrego uno a su hermano y los dos bebieron el líquido de un trago.
En completo silencio tomaron su ropa y comenzaron a vestirse, me quedé sentada en el mismo lugar con las piernas muy juntas, sentía una ligera humedad en mi ropa interior. Cuando terminaron de vestirse se acercaron a mí. Levanté levemente la mirada.
- Estoy seguro de que fue más interesante que un simple manga.- Comentó Sabo con una sonrisa. Ace rió.- Quizás algún día podamos repetirlo si quieres y quien sabe tal vez la siguiente dejemos que formes parte de.-
Abrí la boca con sorpresa y me sonroje, ambos rieron y caminaron hacia la puerta, la escuche cerrarse y por fin pude dejar escapar el aire que estaba conteniendo. En definitiva eso había sido mucho mejor que un simple manga.