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Las mil cosas que Yami pensó cuando vio a Yugi por primera vez. por FJulietta

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Notas del fanfic:

Holaaaa! ¿Cómo andan? Este es el primer fic que publico, no sean malos conmigo porfavor!

Espero de todo corazón que les guste.

 

Los personajes de Yu-Gi-Oh! no me pertenecen. Son completa propiedad de Kazuki Takahashi.

Notas del capitulo:

Me inspiré en un corto video que habla sobre las cosas que un hombre piensa cuando ve a una mujer. Espero que les guste mi one-shot!

  Un joven de 25 años estaba parado, apoyado en la señal de parada de ómnibus. Se sentía algo frustrado, su celular se quedó sin batería y no podía escuchar música mientras esperaba su colectivo, el cuál llevaba ya 20 minutos de retraso, su auto estaba averiado, por lo que ese día tenia que manejarse en el transporte público; a demás de eso, uno de sus proyectos había sido rechazado por la empresa en dónde trabaja: el hace juegos para consolas, realmente es muy bueno en su trabajo, pero su último proyecto fue rechazado por que “No es claro el público al que apunta, Señor Atemu. Sus trabajos siempre son buenos, pero ésta vez está fuera de contexto.” ¿A quién le importa eso? Una vez que sale a la venta lo compran las personas para jugarlo... No tenía contenido obseno, así que no podía decirse que era para adultos, tampoco tenía flores de colores y hadas brillantes, por lo que no podía decirse que se trataba de un juego para niñas... Claro era que era un juego que requería bastante lógica y estrategia, pero tampoco era imposible para el público que siempre apunta: pre-adolescentes y adolescentes varones, incluso jóvenes. Su frustración y enojo lo obligaban a llevar su atención a su alrededor, la gente caminando, los niños correteándose, los autos y sus bocinas, lo mal que funciona el tráfico, la gente que camina apurada y no le importa chocar a quién se interponga en su camino, personas que caminan distraídas, la gente que no puede despegar los ojos de la pantalla de su teléfono, él no era como nadie de todas las personas que vió... Rodó sus ojos, no le gustaba la gente que no podía despegarse de su celular, o la gente tan compenetrada en la tecnología, tal vez por que el trabajaba de eso, el alivio que siente cada vez que puede despegarse de su computadora explica por qué cuando está en la calle no está al pendiente de su móvil. Posó sus ojos rojos de nuevo en el camino que abría la calle de enfrente para ver si encontraba algo interesante por allá. Su piel pálida se sintió helarse cuando el viento frío sopló en su rostro, alborotando su cabello tricolor. Suspiró lentamente observando cómo su cálido aliento formaba una nube que se dispersaba entre las moléculas de aire que conseguían enfriarla a temperatura ambiente. Estaba abrigado, el otoño cubría el cielo de un esponjoso colchón de nubes grises y vestía a todos en campera, incluido él, quién, vulnerable ante ese aire frío, también usaba una bufanda. Sus pantalones ya no eran celeste claro o blanco, sino optaba por vestir colores invernales, cómo el marrón, el bordó, el negro, combinando a la perfección outfits de invierno el cuál ese día consistía en un pantalón verde pino con camisa gris peltre y un sweater negro bajo su campera abierta de abrigo, color negra. Llevaba un morral colgando de sus hombros, dónde llevaba todos los papeles y su fracaso de proyecto, había atentado con tirarlo todo a la basura sin mirar atrás al salir de su reunión... Pero su supervisor le había recomendado que no lo hiciera: “Atemu, siempre tienes buenos trabajos, mejora este, si los demás no lo aceptan yo le daré una chance”. Sí, su superior sabía sobre su potencial y le daría una segunda chance a su jueguito de estrategia, pero él era bastante orgulloso: “Todo un trimestre de trabajo... Sí, Yami, noventa días de tu vida desperdiciados en basura...”, aún así, no lo tiró, se reprochaba no haberlo hecho, le estaba pesando, y el autobus no daba signos de que estaba acercándose.

  Aunque sus ojos estuvieran puestos en su camino y su mente no estuviera desconectada del mundo real, ya que no tenía batería en su celular, por una mala pasada terminaba recordando su fracaso laboral del día... En eso a su lado siente una nueva presencia esperando el autobús. Ladeó su rostro a su lado, inconscientemente se lo quedó viendo notando sus atributos más lindos, la forma en la que estaba parado, la expresión tranquila que llevaba en su rostro, recorriendolo observó con detenimiento su blanca piel, sorprendido se preguntó si al tacto se sentiría aterciopelada como se veía y luego, llevó su vista de nuevo al frente.

 

Él se ve agradable, pareciera ser una persona interesante. Yo lo encuentro interesante: Tal vez es un artista, o un músico, un tipo de chico creativo que la mayoría no es...

  Un chico unos 15 centímetros más bajo, estaba parado a su lado, ocupaba unos jeans oscuros, zapatillas deportivas, una camperota de abrigo y en su espalda, una mochila azul marino. Grandes y brillantes ojos violetas adornaban su blanco y aniñado rostro. ¿Cuál será su nombre? ¿Cuántos años tendrá? ¿Estudiará? ¿Trabajará? ¿Dónde vivirá? ¿Será feliz? ¿Será un buen chico?

  No sabía que era esa clase de persona que se preguntaba por la gente que se cruzaba en la calle, ciertamente ese chico había capturado algo de su atención, ya que habiendo visto tanta gente desde que su celular se apagase, el fijarse en él debía ser significativo.

  Se frotó sus manos con desinterés mirando a su alrededor, tratando de poder observarlo un poquitito más y tal vez poder discernir si él capturó también su atención. Para su desánimo no ocurrió, el pequeño chico no parecía prestar atención a algún punto en específico, simplemente era su semblante, su mirada y el camino.

 

Tal vez es justo como yo y está solo también.

  En su mente comenzaba a imaginarse a él mismo acercándose al chico a hablarle. Pensaba de qué cosas podría hablar, sobre sus amigos, sobre su trabajo, sobre su familia, sobre las personas que conoció y que le enseñaron cosas, sobre cuando estudió en la universidad, sobre cuánto le gustan los días de lluvia o escuchar un cd de música instrumental para relajarse cuando llega a casa de trabajar. Le preguntaría su nombre, su edad, qué le gusta hacer, y de entre qué, que es lo que más le gusta de todo. "¿Tienes pareja?", "No, ¿Y tu?"... Una oportunidad única, ya saben lo que dicen...

- "El tren pasa una sola vez..." - Movió sus labios diciéndoselo a sí mismo.

  ¿Hace cuánto tiempo no salía con alguien? Pero al mismo tiempo que se hacía esa pregunta, automáticamente obtenía la respuesta, el tiempo y las decepciones lo habían espantado de las citas, ya no estaba para eso... ¿Qué había faltado antes? ¿A caso no es suficiente el deseo y la pasión, el respeto y la compañía? Aparentemente no, ya que siempre terminaban por alejarse de él... "No eres tú, yo no estoy listo para afrontar esto, en serio no has hecho nada mal...". También lo han engañado, le han mentido, lo han usado... En su listado de parejas anteriores - oficiales y no oficiales - tenía un amplio repertorio de historias para recordar, pero su corazón era fuerte, y su atención estaba toda concentrada en cierta personita bonita parada a su lado.

 

Tal vez tenga el coraje para hablarle y escucharlo hablar sobre algún milagro y no es incómodo y le gusto.

  Sí, su cuerpo se sintió entibiecer con este dulce pensamiento de ellos hablando y conectándose con discretas sonrisas intercambiadas mientras esperaban el autobús. No sólo era crucial hablar sobre sí mismo, podría escucharlo si quisiera contarle sobre algo que ocurrió en su vida recientemente, tal vez obtuvo una buena calificación, ya está por recibirse de su carrera o un ascenso en el trabajo, tal vez encontró en la radio una canción que le gustase tanto que no podía dormirse sin antes escuchar esa canción. Tal vez un familiar suyo acaba de casarse y fue invitado a una boda este fin de semana. Tal vez con sólo prestarle atención a alguien en la calle con su bellísima mirada le hizo sonreír, o tal vez fue a él a quién hicieron sonreír… En el mejor de los casos el ver al ojirubí lo hizo sentirse feliz, y en este momento también está pensando en cómo comenzar una conversación, cómo hacer para llamar su atención, cuál sería el mejor método para conseguir acercarse sólo un poco… Exactamente cómo se discutía él en su interior. Eso sí sería algo excepcional, entablar en el futuro una conversación sencilla con él... “Es que ni bien te apareciste en la parada del bus, comencé a mirarte y a pensar en cómo podría hacer para hablarte” “¿De verdad? Yo estuve deseando todo el tiempo que me hablaras! Ya sabes, yo no me hubiera animado a hacerlo...” Un tierno rubor aumentaría la temperatura de su interior haciendo que las moléculas que lo componen comiencen a moverse dentro de sí con mayor rapidez e intensidad.

  Con la brillante excusa de sentir frío, continuó frotándose sus manos, liberando su aliento sobre éstas, para calentarlas... Disimuladamente dirigía su mirada hacia su lado... Pero el de ojos redondos no parecía captarlo, parecía que para lograr su atención debería dejar de ser tan disimulado.

 

Tal vez tomemos el autobús juntos y la conversación fluye y el viaje se hace mucho más rápido.

  Pero... Aunque no parece llamar su atención, su mente ya se había puesto en marcha... Aunque no le convenía, continuaba pensando e imaginando qué pasaría si le habla...

  Tomarían el mismo colectivo y entre temas de conversación y risillas, hablando de todas las cosas que ya pensó, casi se pasan de la parada en la que el de ojos amatistas tenía que bajarse, y aunque eso fuese algo antes del lugar al que él tenía que ir, bajaría con él y caminaría... Todo para poder hablar algunas palabras más. Sobre sí mismo o sobre él…. Tal vez volverse un desvergonzado y... ¿Conseguir su número?

  Sería difícil, todos sus fracasos amorosos lo condicionaban, y antes de tener el descaro de tirarse a la pileta tenía que tener pequeñas cosas por seguro. Pero estaba soñando despierto... ¿Qué importaba si en su mente se tiraba de clavado? Su pasado le había enseñado a nadar, se consideraba con la fortaleza suficiente para salir ileso de, al menos, un bajón amoroso más.

- Já... - Se sonrió a sí mismo bajando el rostro, para luego de costado seguir espiándolo.

 

Tal vez le digo que quiero verlo de nuevo y él se sonroja y me dice que sí.

  Una adorable sonrisa detenía el tiempo al igual que el dichoso "Está bien, este es mi número, llámame cuando quieras que nos veamos!" Y volvería al ruedo con las citas... La ansiedad, la emoción y el entusiasmo de conocer a alguien nuevo, de poder volver a mirar en esos claros ojos violeta, de poder volver a ver su sonrisa, escuchar su voz y encontrar una vez más la confianza en el amor. Qué cosas le gustan, qué cosas odia, cuáles son sus planes para el futuro, cuáles son sus sueños, cuál es el día de su cumpleaños, qué tipo de música escucha, si le agradan los videojuegos o si le agradan los libros, son cosas que le gustaría saber de él en un principio.

  Y luego de verse, le escribiría un mensaje para asegurarse de que se lo pasó bien en su compañía, y daría por hecho que le dejaría en claro que él también se sintió muy bien en presencia del pequeño.

  Se preguntó a sí mismo qué era esa sensación cálida que sentía en su interior... La inquietud por esa presencia, pensó que esos sentimientos se habían ido para siempre de él... Pero realmente estaba interesado, y cuanto más pensaba en ello, más quería acercarse a él para hablarle, para conocerlo. Sí, sin duda, esa incertidumbre que le genera esta persona nueva tiene que ver con esas sensaciones que el consideraba perdidas en alguna parte de su pasado.

- Deberías ser más prudente... - Volvió a susurrarse escondiendo su cálido aliento dentro de la bufanda... - Pensar todas estas cosas sobre alguien que apenas estoy viendo... No puedo negar que es realmente bonito, pero que alguien fuese sólo bonito me ha traído problemas. - Algo así como el aletear de las mariposas se hizo presente en su panza: ya era muy tarde, su único momento de ser crítico y analizar las cosas se había ido junto con el viento que le revolvió el flequillo para retomar su historia de amor.

 

Tal vez todo es precioso y de inmediato me doy cuenta que es lo que he estado buscando todo este tiempo.

  Con el tiempo ellos comienzan a verse más seguido, van a tomar café, van al cine o a cenar, luego de despedirse "Avísame cuando llegues a tu casa" y al llegar a casa "Ya llegué, que tengas buenas noches"... Al hablar notan como son compatibles el uno con el otro. Se llevan muy bien, tienen muchísimas cosas en común, piensan muy parecido en la mayoría de las cosas o pueden discutir pacíficamente sobre las cosas en las que difieren... Pueden hablar abiertamente de sí mismos, sin sentirse juzgados por el otro, sobre el pasado, los errores que cometieron: como cuando se emborracharon demasiado y terminaron durmiendo en un charco de lodo en la esquina del boliche o desaprobar un examen por quedarse jugando a los juegos de pc hasta tarde; sobre el presente, quienes son ahora y por qué; y sobre sus planes para el futuro como conseguir un lugar dónde vivir para no volver a casa de sus padres, conseguir un trabajo estable sobre lo que les gusta hacer o ascender en la empresa dónde trabaja a un puesto de mejor cargo y mejor paga...

  Pero también tendrían sus diferencias, cuestiones básicas de la personalidad que están tan arraigadas que los llevarían a tolerarse y aceptarse tal cuál son. Si todos fuésemos iguales no tendría sentido...

- Eso no haría que deje de parecerme hermoso... - Suspiró de nuevo, con la mirada enfrente, una sonrisa cómplice de su imaginación, la cuál había divagado mucho en los anteriores 10 minutos, producto de esa presencia que lo intrigaba y ponía ansioso. Ya nada era importante, ni que el colectivo no pasó en media hora y su auto averiado en la cochera, ni que su proyecto haya sido un fiasco, ni que su celular no tuviese batería, ni tampoco la gente molesta que camina por la calle en su mundo ignorando lo que hay a su alrededor.

 

Tal vez nos tomamos de la mano en público y caminamos por la calle riendo uno de otro.

  Es tan evidente la conexión, que quieren sentirse cada vez más cercanos. El roce de sus manos se siente el paraíso, una suave cosquilla que se siente desde cada receptor de sus manos hasta lo más profundo del corazón. Para él, esa adorable sonrisa del menor es el cielo en la Tierra, y esa sonrisa es sólo para él. Puede lograr que se quede y no entienda el chiste por colgarse de esa sonrisa, es su mayor placer, su hobbie favorito: verlo sonreír. Se esmeraría por hacer que se pueda reír de sí mismo también, dejándolo en ridículo, poniendo de modo gracioso sus perfectos defectos que lo avergüenzan y que siempre haya sonrisas en sus expresiones. Sentir el mundo desaparecer de la mano de ese niño, que se siente tibia, se siente suave, se siente su mundo, se siente el amor.

- ¿Realmente se sentirá eso tomar su mano? - Se preguntó, atreviéndose a mirarlo de nuevo.

  Un cosquilleo en la panza se hacía presente de nuevo con sólo pensar en tomar esa pequeña y blanca mano la cuál capturó su atención, dilatando sus pupilas, porque el menor empezó a jugar con su rubio flequillo al costado de su mejilla. Su mirada viajó por todo su bellísimo rostro, desde el fino mentón, subiendo por sus mejillas aterciopeladas, deteniéndose en la nariz, fina, suave, un poco puntiaguda, pero armoniosa con esa infantil expresión de sus ojos redondos color violeta claro, tan luminosos como una resplandeciente amatista pulida para ser colocada en sus globos oculares, la radiografía de su rostro se vió interrumpida por una fuerte ráfaga de viento otoñal que hizo volar la suciedad del piso, que en el menor ha de haber entrado por su nariz por que estornudó suavemente y se rió sí mismo, mostrando un rosado rubor en sus pómulos. Sus ojos ya no podían volver al frente, ni tampoco hacia arriba, ni hacia abajo, se vió hechizado por ese precioso semblante inocente. El pequeño observó a sus alrededores un poco cohibido, y fue que se encontraron sus miradas por primera vez: Rojo profundo y violeta luminoso se sostuvieron el uno del otro por aproximadamente 5 segundos. Tiempo suficiente como para que Yami se sintiera lo suficientemente encandilado, para saber que esto era especial, no quería dejar pasar este tren, así le costase quitarse la vergüenza, quedar como un ridículo, conseguir un cachetazo: conseguiría su número de teléfono.

 

Tal vez puedo soportar ir de compras pero sólo con él.

  Y luego se supone que deben cancelar una salida porque él no tiene que ponerse, pero seguramente podrían ir juntos a comprar ropa, y no necesariamente cancelarían la cita, si no que harían algo distinto. Entrarían en los probadores para ponerse diferentes estilos de ropa y posar para el espejo riéndose y pasándola bien. Y luego de probarse todo el perchero de un local, huir despavoridos de las vendedoras hambrientas de compradores compulsivos. Directo a otro local para volver a hacer lo mismo, hasta encontrar aquélla ropa que le quede de maravilla "Esa camisa resalta el color de tu piel y tu cuello"; y entonces con discreción elogiará su figura “Este pantalón te queda bien…” Mientras observa alguna que otra zona que hace que su corazón se acelere y el deseo de continuar mirándolo lo obligue a contenerse un poco, adorando la vista, adorando esa sensación de querer lo prohibido de la forma más llena de amor que existe. Puede que el pequeño se dé cuenta de que lo está mirando por demás, entonces con un empujón y un rubor en sus mejillas: "¿Qué tanto me estás mirando?”. Pero no podría ser sincero, no podría decirle la verdad en ese mismo instante.

  ¿Quién sabe? Tal vez el otro también lo elogie a él, resaltando los músculos de sus brazos, su amplia espalda o con mucho detalle se fijaría en ese lunar oscuro que tiene en el centro del lado derecho de su cuello... O sin palabras sentiría su preciosa mirada sobre sus atributos: “Me parece que me estás ojeando mucho...” y el otro, tal vez se ruborizaría o de frente lo admitiría. Le tentaba imaginarse cómo reaccionaría frente a cada situación en particular.

 

Tal vez tratamos de ir despacio pero las cosas son tan perfectas que no podemos evitar ir rápido...

  Luego de una de esas tan divertidas salidas, lo acompañaría hasta la puerta de su casa, se sienten tan cómodos el uno con el otro, que de nuevo una sonrisa preciosa hace acto de presencia en el rostro del ojiamatista junto con un tímido sonrojo “Me divertí demasiado hoy contigo, gracias por la salida”, lo que le indica al de los ojos rubíes que puede avanzar... Y entonces llega el maravilloso primer beso... Dónde el miedo de fallar es superado por las ganas de continuar estando juntos y escribir una historia. Y lo toma con muchísimo amor, probando por primera vez esos maravillosos y bonitos labios que se sienten tibios y sedosos, tan carnosos que su fuego interior se va a avivar con sólo intentar acariciarlos con su lengua, abriendo paso a un beso mucho más pasional y entregado, saboreando su exquisito sabor. Al separarse y volver a verse a los ojos nada será como antes. “Te quiero tanto” confesará con una sonrisa que será correspondida y podrán volverse a besar, así una y otra y otra vez…

  Comenzarían una relación, comenzarían a verse más seguido, se presentarían con sus familias, se esforzarían por ser aceptados, por llevarse bien con la familia del otro. ¿Quién sabe? Tal vez puedan pasar una noche juntos, o dos, o tal vez miles... Noches que utilizarían para amarse y devorarse a la luz de los veladores, o noches que serían de expresar cariño a través de las caricias y los mimos, bajo la protección de una sábana que los abrazaría hasta que la luz del sol entre por la rendija de las persianas de sus ventanas.

  Un escalofrío se trepó por su nuca.

- Qué osado, imaginándote estas cosas, Yami... - Pero cierto era que no podía evitarlo, no era que no estuviese en sus cabales, no se había juntado con sus amigos un viernes a la noche y tomado hasta la pérdida de la consciencia o el inicio de la perversión... En su afán de no pensar más allá de a lo que su imaginación lo había llevado, recordó que había salido de la empresa dónde trabaja, con un manchón en su currículo profesional – Sería bueno tener una copa o dos ahora... - Se reía irónico de su mala suerte - No me gustaría terminar el día sin saber tu nombre, cosita linda – Y retomó limpios pensamientos de nuevo...

 

Tal vez vivamos juntos cada día como una nueva aventura y todo se verá tan fresco y lleno de vida.

  Al despertar, se mimarían un rato más en la cama “buen día, mi amor”, a menos de que no tengan tiempo, entonces se levantarían y desayunarían para retomar sus actividades de rutina. O tal vez no tienen nada que hacer, pero juntos salen a realizar trámites o buscar el lugar más apropiado y de confianza para arreglar la computadora. Luego del trabajo, del estudio o de otras actividades que realizan pueden verse para merendar, cenar u otras cosas, tal vez festejar el cumpleaños de alguno de ellos.

  Con el correr del tiempo, puede que lo primero que haya en su despertar cada día, al abrir los ojos, sea el rostro dormido del pequeño, la sonrisa apacible de quién es protegido por ese estado de pausa al dormir, y lo primero que se venga en su mente es que está viviendo un presente en el que viven juntos, comparten el mismo techo, vuelven al mismo lugar para estar juntos de nuevo. Al levantarse desayunen, o no tengan qué desayunar y se envíen mutuamente a hacer compras, pero terminen haciéndolas juntos. Devolver la pelota a los niños del vecino que sin querer la arrojaron en su patio. Un domingo comerán con la familia, y al siguiente con la familia de el otro. Recibirán visitas de sus amigos y se entenderán uno al otro en sus ratos de necesidad de soledad. El día a día les traerá nuevas experiencias, como peleas por a quién le toca la limpieza, quién va a convencer a la vecina que deje de poner música horrible al volumen máximo en el audio, a qué hora se baña uno, y a qué hora el otro, o si deciden bañarse juntos... Compartirán momentos de intimidad en la casa, dónde pueden mirar una película, quedarse todo el día en pijama dentro de la cama, dentro de ese mundo que existe cuando dos personas se aman, preparar una cena distinta a la de cada martes y harán de cuentas que salieron a un caro restaurant lujoso y pondrán velas por doquier para simular ese ambiente sofisticado o simplemente abrazarse, mimarse, jugar a las guerras y terminar comiéndose a besos en el sillón frente a la televisión que quedó prendida, pero nadie está viéndola o escuchándola. Y que una cosa lleve a la otra y que esos apasionados besos en el sillón los lleven a dejarse llevar por las ganas de pertenecer al otro y a su vez que el cuerpo del otro sea propio.

 

Tal vez el cocine para mí y sólo se pondrá contento con mi sonrisa como signo de agradecimiento.

  Al llegar de un largo día de trabajo, encontrará la cena preparada y un amable "Buen trabajo" y un beso en la mejilla. Tal vez no sea experto en la cocina, aun así no lo presionaría, está seguro que habrá un menú que pueda preparar aun si se venda los ojos. Lo sabe, esperará pacientemente por su aprobación de acuerdo a cuán rica estaba la cena... Pero no serán necesarias las palabras, ya que su estómago vacío lo comerá todo sin desperdiciar nada, ya que lo mejor no es la cena en sí, si no el amor y la persona por quién fue preparada. “Qué rica estuvo la cena” un dulce beso en la frente o los labios y una caricia en su espalda, para sentirlo cerca, para que pueda descansar en su calor. Y entonces se dirigiría a tomarse su típica ducha nocturna, mientras que el otro, conforme levanta los platos para lavarlos y así juntos poder irse a descansar, a ese lecho tan familiar, tan cálido, tan suyo.

 

Tal vez me espere en casa y no se enoje cuando no llamo.

  Cada vez que se reúne con sus amigos se hace muy tarde... Había olvidado que algunas de sus anteriores parejas le habían reprochado la hora en la que llegaba el mensaje de “Ya estoy en casa y me voy a dormir”, él nunca prestó atención a la hora, “Si tanto te molesta saber a la hora que llegué no te aviso más” o “De todos modos estuve con mis amigos, apuesto a que si hubiesen sido dos horas antes encontrarías alguna otra excusa para reprochármelo” y ni hablar si regresaba tan cansado que olvidaba avisar que llegó... Muchas veces su celular se quedaba sin batería en mitad de la noche y eso también le daba problemas... Pero su pequeño y dulce angelito lo esperará, en la casa dónde viven juntos, sin reproches para besarlo y poder irse a dormir. Él lo observará hasta caer rendido ante el sueño de un día agotador, pero mientras esté despierto, lo mimará y protegerá su sueño, porque lo aprecia, porque cada gesto que tiene es valioso.

  Es importante la confianza en la pareja, el siempre ha hecho las cosas bien, nunca ha engañado a alguien... El se esforzaría al máximo por darle a su chiquito todas las seguridades que necesita.

 

Tal vez lo amo, tal vez me enamoro y nada se sienta tan bien como eso.

  Cada beso lo llena de felicidad, cada abrazo lo hace sentir en el cielo... Protegerlo y sentirse protegido emocionalmente, teniendo unos brazos que extrañar, una voz con la cual soñar, unos ojos que añorar… El amor es cultivado por ambos cada día, ambos son fieles al otro y no buscan nada más que el momento de volver a verse para poder mimarse, hablar, reírse juntos, convertirse en su refugio los días agotadores, los días difíciles, los días de lluvia o nieve. El amor como comprensión, contención, acompañamiento, calor, cariño, dulzura, la más suave luz. Este pensamiento pone en marcha a las hormigas que trabajan en su pancita, logrando robarse una sonrisa tímida, que escondió bajando su rostro y permitiendole continuar soñando un poco más...

 

Tal vez el me sostenga en los días grises y cuando me sienta muy asustado para moverme me diga que todo está bien y yo le creo. Tal vez me hace sentir seguro en casa. Tal vez su sonrisa es suficiente para hacer que todo el dolor desaparezca. Tal vez yo puedo hacer lo mismo por él.

  Habrá días en los que el mundo se sentirá derrumbarse, pero allí estará su amor para apoyarlo, para ayudarlo a levantarse… Recostarse en la falda del menor y ser mimado hasta sentirse mejor, el hilo que mantiene sus pies en la tierra para comprender que las malas rachas son parte del día a día, y que nada puede ser tan malo si tienes a quien amas esperando por tí luego de fallar o caer. Y él también será incondicional... Nada podría hacer que su pequeño ángel no muestre esa preciosa sonrisa que viste su rostro de luz: darle cobijo en la calidez de sus brazos hacerle mimos y darle ánimos. “Ya verás, la próxima vez las cosas saldrán mejor”, “Relájate, ya todo pasó, todo está bien, ya estás a mi lado”.

 

Tal vez soy su salvador y me necesita más que a cualquier otra cosa.

  Y.... ¿Si desesperadamente el de los brillantes y redondos ojos lo recibiera siempre con los brazos abiertos "Te extrañé demasiado", "Por favor, ayúdame con esto que no puedo", "Eres mi héroe"? Claro es que siempre estaría dispuesto a rescatarlo y ayudarlo en todo. Cuando necesite una mano con un trabajo, cuando se vea en problemas con gente difícil, de lo que sea, estaría siempre ahí dispuesto a serle de utilidad: “Yo siempre te protegeré”.

- Pero... Si el es auto-suficiente por si mismo, no me necesitaría para nada... - Su pecho se arrugó bajo toda su ropa, realmente le había emocionado el sentirse el héroe que llegaría para tener su fascinación – Bueno hay otras formas de ser el héroe de alguien... - Con simplemente hacerlo sentirse mejor, cuidarlo cuando enferme, arreglar el control remoto para no mover más que un dedo desde el sillón.

 

Tal vez no pueda vivir sin mí.

  Y... ¿Qué si él es capaz de decir "Te amo tanto, nunca me hagas falta porque sin ti sentiré que muero..."? En ese caso, él le daría su vida al menor, correspondería concediéndole amor recíproco...

  Él no sería capaz de vivir sin el otro, el sentir su tibia mejilla apoyada en su hombro cuando se siente cansado, los besos al despertar, los besos de antes de dormir, las samarreadas porque se quedaron hasta tarde amándose y en la mañana uno no puede despertar al otro “Despiértate, vamos!”. Se convierten en completamente necesarios para el uno para el otro.

 

Tal vez es perfecto para mí.

  Esa conexión que sienten es el lazo más fuerte que puede vincular a dos personas, nacidos para estar juntos por siempre, nada los separaría, sólo la muerte. Se complementan de manera especial, como la luz y la oscuridad, no puede existir uno si no existe el otro, como opuestos que se atraen. Con el paso del tiempo más seguros se sienten de que la persona a su lado es la que quieren para siempre.

 

Tal vez él es todo, sólo que no para mí.

  Y en su interior todo se volvió gris, y sintió a esas hormigas achicharrándose en su estómago.

 

Tal vez lo es para otra persona, tal vez él le dice a otra persona que todo está bien, tal vez ama y toma la mano a otra persona.

  Por un instante su imaginación lo había llevado a un tormento pasajero imaginándolo caminando de la mano de alguien más, mostrandole esa hermosa sonrisa a alguien más, consolando a alguien más, ¡siendo besado y protegido por alguien más! No le gustó en absoluto...

- Después de todo puede ser... - Sintió su corazón estrujándosele en su costado – Que él ya tenga a alguien...

 

Tal vez no tengo el coraje para hablarle y toma el autobús para dejar atrás esta vida fantástica.

  Y entonces volvió a la realidad en un parpadear, notando que el autobús era detenido frente a sus ojos.

 

Tal vez nunca pueda ser mío.

  Y él lo dejaba irse para siempre, de su vida.

 

 

Tal vez no pueda vivir con eso...

 

 

 

- Discúlpame... - Se acercó al menor con una sonrisa desorientada - ¿Este autobús me lleva al centro de la ciudad? - Y entonces el menor le sonrió amigablemente

- ¡Sí! - Su voz era muy agradable, el recibir una sincera sonrisa fue como un sacudón dentro de su corazón.

  Subieron al autobús y pagaron su boleto, con un poco de vergüenza lo alcanzó antes de que el ojiamatista consiguiera asiento...

- ¿Te molestaría decirme más o menos dónde es que tengo que bajarme? - Esperaba que el menor no se diera cuenta de lo mal mentiroso que es.

- No, de hecho... Yo también voy al centro... - Respondió con suma amabilidad. Era la oportunidad perfecta

- ¿Te molestaría si me bajo dónde tú? - El pequeño volvió a sonreír algo avergonzado, negando con su cabeza - Ven... - Le tomó la muñeca - Sentémonos por aquí... - el ojiamatista asintió y se dejó guiar hasta un asiento doble.

- ¿Cómo te llamas? - Preguntó tímidamente achicándose de hombros.

- Mi nombre es Atemu Yami... - Agradecido de que el pequeño tuviera interés en hablar de algo con él - ¿Y tú?

- Yo soy Yugi, Mutou Yugi – Sus miradas se encontraban ahora que estaban sentados uno al lado del otro.

- Mucho gusto, Yugi – Fingiendo estirarse en su asiento se acomodó para estar apenitas un poquitito más cerca suyo, las manos del pequeño caían al costado de su cuerpo y se apoyaban en el asiento que lo sostenían, con disimulo colocó sus manos de igual manera para estar más cerca, quizá rosarlo. - Perdona el atrevimiento pero... ¿A dónde vas?

- Voy a lo de mi mejor amigo, se acerca un exámen y tenemos que estudiar... - Su rostro no sentía felicidad, pues, tenía que estudiar, pero su semblante era tranquilizador.

- ¿Ah sí? Qué estudias? - Preguntó esbozando una sonrisa

- Estudio fotografía... - Admitió con algo de vergüenza

- ¿Qué tiene de malo?

- Nada! - Se apresuró a aclarar – Es que apenas comencé la universidad el año pasado cuando terminé la escuela... Voy en segundo año y no soy el que resalta de las clases... - Algo dentro de Yami hizo ecos... Él era más joven de lo que creía... - ¿Y tú? ¿A qué te dedicas?

- Yo... Soy ingeniero en sistemas... - Declaró lentamente – Trabajo para una empresa electrónica, soy encargado de crear juegos para consolas... - Un agudo pinchazo se hizo presente en su frente recordando su frustración laboral. Su aura ha de haberse puesto densa...

- ¿Qué tiene de malo? - Preguntó con una sonrisa buscando la mirada, llamando poderosamente la atención.

- No, nada... Es sólo que hoy no fue un gran día en el trabajo... - Comentó rascandose la nuca, algo decepcionado

- Pero a mí me parece genial que tengas tu trabajo y te preocupes por él... - El menor comenzó a hablar mirando hacia adelante y luego regresó su mirada al decepcionado rostro de su nuevo compañero de viaje – Todo lo que tienes que hacer es esforzarte mucho más la próxima vez, Yami! - Una mirada, una sonrisa, unas palabras mágicas y sanadoras que no sólo lo animaban, si no que lo motivaban a pelear con más ímpetu la próxima vez.

- Gracias – Dijo sonriendo levemente. Las mariposas de nuevo habían comenzado a aletear en su interior

- ¡No es nada! Estoy seguro de que tienes talento... ¿Qué edad tienes? ¿Hace mucho te recibiste y trabajas en esa empresa? - Yami continuaba sorprendiéndose, no sólo el estaba interesado en entablar una conversación, el chico también le estaba sacando tema!

- Tengo 25 años, me recibí el año pasado... Pero estoy en KaibaCorp hace 3 años. Apenas hice la mitad de la carrera comencé a buscar trabajo y bueno... - Yugi lo miraba maravillado, cómo si se tratase de alguna especie de superhombre que podía admirar - ¿Por qué me miras así? - pregunto algo abrumado

- ¡Es que eres genial! ¡Terminaste tu carrera a tiempo al mismo tiempo de que estabas trabajando sobre lo que estabas estudiando! Y a demás... ¡En Kaiba Corporation! - Yami se preguntó cómo es que Yugi no se había trabado en sus propias palabras al decir eso, ciertamente parecía un trabalenguas.

- No es la gran cosa... - No lo consideró un gran logro de su vida, pensaba más bien que era lo típico “Estudiar, conseguir un buen trabajo, adentrarse en el mundo de los adultos”.

- Sí que lo es! ¡Eres asombroso! Eso quiere decir que los últimos 3 años estuve jugando juegos de computadora creados o testeados por tí! - Retrocedió sobre sus palabras, tal vez lo hizo por que Yami se sonrosó al sentirse tan alabado – Oh, ¡lo siento! - Se tapó la boca con la mano – ¡Dije algo muy extraño! ¡Lo que quiero decir es que es genial!

- Gracias... - De nuevo, se sentía extrañamente motivado por esas simples palabras.

- Yo tengo 20. Y tengo un trabajo de medio tiempo en BurguerWorld...

- Eso también es genial... - Asumió la responsabilidad de retribuirle a sus lindas palabras – No tiene que ver con lo que estudias, pero apuesto a que ahí haces tu trabajo con entusiasmo.

- Soy un esclavo en BurguerWorld, mi trabajo está bien por ahora, me permite estudiar, todo eso... Pero no es nada inspirador... – reía desanimado - a veces me toca atender, a veces me toca trapear los pisos, otras veces tengo que limpiar los baños...

- La diferencia, Yugi, es que si haces bien el trabajo no te regañan, ni te menosprecian un montón de gordos en traje que creen que saben sobre lo que a la juventud de ahora le gusta... - Empuñaba su mano derecha rodeándose de nuevo de un aura oscura y espesa, lo que hizo que el menor se echara a reir - ¿Qué es tan gracioso?

- Nada, jaja... Lo siento. – No podía parar de reír

- ¿Te estás burlando de mí? - Sí, como predijo se quedó prendado de su risa y su sonrisa, ya no importaba si se burlaba de él o de quién, quería escuchar esa risa.

- No, ¡lo siento! - Se apresuraba a aclarar calmándose un poco más y secando las lágrimas que escaparon de sus ojos por reírse – No me estoy burlando de ti. ¡Es que me diviertes!

- Ah bueno, ya me estaba por enojar... - Dijo cruzándose de brazos y piernas mostrandole al menor su perfil, ya que por un momento observó hacia la ventana para ignorarlo de mentiras

- ¡No! ¡No te enojes Yami! - Entre la risa y la desesperación pidió con un brillo en sus ojos y en su sonrisa. El mayor esbozó una sonrisa ligera

- Descuida... - El menor se tranquilizó de sus risas, utilizaron unos instantes para mirarse...

- Yami... - Hizo una pausa buscando las palabras exactas...

- ¿Qué sucede? - Tenía que admitir que su corazón latía a mil... ¿Que le diría? Estaba completamente expectante quería saberlo todo

- No, ¡nada! - Una inocente sonrisa se hacía presente una vez mas en su rostro.

Y entonces llegó el momento que Yami no quería...

- Oh! En la próxima parada debemos bajarnos... - El menor se montó su mochila de un solo hombro para pararse. Yami sólo asintió y lo siguió, preguntándose cuándo había pasado el tiempo tan rápido... El recorrido desde su trabajo hasta la casa de sus padres en el autobús duraba aproximadamente treinta minutos. Pero ahora llegaba el momento decisivo... Si dejaba pasar la oportunidad de pedirle su número no habría marcha atrás. Ya abandonado el autobús quedaron frente a frente

- Sólo tienes que llegar a la esquina y doblar a la derecha, Yami - Le dio una indicación final, observándolo detenidamente

- Sí, aquí ya puedo orientarme mas o menos, muchas gracias, Yuugi - El menor lo observaba mucho, él tampoco quería dejar de verlo - Hey, me he entretenido mucho hablando contigo ahora... ¿Te molestaría si te pido tu número y algún día salimos a caminar?

El sonrojo atacó a las pálidas mejillas del menor, así como una sonrisa tímida le indicó, que desde el fondo de su corazón estaba esperando que él quisiera volver a verlo también.

- No me molesta, para nada... - Dijo mostrando un puchero adorable. Derritiendo al tricolor mayor de ternura.

- Ah cierto, tenía la batería muerta... - Reía mostrando la pantalla de su celular apagada - Espera un momento, lo anotaré... Si no me equivoco traía por aquí para escribir... - Revolvía su morral en búsqueda de aquél bloc de notas pequeñito que su padre siempre le aconsejó llevar.

- Seguro te olvidarás de escribirme... - Reprochó el menor

- No soy olvidadizo... Descuida... - Le guiñó su ojo.

  No podría por nada en el mundo olvidarme que tengo el número de celular de este bomboncito.

Notas finales:

¡Gracias por haber leído! Espero de corazón que les haya gustado...

¡Qué tengan un bonito día!


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